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miércoles, 5 de agosto de 2020

«Blended»-COVID (IV de VI). Nacimiento y evolución

Escribe Lorenzo García Aretio

Al blended learning, por tanto, bien está que a nivel de denominación lo consideráramos como nuevo, pero no así a nivel de innovación educativa radical y estructural, como ya indiqué en la entrada anterior. Textos, gráficos, voz, audio, animaciones, vídeo…, se vienen utilizando desde hace muchos años tanto en los formatos presenciales como en los propios de la educación a distancia más convencional. Cuando estas formas de comunicación didáctica fuimos capaces de plasmarlas, todas ellas, en soportes digitales, e igualmente tuvimos la posibilidad de transmitir, recuperar, almacenar y reproducir la información mediante las correspondientes redes digitales y los oportunos sistemas de codificación y descodificación y almacenamiento, es cuando dimos el verdadero salto tanto cualitativo como cuantitativo en la comunicación educativa.

Entonces, ¿desde dónde nació el llamado blended learning?  Pues, aunque pudiera parecer lo contrario, el blended learning ha sido una evolución, más que desde el e-learning, desde los procesos presenciales de formación en la empresa a los que después se sumaron instituciones educativas tradicionalmente presenciales, buena parte de ellas, universitarias. Tanto unos como otros, en sus inicios probablemente, al adoptar en su momento esta modalidad con ese nombre lo hicieron por alguna de estas razones:

  • Procurar, sinceramente, superar los vicios y deficiencias que acumulaba la enseñanza presencial, mediante el aporte de las tecnologías.
  • Pretender un aggiornamiento introduciendo tecnologías, pero sin perder el “prestigio” alcanzado como institución presencial.
  • Buscar el esnobismo, la moda, al introducir en sus productos de formación esta terminología en inglés. El marketing ante todo, por encima de otras consideraciones pedagógicas.
  • Quedarse a medias al tratar de aprovechar los recursos educativos con que ya contaba la institución presencial.
  • Optar por el previsible abaratamiento de costes.
  • Apostar por un modelo mixto que les permitiera subsanar en “presencia” los fallos que pudieran cometerse en un proceso íntegramente en línea.
  • Introducir suavemente la tecnología sin prescindir del “poder” de la relación presencial con lo que los formadores más opuestos pueden limitar su rechazo, porque están convencidos de que la relación presencial en educación es imprescindible.
  • Tender a un aprendizaje omnicanal, aprovechando las posibilidades de cada entorno.

En este caso de transición desde lo presencial a este modelo, parecería que el blended learning supone un paso adelante. Sin embargo, otros que miraron desde el e-learning, pensaban que se trataba de un paso hacia atrás. Pero, curiosamente, también hay (sobre todo últimamente) quienes, desde la orilla del e-learning hablan sólo de paso adelante porque dicen, afortunadamente, se recuperó el protagonismo de la relación presencial y se resuelven vicios del e-learning. Y resulta curioso que ahora los que venden blended learning, que antes vendían e-learning tratan de convencernos de los beneficios de la relación presencial entre seres sociales por naturaleza como son los alumnos y los docentes, a veces con argumentos que niegan las razones anteriores con las que defendían apasionadamente la enseñanza virtual 100%. Hablan, incluso, de la recuperación del anhelado cara a cara (?). Los que antes se oponían radicalmente al e-learning, ahora nos destacan las ventajas de la incorporación (integración, diríamos) de las tecnologías (de no presencia) en los procesos formativos. Éstos se han dado cuenta, aunque tarde, de que no se puede seguir cerrando la puerta de las instituciones de educación y formación a estas tecnologías.

Si se entresacan las ventajas indudables que pueden aportar la enseñanza y aprendizaje íntegramente digitales, se seleccionan las mejores de ellas y se hace lo propio con las que reporta la relación presencial, ¿quién puede dudar de la interesante propuesta que surgirá? Sería mezclar lo mejor de ambos mundos. Sin embargo, esos beneficios suponemos que conllevan alguna pérdida o renuncia a ciertos principios consagrados en la enseñanza a distancia desde siempre como por ejemplo, la flexibilidad tempoespacial que, al menos en determinadas ocasiones, se vería dañada.

Dando un paso más, algunos lo vienen denominando como blended e-learning. Parece que incluir la “e” de “electrónico” delimita el concepto. No se aceptaría en ese supuesto como blended learning, a la enseñanza semipresencial basada en modelos y tecnologías convencionales de educación a distancia. Los adalides de la denominación, ciertamente, no la contemplan.

Parece que el blended learning está en el centro de una evolución lógica y transformadora de la educación, sobre todo de nivel superior, y se basa en tres premisas fundamentales:

  • reestructuración de los tiempos habituales de clase tradicional;
  • integración de los tiempos de presencia y aprendizaje en línea, y
  • rediseño del curso para potenciar la participación de los estudiantes.

Esta evolución podría significarse con el siguiente gráfico que he venido utilizando desde inicios de este siglo en algunas de mis conferencias y presentaciones.

En el eje de las ordenadas situamos el progreso de la tecnología y su integración en los procesos educativos y en el de las abscisas el continuum al que ya me referí en otras ocasiones, desde la relación presencial más extrema hasta una enseñanza 100% virtual. Así, en el extremo inferior izquierdo se ubicaría una educación presencial sin especial aporte de las tecnologías. Aunque un apunte, incluso en estas situaciones de máxima presencialidad, será extraño no reconocer que, aún en esos casos, se producían aprendizajes fuera de los muros del aula, en el hogar. En casa los discípulos estudiaban, realizaban tareas, deberes, etc., ¿mezcla, combinación?

Sigo con el gráfico. Los entornos presenciales poco a poco fueron enriqueciéndose con los aportes de las tecnologías, fundamentalmente de audio, imágenes y vídeo. Ya Internet favoreció ese salto cualitativo, en el que desde el propio domicilio (sin necesidad de la emisión en directo de la radio o tv) se podía escuchar audio, visionar un vídeo o  interactuar con docente e iguales. Comenzaba una mezcla o hibridación que poco a poco, con el avance de los sistemas digitales, la mejora de la conectividad y la reducción de precios de los dispositivos, se fue acentuando hasta la situación actual.

Dentro de ese continuum se reserva un último estadio para los sistemas más puros a distancia, en los que, igualmente, se fueron acomodando según las tecnologías fueron integrándose. En realidad, diferentes entornos, ambientes y ecosistemas de aprendizaje según los énfasis en el uso de tecnologías y en las proporciones de relación de presencia física o virtual. Todo ello precisará de la planificación y diseños específicos.

ENTRADAS ESPECIALES COVID-19 – SUGERENCIAS PARA LA EMERGENCIA Y, EN SU CASO, PARA EL TRÁNSITO A LA EDUCACIÓN A DISTANCIA DIGITAL PLENA O COMBINADA

Citar así esta entrada:
García Aretio, L. (2018). Blended learning y la convergencia entre la educación presencial y a distancia. RIED. Revista Iberoamericana de Educación a Distancia, 21(1), 9-22. doi:https://doi.org/10.5944/ried.21.1.19683

Tomado de Contextos universitarios mediados con permiso de su autor

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