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miércoles, 29 de julio de 2020

«Blended»-COVID (II de VI). La convergencia

Escribe Lorenzo García Aretio

Tal y como les avancé en entrada anterior, en ésta y en próximas entradas les voy a trasladar, con algunos matices y actualizaciones, el artículo que sobre blended-learning, publiqué en RIED 21(1), en 2018. Para hacerlo más digerible, me ahorraré las numerosas citas y referencias que aparecen en el artículo. A él les remito para su consulta.

En tiempos de confinamiento y post-confinamiento, que no sabemos hasta cuándo durará. Y si finaliza (aparición de vacuna, medicina curativa, etc.), cuánto de lo aprendido perdurará, me pareció bien desarrollar este tema de la docencia, educación, enseñanza, aprendizaje…, combinados, híbridos, mixtos, duales, etc. En esta entrada me referiré brevemente  la real convergencia de sistemas.

Entre las instituciones educativas o programas unimodales, de sólo educación a distancia, perduran algunos que aún no cuenten con servicios virtuales avanzados. Se trataría de instituciones que continúan impartiendo una educación a distancia de corte convencional, dirigida fundamentalmente a sectores de la población con problemas de acceso a las tecnologías y a la conectividad. Este modelo está en extinción, aunque puede seguir siendo necesario para ese tipo de poblaciones existentes en países del mundo subdesarrollados o en vías de desarrollo. Esa educación a distancia basada en soportes texto impreso, teléfono, correo postal y radio puede continuar prestando un servicio inestimable en algunas zonas del globo cuyas condiciones orográficas, socioeconómicas o tecnológicas impiden implementar aún una educación a distancia soportada en sistemas digitales y de telecomunicación.

Obviamente, son más aquellas instituciones unimodales que habitualmente ofrecían todos sus programas íntegramente a distancia por procedimiento convencional y que progresivamente fueron incorporando los sistemas digitales en su quehacer, pero sin perder del todo el componente más convencional. Otras, bien porque nacieron así o bien porque progresivamente los han ido adaptando, todos sus servicios de formación los prestan a través de sistemas virtuales.

De aquellas instituciones que se han venido denominado duales, bimodales o mixtas (distancia-presencia), las más habituales hoy día, podríamos señalar que disponen de los dos modelos clásicos, el presencial que atiende a los estudiantes que acuden a sus aulas, bibliotecas y laboratorios, con la metodología habitual y el “a distancia” que implica que, dentro del mismo centro o institución, existen estudiantes que siguen los estudios, total o parcialmente, a través de esta modalidad. También en estos centros duales o bimodales pueden encontrarse casos en los que en unos determinados estudios se ofrecen materias o asignaturas en formato presencial y el resto plenamente a distancia.  Y otras instituciones, programas, estudios, asignaturas…, que se vienen impartiendo de forma híbrida o combinada, presencia-distancia en la misma materia y para el mismo estudiante.

En la sociedad actual, antes del COVID-19, cada vez eran menos las instituciones presenciales modernas que no contaban en su docencia con el correspondiente complemento virtual. Además de las tradicionales clases y seminarios presenciales, se poníann a disposición de los estudiantes sitios Web de las asignaturas, plataforma digital, foros, chat, blogs, redes sociales, wikis, tareas, etc. Este submodelo vino siendo progresivamente introducido por buena parte de las instituciones ordinarias presenciales. Ya sabemos qué sucedió con el confinamiento total.

