Escribe Ángel Fiallo
Hay un gran acuerdo en la sociedad sobre la misión de la educación, ésta no debe solo servir para adquirir conocimientos, habilidades y destrezas. Además, debe servir para formar en valores, para conseguir que cada integrante de nuestro alumnado sea un buen ciudadano, sepa conservar el medio ambiente, respete a todas las personas independientemente de su condición, raza o forma de pensar, y que tenga en cuenta la ética y la responsabilidad cuando desempeñe sus funciones.
Es como si la formación fuese un bosque y cada árbol representase uno de los aspectos en los que se debe formar a nuestro alumnado. Sin embargo un árbol destaca sobre el resto, es mucho más alto, frondoso, vistoso e importante. Es el árbol del conocimiento, sus frutos son de dos tipos: aprobado o suspenso. Si un alumno lleva a su casa la fruta del aprobado todo va bien, y si lleva la del suspenso se considera un fracaso. Con esta situación ¿qué importa el resto de los árboles?, ¿de qué vale adquirir valores si suspendes?
El profesorado se suele preocupar por su árbol, el del conocimiento de su asignatura, sin embargo no dedica tiempo al resto de los árboles. Por esta razón muchos políticos piensan que si se quiere enseñar, por ejemplo, ética se debe poner una asignatura sobre ética. Muchas veces el debate político se centra en qué asignatura debería ser obligatoria, siguiendo este razonamiento muchas lo tendrían que ser.
Pero ¿Cuál se pone? ¿se puede cambiar conocimiento por valores? Si hay una asignatura sobre “respeto a las ideas” y un alumno la aprueba ¿ya respetaría a los demás?
Realmente no creo que el camino sea poner nuevas asignaturas, pienso que hay otra forma que sería más eficaz, es una fórmula muy vieja, conocida tanto por nuestros grandes científicos como por la sabiduría popular. Decía Albert Einstein que “dar ejemplo no es la principal manera de influir en los demás; es la única manera”, y la sabiduría popular dice que “hay que predicar con el ejemplo”.
Pues eso, prediquemos con el ejemplo. Qué mejor manera de enseñar valores que teniendo valores y llevándolos a nuestra asignatura. Yo por ejemplo, trato de enseñar a mi alumnado que cooperar es bueno, para el individuo, para el grupo y para la sociedad. Por esta razón uso la cooperación entre ellos para que se ayuden a adquirir conocimiento, pero también para que ayuden a alumnado de otras asignaturas, de cursos venideros e incluso de personas que aún no se han matriculado en la asignatura (y lo he conseguido ).
Hay muchas actividades de innovación educativa que se basan en valores, con ellas se demuestra que esos valores se pueden aplicar y que funcionan. Es cierto que la educación es como el bosque formado por árboles y que cada árbol representa lo que queremos que sean nuestros adolescentes. Pero no debemos centrarnos en los árboles, sino en las raíces de los mismos que están interconectadas. Podemos y debemos incorporar formación en valores dentro de todas y cada una de las asignaturas.
Tomado de Innovación educativa con permiso de su autor
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