viernes, 31 de mayo de 2019

Efectos potenciales de Sci-Hub sobre la publicación académica

Escribe Universo Abierto

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Potential Effects of Sci-Hub on Academic Publishing. ZME Science June 24th, 2016 at 10:33 pm by Joshua Pearce
La industria editorial académica está experimentando un cambio radical. El modelo estándar con el que la mayoría de los investigadores están familiarizados se representa en la Fig. 1. Los científicos escriben artículos y los envían libremente a un puñado de editoriales establecidas, que luego se encargan de que otros científicos revisen el trabajo por pares. Si el trabajo es bueno, entonces publicado, pero sólo es accesible para los suscriptores a esas revistas. La mayoría de las grandes universidades tienen bibliotecas que pagan las suscripciones a los editores para que los científicos puedan leer el trabajo de los demás. La ciencia avanza y este modelo funcionó razonablemente bien durante más de 100 años.

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Fig. 1. Modelo tradicional de publicación académica
Pero, el modelo estándar tiene algunos problemas, que se han hecho más evidentes con la creación de Internet. En primer lugar, es intuitivamente obvio que el progreso de la ciencia se sirve mejor si todos tienen acceso a la literatura académica. Sin embargo, algunas bibliotecas no pueden permitirse tener todas las suscripciones. La falta de acceso a la literatura era (y sigue siendo) un problema particular en el mundo en desarrollo, donde la investigación está crónicamente subfinanciada. El mismo problema es común a la mayoría de las universidades, excepto en las más ricas.
Los científicos resolvían en parte este problema enviándose rutinariamente solicitudes de preprints. Esto era pintoresco y los profesores mayores seguro que lo recuerdan con cariño, pero era claramente ineficiente. Este procedimiento fue acelerado por Internet a través de solicitudes de preprints mediante correo electrónico y, más recientemente, por el hashtag #icanhazpdf en el sitio web anónimo de Twitter, Reddit/r/scholar,, y una vibrante comunidad académica que compartía documentos de pago en las redes peer-to-peer.
La contracción del mercado editorial académico en un puñado de poderosos editores con una mentalidad corporativa creciente que exigía mayores beneficios elevó los precios de las suscripciones a las revistas, lo que provocó que más bibliotecas las perdieran (por ejemplo, incluso se cuestionó a Harvard). Esto perjudicó a la ciencia, ya que engrosó las filas de los investigadores intelectualmente privados de derechos y la avalancha de solicitudes de preprints se convirtió en algo irritante. Al mismo tiempo, dos desarrollos tecnológicos desafiaron a algunos de los editores de valor que se veían añadidos al trabajo académico. En primer lugar, la autoedición y el software libre de composición tipográfica (por ejemplo, Libre Office o LaTeX) permitieron a los científicos crear sus propios diseños y archivos pdf de aspecto profesional. En segundo lugar, la proliferación de servidores de Internet de código abierto baratos basados en Linux hizo posible publicar estos pdfs en Internet a un coste marginal esencialmente nulo.

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Figura 2. Modelo de publicación de pago por acceso. Crédito: Joshua Pearce
La frustración con el modelo estándar y estos desarrollos tecnológicos dieron lugar a un movimiento de acceso abierto. Actualmente hay muchos editores de acceso abierto, que tienden a seguir un modelo de pago por publicar, como se muestra en la Fig. 2.
Los académicos escriben artículos y los envían a los editores junto con una tarifa de procesamiento de artículos que generalmente oscila entre 500 y 2.500 dólares por artículo. Al igual que con el modelo anterior, otros académicos voluntarios revisan los documentos, sin embargo, si son aceptados, se publican libremente para que todos puedan leerlos en Internet.
Como el costo inicial de la publicación digital es minúsculo, muchas de las nuevas editoriales de acceso abierto, junto con más de diez mil revistas de acceso abierto, han proliferado a menudo sin pagar derechos de publicación. Además, todos los principales editores ofrecen ahora modelos mixtos (por ejemplo, los investigadores pueden optar por hacer que su trabajo sea de libre acceso a cambio de una cuota o publicar gratuitamente bajo el modelo estándar).
Al mismo tiempo, los científicos han comenzado a publicar de forma agresiva preprints libremente en Internet. En algunos casos esto es exigido por los financiadores científicos (por ejemplo, los NIH), en otros casos los académicos simplemente han perseguido más citas en sitios como ResearchGate o Academia.edu. Además, todas las disciplinas académicas, como la comunidad física, han adoptado el intercambio de preprints de acceso abierto (por ejemplo, en arXiv o en sus propios repositorios institucionales).
Muchos académicos no tienen los fondos para pagar altas tarifas de procesamiento de artículos o se han sentido frustrados por la falta de apertura en la literatura científica. Para estos académicos, ahora hay disponible un tercer modelo encarnado por Sci-Hub.
Sci-Hub automatiza el proceso de solicitudes del pasado. Los académicos pueden publicar en cualquier revista utilizando el modelo 1 y luego para obtener acceso abierto a cualquier trabajo científico simplemente ir a la página web de Sci-Hub, escribir el nombre del artículo que desean, y lo descarga de manera “alegal” gratuitamente.
Sci-Hub hace esto primero buscando en un repositorio público hermano de artículos de investigación científica llamado Libgen. Si el artículo no está allí, Sci-Hub utiliza las credenciales de forma anónima para obtener acceso autorizado a varias colecciones de paywalled. Sci-Hub entonces entrega un pdf del artículo de la revista al solicitante original y deposita una copia en Libgen para usos futuros también (más de 47 millones en el momento de escribir este artículo).
Este tercer modelo nuevo se muestra en la Fig. 3. De la Fig. 3 se desprende claramente que no hay dinero que cambie de manos para que los científicos puedan acceder a los documentos que escriben y, por lo tanto, este modelo representa una grave amenaza comercial para los editores que utilizan cualquiera de los modelos anteriores. Los bibliotecarios universitarios se encuentran atrapados en el medio.

