Por Paola Dellepiane
En las últimas décadas, la IA se ha desarrollado para estar presente en nuestras vidas cotidianas. Siguiendo las ideas de Turkle (2015), las máquinas están programadas para participar en conversaciones como si entendieran de qué hablan hasta el punto de que algunos se han preguntado: ¿hasta dónde puede llegar esto y qué ocurrirá entonces?
Como ocurrió con otras tecnologías disruptivas como Internet, no hay vuelta atrás. Referenciando nuevamente a Turkle (2015), “siempre que los robots sustituyen a los humanos en una función, la gente pasa a hacer cosas más humanas” (p. 450). Y en este sentido, esta irrupción que nos presenta la IA, es una oportunidad para experimentar, propiciar la creatividad y poner “en acto” el saber crítico en todas las áreas del conocimiento para pensar lo humano en base a lo que la tecnología no puede hacer.
Un interrogante que también entró en el debate con la irrupción de la IA generativa:
¿deberán los docentes convertirse en inspectores de originalidad buscando detectar si fue la inteligencia humana o la artificial quien resolvió una tarea o consigna deberán repensar el modo de evaluar los contenidos aprendidos?
Son cuestiones que interpelan y se suman a la lista de las innovaciones tecnológicas a generar en las instituciones educativas.
Sin dudas toda abundancia crea una nueva escasez, y es esto lo que está pasando con la irrupción de la IA, y en particular con la gran ola del chatGPT. Más allá del boom del momento, los modelos generativos de grandes volúmenes de datos se han instalado en la sociedad.
La conclusión es que el despliegue y el uso de la IA en la educación deben guiarse por los principios fundamentales de inclusión y equidad. El creciente uso de las nuevas tecnologías de IA en la educación sólo beneficiará a toda la humanidad si, por su diseño, mejora los enfoques pedagógicos centrados en el ser humano y respeta las normas y los estándares éticos. (UNESCO, 2021, p.2).
El Consenso de Beijing (UNESCO, 2019) sostiene que “el desarrollo de la IA debe estar controlado por el ser humano y centrado en las personas, que la implantación de la IA debe estar al servicio de las personas para mejorar las capacidades humanas” (p. 2).