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viernes, 8 de diciembre de 2023

Recalibrar la brújula de aprendizajes: reformas curriculares en América Latina y el Caribe

 Por Mercedes Mateo 

¿Qué tiene que saber un estudiante? ¿Qué conocimiento es más necesario? ¿Cómo se enseña? La respuesta a todas estas preguntas está en el currículo educativo, la hoja de ruta que recoge los conocimientos y habilidades que los estudiantes deben adquirir en la escuela. Cuanto más rápido cambia la sociedad, más flexible debería ser el currículo para adaptarse y responder a esas nuevas necesidades. Probablemente por eso las reformas curriculares están hoy en el centro de las discusiones en la agenda educativa de los países dentro y fuera de la región.

David F. Labaree, Profesor de la Universidad de Standford, ha identificado cuatro niveles en la reforma curricular y ha destacado la importancia de la alineación entre ellos para el éxito de las reformas curriculares. Esto son: las ideas que los líderes educativos tienen sobre lo que debería ser el currículo, el currículo formal que se refleja en guías y libros de texto, el currículo que los profesores enseñan en las aulas y el currículo o contenido que los estudiantes aprenden realmente.

Mercedes Mateo explica la importancia de las reformas curriculares por competencias.

En un mundo marcado por grandes transformaciones a nivel global como la automatización y la inteligencia artificial, es clave que los sistemas educativos actualicen sus currículos para formar a los jóvenes en las competencias que necesitan para prosperar. ¿Qué están haciendo los países de América Latina y el Caribe para avanzar en reformas curriculares? ¿Cuál es la diferencia entre un modelo tradicional y uno basado en competencias? ¿Por qué los docentes tienen un rol protagónico en la implementación de un currículo relevante y transformador?

¿Qué es el currículo?

Empecemos por los básicos: ¿qué es un currículo? Es, contado de forma muy sencilla, la visión del sistema educativo, la brújula que indica qué se aprende, por qué, para qué y cómo. El currículo es el instrumento principal en el que los sistemas educativos traducen lo que la sociedad necesita en términos de su capital humano, en forma de contenidos, competencias y habilidades específicas.

Como indica UNESCO, el currículo es una selección de conocimientos, de habilidades y de valores que van a determinar la forma en la que se organizan los procesos de enseñanza, aprendizaje y evaluación.

El currículo representa por tanto un acuerdo social que refleja un entendimiento de lo que, dado el contexto actual, un país necesita a nivel educativo. Por eso es tan importante.

Y el currículo como estrategia de desarrollo de habilidades es clave para la región porque el trabajo es la fuente principal de ingresos para el 70% de las personas y el 88% de los ingresos de la población proviene de su salario. Adicionalmente, sabemos que una de cada tres empresas a nivel regional dice que la falta de habilidades es uno de los obstáculos que enfrentan para su crecimiento.

De la acumulación de habilidades va a depender no solo el ingreso de los individuos sino el crecimiento, la productividad y los niveles de desigualdad de los países. Y sabemos que no son los años de educación lo que predice desempeño económico sino lo que realmente se aprende en la escuela.

¿Aprenden más los chicos de hoy que las generaciones pasadas?

¿Acumulan más habilidades las nuevas generaciones? Lo que muestran los datos que para comprensión lectora -una habilidad fundacional- en los cuatro países de la región en los que hay datos disponibles, que en todos los países ha habido mejora en las últimas décadas. Por tanto sí, los chicos de hoy aprenden más que las generaciones pasadas.

La mala noticia es que, incluso con la mejora, las nuevas generaciones en América Latina y el Caribe siguen estando por debajo del nivel de países OCDE, no solo de las generaciones de hoy (los que tienen entre 16-24 años), sino que nuestros jóvenes de 16-24 años tienen menos habilidades que la generación de 55-65 años de países OCDE.

Hoy en promedio más del 60% de los adultos no cuenta con niveles mínimos de comprensión lectora o matemáticas.

Sabemos también que las competencias básicas hoy no son suficientes. Sin embargo, la región también enfrenta desafíos importantes en la acumulación de habilidades no tradicionales como las digitales. El trabajo especializado, rutinario, repetitivo, predictivo, que requiere de la acumulación de información y seguir instrucciones, es fácilmente automatizable. Son funciones que pueden hacer mejor los robots que nosotros.