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Figura 3. Modelo Sci-Hub. Crédito: Joshua Pearce

El modelo 1 es el más amenazado y esto explica por qué Elsevier, el mayor editor científico, demandó a Sci-Hub y tuvo éxito en obtener una orden judicial contra el sitio original de Sci-Hub.
Algunos autores han señalado que esta demanda puede haber sido desacertada ya que publicitó lo que de otra manera era un sitio web relativamente desconocido. Sin embargo, es posible que la demanda sólo haya tenido un efecto en el momento, pero no en sus efectos generales a largo plazo. Poco después de la orden judicial, se creó un nuevo sitio de Sci-Hub (fuera de la jurisdicción legal de los Estados Unidos) para continuar el mismo trabajo.
Parece claro que incluso si los editores se agrupan e invierten enormes recursos económicos y legales para cerrar cada uno de estos sitios piratas, los grupos de libertad en Internet con recursos sustanciales y desconocidos (representados en la Fig. 3 como Anónimos) sólo difundirían más la literatura científica libremente en sitios espejo. Por lo tanto, se puede suponer que es poco probable que el sistema legal actual detenga a Sci-Hub o a sus descendientes.
Por lo tanto, se trata de Sci-Hub y los modelos de publicación de tipo 3 tendrán un efecto sobre los editores académicos que utilicen los otros dos modelos. El efecto más probable será la continua erosión de las bibliotecas institucionales que quieran (o puedan) pagar fondos sustanciales a los editores científicos (por ejemplo, más de un millón de dólares por las suscripciones a Elsevier) para acceder a sus depósitos de literatura científica.
 Suponiendo que los costes de los editores que prestan sus servicios actuales sean aproximadamente fijos, esto dará lugar a un aumento del coste de los repositorios, lo que dará lugar a un circuito de retroalimentación positiva. Este efecto obligará a más bibliotecas a abandonar las suscripciones, por lo que este efecto se denomina a veces “espiral de muerte”. Los editores académicos pueden frenar la espiral de la muerte cobrando menos por el acceso a sus repositorios históricos. Sin embargo, este enfoque tiene consecuencias negativas evidentes, ya que reducirá los márgenes y los beneficios para sus accionistas. Además, aunque las revistas impresas están en circuito de un largo declive, parece claro que el efecto Sci-Hub hará que los fondos disponibles para la compra física sean demasiado bajos para ser sostenibles. Para los académicos más antiguos esto puede evocar terror, pero para los más jóvenes que nunca han accedido a la literatura de ninguna otra manera que no sea a través de una página web o un pdf, esto no será una pérdida notable.
Los editores académicos que actualmente utilizan el segundo modelo de pago por publicar tampoco estarán inmunes a los efectos de Sci-Hub. El principal beneficio de pagar por una publicación de acceso abierto es que existe una evidencia bastante sólida de que el acceso abierto implica tasas de citación más altas. Esto no es demasiado sorprendente, ya que los académicos necesitan ser capaces de poder leer un documento para poder citarlo. Las citas tienen un valor enorme para los académicos, ya que a menudo son importantes para la contratación, la promoción y la permanencia en el cargo. Sin embargo, Sci-Hub esencialmente convierte todas las publicaciones de tipo 1 en publicaciones de acceso abierto sin cargo de procesamiento de artículos. ¿Que valor valor implica pagar por publicar en acceso abierto cuando Sci-Hub lo proporciona gratis?.
Los autores científicos pueden estar dispuestos a pagar por la corrección de textos y otros servicios auxiliares de valor añadido, pero se espera que los investigadores dispuestos a pagar varios miles de dólares por el simple acceso abierto disminuyan. Por lo tanto, también parece probable que haya una presión a la baja sobre los precios en el modelo de pago por publicación. Los efectos serán los mismos que con las editoriales de tipo 1, una carrera hacia el fondo de los costes marginales.
“Sci-Hub debilitará todos los modelos convencionales de negocio editorial” Aunque es probable que se produzcan cambios importantes en la industria editorial académica, no todo está perdido. La revista ideal desde el punto de vista académico es aquella que tiene un alto factor de impacto, una revisión rápida, proporciona un acceso abierto al contenido de forma continua y proporciona servicios auxiliares rápidos y de alta calidad (por ejemplo, composición tipográfica, corrección de textos, traducción, edición de vídeo, etc.).
Las editoriales académicas todavía tienen un activo importante en sus revistas de alto factor de impacto de marca. Los nuevos competidores que siguen cualquier modelo de negocio tienen importantes barreras de entrada que superar para generar una nueva revista de alto factor de impacto.
Los investigadores continuarán queriendo publicar en las revistas de alto factor de impacto por el valor del prestigio. Los investigadores también quieren que sus resultados se publiquen lo más rápidamente posible, especialmente en los campos competitivos de rápida evolución. Es probable que estén dispuestos a pagar por esta velocidad.
