Escribe Lorenzo García Aretio
En la entrada anterior les ofrecí una selección de frases de los intervinientes en el homenaje que me hicieron hace pocos días, organizado desde la Universidad Autónoma de Nuevo México, a iniciativa de las Dras. Yolanda Ruiz y Reyna V. Serna, a las que, por cierto, no había conocido hasta esta circunstancia, al igual que tampoco tenía el gusto de conocer a los autores que participaron con sus trabajos en ese libro-homenaje. Me conocían sólo a través de mi producción académica, libros, artículos, vídeos, etc.
Pues bien, tras esa selección que les ofrecí en esa entrada anterior, en esta me voy a permitir transcribirles textualmente toda mi intervención final en el acto. Si la desean visionar en el vídeo, que vuelvo a insertarles al final, pueden hacerlo desde el minuto 50:55.
Transcripción literal de mi intervención en el homenaje que se me hizo el pasado 23 de febrero de 2021
Mis queridos colegas mexicanos, comunidad universitaria de la Universidad Autónoma de Nuevo León, distinguidas personalidades que habéis querido honrarme con vuestra presencia e inmerecidas palabras, amigas, amigos todos.
He sido muchos años profesor, desde 1963, pronto, en dos años, cumpliré seis décadas de profesión, de docente. Y digo que, si las fuerzas me acompañan, cumpliré ese tiempo porque, aunque estoy jubilado, sigo siendo catedrático emérito de mi universidad y también doctor honoris causa de otras de ese continente. Y esos nombramientos son vitalicios y por ello, me siento moralmente obligado a no morir académicamente. Además, sigo ligado a la investigación de nivel, al continuar siendo el director/editor de una destacada revista científica, la RIED. Y también, desde hace pocos días, soy el Presidente de Honor de la Cátedra UNESCO de Educación a Distancia (CUED) a la que he dirigido durante las dos últimas décadas.
Por eso, creo que sigo vivo, y que sigo ejerciendo mi docencia a través de mis artículos, escritos, blogs, conferencias, entrevistas, etc. Y si la salud me respeta, ¿por qué no celebraremos siete décadas en su momento?
¿Saben ustedes qué siente este viejo profesor cuando tras esa larga trayectoria, desde universidades tan alejadas geográficamente y con las que no tuve ocasión de mantener relaciones académicas especiales, organizan este acto? Aunque me constan todos aquellos docentes que reconozco en América como seguidores míos o de la Cátedra UNESCO de Educación a Distancia y que se encuentran diseminados por todos esos países hermanos de América Latina. (bueno, que me desvío…)
Me preguntaba antes, ¿qué se siente? ¿qué siento?, además tras escuchar las palabras que me han dirigido las personalidades que me han precedido en el uso de la palabra, ¿qué siento? Pues un inmenso agradecimiento y una profunda paz al pensar que algo hice bien a lo largo de mi vida, algo que ha podido calar hasta el punto de que una decena de investigadores dediquen su tiempo a ofrecer lo mejor de sí mismos para homenajearme. Y para un académico, al menos para mí, éste es el mejor regalo. Un grupo de investigadores que trabajan sobre los temas que me apasionan y un trocito de ese esfuerzo, sin conocerme personalmente, me lo ofrecen de forma gratuita, como homenaje a mi persona. Sinceramente, hoy me considero un privilegiado.
Es un gran gesto que en los años que me queden de vida (ya no serán demasiados) nunca olvidaré. Porque que un familiar, unos buenos amigos, alguien que te conoce bien como persona, te regale, bien está, y diríamos, es lo común. Pero que lo hagan de esta forma y sin llegar a conocerme en persona, más allá de escuchar alguna de mis conferencias en vivo o en la distancia, o más allá de leer mis libros y artículos, resulta más gratificante aún.
Es cierto que he venido recogiendo algunos reconocimientos a mi trayectoria profesional a lo largo de estos últimos años. Y aunque por pequeños que hayan sido algunos de esos gestos de instituciones, organismos, grupos o personas, siempre, siempre, me han emocionado porque nunca creo ser merecedor de ese honor.
Lo único negativo, o triste, de estos actos es que suceden cuando se supone que el recorrido de uno llega a su fin. Se habla en esas circunstancias de jubilación, de júbilo, de dedicarse a otras cosas que no pudieron hacerse antes, de destinar tiempo a la familia, etc. Porque, realmente, si no haces esto ahora, ya no habrá más oportunidades.
Personalmente lo trato de hacer, pero no. Quienes están más cerca de mí, saben que sigo casi sin parar, a punto de cumplir mis 76 años. Cierto que a otro ritmo, cierto que dedicando ese tiempo que antes nunca tuve a otras cosas. Pero, lo de la jubilación y el júbilo no va del todo conmigo, porque pienso que, sobre todo, desde muchas universidades al otro lado del Atlántico, me siguen esperando, me siguen leyendo, me siguen escuchando, y me piden, cariñosamente, que no pare.
