Universidad Complutense de Madrid
La recogida de información es un elemento central de los procesos de investigación. Para dar respuesta a los problemas de investigación y alcanzar los objetivos previstos será necesario recoger evidencias de la realidad estudiada. De forma general, hay dos procedimientos que podemos utilizar: la observación y/o la interrogación. Podemos observar la realidad para registrar los fenómenos que se producen en ella o preguntar a los implicados.
En la investigación con un enfoque cuantitativo, en muchas ocasiones, el propósito de la recogida de información es utilizar o construir escalas de puntuaciones que permitan ordenar y comparar a los sujetos de la muestra en alguna característica. En estos casos, el proceso de recogida de evidencias está vinculado a un proceso de medida de variables.
A través de la observación directa podemos, por ejemplo, señalar si una persona tiene mayor altura que otra, aunque no sepamos exactamente cuánta diferencia hay entre ellas. Si queremos aumentar la precisión de esa comparación será necesario emplear algún tipo de instrumento que nos permita transformar la altura a una escala numérica, como el metro.
La definición del concepto de medición ha evolucionado a lo largo del tiempo y los autores Wu et al. (2016) resumen algunas de las aproximaciones más relevantes:
- La medición es un proceso para asignar números a propiedades concretas de unidades experimentales de tal forma que caractericen y conserven las relaciones especificadas en el dominio de comportamiento (Lord y Novick, 1968).
- La medición es la asignación de números a individuos de forma sistemática como un significado de la representación de las propiedades de esos individuos (Allen y Yen, 1979).
- La medición comienza con la idea de una variable y un continuo a lo largo de la cual pueden situarse los objetos, y la intención de marcar esa línea en unidades iguales para poder comparar las distancias entre los puntos (Wright y Masters, 1982).
- La medición consiste en un conjunto de reglas para asignar números a objetos de tal forma que representen cantidades de los atributos (Nunnally y Bernstein, 1994).
En las definiciones anteriores observamos esa evolución del concepto, partiendo de la asignación de números asociados a los comportamientos, en las dos primeras, hasta la inclusión de magnitudes o cantidades para identificar diferencia, es decir, la capacidad para discriminar entre niveles de una variable. Por tanto, de forma general, definimos la medición como un proceso de asignación de números a los distintos niveles de una variable considerando unas reglas o normas. Son esas normas que vinculan los niveles de una variable con diferencias en magnitudes numéricas las que determinan una buena medida.
Fuente de la imagen: Pixabay
La medición parece sencilla si se aplica a características que pueden observarse directamente, como el caso de la altura. El metro sería la herramienta que mide la altura en una escala determinada: el sistema métrico (aunque puede haber otras escalas, como el sistema náutico, o el inglés). Sin embarco ¿cómo medimos características que no se observan directamente, las denominadas constructos o variables latentes, como las competencias académicas, la motivación o la inteligencia?
Los instrumentos diseñados para la recogida de información de este tipo de variables se consideran estrictamente instrumentos de medida y deben diferenciarse de las herramientas utilizadas para registrar únicamente opinión respecto a hechos o situaciones puntuales o información sociodemográfica (edad, sexo, situación laboral, etc.).
Construir una herramienta para medir constructos no es una tarea sencilla y comienza con la elaboración de un modelo teórico que apoye la medida y la construcción de un sistema de indicadores que representen los posibles comportamientos o conductas asociados al constructo. Wilson (2005) describe el proceso de elaboración de una medida con el recorrido a través de cuatro grandes etapas:
Fuente: Adaptado de Wilson (2005)
En primer lugar, antes de diseñar el instrumento de medida, es necesaria la definición y acotación el constructo que va a medirse. Por ejemplo, si nos interesa medir la habilidad en matemáticas, deberemos definir qué entendemos por habilidad matemática. ¿Qué tipo de contenidos deben incluirse (aritmética, geometría, estadística…)? ¿Qué tipo de procesos cognitivos deben mostrarse (reconocimiento, aplicación, resolución de problemas, evaluación…)? El proceso que permite pasar de un modelo teórico a un conjunto de indicadores observables se denomina operacionalización de una variable. La calidad de la medida y el uso que se pueda hacer de los resultados dependerá de esta primera fase.
El segundo paso es el diseño del instrumento y los ítems que lo componen. Cada uno de esos ítems es un estímulo que se utiliza para observar conductas relacionadas con el constructo que se pretende medir. La construcción de ítems no es una tarea sencilla, existen formatos distintos y recomendaciones que conviene seguir (Haladyna, 2004).
La aplicación del instrumento es la tercera etapa del proceso de medida. Es necesario considerar aspectos como el tipo de casos que formarán parte de la muestra, la supervisión del momento de aplicación, la preparación de los cuadernillos en el caso de que se haga en papel y la construcción de la base de datos con las respuestas recogidas. Fallar en este proceso empeorará la calidad de los datos y afectará a la validez de los resultados. En esta misma etapa se deben calificar las respuestas a los ítems, lo que dependerá de su formato.
En la última etapa, para la elaboración de una escala puntuaciones que refleje los distintos niveles del constructo, debemos utilizar un modelo de medida. Este modelo nos permite relacionar las respuestas a los ítems con la definición del constructo latente a través del proceso de inferencia psicométrica. Hay dos grandes aproximaciones para abordar esta etapa: La Teoría Clásica de los Test que utiliza un modelo lineal y la puntuación total en el instrumento como referencias para establecer esa relación o la Teoría de Respuesta al Ítem que emplea un modelo logístico para estimar las probabilidades de respuesta a cada uno de los ítems (Muñiz, 2010).
Independientemente del modelo empleado, el proceso de inferencia y, en consecuencia, la escala obtenida, debe cumplir unos estándares de calidad. Y, para hacerlo, es necesario aportar evidencias de que el instrumento y los ítems que lo componen producen puntuaciones fiables (la fiabilidad se vincula a la precisión y estabilidad de una medida) y válidas (la validez se relaciona con el grado en el que la medida es capaz de representar el constructo).
Por tanto, si en tu investigación necesitas iniciar un proceso de recogida de información debes preguntarte si pretendes medir constructos. Si la respuesta es afirmativa, considera que la construcción de un instrumento de medida no consiste en simplemente listar un conjunto de preguntas en un cuestionario.
Referencias bibliográficas:
Haladyna, T. M. (2004). Developing and validating multiple-choice test items. Psychology Press.
Muñiz, J. (2010). Las teorías de los tests: teoría clásica y teoría de respuesta a los ítems. Papeles del psicólogo, 31(1).
Wilson, M. (2005). Constructing measures: an item response modeling approach. Lawrence Erlbaum Associates.
Wu, M., Tam, H. P. y Jen, T. H. (2016). Educational Measurement for Applied Researchers. Theory into Practice. Springer.
Cómo citar esta entrada:
Navarro Asencio, E. (2021). El proceso de recogida de información en investigación ¿medir o encuestar? Aula Magna 2.0. [Blog]. Recuperado de: https://cuedespyd.hypotheses.org/9169
Tomado de Aula Magno 2.0 con permiso de sus editores
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