Como tal vez un reflejo del futuro, algunas revistas ya están cobrando una tarifa de procesamiento de artículos relativamente baja (del orden de ~100 dólares) por adelantado antes de que un artículo sea enviado para su revisión. Esto parece ser un buen modelo en el clima académico actual para los editores, ya que el coste es pequeño en relación con la mayoría de las ayudas y contratos de investigación. También puede ser posible que los investigadores paguen cada vez más por una revisión más rápida. Esto tiene riesgos obvios, pero asegura parte de los fondos para la industria editorial académica. Además, los editores académicos pueden buscar nuevas fuentes de ingresos, como anuncios y datos.
El sitio academia.edu proporciona algunas ideas sobre cómo podrían funcionar estos modelos. Han demostrado que para un acceso fácil y rápido a la literatura, los académicos están dispuestos a mirar anuncios dirigidos (por ejemplo, anuncios para puestos académicos). Además, como los editores tendrían acceso exclusivo a los datos generados por sus lectores, pueden proporcionar información valiosa a la industria (por ejemplo, sobre qué temas de ingeniería están de moda). En este caso, la información sobre los usuarios se convierte en “producto”, mientras que el producto anterior (documentos) se regala gratuitamente. Al final, la única posibilidad de los editores contra Sci-Hub es regalar artículos gratuitos a través del acceso abierto y pasar a nuevos modelos de negocio.
Incluso con nuevos métodos para mantener los ingresos de los editores académicos, Sci-Hub debilitará todos los modelos convencionales de negocio editorial. Esto presenta el riesgo de que la publicación académica se pierda al hacerla más accesible, lo que, según todo el mundo, sería una pérdida neta para la humanidad. Para proporcionar un respaldo en caso de fracaso de la industria editorial académica masiva, las editoriales sin fines de lucro en los sectores de la educación y el gobierno podrían llenar el vacío.
Las universidades ya tienen a su cargo el trabajo más cualificado para la publicación de revistas académicas: la redacción y la revisión por pares de los artículos. Como se señaló anteriormente, los recientes avances en el software de código abierto hacen que la configuración tipográfica, la publicación digital y los repositorios de Internet sean relativamente baratos y fáciles de configurar y mantener.
Muchas universidades ya mantienen algún tipo de repositorio de acceso abierto para la publicación de tesis de posgrado, expandiéndolo a la publicación de revistas de pleno derecho con el software Open Journal System (OJS) de  Public Knowledge Project, que ya mantiene más de 8.000 revistas. Además, las universidades podrían utilizar sus propias e importantes marcas para dar prestigio a las nuevas revistas. Por ejemplo, el MIT está experimentando con PubPub.
Del mismo modo, los financiadores científicos gubernamentales ya prestan todos los servicios de una editorial académica para permitir la revisión por pares de las solicitudes de subvención y la publicación de los resultados de la investigación financiada con informes. Los financiadores de la ciencia como el DOD, NIH, NSF, DOE, NASA y USDA pueden apoyar a las revistas de acceso abierto revisadas por pares para los científicos que financian en sus subdisciplinas. La División de Física de la Fundación Nacional de Ciencias, por ejemplo, ofrece el NSF Journal of Physics, que podría dividirse por subdivisión/subdisciplina.
Para aprovechar plenamente las eficiencias posibles de este proceso, los financiadores deberán cumplir dos nuevos requisitos. Las solicitudes de subvención podrían empezar a tomar la forma de una introducción y métodos para un artículo de revista y luego, en lugar de informar sería obligatorio para una publicación de subvención en la revista de acceso abierto del gobierno. Los artículos se someterán a la misma revisión por pares que se hace actualmente en cualquier revista convencional. Los editores también provendrían de la comunidad científica y la revista podría ser administrada por los gerentes de proyectos existentes.
Debería ser obvio que si todos los métodos que aquí se ofrecen para que las editoriales académicas se encaminan a mantener sus ingresos reducirán la demanda de Sci-Hub. La publicación gratuita y de acceso abierto a gran escala, ya sea por parte de editores convencionales, universidades o financiadores gubernamentales, eliminará la necesidad de Sci-Hub.
Al final, la literatura científica se pondrá gratuitamente a disposición de todos y la importancia de Sci-Hub y la de su descendiente será irrelevante. Esto supondrá un enorme beneficio neto para la sociedad y acelerará el progreso científico. Para que las editoriales académicas sigan siendo relevantes y eviten el mismo destino que el propio Sci-Hub, deben cambiar rápidamente a nuevos modelos de negocio y continuar innovando para satisfacer las necesidades de los académicos de forma creativa.
 Tomado de Universo Abierto

