Por Ramón Besonías.
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El consumo de radio en la generación Z no ha muerto, pero ya no es el que caracterizaba a las generaciones precedentes. No solo cambió hace tiempo el dispositivo de consumo, también la forma de usarlo. Los jóvenes escuchan podcasts, no radio en directo, lo hacen en sus dispositivos móviles y cada vez más en formatos audiovisuales en aplicaciones como YouTube o TikTok. Si ampliamos el concepto de radio al consumo de audio, la perspectiva se amplifica. La generación Z cada vez escribe menos en sus móviles. Habla a través de directos o grabaciones de audio y vídeo. Estos audios suelen ser mensajes cortos, funcionales, o bien conversaciones largas que sustituyen a la quedada presencial. Cuando ven un vídeo de YouTube, no es raro comprobar que no lo miran, solo lo escuchan, a no ser que ofrezca un contenido visual relevante o atractivo. No llaman por teléfono, a no ser que sea para una urgencia. Las llamadas casi han desaparecido en sus hábitos cotidianos. El audio es el formato hegemónico en sus relaciones, pero también en su forma de conocer el mundo e informarse.
Sería ingenuo pensar que esto no afecta a su forma de aprender. Hace años que utilizo audios breves para explicar conceptos e ideas en Historia de la Filosofía de 2º de Bachillerato. Los subo a un site de área y los alumnos que tienen dudas o quieren prepararse el contenido o repasar antes del examen, pueden tirar de ellos. ¿Resultado? Masivo. Lo que empezó como un experimento pedagógico se ha convertido en uno de los recursos más utilizados por mis alumnos. ¿Causa? Ya la podéis intuir. La oralidad es el lenguaje de la generación Z. Ni qué decir que los audios no solo son más motivadores que leer textos, sino que permiten una mayor retentiva a corto plazo, y combinados con el estudio de textos amplifican la comprensión lectora.
Lo sé, no estoy hablando específicamente de radio, sino del impacto del lenguaje oral y el audio como nuevo vehículo de comunicación y conocimiento. Pero creo que es relevante hacerlo. Permite comprender que el uso educativo del audio, no solo de su formato de radio, ha impactado y reconfigurado la cabeza de nuestros alumnos, su motivación y entornos de interacción y estudio. En las universidades cada vez encuentran a más alumnos que desechan las clases presenciales y prefieren prepararse algunos contenidos a través de medios audiovisuales. Si preguntáramos a nuestros alumnos en qué medida verían con buenos ojos una enseñanza híbrida, donde la presencialidad se redujera, nos sorprendería el número de manos levantadas.
Volvamos al asunto de la radio. Los jóvenes de ESO no consumen apenas podcasts, lo van haciendo en edades más avanzadas. Sí consumen reels, directos, vídeos, y hablan durante horas con sus amigos a través de redes sociales. El consumo de radio en directo es residual y se circunscribe a jóvenes que terminan estudios superiores o trabajan; el formato rey es el podcast pregrabado. A los alumnos de ESO les agrada hacer radio (en directo o grabada) en una emisora por lo que tiene de emocionante hablar frente a un micro e interactuar en grupo pequeño en un espacio acogedor y protegido. Sigue siendo un excelente recurso para quitar miedos, aprender a comunicarse y diseñar guiones de texto secuenciados. Este tipo de radio resistirá sin duda los embates de los cambios tecnológicos, pero no será nunca la radio preeminente en la vida cotidiana y académica de las próximas décadas. En cierto modo, la radio en emisora es un reducto numantino, una especie en extinción que merece proteger.
Si ponemos este medio en conexión con lo dicho anteriormente sobre los hábitos de consumo en la generación Z, sin duda nos vemos obligados a ampliar nuestra perspectiva respecto a lo que llamamos radio, y ponerlo en un tapete más integrativo, en maridaje con otros medios, formatos y espacios de uso. La radio entendida así es parte de lo que podríamos llamar un proyecto lingüístico de centro, no un proyecto aislado del resto de objetivos y retos educativos. Marida con múltiples metodologías y otras muchas herramientas y proyectos. Todo proyecto de radio en un centro debiera trascender el mero uso residual basado en hacer esporádicamente un podcast con los alumnos, o preparar un evento en directo, y si acaso incluirlo en mi programación y memoria. Si cambiamos el concepto radio por el de audio(visual), la perspectiva crece y se enriquece. Utilizar audios no solo en formato radio-podcast, sino considerar el audio en sí mismo como un lenguaje que maridar con el texto y la imagen para provocar aprendizaje. ¿Por qué? Porque es el medio natural de aprendizaje de los alumnos de la generación Z, y más aún lo será de la Alfa, que llegar en un uno o dos años a los institutos de secundaria. La Alfa ya no tiene siquiera elementos de relación con otros formatos y usos. Es por entero digital y solo habla con el móvil, solo mira, no escribe en el dispositivo.
