Escribe Ángel Fidalgo
Gran parte del profesorado piensa, y tiene razón, que no hay renovación metodológica por la escasa financiación, la ausencia de formación especializada, la masificación de las aulas y la dificultad de disponer de tecnología avanzada. Estos motivos son reales, pero no suponen ningún obstáculo para el profesorado innovador que debido a sus características (inconformista, emprendedor, vocacional y con ganas de mejorar los resultados de aprendizaje de su alumnado) suele sortear dichos obstáculos. Pero no obstante, a pesar de los miles de profesores que innovan no se produce ningún cambio apreciable en la educación. ¿Por qué?
Creo que las razones citadas realmente son argumentos de peso, pero hay otras, a mi juicio, mucho más importantes. Son las verdaderas responsables del conservadurismo metodológico de la educación. Por resumir y repartir responsabilidades, son de tres tipos: políticas, institucionales y del profesorado que innova:
- Mientras nuestros políticos no entiendan que la educación debe ser un proceso de mejora continua y que requiere la colaboración de todos, ésta no cambiará. A mi modo de ver no se trata de hacer un gran pacto (que creo que sería muy bueno para la educación) bastaría con que los gobiernos entrantes y salientes se sentasen y vieran qué es lo que ha funcionado (para mantenerlo) y lo que no para mejorarlo. Lo cierto es que no parece un ejercicio difícil sobre el papel, aunque debe haber razones que se me escapan ya que no se suele hacer.
- La institución educativa, llámese centro, instituto o universidad, también tiene su parte de responsabilidad en la inmovilidad del modelo educativo, al menos en su área de influencia. Bastaría con que se tuviese una visión corporativa de la mejoras a introducir, ver que experiencias innovadoras de su propio profesorado lo consiguen, transferirlas, potenciarlas y ayudar a los docentes en su aplicación. Realmente se trata de implantar una espiral de mejora continua a través del empoderamiento de su propio profesorado.
- Pero como decía antes, también el profesorado innovador tiene parte de responsabilidad. Cuando este profesorado innova piensa en su alumnado y en su propia asignatura (piensa y actúa en local). Esta forma de actuar es natural y lógica, pero condiciona que la innovación sea local (en su propia asignatura). Esto causa que haya una gran repetición de experiencias de innovación, que no se transfieran innovaciones entre asignaturas e incluso, que no haya tal innovación en su trabajo. El profesorado innovador debe pensar en global y actuar en local. Una forma de hacerlo es centrarse en las metodologías y procesos educativos (que son los mismos en cualquier lugar y ámbito educativo) en vez de centrarse en las tecnologías. Dicho de otra forma, utiliza tecnología pero para mejorar o cambiar las metodologías, no al contrario.
Creo que con estos pequeños cambios políticos, institucionales y de la forma de innovar se conseguiría acelerar el cambio de las metodologías educativas, aunque si se aumenta la financiación, se mejora la formación, se disminuye la masificación y se sabe cómo utilizar la tecnología… Pues mucho mejor.
Tomado de Innovación educativa con permiso de su autor
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