jueves, 30 de mayo de 2019

Universidad e integración social: un debate necesario

Escribe Sergio Fernández

Igualdad de oportunidades. Este ha sido el principio fundamental de la universidad como mecanismo fundamental de integración social a nivel formativo, especialmente desde su progresiva expansión y generalización como máximo nivel de la Educación Superior pública, no solo en términos de currículo académico, sino especialmente de estatus sociocultural, de prestigio comunitario/familiar y de inserción laboral.
La formación universitaria se ha universalizado en el mundo occidental (u occidentalizado). Ser universitario es el requisito integrador por antonomasia en nuestro entorno, fundamental en el primer escalón del proceso de socialización secundaria, hacia el éxito (en términos estéticos) o la autorrealización (en términos éticos). Frente a otros caminos u oficios, la universidad es el símbolo de la integración personal imprescindible o la bandera señera del progreso colectivo, al preparar a los hombres y mujeres para ser parte útil del desarrollo nacional (de la cultura general a la revolución tecnológica), desde la responsabilidad pública (superando desigualdades de origen) o desde la acción privada (fomentando la libertad socioeconómica).
A nivel estatal nos encontramos ante la cúspide del Estado del bienestar (Welfare State). Movilidad entre clases, ascenso personal, homologación de estatus, equiparación colectiva o prestigio ante la comunidad. El mecanismo para crear clases medias estables, más altas o más bajas según los talentos o los azares, asegurado con la culminación del proceso histórico de “democratización” necesaria de la universidad: la construcción de la misma como “servicio público” (desterrando la selectiva universitās magistrōrum et scholārium) tan universal como fuera posible (gratuita o copagadamente). Y a nivel privado aparece como alternativa, no siempre complementaria, desde la libertad de elección socioeconómica: ampliando las opciones, o siendo parte de cierta élite (de Oxford a Harvard).
Pero, en los últimos años, diversas realidades y diferentes indicadores han puesto sobre la mesa los posibles límites de sus sistemas de integración en plena era de la globalización y que afectan especialmente al sector público.
Realidades como la feroz competencia por la citada y creciente oferta de las instituciones privadas (que puede generar la percepción social de instituciones públicas como espacios para los estratos más humildes), el impacto en la formación de las nuevas tecnologías de comunicación (que conlleva espacios más numerosos e interactivos que cuestionan las vías tradicionales y presenciales), las emergentes formas de producir y consumir que impactan en las perspectivas de alumnos, profesores y empleadores (y que exigen titulaciones más competitivas y formaciones duales más prácticas, ligadas a las necesidades empresariales o mediáticas).
E indicadores especialmente visibles en recurrentes épocas de crisis (con sus políticas de ajuste/recorte): persistentes tasas de abandono o fracaso del alumnado en diversos grados (de los factores de motivación a los niveles de exigencia), el descenso de matriculaciones ante las citadas perspectivas de empleabilidad (de la presión social a la conciliación personal), problemas de diferentes sectores de egresados en integrarse en el mercado de trabajo (tanto en tiempo como en especialidad), o limitadas ofertas de prácticas en algunos campos (la necesaria experiencia previa).
El mundo cambia y la universidad pública también. La pluralidad de opciones, la libertad de elección, la flexibilidad espacio-temporal y las posibilidades tecnológicas son algunos de los rasgos de este tiempo donde deben repensarse los medios y contenidos para afianzar la imprescindible función integradora de la universidad: como servicio público abierto al debate interno, a la rendición de cuentas, y a la comunicación continua. Y, por ello, atendiendo inevitablemente aspectos denunciados como la desvalorización de su oferta, contenidos y títulos (real o magnificadamente) que afectan, tarde o temprano, a los procesos individuales y colectivos de integración; “burocratización” innecesaria en la gestión interna; “corporativización” en la selección del personal docente; “generalización” de estudios muy comunes o muy teóricos, no siempre ligados a la realidad socioeconómica concreta; o “masificación” en las aulas y en los catálogos. Desvalorización, en términos de integración sociolaboral (exacta o percibida) que afecta también, y de manera destacada, a la expansiva universidad privada, entre precios prohibitivos, ofertas desmedidas, competencia excesiva, estructuras demasiado provisionales o virtuales (con consecuentes bajos niveles académicos e investigadores).
