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jueves, 4 de julio de 2019

Principios para el rediseño de las aulas universitarias

Escriben Anna Escofet y Guillermo Bautista

En un post anterior (ver aquí) se planteaba la necesidad de repensar las aulas universitarias a partir de un diseño basado en tres dimensiones -pedagógica, ambiental y tecnológica- con la finalidad de mejorar la experiencia y el proceso de aprendizaje, mejorando, entre otras cosas, el bienestar de docentes y estudiantes en el espacio en el que se desarrolla la actividad pedagógica.
Ahora bien: ¿cómo deben ser las aulas universitarias? ¿Cómo hacer visibles esas tres dimensiones? ¿Qué condicionantes existen?
La respuesta no es rápida ni simple, pero consideramos que es posible hacer una propuesta. Es necesario recordar, en primer lugar, que cada espacio debe dar respuesta a las necesidades de sus agentes -profesorado, estudiantado y personal de servicios- y del contexto y el proyecto educativo en el que se enmarca (Bautista y Borges, 2013; Wall, 2016). En segundo lugar, es útil revisar las investigaciones realizadas en este ámbito a nivel internacional. Así pues, podemos observar que la mayoría de los estudios sobre el espacio educativo se abordan exclusivamente desde una o máximo dos de las dimensiones, y donde predominan sobre todo las investigaciones que tienen que ver con la dimensión ambiental. En cuanto a las hipótesis de trabajo, casi siempre se asocia esta dimensión a su impacto en resultados académicos, entendidos estos como éxito educativo o bien como procesos cognitivos concretos (memoria, atención, etc). Son menos los estudios, aunque no por ello menos interesantes, que relacionan el diseño del espacio con la satisfacción de los que lo habitan (estudiantes y profesores). Habida cuenta de dicha falta de conexiones, nosotros consideramos que es necesario un mejor diseño de los espacios universitarios a partir de un diálogo entre las tres dimensiones. Este diálogo ha sido abordado ya por algunos autores (Barret et. al., 2015; Byers, 2018; Oblinger y Lippincott, 2006). Sobre la base de una revisión de la documentación científica y de la concreción de cada dimensión, es posible determinar varios principios que deberían regir el diseño de cualquier espacio educativo:
  1. Flexibilidad: posibilidad de cambio rápido y ágil del entorno para responder al abanico de estrategias, metodologías y actividades que suceden dentro de las aulas.
  2. El principio tiene que ver con la globalidad del espacio y sus condiciones, y de cómo este es capaz de responder en términos de organización y estructura a las necesidades de las personas que lo habitan.
  3. Confort: comodidad que ofrecen las aulas mediante la inclusión de materiales, elementos y condiciones ambientales que dan como resultado el bienestar.
  4. Multiplicidad de recursos y estímulos a ofrecer de forma paralela en una misma sesión.
  5. Es necesario que el espacio de aprendizaje tenga una buena conexión a la red, para aprovechar al máximo el potencial de los dispositivos digitales.
  6. Personalización: implica principalmente aspectos de identificación con el espacio que permita ser sentido como propio, pero también la necesidad de tener un espacio individual o para estar en pequeños grupos.
  7. Orden y organización. Conseguir una ubicación de todos los recursos, mobiliario y subespacios en el aula que permitan tanto a profesor como al estudiantado poder almacenar y acceder de forma eficiente y fácil a los mismos.
  8. Apertura: aunque el aula supone el máximo espacio generador de actividad, es necesario vincular agentes externos de forma activa, convirtiendo a la comunidad en un espacio y recurso educativo.
  9. Seguridad y bienestar personal: que salvaguarda la salud física y psicológica y que responde de manera adecuada a la normativa.
  10. Sostenibilidad: materiales y dinámicas deben ser sostenibles y de acuerdo con el respeto a las personas y al medio ambiente. Además, es recomendable introducir prácticas que minimicen la explotación de los recursos naturales y supongan una reducción en la generación de recursos.
Las dimensiones y los principios de diseño presentados deberían servir como fundamento para plantear nuevos espacios de aprendizaje en nuestras universidades. Tal y como se desprende de la presentación de los mismos, algunos se relacionan con más de una dimensión y solamente pueden entenderse en la práctica desde esta interrelación.
Finalmente, es importante recordar que el diseño debe ser asentado en una filosofía de la educación que permita saber aquello que se hace y los motivos que llevan a una determinada toma de decisiones en relación con la concreción de cada uno de los principios de diseño, su interrelación e integración. Tomar partido por cada uno de los principios desgranados -enmarcados en las tres dimensiones propuestas- solamente tiene sentido si se fundamenta teóricamente. Es imprescindible saber los motivos que llevan a la toma de decisiones en uno u otro sentido, sin dejarse llevar ni por la tradición ni por innovaciones sin sentido ni fundamento. De todos modos, ese es el camino que debemos recorrer para dar respuesta a los procesos educativos centrados en el estudiante y también para responder a las características y necesidades de una sociedad que avanza hacia nuevas formas de comunicarse, hacia nuevos modelos de trabajo colaborativo y en red, y que busca formas de organización, de relación y de situarse en un lugar más flexibles, horizontales y eficientes. ¿Empezamos?
Referencias
Bautista, G. y Borges, F. (2013). Smart classrooms: Innovation in formal learning spaces to transform learning experiences. Bulletin of the Technical Committee on Learning Technology15(3), 18–21. Retrieved from http://lttf.ieee.org/issues/july2013/Bautista.pdf
Barrett, P., Zhang, Y., Davies, D. F., & Barrett, D. L. (2015). Clever Classrooms. Retrieved from http://www.salford.ac.uk/cleverclassrooms/1503-Salford-Uni-Report-DIGITAL.pdf
Byers, T., Imms, W., & Hartnell-Young, E. (2018). Evaluating teacher and student spatial transition from a traditional classroom to an innovative learning environment. Studies in Educational Evaluation58(July), 156–166. https://doi.org/10.1016/j.stueduc.2018.07.004
Oblinger, D., y Lippincott; J.K (2006). Learning Spaces. Boulder, CO: Educause.
Wall, G. (2016). Flexible Learning Spaces: The impact of physical design on student outcomes. New Zealand: Ministry of education. Retrieved from www.educationcounts.edcentre.govt.nz
Tomado del Blog de Studia XXI con permiso de sus editores

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