Para proteger a la gente en el mercado laboral hay que formarla para todas aquellas tareas y ocupaciones en las que el humano es superior a la maquina: generar conexiones entre conceptos que no han sido relacionados antes, habilidades que permiten enfrentarse a situaciones que no se pueden predecir, y que permiten usar y entender las emociones para resolver problemas o para crear y generar nuevas ideas. Hoy además la inteligencia artificial generativa ha roto esa barrera, por lo que las habilidades requeridas son cada vez más sofisticadas.

El “falso dilema” entre contenidos y competencias

Por todo lo anterior (los estudiantes no están aprendiendo ni lo que necesitan ni al ritmo que se requiere) es necesario hablar de reforma curricular.

Y en ese contexto, se ha generado un amplio debate sobre lo que, en mi opinión, es un falso dilema entre contenidos y competencias. Las competencias no se desarrollan en el vacío.

¿Qué quiere decir formar en competencias?

Cada vez más, los sistemas educativos se están moviendo hacia reformas curriculares que equipen y preparen a los estudiantes con competencias amplias o capacidades más generales. Este movimiento reconoce que, aunque el aprendizaje, la retención y repetición de conocimientos es importante, no es suficiente.

Es decir que, en la práctica, los estudiantes tienen que ser expuestos a contenidos basados en conocimientos básicos, pero el currículo tiene que incluir oportunidades para aplicar ese conocimiento para que puedan desarrollar competencias. Las habilidades y competencias están alineadas con objetivos de aprendizaje específicos y estándares que permiten asegurar una estructura y medición de progreso.

Veamos un ejemplo concreto de la diferencia en la práctica, a través de un extracto de una unidad de cuarto grado en Argentina sobre el sistema esquelético.

Metodología tradicional:

  • Los estudiantes copian en sus cuadernos datos sobre los tejidos óseos y los nombres de los 206 huesos del esqueleto humano que los profesores han escrito en la pizarra.
  • Luego responden preguntas sobre huesos basándose en las conferencias y el material que han leído en los libros de texto y escriben esas respuestas en un cuaderno o en una hoja de trabajo.
  • Luego los maestros revisan sus respuestas.

Metodologías activas:

  • Los profesores plantean preguntas de investigación y guían a los estudiantes a través de la formulación y prueba de hipótesis.
  • Una pregunta motivadora podría ser: ¿en qué ayudan los huesos a las personas? Luego, los estudiantes investigan datos sobre los huesos a partir de textos y otras fuentes a partir de las cuales los idean.
  • Otra pregunta de investigación es: ¿qué pasaría si los humanos no tuviéramos huesos? Los estudiantes podrían responder a esta pregunta creando figuras de arcilla en 3D y hacer predicciones sobre cuánto tiempo podrían permanecer de pie con y sin huesos de palillos.
  • Además, el docente puede preguntar: ¿cómo afecta la pérdida de calcio a la resistencia ósea? Aquí los estudiantes remojan huesos de pollo en vinagre durante diferentes períodos de tiempo para extraer diferentes cantidades de calcio, y concluyen que cuanto más calcio pierde un hueso, más se doblará.

El aprendizaje basado en competencias redirige el foco a la aplicación práctica del conocimiento. Para ser competentes, los estudiantes primero tienen que adquirir el conocimiento, pero el objetivo no es acumular contenidos, sino usarlo de forma efectiva.

El rol de los docentes en un currículo por competencias

Matthew Taylor, el director ejecutivo de RSA, decía: “Sea cual sea el sistema vigente, la calidad de la enseñanza es clave. Los buenos maestros hacen cantar los contenidos más aburridos; los malos docentes le quitan la vida al material más fascinante”Así de central es el docente en el proceso de aprendizaje.

En las nuevas pedagogías activas, los docentes pasan de ser transmisores de conocimiento que los estudiantes memorizan, a facilitar procesos en los que los estudiantes utilizan ese conocimiento para resolver problemas, tomar decisiones informadas y contribuir mejor a la sociedad.

Para que los currículos puedan implementarse, es necesario empoderar al docente y actualizar su formación de tal manera que las y los maestros puedan llevar esos nuevos estándares y objetivos de aprendizaje al aula.

El currículo por competencias es lo que asegura que la educación sea relevante para el mundo real. El currículo refleja un acuerdo social y politico de gran magnitud por el que se decide cual es el conocimiento y las habilidades relevantes que deben ser transmitidas a las generaciones presentes y futuras. Actualizar esos estandares requiere no solo capacidad tecnica sino determinacion, visión y la ambición de querer mejorar las oportunidades educativas de niñas, niños y jóvenes.

Tomado de Enfoque educación, blog del BID

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