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martes, 30 de enero de 2024

Desafíos y responsabilidades del profesorado en la innovación docente

 Por Ángel Fidalgo

Se afirma que la innovación sigue patrones comunes, sin importar el sector en el que se aplique. Esto es cierto en algunos aspectos, como su definición conceptual, donde se encuentran términos como cambio, planificación y mejora. A pesar de estas similitudes, la innovación en la educación tiene particularidades, siendo una de ellas la responsabilidad de tomar la decisión de innovar, la cual recae en el «trabajador», en el último eslabón de la organización, es decir, en el personal docente. Es el profesorado quien analiza, decide y aplica la innovación.

En cualquier otro sector, la toma de decisiones sobre la innovación, qué hacer en caso afirmativo y su ejecución, recae en los responsables de la organización, quienes cuentan con expertos para evaluar costos, oportunidades y esfuerzos. Sin embargo, en el ámbito educativo, la responsabilidad descansa en el trabajador, quien está directamente vinculado con los estudiantes a diario. Aunque la institución puede permitir la implementación de innovaciones, raramente decide qué hacer o proporciona financiación suficiente.

Es cierto que, para llevar a cabo una innovación que sirva para prestar un mejor servicio, los implicados en el mismo tienen mucho que decir: qué cosas no funcionan, cuáles llevan asociado mucho esfuerzo, qué mejoras serían deseables, qué recursos están obsoletos, etc. Pero, desde luego, no la llevan a cabo porque ni tienen recursos para ello, ni conocen cuál es el estado del arte a nivel mundial, ni tienen por qué saber cómo se hace la innovación.

A pesar de estos desafíos, muchos profesores llevan a cabo innovaciones en sus aulas y asignaturas, aunque a menudo lo hacen sin saber si dicha innovación ya se ha realizado (y por tanto no tienen que comenzar de “cero”), si realmente es innovación, o incluso, si es una primicia mundial. Esta situación contribuye a que la innovación docente tenga un impacto limitado en comparación con la innovación en otros sectores, progresando lentamente e incluso realizando esfuerzos duplicados por parte de diferentes profesores.

¿Cómo abordar esta situación? Una solución efectiva es seguir procesos que consideren estos desafíos. En nuestro caso, seguimos el método MAIN, que proporciona una secuencia de procesos diseñados para reducir el esfuerzo en la implementación de la innovación y garantizar el impacto en la mejora deseada.

De las tres palabras asociadas a la innovación: «decidir hacer el cambio» y «la mejora deseada» sigue siendo una decisión del propio profesorado; la tercera, «el cambio planificado que conduce a la mejora,» puede ser aportada por métodos como MAIN.

Tomado de Innovación educativa

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