Porque, lo importante, aunque parezca mentira, son los alumnos, los usuarios. A ellos deben políticos y dirigentes, decanatos y claustros, departamento y profesores sus trabajos presentes y sus reflexiones futuras. El alumnado quiere aprender para integrarse en un mundo no siempre justo, no siempre fácil, y cada vez más competitivo y excluyente. Los más jóvenes aspiran a independizarse, a encontrar su primer empleo, y una vida más o menos digna; los más mayores a salir de la precariedad laboral, a poder reciclarse, o a reengancharse a un tren que pasó hace tiempo.
La universidad asumió este principio como irrenunciable. Pero nacen, o persisten, debates sobre cómo “integrar” eficaz y realmente. Todos los conocemos. En primer lugar, su naturaleza como opción o como derecho (o ambas cosas): una vía optativa de formación para los más talentosos, independientemente de su origen e ingresos (a los que la sociedad atiende con precios reducidos o políticas de becas); o una vía abierta a casi todo el mundo, aumentando el acceso (gratuidad en las matrículas o ampliación de los numerus clausus), el catálogo (multiplicándose estudios de grado y máster) y los recursos al respecto (aulas virtuales y megacampus).
En segundo lugar, el modus vivendi académico (presente o próximo): respetar la teoría o elevar la práctica (en permanente equilibrio, o desequilibrio), proteger la presencialidad o apostar por el sistema on-line o semipresencial, y buscar la excelencia o minimizar las diferencias (desde el mérito personal a alcanzar o las competencias comunes a superar).
Y, en tercer lugar, bien especialización sectorial bien generalización universitaria; es decir, enfocar la oferta de cada centro en grandes áreas productivas o investigadoras (por ejemplo, tecnológicas, sociosanitarias, agroalimentarias) o respetar la libertad en la oferta y en la demanda (del “café para todos” regional a la iniciativa particular).
Debates que se dan, dentro y fuera de las aulas, y que deben obligar a contrastar el nivel de integración actual y preparar el del devenir inmediato. La universidad no puede ser una corporación cerrada a ciertas realidades cambiantes y a necesidades emergentes. Hay debates que se deben plantear, que se deben abrir. Pese a quién pese. Se han logrado grandes logros que, o pueden erosionarse, o se pueden minusvalorar, cerrando de manera efectiva la puerta a determinados grupos sociales a la hora de elegir su carrera (por las “materias”), de lograr un ascenso social real ante necesidades y expectativas no cubiertas (por las “oportunidades”) o de poder elegir un trabajo al terminar la misma (por las “salidas”). Parece mentira, pero en ciertos lugares se define a determinados sectores de egresados universitarios como colectivos en riesgo de precariedad, exclusión y hasta de pobreza. Títulos que valen poco o que no valen nada para el Estado y/o para el Mercado. Ya no se habla de la muy española “titulitis”, sino de falta de adaptación o de sobrecualificación. Quién lo diría hace décadas.
La competencia es básica en la Universidad: entre instituciones y carreras, entre campus y facultades, entre editoriales y revistas; para ello rankings académicos, índices de impacto, acreditaciones neutrales, evaluaciones continuas, convenios empresariales y auditorías externas deben acreditar la eficacia, eficiencia y calidad de lo que se enseña y lo que se aprende.
También lo es la innovación: patentes, diseños originales, investigaciones punteras, productos comercializables, e invenciones impactantes (big data, inteligencia artificial). Y la internacionalización es la culminación obvia: saber idiomas (el inglés como lengua franca, o lenguajes emergentes como el chino o el árabe), conocer otras experiencias lejanas, o vender la producción más allá de nuestras fronteras. Pero a estas exigencias técnicas-digitales hay que unir el impacto humano más cercano; la esencia social y cultural de la comunidad de referencia o de pertenencia, a la que hay que servir, de la que hay que aprender, con realismo y exigencia. Un impacto que se puede y debe medir, de y en la universidad, atendiendo las posibilidades y expectativas, y hasta los dramas, de los alumnos y sus familias.
Una oportunidad de integrar. Las universidades públicas, y también las privadas (desde la obligatoria responsabilidad social corporativa, RSCdeben atender estos retos en su función integradora, tanto en los recursos como en posibilidades. Pero no siempre esperando grandes oráculos a los que obedecer, desde leyes cambiantes o gobiernos a veces lejanos; sino desde la autonomía de centros y profesionales que han demostrado (especialmente con la implantación del Espacio europeo de Educación superior) su vocación y preparación para mejorar y cambiar en sus instituciones y métodos, comprendiendo lo que pasa, escuchando lo que se pide, evaluando lo que se hace y, de esta manera, haciendo de la integración algo real y sostenible.
Tomado del Blog de Studia XXI con permiso de sus editores

miércoles, 29 de mayo de 2019

Cómo saber la dificultad real que entraña aplicar una determinada innovación educativa en su asignatura #innovacioneducativa

