Escribe: Miguel Zapata Ros
Con motivo de mi trabajo, del que ando ahora inmerso con motivo
de la preparación de materiales y actividades para una materia sobre entornos sociales de aprendizaje y calidad, he
tropezado con diversas lecturas que al final referencio. No he podido evitar
relacionarlas con lo tratado en las tres entradas anteriores de este blog sobre conectivismo, y con
el breve encuentro en la red con Siemens y Downes.
En primer lugar, y a propósito del uso de dispositivos móviles,
como smartphones conectados a
los servidores web en el campus, no puedo por menos que traer la idea de Bunnell
(2002) cuando sostiene que los estudiantes pueden experimentar la verdadera
libertad y la productividad de lo que llama la
informática móvil de mano.
Como en otros casos los profesores innovadores tendrán que luchar
con la inercia conservadora no sólo de profesores e instituciones sino de
alumnos. Recientemente planteé, con motivo de esta cuestión, la conveniencia de que aquellos de
mis alumnos presenciales de Matemáticas para Ciencias Humanas, que tuviesen smartphones, preparesen la aplicación de Geogebra para estudiar límites y continuidad (por
fín podríamos liberarnos de los tediosos cáculos con tablas de valores feos).
Una de las alumnas dijo: Pero profesor ¿los
móviles no están prohibidos en el aula?. Como mi alumna son muchos los que
confunden los usos y los artilugios. No es lo mismo un aparato, que hace lo que
un ordenador e Internet en la mano, que un móvil. No es lo mismo acosar a otros
alumnos y grabar al profe para ponerlo ridiculizado en YouTube, o distraer y
perturbar en general, que representar funciones con Geogebra en la mano, y sobre
todo no es lo mismo un profesor que se implique a fondo en la cuestión, conociéndola y habiéndola estudiado en sus consecuencias y derivaciones, que otro que
desconfía del binomio alumno-artilugio.
Pero volvamos al aprendizaje en alumnos conectados.
Como respuesta a lo planteado por Siemens y Downes en los
documentos criticados, en y con la extención que un post exige, coincidimos con lo que en este contexto Ally (2004), a
través de Upadhyay (2006), sostienen y a partir de ello glosamos lo que han
sido y van a seguir siendo las teorías del aprendizaje.
A lo largo de los últimos años, desde
que la tecnología digital se utiliza con fines educativos, las teorías
conductistas, cognitivistas y constructivistas han contribuido de diferentes
maneras al diseño de materiales en línea, sucesivamente primero y
coincidentemente después. Y su eficacia aún está por alcanzar niveles óptimos.
Por tanto seguirán siendo utilizadas para desarrollar materiales
didácticos para el aprendizaje en línea. De esta manera las estrategias
conductistas aún se utilizan y se podrán
utilizar para enseñar hechos (el “qué” de lo que se enseña) y para
enseñanza por modelado; las estrategias cognitivista para enseñar principios y
procesos (el “cómo” de los contenidos de aprendizaje), y las estrategias
constructivistas para enseñar a transferir lo que se aprende como
aplicaciones de la vida real y personal a diferentes situaciones, en un aprendizaje
contextual o situado.
Pero además de tener asegurada su vigencia
las teorías constructivas los autores citados detectan un cambio hacia el aprendizaje constructivo. O un mayor énfasis de este tipo de estrategias
de aprendizaje en el contexto de ambientes de alumnos, profesores y recursos conectados.
En ellos, a los alumnos se les da la oportunidad de construir sus propios
significados a partir de la información presentada o a la que acceden a través
de sesiones en línea.
Seguirá teniendo vigencia, no será una
moda, el uso de objetos de aprendizaje reutilizables. Esta organización de los
contenidos sigue siendo útil para promover un uso flexible y la reutilización
de materiales en línea para satisfacer las necesidades individuales de
aprendizaje de los alumnos. Y se volverá más común en el futuro, aún con otros
nombres, con opciones abiertas y generativas.
Así pues los materiales de aprendizaje
en línea se diseñarán en mínimas unidades organizadas por su coherencia entre
si, con los objetivos de aprendizaje y con las secuencias de uso, de manera que
puedan ser rediseñados para los estudiantes de diferentes ámbitos y de contextos
cambiantes. Por último, el aprendizaje en línea atenderá cada vez de forma más
diversificada para responder a las diferentes situaciones y culturas personales
de aprendizaje, estilos y motivaciones. Será
pues más autónomo, más gobernado por el estudiante, más adaptativo y más inclusivo.
Referencias.-
Ally, M. (2004). Foundations of
Educational Theory for Online Learning. In T. Anderson & E. Eloumi (Eds).
Theory and Practice of Online Learning. Athabasca, AB. Athabasca University.
Bunnell, D. (2002). “Just around the
corner: The next technology revolution.” Upside 14(3): 62-67.
Upadhyay, N. (2006). M-Learning – A New
Paradigm in Education. International Journal of Instructional Technology and
Distance Learning, February 2006. Volume 3 Number 2 http://itdl.org/journal/feb_06/Feb_06.pdf#page=31
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