Escribe Fernando Conesa Cegarra
Cómo ha respondido la actividad de transferencia de conocimiento del entorno académico ante la pandemia? Algunos artículos en diversos foros (como este, este, este y este) han tratado sobre impacto y retos en la función docente e investigadora. La transferencia de conocimiento, sin embargo, no ha recibido tanta atención, aun siendo otro ámbito fundamental de los centros académicos sobre el que deberíamos analizar cómo le ha repercutido la crisis del coronavirus.
Con la intención de intercambiar perspectivas a nivel global sobre esta cuestión, Alison Campbell, actual directora de Knowlege Transfer Ireland y persona destacada en los foros globales sobre transferencia de conocimiento, convocó este verano, en dos sesiones de diferente tramo horario, un encuentro virtual y global denominado The International Exchange. En él, participaron 35 directivos de unidades de transferencia de tecnología e innovación de universidades de todos los continentes, para tomar el pulso a cómo se había comportado este sector ante la pandemia y qué retos nos ponía delante. Tuve la suerte de participar en una de ellas.
Las dos sesiones de este evento fueron desgranando en poco más de una hora cada una aspectos a destacar en relación a la actividad inventiva de nuestras instituciones, la interacción con la industria, el mercado en licencias y la creación y financiación de spin-off. También se trató la cuestión de la organización de las oficinas de transferencia. Con la ayuda de las notas de la reunión que nos envió Alison Campbell, me propongo recoger y comentar en este artículo las principales conclusiones de ambas sesiones.
Interacción no presencial con empresas
Aunque muchos proyectos de I+D con empresas se hayan visto detenidos o ralentizados por las condiciones del confinamiento, la percepción en la mayor parte de los países es que la relación del entorno investigador con las empresas no ha sido una excepción a la dinámica de hiperconectividad que se ha vivido durante dicho periodo. La búsqueda de oportunidades de colaboración ha sido superior a lo que hubiéramos esperado.
No obstante, el comportamiento ha sido desigual según los sectores: intenso en salud y tecnologías de información y más débil en otros como el de la automoción. En la mayor interacción entre academia e industria ha tenido que ver la intensa penetración de los sistemas de videoconferencia y trabajo a distancia. Esto es lo que ha convertido en fácil la organización y realización de reuniones y el desarrollo de trabajo colaborativo. Pero también ha sido relevante el capital de relación y de conocimiento básico acumulado previamente, y del cual se ha podido echar mano cuando ha hecho falta.
Este sistema de trabajo, ¿viene para quedarse?
La sensación es que las nuevas dinámicas de comunicación van a permanecer. Sin embargo, surge el desafío de si, sobre estas herramientas de interacción a distancia, se podrá construir un sistema de relaciones de largo plazo, para el cual entendemos que se necesitan espacios de cercanía personal y de construcción de confianza. En el horizonte se divisan sistemas de relación mixtos, que combinen experiencias presenciales con un amplio abanico de interacciones a distancia las cuales, además, van a hacer más accesible el conocimiento, donde quiera que éste se encuentre.
También la motivación y el objetivo de la lucha contra el COVID-19 ha estimulado la generación y el intercambio de ideas y de experiencias de forma muy intensa. Motivación que denota un interés por perseguir y conseguir impacto, no sólo en términos de investigación, sino también en innovación de productos y procesos. A este respecto, en el evento se ponía de manifiesto que una gestión de la investigación y la innovación conducidas por el propósito y el impacto salen reforzadas de la crisis del coronavirus.
Inversión en deep tech
La creación y el desarrollo de empresas spin-off se ha ralentizado en muchas regiones ante un escenario de incertidumbre, que suele retraer las operaciones de inversión. Sin embargo, también se ha observado el interés de algunos capitales por no retrasar pequeñas inversiones en empresas “deep tech”, así como una mayor actividad por parte de los estudiantes en la creación de start-ups. La pandemia ha traído una crisis económica con destrucción de empleo y tejido económico. Pero también traerá innovación en numerosos campos y ello es una oportunidad para la transferencia de conocimiento, que deberíamos aprovechar.
Por otro lado, las restricciones que ha impuesto la pandemia han estimulado la búsqueda de la agilidad y la simplificación de los procesos. Las organizaciones dotadas de mayor flexibilidad han sabido implementar y adoptar sistemas de contratación de I+D y de licencias más sencillos y automatizados. Son ellas quienes representan los caminos a seguir en el futuro en el sector de la transferencia de conocimiento.
Responsabilidad social en la transferencia
En los sistemas de innovación más maduros, la pandemia también ha propiciado un debate y unos posicionamientos sobre condiciones económicas y contractuales responsables en la transferencia de tecnología relacionada con la lucha contra el coronavirus (ver aquí, aquí y aquí). Sin embargo, en España no hemos tenido algo parecido y nos debe hacer pensar que el ámbito de la transferencia de conocimiento debe incorporar reflexiones y dinámicas en las que se pongan de manifiesto criterios éticos, sociales y medioambientales a la hora de decidir qué se transfiere, a quién y en qué condiciones.
En cuanto a la propia organización de las oficinas de transferencia de conocimiento, el salto a la digitalización ha sido rápido –ya se había recorrido parte del camino- y, aparentemente, productivo. El uso de las plataformas digitales ha sido intenso, con reuniones más ágiles, cómodas y sencillas de establecer, accediendo fácilmente a más empresas y a otras zonas del mundo. Se ha incorporado más teleformación. Pero estas formas de trabajo también han resultado agotadoras y han reducido el tiempo para el trabajo de despacho y de análisis, haciendo saltar por los aires un horario de trabajo razonable. La nueva manera de trabajar deberá ajustarse en el futuro para evitar de algunos desajustes que hemos conocido, pero no deberá prescindir de las ventajas que ha aportado el teletrabajo y el uso de las plataformas de comunicación.
Oportunidades que surgen de la crisis
El coronavirus ha provocado una crisis diferente a las que conocíamos. Pero no desconocemos lo que son las crisis económicas y sabemos que la ciencia y la innovación son recursos para superarlas, aunque no podamos eludir dificultades presupuestarias.
En el evento The International Exchange algunos responsables de transferencia ya están previendo recortes, pero también identifican retos sobre los que encontrar nuevas formas de generar valor:
- Sistemas de relación mixtos presencial/distancia.
- Hacer más fácil el acceso a la explotación del conocimiento.
- Focalizar en oportunidades de mayor alcance.
- Aprovechar competencias externas a las propias oficinas de transferencia.
- Transversalidad entre diferentes unidades de las instituciones para ampliar la oferta en innovación, etc.
Muchas de estas ideas pueden ser válidas para el ámbito de la transferencia de conocimiento en España y, de hecho, algunas ya se están aplicando.
Ante una crisis como la que estamos viviendo podemos lamentar la dificultad que nos acarrea o, por el contrario, podemos tratar de ingeniárnoslas para afrontarla. Es una cuestión de actitud. Individualmente, no hay garantía de éxito en lo segundo frente a lo primero. Pero colectivamente sí.
Tomado del blog de Studia XXI con permiso de sus editores
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