Escribe Ángel Fidalgo

Uno de los problemas habituales de la innovación educativa es conocer, con anterioridad a su aplicación, el esfuerzo que llevará tanto al profesorado como al alumnado a utilizarla.
Esto es debido principalmente a dos motivos:
  • La divulgación de los métodos de la innovación tiende a describirlos genéricamente, a ensalzar sus ventajas y a definir el posible impacto transformador del modelo educativo.
  • La publicación científica de las experiencias de innovación educativa se suele centrar en validar de forma científica el logro obtenido.
Entonces, ¿cómo podemos valorar el esfuerzo que conlleva aplicar una determinada innovación educativa? Hay una forma sencilla, es con la metáfora de la tortilla de patatas.
Tenemos que ver un determinado método de innovación educativa, o una experiencia concreta, como la tortilla de patatas. Esto es, el resultado final es la tortilla de patatas.
 Para saber el esfuerzo que nos llevará realizar una tortilla de patatas tenemos que conocer los ingredientes principales (patatas, huevos, aceite, sal….), las herramienta a utilizar (sartén, cuchillo, plato,…..) y las actividades que tengo que realizar (batir los huevos, pelar patatas, freír patatas,…….)
Lo mismo ocurre con cualquier método de innovación educativa, tenemos que ver:
  • Ingredientes: tipos de contenidos, formularios, rúbricas, foros,…..
  • Herramientas TIC: Por ejemplo, Moodle (para realizar foros y cuestionarios), YouTube (para subir y acceder a los videos), Wiki (para elaborar los materiales),……..
  • Actividades: Se definen uniendo los ingredientes y las herramientas. Por ejemplo, para que el alumnado vea un video y el profesorado conozca si han adquirido los conocimientos expuestos en dicho video, las actividades serían: Profesorado (grabar video, subirlo a YouTube, hacer un cuestionario de evaluación, habilitar un foro,…). Alumnado (ver el video, utilizar el foro en caso de que haya dudas, hacer el cuestionario final…).
De esta forma  usted podrá hacerse una idea del esfuerzo que le llevaría disponer  los ingredientes, las tecnologías a utilizar y las actividades que usted y su alumnado tendrían que realizar. Así pues, tendría una valoración del esfuerzo que le llevaría aplicar la innovación educativa.
Hay una forma aún más fácil de conocer el esfuerzo y, además, sirve de guía en la aplicación de la innovación educativa en caso de que decida aplicarla: “la receta de cocina”
La receta de cocina integra y secuencia ingredientes, actividades y herramientas. Por tanto, le valdría tanto para conocer la dificultad de realizar un determinado plato, como para cocinarlo en caso de que decida hacerlo.
Desde el congreso CINAIC  (se pueden presentar trabajos hasta el 15 de junio de 2019 y se celebrará del 9 al 10 de octubre) estamos convencidos de la necesidad de  esta metáfora. Tanto es así que en lugar de talleres tendremos una escuela de cocina, donde las innovaciones educativas las presentaremos como recetas, con sus ingredientes, sus herramientas y sus actividades. La idea es que si asiste a la escuela de cocina conozca la dificultad de cada innovación, el esfuerzo que le llevaría utilizarla (a usted y su alumnado) y en caso de que decida aplicarla, tendrá la receta para hacerlo.
Tomado de Innovación educativa con permiso de su autor

martes, 28 de mayo de 2019

¿Por qué no arranca en España la “verdadera” filantropía universitaria?

