Entre las distintas tendencias -o vectores- que van conformando nuestra sociedad, se suelen destacar los siguientes: 1) la demografía -en su doble vertiente de crecimiento de la población mundial (principalmente en Asia y África) y de envejecimiento de la población (aspecto que nos atañe ya directamente)-; 2) el desplazamiento del “eje económico mundial” hacia Asia, unido a la mejora de la calidad y nivel de vida de miles de millones de personas; 3) la cuestión ambiental -en su triple incidencia desde el cambio climático, la reducción y contaminación de los recursos naturales, y la transición energética hacia las energías renovables-; 4) la digitalización del mundo, entendiendo la misma, de una manera amplia, como el proceso y resultado del uso de algoritmos, herramientas y máquinas que permiten el tratamiento, generación y gestión de grandes cantidades de información digital, con repercusiones sobre todos los ámbitos de nuestras vidas.
Si bien todos los aspectos señalados son de interés máximo, e inciden desde múltiples perspectivas sobre el quehacer de la universidad, en estas dos entradas, nos vamos a centrar en el último de ellos.
Algunos de los resultados derivados de la digitalización del mundo, están ya plenamente integrados en nuestras vidas si bien es plausible que todavía veamos evolucionar los mismos por vías muy diversas; de esta manera, cuestiones como el uso de ordenadores, plataformas, smartphones, e incluso, wearables… tienen un uso generalizado en las actividades cotidianas, incluido el ámbito educativo (obviamente, con muy diversos grados de integración). Otros aspectos como la utilización de realidad virtual o realidad aumentada se anuncian con grandes potencialidades para un futuro no muy lejano. A buen seguro que todos ellos incidirán en la mejora de la calidad de la vida de las personas, y, volviendo a la realidad educativa, redundarán en beneficio, ampliación y mejora de la misma.
Con todo, la Comisión Europea viene manifestando en los últimos años su preocupación porque “la educación en la UE no está siguiendo el ritmo de la sociedad y la economía digitales”(Comisión Europea, 2013), lo cual puede redundar en el rezago educativo -y, posteriormente, socioeconómico- de la UE al no transformar y modernizar sus sistemas educativos. Dado que el desarrollo de los diferentes países -y también al interior de los mismos- es muy diverso, sobre lo anterior, se señala que “en la UE se está abriendo otra brecha digital: entre quienes tienen acceso a una educación innovadora y basada en las tecnologías y quienes no lo tienen como consecuencia de esta fragmentación de enfoques y mercados” (Comisión Europea, 2013).
Desde la perspectiva de la universidad, Fundación Telefónica (2011) señalaba ya hace unos años que era necesario “evolucionar del modelo tradicional de docencia basado en las clases magistrales hacia un modelo más flexible, más abierto, más participativo, en el que los estudiantes desempeñen un papel más activo en su propio proceso de aprendizaje, en el que las enseñanzas se adapten a las demandas de la sociedad y en el que los materiales educativos tradicionales incorporen las nuevas tendencias de la sociedad digital: formatos avanzados en red y elaboración conjunta”. Al mismo tiempo, indicaba que el gran cambio por venir estaría soportado en las TIC, pudiendo con ello anticiparse que “la Universidad será transparente […] La Universidad se relacionará con su entorno a través de nuevos canales que nunca pudo imaginar y gracias a ellos se hará próxima, y se integrará con toda su comunidad en todos los rincones del mundo”.
Ahora bien, para que eso pudiera hacerse realidad, se indicaba que era necesario romper las barreras que se presentaban para la implementación efectiva de las TIC en el ámbito universitario, tales como la falta de cultura de las organizaciones al respecto, la falta de alfabetización tecnológica básica, el miedo al cambio, la falta de tiempo, la falta de formación… En este sentido, el trabajo de Fundación Telefónica, dejaba entrever serias resistencias y dificultades en la universidad española en relación con la integración de las TIC en sus diferentes ámbitos y procesos.
A la par de lo anterior, desde la Comisión Europea (2013) se señalaba que, dados los rápidos cambios en contenidos y tecnologías, la profesión docente se vería enfrentada a la necesidad de una actualización permanente que iría añadiendo nuevas presiones y dificultades sobre la profesión, por lo que subrayaba que “la formación inicial de los profesores debería hacer un gran hincapié en los métodos de enseñanza con soporte digital (pedagogías digitales)” [… ya que] “si se observa la integración de las TIC, muchos de ellos no poseen las competencias necesarias para el uso pedagógico de las mismas”.
