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miércoles, 4 de noviembre de 2020

La docencia universitaria en «tiempos revueltos»

 Escribe María Antonia García Benau

Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas,
de pronto, cambiaron todas las preguntas
Mario Benedetti

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible, un marco para la acción universitaria

Hace 5 años que asistimos a la aprobación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y, con ellos, a un acuerdo global por la sostenibilidad del planeta. Las universidades se comprometieron a su contribución por medio de la instauración de un modelo universitario más alineado con la sociedad y el medio ambiente, y, de manera especial, en su apuesta por apoyar la consecución de los ODS 2, 3, 4, 7, 9, 12 y 14.

La década de los 20 comenzó siendo la Década para la Acción en los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Sin embargo, la pandemia internacional ha trastocado los planes de la Agenda 2030, hasta el punto de que los grandes propósitos de acción diseñados se han visto alterados por una crisis económica, sanitaria y social de consecuencias inimaginables.

El Objetivo 4 de los ODS plantea trabajar hacia la calidad en la educación. Pero ¿de qué manera podemos contribuir, desde las universidades, a la consecución del ODS 4 en un entorno tan hostil como el actual en el que la pandemia del Covid-19 ha supuesto un tremendo desafío para la docencia universitaria (ver estos posts aquí, aquí y aquí)?

Calidad de la docencia, calidad de la educación

Aunque las metas desarrolladas en el ODS 4 son de gran relevancia, me gustaría referirme a la necesidad de mantener una docencia universitaria de calidad que conduzca a los mejores resultados para el desarrollo de las personas, y por tanto, de los países.

En los últimos meses, desde el inicio de la pandemia, hemos aplicado metodologías y dinámicas educativas, apoyadas en el uso de Internet, como un recurso para hacer frente a un modelo de docencia que suponía una importante ruptura respecto a la cultura seguida en la mayoría de universidades presenciales.

El paso a la modalidad digital durante el segundo cuatrimestre del curso 2019/20 se realizó con toda la rapidez que la situación exigía, pero, a la vez, con una tremendas dosis de pragmatismo. Por ello, a comienzos del curso 2020/21 surgen nuevas preguntas que requieren menos rapidez y quizás también menos pragmatismo.

¿Qué métodos son efectivos para asegurar esa calidad en la educación contemplada en el ODS 4?

Estoy convencida de que, durante estos últimos meses, muchos profesores hemos diseñado nuevas metodologías de enseñanza-aprendizaje para nuestros estudiantes; por mi parte, permítanme que en este post abogue por rescatar una dinámica de aprendizaje, muy interesante en las circunstancias actuales.  Especialmente, si tenemos en cuenta que todo parece indicar que estamos destinados a una enseñanza semipresencial, cuando no telemática en su totalidad.

La constatación de que la tecnología digital permite a los estudiantes aprender en cualquier momento y con gran autonomía, me ha hecho pensar en una metodología, el flipped classroom,  que fue popularizada por Bergmann  &  Sams (2012).

Estos autores pusieron en valor una acusada trayectoria histórica de este sustrato pedagógico. Inicialmente, su propuesta consistió en sustituir una explicación en el aula por un vídeo; la idea, sin embargo, ha ido evolucionando, de manera que se ha planteando la utilización de otros recursos  educativos distintos a los vídeos.

Una modalidad de aprendizaje «con presente y futuro»

En este sentido, el aula invertida (flipped classroom) es una modalidad que pretende utilizar la estrategias presencial y virtual, de tal modo que parte del proceso de aprendizaje se realiza fuera del aula, mientras que los conocimientos más complejos se desarrollan en el recinto de clase.

Este enfoque invierte, por tanto, el modelo tradicional, al introducir los conceptos que van a abordarse durante una clase antes de que comience la misma. La metodología del aula invertida se basa en que los profesores proporcionen una variedad de recursos de aprendizaje, de manera que el conocimiento adquirido por el estudiante, en su trabajo autónomo, actúa como elemento dinamizador para el enriquecimiento de las clases presenciales.

En síntesis, los estudiantes aprenden haciendo y profundizan en sus propios estilos de aprendizaje.

Metodologías al servicio del ODS 4

Esta metodología de enseñanza no solamente es útil para el aprendizaje de una materia concreta, sino también para la educación vinculada al Desarrollo Sostenible, como elemento integral de la educación de calidad.

Algunas de las metas dentro del OSD 4 requieren acciones concretas por parte de las universidades, y otras afectan a las actividades de aprendizaje dentro de las universidades.

Concretamente la meta 4.7 señala como objetivo que “todos los alumnos adquieran los conocimientos teóricos y prácticos necesarios para promover el desarrollo sostenible, entre otras cosas mediante la educación para el desarrollo sostenible y los estilos de vida sostenibles, los derechos humanos, la igualdad de género, la promoción de una cultura de paz y no violencia, la ciudadanía mundial y la valoración de la diversidad cultural y la contribución de la cultura al desarrollo sostenible”.

Recientemente hemos podido leer que existen algunas experiencias al respecto.  Sus autores señalan que un aprendizaje activo, como el proporcionado por la metodología del aula invertida, mejora el pensamiento crítico de los estudiantes e impulsa su compromiso con el desarrollo sostenible, al proporcionarles competencias que son necesarias para la contribución individual a los ODS.

Una conclusión, una petición

Para terminar, quiero subrayar que la metodología del aula invertida es una de las muchas que pueden ayudar en la consecución de una enseñanza de calidad. Sin embargo, la he querido resaltar porque he vuelto a ella en esta última etapa y he observado en mis estudiantes un mayor pensamiento crítico.

Ello me ha animado a compartir con nuestros seguidores la idea de que, a pesar de la pandemia, hay instrumentos que pueden contribuir a la consecución de los ODS. Pero, sobre todo, a insistir en que que los docentes universitarios no podemos dejar de realizar nuestra aportación por lograr unas sociedades más justas e igualitarias.

Tomado del blog de Studia XXI con permiso de sus editores 

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