El pasado 4 de febrero, un miembro de un tribunal de tesis invitó al doctorando a que le convenciera de que esto de las innovaciones en la educación le quitaría carga de trabajo en las labores docentes.
El doctorando contestó: mire usted, yo esto lo hacía cuando estaba soltero, estaba todo el día en la universidad, pero cuando me casé y mi hijo comenzó a llamar “papá” a mi suegro comprendí que tenía que dejarlo.
El doctorando contestó: mire usted, yo esto lo hacía cuando estaba soltero, estaba todo el día en la universidad, pero cuando me casé y mi hijo comenzó a llamar “papá” a mi suegro comprendí que tenía que dejarlo.
Evidentemente, no convenció al miembro del tribunal que esto de las innovaciones quitaba trabajo, sino de todo lo contrario.
Lo que es cierto es que cuando se desarrolla la innovación aumenta la carga de trabajo de quien la desarrolla, pero cuando se aplican innovaciones ésta disminuye, tal y como he comentado en un post anterior.
Al igual que existen técnicas y procesos que consiguen optimizar el desarrollo de la innovación, hay planteamientos (tanto personales como institucionales) que aumentan el esfuerzo (en post posteriores analizaré este tema).
Volviendo a la anécdota de la tesis, lo cierto es que hay una “leyenda urbana” que dice que realizar innovación educativa supone una gran sobrecarga de trabajo, y que, en algunas ocasiones, los resultados no merecen esa inversión de esfuerzo.
Esa visión causa un daño terrible al proceso de innovación educativa, ya que consigue un efecto desacelerador de la propia innovación y, por consiguiente del cambio educativo.
Cada vez es más necesario divulgar y formar en tres líneas:
- Cómo realizar de forma óptima innovación educativa en el día a día del profesorado.
- Cómo identificar y aplicar las innovaciones educativas existentes.
- Cómo aplicar el método de investigación científica para contrastar los resultados en la aplicación de la innovación educativa (tanto la propia como la externa)
El doctorando de esta historia (actualmente doctor) acabó su contestación diciendo que la pasión por la educación era lo que le había movido a realizar ese esfuerzo. Estoy de acuerdo en que la pasión y la motivación son elementos importantes en la realización de cualquier actividad y que la mayoría del profesorado que innova lo hace por esos motivos. Sin embargo, al menos la aplicación de la innovación educativa no se debe hacer por pasión, sino por obligación. Es deber de las instituciones y del propio profesorado mejorar el modelo educativo y ello pasa por la aplicación de la innovación y la elaboración de leyes que, al menos, no la penalicen.
Tomado de Innovación educativa con permiso de su autor
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