Escribe Carlos Magro
Un buen profesor es el que es capaz de enseñar lo que no sabe y un mal profesor es el que no es capaz de enseñar lo que sabe.
Un experto es una persona que tiene un gran conocimiento sobre un tema determinado y es capaz de transmitir ese conocimiento a otras personas. El profesorado también suele tener un gran conocimiento sobre los temas que transmite, pero lo que le diferencia de un experto es que es capaz de enseñar ese conocimiento desarrollando la capacidad de aprender al mismo tiempo.
Algunas personas creen que desarrollar la capacidad de aprender es poner deberes (o trabajos), preguntar la lección, exigir mucho más en los exámenes de lo que se ha enseñado en clase, e incluso pensar que es tarea del alumno autoformarse. Este tipo de acciones tiende a producir que el alumnado vea al profesor como una persona que sabe mucho y que, además, tiene el poder absoluto para decidir si los demás saben lo suficiente.
Para enseñar a aprender lo primero que debemos hacer es ser capaces de transmitir a nuestro alumnado que nuestra misión principal es ayudarle a aprender. Y no hay mejor forma de hacerlo que actuando en consecuencia con lo que se pretende transmitir. Algunas de esas actuaciones con el alumnado pueden ser:
- Enseñarles cómo utilizar sus propios errores para aprender.
- Utilizar las dudas como recurso didáctico.
- Explicar el fundamento de un concepto, identificar dónde puede encontrar información adicional y dar pautas sobre cómo utilizar esa información adicional.
- Trabajar en el aula con los resultados de los trabajos o deberes que han realizado.
- Identificar fuentes de ayuda, cómo y cuándo utilizarlas. Desde el uso de internet a la acción tutorial del profesorado.
- Promover y gestionar la cooperación entre ellos desde el primer día de clase.
- Reconocer el progreso de su aprendizaje y repercutirlo en la calificación.
Sé que gran parte del profesorado no es especialista en el aprendizaje, que nadie le ha enseñado a enseñar a aprender. Pero a pesar de ello, todos nosotros tenemos la gran ventaja de que constantemente estamos aprendiendo (lo necesitamos para ejercer nuestra profesión). Lo único que tenemos que hacer es reflexionar sobre cómo nosotros mismos aprendemos y aplicarlo con nuestro alumnado.
Tomado de Innovación educativa con permiso de su autor
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