Algunos centros impartían a distancia ciertos estudios o algún programa o materias que también se seguían ofreciendo en modalidad presencial. Sin embargo, lo que ahora me interesa, resulta reseñable encontrarnos con instituciones que imparten estudios con un determinado porcentaje de tiempo lectivo realizado en presencia y el resto a distancia. Este submodelo viene denominándose como de estudios semipresenciales o de blended-learning. Ya era, y lo va a ser más, con motivo de la pandemia. Ya hace 20 años, García Aretio y Marín Ibáñez (1998), apuntaban que las enseñanzas presencial y a distancia se ordenan sobre una línea continua, en uno de cuyos extremos estaría el momento en que el profesor, cara a cara con el alumno, dirige su aprendizaje. En el otro extremo se haya el estudio del alumno aislado, que recurre a un sistema multimedia y consulta las fuentes de un modo autónomo para adquirir los conocimientos, destrezas y actitudes, que estima válidos para elevar su calidad de vida. Pero, ni el sistema educativo presencial ni las enseñanzas a distancia, señalaban estos autores, cumplen íntegramente las exigencias que se agudizan en uno y otro extremo. Hay alumnos que necesitan más la presencia de los profesores y los compañeros, pero hay quienes aprenden mejor en el silencio y la soledad. La diferencia, pues, entre la enseñanza presencial y a distancia es una cuestión de grado, no el salto radical entre el sí y el no, la permanente presencia o la ausencia total, el contacto vivo o la desoladora lejanía.

De ahí el que pudiéramos cuestionarnos, ¿dónde estaría hoy, pues, la frontera entre lo presencial y lo “a distancia”?, ¿no se está diluyendo cada vez más, o quizás ya esté diluida?, ¿podría una formación universitaria moderna reducirse exclusivamente al contacto profesor-alumno en el aula? Los sistemas a distancia, cierto que dependiendo del nivel de estudios, ¿pueden prescindir 100% de algún contacto presencial, aunque sea en algún momento de la evaluación en estudios oficiales y reglados?, ¿no sería mejor hablar de diferente énfasis que, según modelos, se asigna a la relación presencial y la soportada, por ejemplo, en entornos virtuales de aprendizaje?, ¿no es más cierto que cada vez existe menor salto entre unas y otras experiencias, modelos o formulaciones?, ¿no es más cierto que deberíamos hablar de confluencia o convergencia de sistemas?, no sería preferible de hablar de momentos síncronos (presencia y distancia) y asíncronos (sólo distancia), ¿no es más cierto que más que contraponer sistemas deberíamos hablar de educación, de calidad de esa educación, sea con más énfasis presencial o a distancia?

Ahora, puestos a ello, en el recorrido de esa línea con extremos en Presencia-Distancia (o Digital), de 0 a 100, cada cual puede sugerir una denominación de modelo para su asignatura, según la Presencia o la Distancia profesor/alumno sean respectivamente del 10%, 20%…, 75%, etc. ¿Con qué porcentaje denominar semipresencia, semidistancia, combinado, híbrido, dual, aula invertida…?, ¿y la flexibilidad?  En realidad, serían énfasis, y determinación de en qué variables curriculares más presencia o más virtualidad (síncrona  asíncrona): en las exposiciones, en los trabajos individuales, grupales, en los coloquios, debates, actividades varias, evaluación, etc. Son, en todo caso, decisiones importantes que deben estar adecuadamente planificadas, más allá de la flexibilidad que en todo caso, estos sistemas requieren. Y estas planificaciones o diseños son una llamada para el post-confinamiento, que no sabemos lo que durará, y también para lo que sería una situación de superación total de la pandemia. ¿Qué aprovechar en las instituciones presenciales de lo aprendido en estos tempos?

ENTRADAS ESPECIALES COVID-19 – SUGERENCIAS PARA LA EMERGENCIA Y, EN SU CASO, PARA EL TRÁNSITO A LA EDUCACIÓN A DISTANCIA DIGITAL PLENA O COMBINADA

Citar así esta entrada:
García Aretio, L. (2018). Blended learning y la convergencia entre la educación presencial y a distancia. RIED. Revista Iberoamericana de Educación a Distancia, 21(1), 9-22. doi:https://doi.org/10.5944/ried.21.1.19683

Tomado de Contextos universitarios mediados con permiso de su autor

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