Desde lo que se puede observar e inferir del trabajo con docentes -en las distintas etapas educativas- si bien se han dado avances en el uso de las tecnologías para el cambio y la mejora de los procesos educativos, cabe señalar que quedan espacios amplios de mejora sobre los que seguir interviniendo, siendo -como siempre- uno de los ámbitos principales de intervención el de la formación del profesorado. En este sentido se pronuncia también el último Informe de Fundación Telefónica (2018), 50 estrategias para 2050. El trabajo y la revolución digital en España, cuando indica que “el mensaje más claro de este estudio es que será necesario abordar cambios profundos en los sistemas educativo, económico y político, y en el propio concepto del trabajo, para evitar que la situación en 2050 se caracterice por un desempleo a gran escala, a la par que insiste en que la educación se convierte en el ámbito prioritario de actuación en España para tender al escenario más positivo en el horizonte de 2050… La educación en España se enfrenta al reto de ser capaz de reinventarse y cambiar para afrontar los desafíos futuros: los valores cambiantes de la sociedad, el uso de tecnologías en el aprendizaje, la formación para profesiones desconocidas, nuevos paradigmas educativos, y un mundo más complejo y global”.
El informe realizado por Prospektiker para Fundación Telefónica, toma como eje, principalmente, el trabajo en la sociedad futura; desde esta perspectiva, y utilizando la metodología Delphi, se señala como factor principal que puede incidir positivamente en el futuro del trabajo el replanteamiento del significado de la educación y el aprendizaje(pensamiento crítico, colaboración, empatía…) y el impulso a la creatividad. Así mismo, se señala la necesidad de que la formación sea interdisciplinaria o, incluso, antidisciplinaria e integral, dándose una gran importancia al desarrollo del emprendimiento y de la formación STEM.
Todo ello requerirá de docentes, capaces de generar espacios y entornos de aprendizaje -tanto físicos como virtuales, y, sobre todo, una combinación de ambos- que posibiliten, además de la formación inicial, una formación permanente orientada al desarrollo de competencias -tanto técnicas como las denominadas Competencias del Siglo XXI-, soportada en gran medida en medios y recursos digitales, con itinerarios de aprendizaje personales en función de sus necesidades e intereses;, cada vez más en contextos de aprendizaje social, colaborativo, en red(es). En términos del mencionado Informe, “la Universidad tendrá que adaptarse al nuevo entorno, y elaborar programas más dinámicos y flexibles”.
Entre las estrategias que se apuntan para avanzar en la dirección señalada, y partiendo de la ineludible “necesidad de alcanzar un amplio consenso social y político” sobre la educación, se plantean las siguientes propuestas:
- Generalizar la educación digital e integrar las TIC en la docencia.
- Incorporar sistemas de inteligencia del mercado de trabajo a las políticas educativas y de empleo.
- Asegurar la flexibilidad del sistema educativo.
- Reorientación del sistema de educación de un enfoque colectivo a uno individual.
- Dinamizar el sistema universitario para promover la modernización de sus estructuras y el reciclaje de su profesorado.
- Desarrollo de metodologías didácticas orientadas a solucionar retos y el impulso al autoempleo, el aprendizaje y la autoeducación.
- Alinear la I+D+i en el ámbito de la Universidad con las necesidades de la sociedad.
- Aumentar la relevancia de la educación en la etapa de 0 a 3 años.
- Impulsar programas educativos centrados en competencias STEM.
- Promover una educación integral, que aúne las competencias tecnológicas con el impulso de la creatividad y las humanidades.
- Generar modelos híbridos de educación que incluyan nuevas metodologías y formación práctica.
- Promover la alfabetización digital de toda la sociedad, para favorecer la inclusión en el progreso tecnológico.
Como puede observarse, en la mayoría de las propuestas/demandas que se plantean a la educación, la Universidad debe plantearse de forma continuada -en sus diferentes niveles de pensamiento y actuación: micro, meso, macro- cómo actuar para responder a las necesidades que la sociedad le plantea de cara al futuro.
Con todo, si bien lo recogido hasta el momento requiere ya una lectura adaptativa de las instituciones universitarias, los grandes cambios que pueden venir impulsados por la robótica y la inteligencia artificial, ampliarán de manera notable la interpelación que la Sociedad Digital hace a la Universidad. Esto lo plantearemos en la siguiente entrada
Tomado de Studia XXI con permiso de sus editores
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