Todo proyecto de radio debe ser sucursal de un proyecto más sistémico de alfabetización lingüística que hace tiempo dejó de reducirse a la mera lectura de libros o a la redacción escrita. No tiene sentido trabajar con radio como si bastara por sí misma, sin integrarla en objetivos más amplios, que trasciendan un área, competencia, medio, espacio... Hasta la fecha, las consejerías suelen tratar estos proyectos, separándolos del resto y dejando que el docente decida cómo integrarlos. Son proyectos de innovación estanco. Sería deseable en los servicios de innovación una mirada más holística, que concibiera todos estos proyectos dentro de un marco pedagógico y estratégico más amplio: el proyecto lingüístico de centro. De hecho, es una perogrullada decir esto. El objetivo más urgente de toda enseñanza obligatoria, incluso postobligatoria, es que el alumno comprenda, analice y reconstruya de forma crítica y creativa todo tipo de contenidos (escritos, de audio, vídeo, imágenes). Lo obvio, aquello que debiera ya estar conseguido a cierta edad no lo está y se ha convertido en la gran preocupación de todo docente, sea cual sea el nivel que imparta.
¿Y qué tiene que ver esto con la IA? Mucho. La IA se integrará de forma absoluta en un par de años en todos los móviles, y lo hará mediante dictado de voz. La escritura será minoritaria en los hábitos de consumo, aunque seguirá maridando con mensajes audiovisuales, casi nunca verán textos sin imagen. Hablo en pasado, pero esta tendencia es ya hoy una realidad en aumento. En un día cualquiera, dentro del uso total que hace un alumno de su móvil, exclusivamente habla y ve, sin mediar texto escrito. No solo por el lenguaje que busca y que es desde hace tiempo consenso invisible en las nuevas generaciones, sino por la configuración del propio dispositivo, cada vez más encaminado a ver, escuchar y hablar. La IA añade un plus a esta tendencia: está transformando la forma de leer, buscar, analizar y crear contenidos. 2023 supuso un impacto para el lenguaje escrito, 2024 lo está siendo para el audiovisual, y 2025 lo será para las STEM, programación, matemáticas, física... Y todo ello bajo un entorno de comunicación, aprendizaje y trabajo multimodal integrativo. Ningún lenguaje aparecerá aislado del resto. Leer, ver, escuchar no son verbos divorciados para la generación Alfa. Podrán leer libros por mero disfrute, pero el elemento primordial será multimodal. Y la forma de interactuar con los dispositivos, primero móviles, tabletas y ordenadores, después aparatos domóticos de la casa y del transporte, será audio(visual). Hablaremos con cosas y congéneres.
Y dirás: Vale, pero la alfabetización sigue siendo esencial. Así es, el qué es el mismo, pero debemos reconsiderar como docentes el cómo, porque éste viene en odres nuevos que condicionan la forma de interactuar, conocer y trabajar. Todo proyecto lingüístico debiera ser por necesidad multimodal. No tiene sentido en estos tiempos que el currículo no tenga en cuenta de forma preeminente el estudio y uso de y a través de contenidos multimodales. La edificación de un proyecto lingüístico de centro, colaborativo y multicompetencial, debiera ser el objetivo primordial de todo claustro, y a su vez un objetivo dentro de los servicios de innovación, que debieran desplazar la estrategia del modelo "proyectos-estanco" hacia objetivos integrativos en ámbitos comunitarios. Una cuestión es dotar y formar al profesorado y otra el ajuste didáctico y organizativo de lo aprendido. El pildoraje formativo es superficial e inocuo.