Sé que en estos últimos años, y sobre todo en este último 2020 (annuns horribilis), he defraudado a muchas instituciones, asociaciones, programas educativos, maestrías, doctorados, seminarios, congresos, etc., porque me han pedido estar, han sido muchos, y les he tenido que decir, NO. Imposible multiplicarme más. Por otra parte, mi salud se resiente y tengo que pelear mucho con mi entorno familiar, al que adoro y creo que tienen razón, debería frenar, debería reducir la velocidad mucho más. Trataré de hacerlo pero mientras pueda, intentaré frenar, sí, pero no parar del todo.
Y lo haré, lo de seguir, por personas como ustedes, que organizan actos y homenajes como éste y me regalan ese libro. Pero, en efecto, trataré de reducir la velocidad, dedicando mi tiempo, además de a esas otras cosas, a la dirección de la revista científica RIED de la AIESAD, y en tiempo mucho más reducido a la Presidencia de Honor de la CUED, dado que desde la semana pasada dejé el relevo de la dirección de esta Cátedra UNESCO a la Dra. Ángeles Sánchez-Elvira. También dedicaré algo de tiempo (no demasiado) a escribir algún artículo o entradas en los blogs, a dictar alguna conferencia o participar en algún panel o mesa, a atender a mis redes sociales, pero necesariamente todo ello, diciendo que no a muchas invitaciones que semanalmente me siguen cursando y que espero entiendan esas negativas. Amigos, y no mucho más, ¡que creo que no es poco!
Saben ustedes, en 1985 escribí mi primer libro, Licenciados extremeños de la UNED de algo más de 200 páginas. Desde entonces, han sido 36 años sin parar de estudiar, investigar, publicar, enseñar, debatir, asesorar…, sobre la educación a distancia. Parece mucho, parece que, en efecto, debería frenar, aunque sin parar del todo, porque no sería capaz, porque no sería yo, porque tendría que nacer de nuevo.
Y porque la EaD, necesita más que nunca de reflexión cuando azotan estos vientos de cambios radicales y de respuesta a emergencias sociales. La EaD necesita de estudios serios y rigurosos que sigan avalando buenas prácticas. La EaD soportada en sistemas digitales evoluciona a mucha velocidad y ahí está el peligro de acometer prácticas con débil sustento teórico y tecnológico. Y no olvidemos que antes que de “distancia” debemos hablar de “educación”. Y con la educación, amigos mios, no se juega.
Quienes hoy me honran con este homenaje son, sin duda, defensores con argumentos, de los sistemas digitales de enseñanza y aprendizaje. Si no fuese así, no estaríamos aquí. Ellos, y todos aquellos que durante tantos años han venido confiando en mis propuestas y reflexiones, lo han hecho porque defienden las posibilidades de una educación a distancia que es:
- Abierta, accesible, inclusiva y democratizadora, para todos y adaptable a multiplicidad de entornos, niveles y estilos de aprendizaje.
- Flexible, sin los rígidos requisitos de espacio, asistencia, ritmo…, y por eso, también favorecedora de la conciliación familiar.
- Su calidad está más que contrastada internacionalmente, cuando los diseños pedagógicos son los adecuados.
- Educación con la posibilidad de contar con excelentes materiales…
- Activa, por el necesario protagonismo del estudiante, más que en la presencial, en su proceso de aprendizaje.
- Con alto nivel de interacción, comunicación y diálogos multidireccionales…, síncronos, asíncronos, simétricos y asimétricos.
- Con alto poder de motivación, con posibilidades inmensas para la creatividad e iniciativa.
- Por la libertad que propone, por los formatos multimedia, por la diversidad de configuraciones, la multiplicidad de fuentes, la espontaneidad, las posibilidades lúdicas, etc.
- Que favorece la privacidad, intimidad, la individualización (desarrollo de potencialidades individuales), pero a la vez, que también promueve la socialización, los trabajos colaborativos, cooperativos, en equipo, etc.
- Personalizada, adaptada, adaptativa a las singularidades de individuos y grupos. Con posibilidades de las analíticas de aprendizaje, en las que puede mostrar más limitaciones, la modalidad presencial.
- Que favorece el autocontrol, autogestión, autorregulación.
- Que facilita procesos de evaluación formativa y continua. La autoevaluación, la heteroevaluación, la coevaluación….
- Maneja con suma facilidad las posibilidades de la macro-información. El acceso instantáneo e ilimitado a la información, a la documetación, al saber, en fin,
- Con inmediatez de respuesta, a la vez que con la permanencia de la misma y de los materiales de estudio en los soportes digitales, que pueden consultarse sucesivamente, reiniciarse, etc.
En realidad, resulta sencillo defender a una educación que presenta ventajas tanto para los estudiantes, como para los docentes, las instituciones, las administraciones públicas y la sociedad. Aún así, bien sabemos que continúan existiendo resistencias. Y ante ellas, lo digo muchas veces, estamos obligados a mostrar lo que es y lo que hacemos, obligados a demostrar su calidad, investigando, y obligados a tratar de mejorar cuando se detectan debilidades.
