Escribe: Miguel Zapata Ros
De forma tradicional la EAD primero, el elearning después y en general la ayuda tecnológica al aprendizaje han supuesto romper barreras de todo tipo: De tiempo, de lugar, las originadas por toda clase de problemas que impiden o dificultan la concurrencia en un lugar físico. También supuso la superación de déficits personales y de discapacidades.
Ahora se considera que esta ayuda tiene valores consustanciales que son fundamentales y nuevos. De hecho son génesis y constituyen lo esencial de metodologías diferentes y originales, y dan lugar a situaciones nuevas pero que no son accidentales sino que constituyen la forma nueva de enseñar y de aprender. Cuando ahora hablamos de aprendizaje y de enseñanza hablamos de algo distinto de lo que era hace unos años.
En este contexto debe situarse el rasgo “interactivo” de estos sistemas y "la interactividad".
Sustancialmente siguen siendo lo mismo: la inmediatez y el ajuste de la respuesta y de las contrarrespuestas a las preguntas o a las intervenciones que se producen.
La EaD convencional (o tradicional, no tecnológica, la que utilizaba el correo postal y el teléfono o las emisiones de radiodifusión y TV, aunque fuese por satélite) era una formación diferida, con una respuesta muy lejana, en el tiempo, de cuando se producía la necesidad, o con una respuesta escasa, insuficiente o nula. Donde el poder evocador se había perdido. Incluso la respuesta al ser general perdía su capacidad de motivación que tienen las respuestas personalizadas e inmediatas. En definitiva se trataba de una respuesta con bajo potencial interactivo. Muchos de esos rasgos se conservan aún en algunos modelos actuales de sistemas de EaD. Incluso sistemas considerados radicalmente innovadores como son los MOOCs carecen de interacción profesor-alumno, incluso de alumno-alumno en grupos estructurados orientados según un objetivo de aprendizaje, competencional o simplemente según una meta que no sea simplemente espontánea.
Sin embargo con la presencia del simple correo electrónico, los discos virtuales, los grupos de redes sociales, los foros, el video grupal,... aumentan los elementos de diálogo, autonomía, de autorregulación y reflexión. En definitiva aumentan las oportunidades para que la educación con ayuda tecnológica se convierta en interactiva.
Estos cambios, si son aprovechados, afectan a profesores, alumnos y recursos.
La influencia de esta interacción es de un alto potencial: Bajo su efecto, aunque no solo con él los profesores cambian su rol, pasan de impartir conocimientos en el aula a ser mediadores y dinamizadores de la actividad educativa, trabajan en equipo y producen recursos (documentos, guías, materiales de apoyo) que sirven de soporte a los contenidos, a las actividades, a la evaluación, que deben contener referencias e indicadores del progreso dl aprendizaje y que en todo caso le debe permitir tomar decisiones sobre la orientación de su acción... Aumentan su capacidad de intervención y de cambio en función de las necesidades que detectan y de las señales que perciben. Si la formación se basa en redes la acción del profesor se caracteriza además porque ve aumentado su capacidad de organizar los recursos (establece espacios, redes, enlaces,...).
Los recursos con este condicionante deben integrar elementos que permitan el autoaprendizaje interactivo (que los hagan más autoinstructivos) y la autoevaluación deben incluir elementos que permitan integrar las intervenciones de los demás (compartir, adicionar, etc.). Deben integrar elementos que permitan al alumno percibir su progreso en el aprendizaje y efectuar eventualmente cambios o correcciones a partir de la interacción.
Indicadores en el cuestionario
Estoy trabajando en la asignatura de Calidad en el Máster de Alcalá. Renovando un material que ya estaba un poco rancio (en él hablaba de cosas como RSDI, FTP, listas de discusión y de otras antiguallas).
La esencia del modelo propuesto se basa en detectar qué rasgos del sistema de formación favorecen un mejor aprendizaje. Planteamiento recursivo que lleva en sí mismo el concepto de calidad. Y a partir de esos rasgos definir en un bucle qué requisitos son necesarios, e intentar plasmarlos en indicadores.
En esa tarea he llegado al rasgo "interactivo", o a plantearme en este contexto y para este fin qué es la interactividad. Y he llegado a la siguiente formulación, que espero sea profusamente debatida y criticada.
De forma tradicional la EAD primero, el elearning después y en general la ayuda tecnológica al aprendizaje han supuesto romper barreras de todo tipo: De tiempo, de lugar, las originadas por toda clase de problemas que impiden o dificultan la concurrencia en un lugar físico. También supuso la superación de déficits personales y de discapacidades.