La radio, en todas sus modalidades y ramificaciones, será sin duda esencial, pero debiera, como el resto de herramientas y metodologías, repensarse a sí misma. Curiosamente -abro un melón delicado- en tiempos en los que cada vez más consejerías prohiben móviles en los centros, el móvil es una herramienta didáctica privilegiada para el aprendizaje de estas competencias, permite que cada alumno sea un reportero andante. Y en sus casas apenas hay ordenadores, si acaso tabletas. La unidad de uso en las nuevas generaciones es la aplicación móvil de moda, funcional y hegemónica. Leen en encuadres miniaturizados, ven series o vídeos de YouTube en un espacio de no más de 25x20, 15x10 como mucho en sus móviles. Casi no consumen audiovisual desde los televisores, excepto cuando consumen videojuegos. La mayor parte de narrativas que acostumbran las consumen en formato audiovisual. Pueden aprender más de Historia por el lore subyacente a la trama de un videojuego que mediante un libro de texto que tragan sin procesar. Las nuevas generaciones consumen una narrativa mediada por el audiovisual. Es el nuevo formato de lectura, entendiendo lectura como un proceso activo y multimodal de interpretar, interactuar dar significado y crear textos, imágenes, sonidos, vídeos y otros formatos. De hecho, leer (analizar y crear) audios, imágenes y vídeos es tan importante como leer texto.
Hace unos días, por poner un ejemplo, Google sacó para uso público su herramienta NotebookLM, que además de resumir y ayudar al alumno a entender y estructurar textos, los convierte en podcasts donde dos personajes dialogan sobre los contenidos del texto que le proporcionas. Por ahora, las voces están disponibles solo en inglés, pero imaginemos en un par de años cómo evolucionarán las herramientas multimodales de IA. Oir y ver contenido será más habitual que leerlo, por lo que el docente tendrá que hacer un esfuerzo extra para ofrecer al alumno experiencias de aprendizaje a través de las cuales traducir formatos, y en esa traducción provocar el aprendizaje y la reflexión. Entiéndaseme traducir como todo acto de asimilación de un mensaje o contenido, que normalmente supone un trasvase de formatos y medios de uso. En mis clases de Filosofía cada vez utilizo más lenguajes multimodales para provocar un aprendizaje significativo. Escribir, pero también hablar, escuchar, crear. Micro audios con contenidos de área como ayuda al estudio, entrevistas en su entorno familiar y de barrio, micro audios o vídeos reflexivos, chats donde dialogar y consensuar argumentos para debatir en clase, conversaciones con asistentes de IA para aprender a argumentar, rebatir, expresarse, generar flujos de pensamiento...
Si nos circunscribimos al ámbito exclusivo de la radio como medio, el cambio de perspectiva también es significativo. Hacer radio en emisora se revela como uno de tantos posibles modelos de trabajo en los que la oralidad y la generación de audios estén presentes. ¿Pueden ser los reels, stories, tiktoks, vlogs... un formato relevante de creación de audiovisual que sustituya al podcast tradicional? Cada vez más jóvenes se animan en YouTube a hablar de sus lecturas, sus gustos audiovisuales o temas de actualidad, con guiones más o menos elaborados, pero que sin duda empatizan con su público de iguales a través de un lenguaje común en el que se reconocen.
Subrayo lenguaje común porque creo que es un asunto didáctico relevante. La generación Z y Alfa se siente más alejada de sus docentes en la forma de comunicar que la que yo, bien entrado en la cincuentena, incluso un profesor millennial, sentía. La formación del profesorado pasa también por hacer un esfuerzo de asimilación de nuevos lenguajes, sin por ello renunciar a su singularidad generacional. Esta asimilación pasa por conocer y usar medios de interacción, conocimiento y trabajo contemporáneos. La tentación inicial del docente es usar medios que maneja y entiende, en paquetes didácticos con los que se sienta cómodo, que no le requieran un reaprendizaje costoso en tiempo y energías. Sin embargo, nos ha tocado unos tiempos en los que se hace necesario un reentrenamiento de patrones culturales, formas de expresión, medios de comunicación y aprendizaje.
El objetivo de hacer radio no es hacer radio per se. Se integra en un objetivo superior que busca mejorar la alfabetización del alumno en un entorno donde no basta saber leer y escribir, y hacerlo de la forma que nuestros padres lo hacían. De hecho, dudo que la radio profesional que se haga después de unas décadas se parezca a la existente. El podcast se reinventará en formatos nuevos, más relevantes para los oyentes. La escuela debe estar ahí incluso antes de que suceda.
Transcripción del texto a audio en ElevenLabs
Diálogo generado con NotebookLM a partir del texto (en inglés)