La principal diferencia entre la innovación que se hace en el sector industrial y la del sector educativo radica en que, en el primer caso, todas las entidades parten de la misma línea de salida; mientras que en el segundo caso, la educación, se parte de diferentes líneas de salida.
Veamos un ejemplo. Imagínense varias empresas competidoras de un mismo sector industrial, donde todas suelen tener el mismo tipo de recursos humanos, las mismas tecnologías y los mismos intereses. Esto hace que en la carrera de la innovación todos partan de la misma situación incial. Ahora bien, si una empresa ha generado un tipo de innovación, esta será más competitiva que el resto. Por esta razón, el resto de empresas asumirán rápidamente la innovación y si no lo hacen, se quedarán fuera del mercado. Esta situación provoca un alto impacto de la innovación en el sector que es asumido por todas las empresas del sector, que avanzan de forma progresiva en la mejora de los productos y los servicios que se ofrecen.
Ahora pensemos en el sector educativo. Actualmente el propio profesorado (con o sin ayuda institucional) lleva a cabo la mayor producción de innovación educativa. Todo el profesorado que innova suele tener un interés común (su alumnado) y puede acceder al mismo tipo de tecnologías (Cloud Computing y Web 2.0 primordialmente). Pero no todo el profesorado tiene la misma problemática que resolver ni los mismos conocimientos en tecnología, y no trabajan en la misma área de conocimiento.
Así pues, cada profesor o profesora que innova, parte de su propia línea de salida. Por esta razón, cuando se aplica una innovación en una determinada asignatura, esta no suele ser asumida por el resto del profesorado, lo que provoca que esta no tenga un alto impacto en el cambio metodológico ni produce mejora global de productos y servicios educativos.
La solución a esta situación se basa en dos líneas (que pueden converger):
Primera línea. Conseguir que todo el profesorado que innova parta de la misma línea de salida. Esto es complejo ya que, como se indicaba anteriormente, el profesorado trabaja en distintas áreas de conocimiento, tiene conocimientos dispares en el uso de la tecnología y convive con diversas problemáticas en las aulas. Las instituciones por su parte, a través de los programas de formación en innovación educativa, tratan de trabajar en esta línea.
Segunda línea. Consistiría en llevar a cabo un sistema de transferencia que tenga en cuenta que se parte de distintas líneas de salida pero se tiene un objetivo común. Dicho de otra forma, se trata de conseguir que toda o parte de la innovación realizada por un profesor o profesora, se pueda incorporar en el resto de asignaturas. Esto se puede conseguir creando un tipo de formato específico para la transferencia de la innovación educativa. Es en esta línea en la que estamos trabajando desde distintos grupos y que esperamos presentar en el congreso CINAIC 2019.
Tomado de Innovación educativa con permiso de su autor
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