Escribe Carmen Pérez Esparrells

Al hilo de un artículo publicado en el periódico El Mundo el 24 de abril sobre por qué los millonarios españoles pasan de la universidad (leer aquí) y no contamos ni con filántropos ni con mecenas, me gustaría reflexionar en esta entrada sobre los motivos por los que no logra arrancar la filantropía “verdadera” en las universidades públicas españolas o la filantropía más altruista al estilo anglosajón. Y es que una filantropía “pura” de grandes filántropos y mecenas no existe aún en España. Preparar las bases para ello en las universidades públicas españolas, al estilo de las universidades privadas, es uno de los grandes retos pendientes que tiene el Sistema Universitario Público Español.
Ante la previsible caída de la financiación pública destinada a las universidades en el medio y largo plazo, para costear los fuertes incrementos derivados de los gastos socio-sanitarios, incluido el gasto social en la dependencia, una de las alternativas más atractivas, pero difíciles de poner en marcha en las universidades públicas, es la financiación que proviene del mecenazgo y la filantropía, casi ilusoria en España. En la actualidad, el presupuesto que gestiona todo el sistema público universitario español ronda los 9.000 millones de euros, cifra que se adivina insuficiente para mantener el ritmo de crecimiento del gasto en I+D+i que se precisaría para nuestras universidades, especialmente si queremos competir en innovación y desarrollo tecnológico con los buques insignia (flagships) a escala internacional y, por ende, mantenernos en la carrera de los rankings globales al mismo nivel mundial.
Las buenas posiciones en los rankings internacionales de las universidades estadounidenses y de las dos británicas Oxbridge, que ocupan habitualmente los primeros veinticinco puestos, son sinónimo de éxito (en la recaudación). Estas prestigiosas universidades cuentan con una gran red de donantes y contactos que se amplía año a año. Eso descontando la élite de grandes filántropos y mecenas que confían importantes sumas de dinero en estas prestigiosas universidades anglosajonas. A propósito de estos últimos, me decía un colega que tiene una larga carrera profesional en el mundo de la filantropía universitaria en Estados Unidos que, “si entra en una universidad pública española ahora mismo un mecenas con un millón de euros en el bolsillo, no van a saber qué hacer con el dinero y, probablemente, les causaría más problemas de los que les solucionaría”. Estamos muy lejos de que ocurra esta situación tan habitual en algunas universidades estadounidenses, pero podemos ir sacando algunas lecciones del modelo anglosajón sin caer en la imitación superficial sin más, porque existen casos aislados de donaciones procedentes de capital español en dichas universidades de élite.
En mi opinión, la primera lección es que se trata de una cuestión de confianza. Empezando por los líderes universitarios (Rector y equipo de gobierno, Gerente y gestores de alta dirección, Presidente de Consejo Social y resto de miembros) y continuando por el resto de la comunidad universitaria (profesores e investigadores, personal de administración y servicios, estudiantes), todos tienen que ver el mecenazgo y la filantropía como una gran oportunidad, y no como una interferencia en el control de los órganos de gobierno y de la propia universidad. Nada más lejos de la realidad, ya que el poder de la academia en las grandes universidades norteamericanas y británicas es manifiesto.
La segunda lección es que parece imprescindible dar mayor importancia al movimiento Alumni y cultivar la red de amigos de la universidad (friendship) como si de un tesoro se tratara. No se puede empezar la casa por el tejado e intentar crear de la nada una potente red de filántropos y mecenas sin sentar la base, que son los antiguos alumnos. Porque cómo se repite como un mantra en el mundo anglosajón, se pueden tener buenas relaciones con los Alumni sin captación de fondos o fundraising, pero no es posible conseguir fondos sin desarrollar las relaciones con los antiguos alumnos. Además, en un futuro, estos pueden transformarse en directivos de grandes empresas, empresarios y emprendedores de éxito, directores de organizaciones internacionales y de fundaciones, etc. de forma que se transformen en embajadores y nos puedan ayudar a abrir las puertas más cercanas en sus respectivos círculos de poder para conseguir fondos de carácter filantrópico.
La tercera lección es que el fundraising sea visto como un factor estratégico de la universidad. A imagen y semejanza de lo que se hace en universidades anglosajonas es preciso, en primer lugar, clarificar las estructuras de gestión para unificar servicios y actividades y, sobre todo, para conocer a quién dirigirse, con una única puerta de entrada, sencilla, visible y accesible, que debe abrir la Oficina de Fundaraising o Development y, en segundo lugar, profesionalizar las estructuras de gestión, de forma que nuestros líderes y el resto de stakeholders confíen plenamente en la figura central del fundraiser y de todo el equipo que integra dicha oficina. En algunos casos de éxito en Estados Unidos o Reino Unido, estamos hablando de un Vicepresidente o grupo de personas con alto poder de captación, rodeadas de un numeroso equipo que rondará las 150 personas o incluso más en las universidades de élite, encargadas de toda la estructura. Aquí, en España, si existen, son estructuras particionadas y los que se dedican a esta función son personas a tiempo parcial y, en muchos casos, amateurs.
En definitiva, no estamos preparados y además aún hay mucho recelo a dar dinero, tanto grandes como pequeñas cantidades, a la universidad pública en España. Desde las instituciones públicas no hemos sabido transmitir esta necesidad y muchas personas tampoco conocen las desgravaciones fiscales tan ventajosas que existen ya en nuestro país, tanto para personas físicas como para personas jurídicas. Pero no sólo se trata únicamente de dar a conocer los incentivos fiscales a la donación universitaria, sino de sembrar las ganas de hacer grandes y pequeñas donaciones para lo cual es primordial creer en la importancia del director de la Oficina de Fundraising y los fundraisers que conformen su equipo.
En conclusión, no dejemos de explorar la financiación filantrópica porque es una fuente de financiación alternativa que no se improvisa, se construye lentamente con esfuerzo en tiempo y en dinero. Aquellas instituciones cuyo liderazgo entendiese esta nueva filosofía podrían echar a andar de forma decidida y estar preparadas para recibir tanto pequeñas como grandes donaciones de filántropos o mecenas, o lo que nos depare un futuro no tan lejano. ¡Tenemos muy poco que perder y mucho que ganar!
Tomado del Blog de Studia XXI con permiso de sus editores

lunes, 27 de mayo de 2019

Analíticas de aprendizaje y educación basada en datos

Escribe Lorenzo García Aretio.