Este convencimiento, estas razones, estos principios asumidos, mis queridos amigos, son los que no he cambiado en mis propósitos desde aquél 1985 en que publiqué mi primer libro. Podría haberme cansado, pero no lo hice porque personas como ustedes me pedían que siguiese, me animaban a hacerlo, me empujaban para no parar. Y les he hecho caso, y no me arrepiento.
En fin, muchas gracias a las coordinadoras de esta publicación y promotoras del homenaje, la Dra. Reyna Verónica Serna, Coordinadora del Doctorado de la prestigiosa Universidad Autónoma de Nuevo León y la Dra. Yolanda Ruiz, docente de dicho doctorado.
Amigas Reyna Verónica y Yolanda, ¿por qué pensaron en mí y no en otros?, yo estaba demasiado lejos. ¿Recuerdan que me pidieron si podían replicar en un libro que iban a coordinar algunas de las entradas de mi blog referidas al COVID-19 y educación a distancia? Naturalmente les dije que sí. Yo escribo para que me lean y mientras más difusión tengan mis texto pues más feliz me siento.
Lo que no sabía es que esas entradas del blog iban a ser complementadas con investigaciones y trabajos de otros autores que, sin conocerme personalmente, iban a dedicármelos a mí en forma de libro. Es demasiada satisfacción, amigas mías.
En este libro, ustedes, amigas (creo que todas son mujeres) han escrito magníficos trabajos:
- Yolanda, sobre aprender, desaprender y reaprender en tiempos inciertos,
- Reyna, sobre la calidad de la EaD
- Hortensia, sobre una experiencia de implementación del proceso virtual
- Myrna, sobre programas virtuales en la educación inicial y preescolar,
- Jessica, sobre la formación de docentes en el tránsito a la educación virtual,
- María del Roble, sobre las necesarias teorías del aprendizaje y de la enseñanza,
- Antonieta, sobre la atracción de talento en un mundo complejo, y
- Rocío sobre los factores que influyen en un estudiante en contextos virtuales.
Les agradezco mucho que cuando investigaban, cuando estudiaban, cuando escribían, hayan dedicado un minuto a quien ahora les habla, probablemente, a través de mis escritos, mis audios o mis vídeos.
Mi estimada audiencia, muchas gracias por estar al otro lado de la pantalla, presenciando este acto en directo o, posteriormente, de forma asíncrona. Si lo han hecho estoy seguro, es porque tienen alguna simpatía hacia mi persona. Por eso, mi agradecimiento, por tenerme ese aprecio que les está impidiendo hacer otras cosas en estos tiempos complejos, acelerados, convulsos y llenos de incertidumbres.
Cuando llegamos a actos como éste que suelen celebrarse en los años finales de una trayectoria profesional, como supongo que hacen otros, debo recordar a tantas personas e instituciones que me allanaron el camino, me quitaron de en medio muchos obstáculos y, muchas veces, me empujaron para seguir en el empeño. En el empeño de casi llegar a 60 años de enseñar, de estudiar, de reflexionar, de investigar…
No terminaría si tuviese que enumerar a tantas personas e instituciones a los dos lados del Atlántico a las que estoy eternamente agradecido, a mis maestros, a mis colegas de mi universidad, de mi facultad, de otras universidades y facultades, también del sistema no universitario y de este lado y del otro lado del océano…
Ilustres amigos que habéis conseguido que me emocione, y mucho. Si unas palabras de halago me las dirige alguien recién llegado a la EaD, me emociona y lo valoro en gran medida, pero las palabras que me han dirigido quienes me precedieron en el uso de la palabra, ha sido demasiado. Mis queridos profesores Jaime Alberto Leal, Laura Alba, Claudio Rama y Rodrigo Arias, representáis aquí hoy, al menos así lo veo, mucho más que a las prestigiosas instituciones de las que procedéis, de Colombia, Costa Rica, Uruguay y España. Mucho más. Y me habéis sonrojado. No merezco tanto aplauso. Durante mi vida profesional no hice nada especial. Me limité a trabajar. Eso sí, también a trabajar, y a trabajar. Sencillamente espero que ese trabajo de décadas, casi siempre mirando a América, haya servido, bien para alumbrar proyectos educativos innovadores, bien para consolidar otros ya existentes.
En fin, profundo agradecimiento a mi familia, a toda mi familia, el don más preciado que se me ha regalado. Sin ellos no hubiese podido desgranar este recorrido. Han supuesto siempre mi impulso, mi espacio de paz para el trabajo, mi alegría…, mi descanso…
Amigas, amigos, ¿hay mejores maneras de ir culminando una vida como la mía, que hacerlo a través de gestos como el de esta tarde, esta mañana en América? ¿Un libro y un acto como éste? Sinceramente, creo que no.
Les tendré siempre en mi recuerdo. A todos ustedes y a sus instituciones. Gratitud por la felicidad que me hacen sentir a mí, a mi familia y a mis mejores amigos.
Hasta siempre, ilustre audiencia, muchas gracias!.
Tomado de Contextos universitarios mediados, con permiso de su autor
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