Como profesora tengo entre mis tareas fundamentales que se me escuche (complicado) y que se entienda lo que digo. Así, descubría hace poco, formando en Comunidades digitales, algo nuevo y creo que muy útil para todos/as los/as que nos dedicamos a eso de la dinamización de comunidades, reales o virtuales, páginas de Fb, perfiles de Twitter, etc.
Se trata de la utilidad de la que podríamos denominar “metáfora Whatsapp”, inspirada por una herramienta que ha convertido, desde su aparición, a cualquiera de sus usuarios, en aprendiz de Community manager. ¿Llega alguien nuevo al grupo y queremos integrarle? Allí estamos utilizando técnicas típicas en dinámicas de grupos, mediación, relaciones públicas, etc, buscando intereses comunes del recién llegado con el grupo ya existente o algunos de sus miembros.
En Whatsapp también existen los “lurkers”, esos seres que pueblan internet ojeando soluciones, observando, monitorizando las respuestas de otros, sin atreverse o querer aportar nada a la comunidad. Evidentemente también hay gente que parece estar pero no está, que se mantiene en la comunidad porque se siente comprometida con su causa o gente, pero la silenció pronto ante la avalancha de mensajes que no tiene necesidad o ganas de leer.
Funcionan tanto en Whatsapp como en otros tipos de comunidad virtual la diversidad y la novedad, eso que siempre cuento en grupos creativos o de trabajo colaborativo de que la convivencia durante demasiado tiempo mina la eficiencia y las soluciones creativas del grupo. Los seres humanos queremos, por encima de casi todas las cosas, seducir (intelectual, estéticamente) a nuestros congéneres, siempre hasta el momento en que ya lo hemos logrado y ya no es necesario seguir dando lo mejor de uno mismo a los ya conocidos.
También aparece la figura del “itinerante” (gracias a mis alumnos de bibliotecas de la diputación de Barcelona por inspirarme el término), el personaje que forma parte de 24 grupos y que, aunque no tienen demasiado tiempo para implicarse demasiado en ninguno de ellos, va trasladando de uno a otro ideas, bromas, reflexiones de valor. O la de mediador, esa figura que, perfectamente integrada en el grupo por su escasa conflictividad, se encarga de vez en cuando de salvar a los demás en situaciones de conflicto.
En
fin… imágenes con las que se identifican todos los miembros del grupo,
lenguajes compartidos e innumerables elementos más completan la nueva
situación de interiorización en lo informal de muchas de las bases de la
dinamización de comunidades.
Tomado del Caparazón con permiso de su autora
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