Escribe David Menendez Alvarez-Hevia
Senior Lecturer en Education Studies. Manchester Metropolitan University. Miembro del comité ejecutivo de British Education Studies Association (BESA).
Este trabajo proporciona un argumento teórico desarrollado desde una perspectiva discursiva que permite entender la inteligencia emocional y su contribución al mundo educativo de una forma más amplia y crítica. Se exponen ideas que explican cómo su popularidad y rápida diseminación vienen en parte justificadas por su capacidad para ser introducida en conjunción con otros discursos de gran influencia y presencia en el ámbito educativo. Se configura así un marco teórico común, centrado en enfoques cognitivistas y constructivistas que están influenciados por los últimos descubrimientos del campo de la neurociencia, siendo esta alianza uno de los puntos centrales sobre los que se articulan algunas de las ideas que se exploran en este artículo.
De esta forma, la inteligencia emocional es presentada como un discurso a través del cual se da sentido al mundo emocional cristalizándose en formas concretas de entender, gestionar y aprender sobre las emociones y produciendo diferentes prácticas educativas. La primera parte del artículo define la inteligencia emocional como discurso y cuestiona algunos de los planteamientos fundamentales que sustentan el carácter innovador y transgresor de este. Se pone en cuestión su capacidad para proponer un cambio de paradigma o una ruptura total con otras maneras de entender la emocionalidad. En concreto se discuten algunas de sus cualidades y proclamas principales como son su neutralidad, universalidad y su potencial para transcender planteamientos dualistas que tradicionalmente han planteado una división de cuerpo/mente y emoción/razón.
En la segunda parte del artículo se explora la forma en la que el discurso de inteligencia emocional se formaliza dentro del ámbito educativo haciendo que educadores y estudiantes acepten la idea de que son fundamentalmente ellos los principales responsables de sus éxitos o fracasos laborales, sociales o educativos y que esto está asociado a un manejo instrumental de sus emociones. Esto conlleva la demanda de herramientas educativas que permitan operar a ese nivel y así nos encontramos con la emergencia de material pedagógico que es consumido por instituciones educativas y profesionales de la educación. Se les ofrecen guías y manuales prácticos, programas educativos para diferentes niveles, charlas coloquio, herramientas de evaluación, cursos de formación etc. Todos ellos bajo el paraguas de la inteligencia emocional (Boler, 1999), la firma de sus diferentes autoridades, la justificación científica y el gran éxito comercial que le precede. Este artículo se centra en visibilizar los principales problemas asociados al concepto de coeficiente emocional y los objetivos fundamentales que configuran los programas de alfabetización y educación emocional. Los programas de alfabetización emocional junto a las técnicas de medición de coeficiente emocional presentan una de las formas en las que el discurso de inteligencia emocional se hace práctica en el ámbito educativo. Es por medio de ellos que el discurso de inteligencia emocional adquiere su capacidad de operar sobre los sujetos, diseminando e instaurando un marco de conocimiento emocional que conlleva la normalización de formas de expresión, a la vez que excluye aquellas que no se encuadran dentro de estos márgenes configurando así las normas emocionales (Zembylas, 2005).
Los argumentos mostrados en este artículo no deben ser entendidos como incompatibles con la idea de que lo emocional juegue un papel importante en el ámbito educativo. Más bien lo contrario. Se trata de una llamada de atención para que un tema tan complejo y con tantas aristas, sea abordado de una forma más exhaustiva, profunda y sobre todo más crítica. De los argumentos presentados puede desprenderse que para superar algunas de las problemáticas asociadas al discurso de inteligencia emocional, tendremos que plantear alternativas y formas de entender la emocionalidad que nos permitan reconocer su carácter social y político. Desde esta perspectiva se sugiere una forma de trabajar las emociones en la que la negociación contextual se sobreponga sobre la universalización. Se trata de promover prácticas que emerjan en contextos específicos y que se concentren en las particularidades de estos espacios y las personas implicadas.
Referencias bibliográficas:
Boler, M. (1999). Feeling power: emotions and Education. Abigdon: Routledge.
Zembylas, M. (2005). Discursive practice, genealogies and emotional rules: a poststructuralist view of emotion and identity in teaching. Teaching and teacher education, 21, 935-948.
Cómo citar esta entrada:
Menéndez, D. (2018). El lado desconocido de la inteligencia emocional en educación. Aula Magna 2.0. [Blog]. Recuperado de: http://cuedespyd.hypotheses.org/3429
Tomado de Aula Magna 2.0 con permiso de sus editores
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