Ahora se considera que esta ayuda tiene valores consustanciales que son fundamentales y nuevos. De hecho son génesis y constituyen lo esencial de metodologías diferentes y originales, y dan lugar a situaciones nuevas pero que no son accidentales sino que constituyen la forma nueva de enseñar y de aprender. Cuando ahora hablamos de aprendizaje y de enseñanza hablamos de algo distinto de lo que era hace unos años.
En este contexto debe situarse el rasgo “interactivo” de estos sistemas y "la interactividad".
Sustancialmente siguen siendo lo mismo: la inmediatez y el ajuste de la respuesta y de las contrarrespuestas a las preguntas o a las intervenciones que se producen.
La EaD convencional (o tradicional, no tecnológica, la que utilizaba el correo postal y el teléfono o las emisiones de radiodifusión y TV, aunque fuese por satélite) era una formación diferida, con una respuesta muy lejana, en el tiempo, de cuando se producía la necesidad, o con una respuesta escasa, insuficiente o nula. Donde el poder evocador se había perdido. Incluso la respuesta al ser general perdía su capacidad de motivación que tienen las respuestas personalizadas e inmediatas. En definitiva se trataba de una respuesta con bajo potencial interactivo. Muchos de esos rasgos se conservan aún en algunos modelos actuales de sistemas de EaD. Incluso sistemas considerados radicalmente innovadores como son los MOOCs carecen de interacción profesor-alumno, incluso de alumno-alumno en grupos estructurados orientados según un objetivo de aprendizaje, competencional o simplemente según una meta que no sea simplemente espontánea.
Sin embargo con la presencia del simple correo electrónico, los discos virtuales, los grupos de redes sociales, los foros, el video grupal,... aumentan los elementos de diálogo, autonomía, de autorregulación y reflexión. En definitiva aumentan las oportunidades para que la educación con ayuda tecnológica se convierta en interactiva.
Estos cambios, si son aprovechados, afectan a profesores, alumnos y recursos.
La influencia de esta interacción es de un alto potencial: Bajo su efecto, aunque no solo con él los profesores cambian su rol, pasan de impartir conocimientos en el aula a ser mediadores y dinamizadores de la actividad educativa, trabajan en equipo y producen recursos (documentos, guías, materiales de apoyo) que sirven de soporte a los contenidos, a las actividades, a la evaluación, que deben contener referencias e indicadores del progreso dl aprendizaje y que en todo caso le debe permitir tomar decisiones sobre la orientación de su acción... Aumentan su capacidad de intervención y de cambio en función de las necesidades que detectan y de las señales que perciben. Si la formación se basa en redes la acción del profesor se caracteriza además porque ve aumentado su capacidad de organizar los recursos (establece espacios, redes, enlaces,...).
Los recursos con este condicionante deben integrar elementos que permitan el autoaprendizaje interactivo (que los hagan más autoinstructivos) y la autoevaluación deben incluir elementos que permitan integrar las intervenciones de los demás (compartir, adicionar, etc.). Deben integrar elementos que permitan al alumno percibir su progreso en el aprendizaje y efectuar eventualmente cambios o correcciones a partir de la interacción.
En definitiva un sistema será tanto más interactivo cuanto más posibilite el diálogo de los individuos entre sí ---de los alumnos con los profesores, de los alumnos con los alumnos, de los profesores con los alumnos y entre ellos,...--- o con el sistema de manera que cada intervención encuentre una respuesta en función de su naturaleza, y que esta sea diferenciada e inmediata.
Hola Miguel.
ResponderEliminarExcelente aporte. Únicamente me quedo con esta inquietud: todo lo que mencionas son conceptos que son ya bastante conocidos en la actualidad y han sido de sobra debatidos.
El título de tu artículo se refiere a los MOOCs, de los cuales también sabemos perfectamente que son y como funcionan.
Ahora bien: ¿En que punto del documento vinculas la calidad y los MOOCs? ¿Donde trasciendes más allá de lo que ya conocemos ampliamente como EAD, e-learning o b-learning y pasas al campo que ocupan los MOOCs, que por cierto son una temática con sus particularidades muy claras, mucho más específica y, en parte, diferente a lo que ya conocemos?
No encuentro un punto "clave" que "conecte" el título de tu artículo con el contenido, es decir "calidad y MOOCs". Lo de la interacción en estos modelos pedagógicos como te menciono está de sobra más que claro, y es bastante obvio.
Lo veo como un artículo más enfocado a la EAD y sus variantes en función de la incorporación de herramientas tecnológicas, pero no termino de "cerrar" ese vínculo con el tema de los MOOCs ¿Cuál ha sido tu experiencia al día de hoy con dicho tipo de cursos? ¿En cuales has participado o con cuales has tenido contacto, y de ser así, cual ha sido tu experiencia?
Gracias por tu aporte, siempre resulta interesante.
Pablo