martes, 2 de febrero de 2016

La mitosis de los mensajes o cómo recibimos el mismo mensaje muchas veces.

Escribe Carlos Bravo Reyes


En los últimos días del año recibimos más felicitaciones que en todo el año. Dos décadas atrás el teléfono de la casa no paraba de sonar y cuando llamabas a un amigo o familiar generalmente estaba ocupado y debías repetir la llamada más de una vez. Diciembre era el mes de las congestiones telefónicas. 

Después llegaron los sms y empezaron a disminuir las llamadas y tenías que tomar los lentes y leer el mensaje y casi siempre lo respondías. Escribías lo que más te gustaba, enviabas un mensaje personalizado, no lo copiabas de otro amigo, mucho menos de un desconocido.


Ahora las llamadas telefónicas son escasas, los sms raros y todo lo resolvemos con las redes. En casi una semana mi celular recibió un par de llamadas, una de ellas de una persona equivocada. Con las redes desde Facebook, Twitter hasta Whatsapp te llenas de sorpresas y de confusión. La sorpresa llega de las personas que ni conoces, ni viste en algún lugar, que no sabes quién es y de pronto recibes de ella un efusivo saludo, una foto con un par de copas llenas de un líquido, un Papá Noel que te deja pensando por qué no le cambian la cara, un ramo de flores que en tu país no se reproducen por el clima y hasta un beso dibujado con el creyón más rojo que pueda existir.

Si la sorpresa te genera justamente sorpresa, la confusión acaba por confundirte más. Te confundes cuando el mismo texto, la misma flor, el mismo Papá Noel (es qué todos son iguales) o el beso rojo apasionado lo recibes desde un remitente con un número desconocido y de otra que decora su número con los más variados emoticones. Pero cuando empiezas a revisar tu lista de grupos en Whatsapp te confundes más, el mismo Papá Noel, la misma flor, el mismo beso, circula de un grupo a otro como una pelota que rebota infinitamente.

Pero además esos mensajes se complementan con las oraciones interminables, los textos filosóficos, religiosos, económicos y exotéricos que tienen el propósito de limpiar con tu dedo índice la pantalla del celular. Entonces empiezas evitando leer tu Whatsapp y llegas a Facebook, pero sorpresa, el mismo Papá Noel, la misma flor, el beso excitante y la chica desconocida que brinda contigo te acompañan en los mensajes de tus amigos.

Entonces te preguntas, que sucedió con las cámaras de los celulares. Por qué no toman una foto de la Luna, de una planta que si existe, de un niño de verdad, o hasta de una piedra en el camino y la envían a través de las redes con un mensaje propio. Así comprobamos que su capacidad de asombrarnos es más fuerte que la de copiar.

Haga la prueba, tome esa foto, escriba un texto aunque sean dos palabras y envíela con un pie de foto que diga: es mío

Tomado de 366-días con permiso de su autor

1 comentario:

Rodolfo dijo...

Totalmente de acuerdo. Vale el esfuerzo hacer de la comunicación algo más personal e incluso amigable.