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martes, 8 de mayo de 2018

¿Cuál es la relación económica entre científicos y el mercado editorial?

Escribe José Carlos Bermejo
Continuamos con la última publicación de la serie de artículos elaborado por José Carlos Bermejo, en relación al análisis microeconómico de la producción científica.
En la primera entrada (ver aquí) se exponía el coste real de la elaboración de conocimiento científico y la asunción de éste por parte de los investigadores. La segunda (ver aquí), revelaba como esta realidad genera unas pautas de comportamiento económico carentes de sentido, que justifican, por otro lado, las jerarquías de prestigio visibles, correspondientes al número de artículos y citas en lugar de favorecer jerarquías de prestigio invisibles tales como el reconocimiento por colegas de profesión.
¿Podríamos analizar la relación económica real que mantienen los científicos con estas empresas de acuerdo con la tipología de la microeconomía? Naturalmente que sí, dentro de un abanico de posibilidades que serán las siguientes:
En primer lugar, cabría la posibilidad de que los científicos, como proveedores y creadores de la mercancía que venden a sus editores, compartiesen la propiedad de las empresas editoriales con ellos. Evidentemente ello no ocurre, ni tampoco es lo que pasa en el resto del mundo editorial, en el que un autor vende temporalmente o en perpetuidad, un producto, sus derechos de autor, para su explotación comercial por un editor, de acuerdo con unos parámetros regulados por las leyes mercantiles y por las que rigen la salvaguarda de los derechos de propiedad intelectual, sea del tipo que sea: artística, científica, literaria, y en el formato que sea: digital, audiovisual o en soporte de papel u otros tipos.
Los científicos no son ni coempresarios con sus editores ni mantienen con ellos una relación mercantil regulada por ley, ni tampoco son sus asalariados, ya que, aunque trabajan mucho, no perciben ninguna remuneración por los productos que elaboran por parte de quien los vende. Si no son empresarios, asalariados, ni compradores y vendedores en un mercado libre, ¿cómo podríamos tipificarlos?
Para hacerlo deberemos analizar cuáles son cada uno de los elementos que están presentes en la relación entre los científicos autores y sus editores. Son estos elementos los siguientes:
a) Los científicos realizan un trabajo largo, arduo y difícil para sus editores.
b) Los editores no solo no le remuneran ese trabajo de ninguna manera, sino que les cobran por adquirirlo y se lo venden de nuevo a su vez a precios normalmente desproporcionados.
c) Los científicos son remunerados por las instituciones en las que realizan su investigación, o por las empresas que los contratan como investigadores, con las que si tienen una relación laboral ajustada a derecho. Por ello puede decirse que son esas instituciones, casi siempre públicas, las que financian a las empresas editoras, ya que ellas asumen los costes de producción de los artículos y son las únicas que pueden adquirir las revistas
d) Sin embargo, si las instituciones públicas acaban convirtiéndose en financiadoras netas de las editoras privadas y clientes casi exclusivos de las mismas es porque los científicos así se lo demandan para poder comprar su cuantos de información vendidos por esas empresas-marca en régimen casi de monopolio. La responsabilidad última es pues de los propios científicos, que tendrían medios y conocimientos suficientes para crear sus redes gratuitas o públicas de circulación de la información científica.
e) Cuando una persona o un grupo de personas trabaja intensamente para otra, otras, o para un institución, y lo hace de modo gratuito, es porque mantiene con esa persona o institución una relación extraeconómica.
f) Las relaciones extraeconómicas que controlan la conducta económica, llamadas residuos en la teoría de Wilfredo Pareto, pueden ser de los siguientes tipos:
  1.  Familiares.
  2.  Religiosas.
  3.  Políticas.
  4.  Militares.
  5.  Lúdicas
  6.  Altruistas, regidas por valores solidarios.
g) Ninguno de estos residuos está presente en la conducta que regula las relaciones de los científicos autores con sus editores, por ello deberemos hallar una tipología distinta que explique esta relación laboral, ya que los primeros realizan un durísimo trabajo, entre científicos y editores.
h) Las relaciones laborales conocidas pueden ser de los siguiente tipos.
  1. Trabajo asalariado.
  2. Esclavitud perpetua o temporal (como prisioneros de guerra, presos)
  3. Servidumbre
i) Los científicos no son trabajadores asalariados de sus editores ni sujetos que interactúan libremente con ellos siguiendo las normas del merado y el derecho.
j) Los científicos no son esclavos de sus editores, puesto que no son propiedad personal de ellos ni son enajenables, sino que son personas libres.
k) Sin embargo, sí que pueden ser considerados sus siervos, por las razones siguientes. Son características propias de la servidumbre:
  1. La dependencia del siervo frente al señor, de la que no puede librarse.
  2. La realización de un trabajo para el señor sin remuneración establecida.
  3. El derecho al usufructo de un medio de producción, propiedad exclusiva del señor, a cambio del pago de una renta, por ejemplo de una parcela. El señor cobra una renta y el siervo puede producir otros valores económicos con ese medio.
  4. La existencia de una ideología que justifica el poder del señor y su derecho al monopolio de la propiedad de los medios de producción, siendo esa ideología religiosa, política o mixta entre ambos elementos, como en los casos de los imperios del Próximo y Lejano Oriente o del feudalismo secular o religioso de la Edad Media.
l) De acuerdo con estos criterios los científicos son, según la teoría económica, siervos de su editores en el campo de la edición científica, por las razones siguientes:
  1. Porque dependen de los editores dueños exclusivos de la marcas científicas de las revistas y no pueden tener acceso a la propiedad de estos medios producción científica, que son los únicos posibles.
  2. Porque trabajan para ellos sin remuneración y mediante el pago de una renta, pudiendo obtener de la explotación de ese medio otros valores de prestigio o económicos, que se concretarán en su proyección académica y profesional, al margen de la lógica comercial del mercado de la edición científica.
  3. Porque asumen y están dominados por la ideología de la producción científica que ha llegado a hacerles creer que el sistema comercial de las revista-marca científicas y de la bibliometría es el único modo posible de hacer, valorar y medir la ciencia.
  4. Porque como en todos los sistemas de servidumbre ellos están dispuestos a participar en una red institucional que permita a algunos mejorar su situación económica personal intregrándose en las redes del poder señorial, a cambio de asumir, difundir e implantar la ideología en la que basan y de aspirar a una participación creciente en los beneficios que puede proporcionar la servidumbre.
En todos los sistemas de servidumbre la ideología, entendida como una visión deformada de la realidad, ha desempeñado un papel fundamental, hasta el punto de que la crítica y desaparición de esa ideología supuso el fin de esos sistemas. Los señores poseyeron el poder que sus siervos creían que tenían.
Del mismo modo los científicos poseen los conocimientos y medios para poder dejar de creer en este sistema y hacer que la información científica se produzca y circule de un modo más racional, eficaz y libre. Si no lo hacen es porque la división entre ellos, el ansia de promoción de muchos, normalmente los más mediocres, ha hallado en este sistema un caldo de cultivo insólito en el que personas inteligentes y altamente cualificadas están siguiendo una conducta económica irracional, rayana incluso en la estupidez.
Tomado del Blog Studia XXI con permiso de sus editores

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