Escribe Ángel Fidalgo
Hace unas décadas había una regla de oro para la compra de cualquier producto ya que se debía comprar el más bueno, bonito y barato, era la regla de las “3 b”. Sin embargo, ahora hay otra regla que se debe anteponer a las “3 b”. Primero elegimos el producto que más se adapta a nuestras necesidades y si hay varios, entonces aplicamos las “3 b”. Mientras que en la sociedad industrial las personas tenían que adaptarse al producto, en nuestra sociedad, la del conocimiento, el mejor producto es el que más se adapta a la persona.
El objetivo del proceso de formación es que nuestro alumnado adquiera conocimiento, competencias y habilidades. Básicamente el método que seguimos es el industrial, es decir, el alumnado se debe adaptar al profesorado. Bloom demostró, en su trabajo conocido como el problema Sigma 2, que si personalizamos el proceso de formación los resultados se mejorarían en un 98%. En otras palabras, si adaptamos el proceso de formación a cada alumno, sería muy difícil que hubiese fracaso escolar.
Todo el profesorado, y cualquier persona, puede intuir que en las condiciones actuales es prácticamente imposible personalizar el proceso de formación ya que no habría sistema educativo que soportase asignar un profesor a cada alumno. Por este motivo, la personalización del aprendizaje es algo a lo que no se presta atención por inalcanzable.
Pero es aquí donde entran en juego los productos adaptables dela sociedad del conocimiento. Tenemos a nuestra disposición decenas de productos que nos permitirían adaptar diversas actividades de aprendizaje de forma individual a cada alumnado. Incluso alguno de estos productos ya los utilizamos en la formación aunque sin aprovechar sus cualidades adaptativas.
Hay una gran pregunta que debemos hacernos si sabemos que personalizar el aprendizaje mejora considerablemente los resultados, si sabemos que hay productos que pueden ayudarnos a adaptar recursos y estrategias: ¿Por qué no prestamos atención a la personalización?
¿Por qué no conocemos las tecnologías?, ¿Por qué no sabemos qué actividades se podrían personalizar?, ¿Por qué no sabemos metodologías para adaptar la formación? o sencillamente ¿será porque nos resulta más cómodo que el alumnado se adapte al profesorado?
Tomado de Innovación educativa con permiso de su autor
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