Como a la mayoría de universitarios, sean docentes o estudiantes, en estos meses me ha venido preocupando de forma especial, el tema de las evaluaciones finales o exámenes de la convocatoria de junio, así habitualmente denominados en España. Llevo escritas en este blog un buen número de entradas relacionadas con la evaluación. Pueden mirar y comprobar que es un tema que me preocupa y me ocupa, y más en estos tiempos de confinamiento.
Para aquellos más alejados de los estudios pedagógicos, creo que en las últimas tres semanas, en esa serie de entradas "COVID19 y EaD" he sugeridos reflexiones, técnicas y estrategias para dar respuesta a la preocupación por una evaluación de calidad, a pesar de las dificultades a que nos enfrentamos. Pero si ahora, ya, nos proponemos afrontar lo que venían siendo tradicionales exámenes presenciales en esta convocatoria de final de curso, todo lo que he sugerido en entradas anteriores sigue siendo válido, pero ha de resolverse este último problema. ¿De qué manera examinar a estos estudiantes que antes lo hicieron siempre en formato presencial, incluso en universidades a distancia como la UNED?
Todas las universidades han adoptado o vienen adoptando soluciones comerciales, corporativas o propias para responder a este reto. Lo más sencillo sería considerar que hemos venido realizando a lo largo del curso una rigurosa evaluación continua, tanto formativa como sumativa y ello lo entendiésemos como suficiente para la toma final de decisiones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Ingrese su texto en esta ventana. Aparecerá publicado pasadas unas horas. Muchas gracias.