El avance de la ciencia de los datos y la analítica del aprendizaje ha provocado una explosión de investigaciones sobre el uso de la información que procede de la actividad de los estudiantes en espacios digitales. La educación a distancia también recurre a la mediación digital para establecer el contacto entre estudiantes, docentes y recursos, lo que hace de ella una disciplina muy propicia para incorporar métodos de analítica del aprendizaje. En ese sentido, este número especial pretende visibilizar e impulsar la relación entre la investigación educativa basada en datos y el campo de los aprendizajes digitales, con el objetivo de enriquecer el conocimiento sobre los procesos de aprendizaje y la gestión de la enseñanza en espacios no presenciales y mediados digitalmente.
El fenómeno de la educación basada en datos ha dado lugar a distintos tipos de estudios. Hay una gran cantidad de investigaciones basadas en la minería de datos educativos, que buscan analizar los patrones de comportamiento de los estudiantes y establecer relaciones entre las variables implicadas en el proceso de aprendizaje. Una segunda tendencia se refiere a los estudios de marcado enfoque pedagógico, que utilizan la información agregada resultante del análisis de los datos con el objetivo de mejorar el diseño instruccional, enriquecer los métodos didácticos y comprender mejor el papel de los agentes educativos. Por último, también hay un número importante de investigaciones que se centran en las derivadas institucionales del uso de los datos y pretenden elaborar marcos para mejorar la toma de decisiones estratégicas, el diseño organizativo y las políticas curriculares.
Todo ello nos ha impulsado a programar un número especial, Monográfico, en la “RIED. Revista Iberoamericana de Educación a Distancia“, la Revista Iberoamericana de la Educación Digital, coordinado por los especialistas: Daniel Domínguez Figaredo (UNED, Spain), Justin Reich (MIT, USA) y José A.Ruipérez-Valiente (MIT, USA).
Las contribuciones a este número especial pueden ser teóricas o aplicadas: se aceptarán trabajos documentales sobre el estado del arte de la educación basada en datos, y también investigaciones que presenten evidencias empíricas de interés para este campo de estudio. Asimismo, pueden emplear tanto enfoques procedentes de la ciencia de los datos y de la minería de datos educativos, como del ámbito de la pedagogía y las ciencias de la educación. En el caso de las investigaciones empíricas, serán especialmente bienvenidas y tendrán preferencia aquellas contribuciones que vayan más allá de documentar la actividad de los estudiantes en un curso.
Invitamos a que se realicen estudios de caso en entornos tradicionales de educación a distancia (por ejemplo, sistemas de gestión del aprendizaje), pero también en entornos más especializados y contemporáneos, como los juegos para el aprendizaje o los sistemas de tutoría inteligentes.
Asimismo, se agradecerán las investigaciones que permitan obtener una visión más profunda de los diferentes procesos de aprendizaje, como por ejemplo aquellas que ayuden a medir las habilidades que adquieren los estudiantes en los cursos en línea, cómo esas habilidades cambian a lo largo de un curso o en situaciones de aprendizaje a lo largo de la vida y, en general, que propongan cadenas de razonamientos causales que permitan comprender cómo afecta el comportamiento de los estudiantes en espacios mediados digitalmente a su aprendizaje.
Proponemos organizar el número especial en torno a los siguientes temas:
  • Implicaciones de la analítica en la mejora de los procesos de aprendizaje, las prácticas docentes y el diseño instruccional.
  • Nuevas investigaciones sobre análítica exploratoria, predictiva o causal para mejorar
    el éxito académico.
  • Estudios piloto o marcos para la implementación de políticas institucionales basadas en la analítica del aprendizaje.
  • Analítica en espacios de aprendizaje abiertos y conectados.
  • Aproximaciones novedosas a la educación digital basada en datos.
Presentación de artículos
Los artículos deben enviarse a través de la web de la RIED. La extensión de los manuscritos será de hasta 7.000 palabras como máximo, incluidos resumen, notas y bibliografía. Los artículos podrán publicarse en español, portugués o inglés. La publicación y el acceso son gratuitos y abiertos. Para una información completa sobre el proceso de envío, consulte las directrices para autores y considere muy especialmente los requisitos y criterios exigidos por RIED.
Calendario
Abril de 2019: Se abre la convocatoria.
1 de noviembre (2019) – 15 de enero de 2020: Plazo para la presentación de artículos (subida de los mismos a la plataforma).
10 de enero de 2020: Fecha límite para presentación de trabajos.
Febrero-Marzo de 2020: Envío de decisiones y comentarios a los autores.
Junio de 2020: Publicación del número especial.
Contacto
Si tiene preguntas sobre este número especial, por favor contacte con los coordinadores: ddominguez@edu.uned.esjruipere@mit.edu o jreich@mit.edu

sábado, 25 de mayo de 2019

Estar informado (semanal 25/5/2019)

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