miércoles, 24 de febrero de 2021

Competencias digitales en educación: un marco conceptual

 Escribe Javier Tourón




Damos un paso más en el estudio que estamos llevando a cabo y al que hacía referencia el pasado doce de enero (puedes verlo aquí). Se trata del marco de competencias digitales en educación que ha servido para elaborar los cuestionarios que estamos validando, a los que si te interesa colaborar con tus respuestas puedes seguir este enlace. Estas tareas, ya se sabe, requieren la colaboración de muchos para llegar a buen puerto. El marco, cuyo texto completo se incluye al final de esta entrada, ha sido elaborado por María Jesús García San MartínMario Hidalgo y Antonio Márquez, quienes amablemente me han invitado a prologar su trabajo con el texto que incluyo a continuación:

"Es un lugar común decir que estamos en una época de cambio. Todas lo son en realidad; podríamos señalar que es algo inherente a la naturaleza humana: “todo fluye, nada permanece”. Pero también es cierto en que hay épocas en las que el cambio se acelera o se percibe de modo más evidente. Tal es el caso que estamos viviendo en este primer tercio del siglo XXI.

El profesor de la Orden enunciaba tres características de los sistemas educativos que nos viene bien señalar aquí: funcionalidad eficacia y eficiencia. “En primer lugar, la coherencia entre, por un lado, inputs, procesos, productos y metas y, por otro, satisfacción de las expectativas y necesidades sociales define la calidad de la educación como funcionalidad, pertinencia o relevancia. En segundo lugar, la coherencia del producto con las metas y objetivos define la calidad de la educación como eficacia o efectividad. En tercer lugar, la coherencia entre, por un lado, input y procesos y, por otro, productos, define la calidad de la educación como eficiencia. En síntesis, lo que genéricamente denominamos calidad de la educación según esta teoría, se identifica con un complejo constructo explicativo de valoraciones, apoya-do en la consideración conjunta de tres dimensiones interrelacionadas: funcionalidad, eficacia y eficiencia, expresión, a su vez, de un conjunto integrado de relaciones de coherencia entre los componentes básicos de la educación en general o de una institución educativa concebidas como un sistema (De la Orden, 1988)” (De la Orden, 2009, p.29).

Esta cita recoge tres aspectos que son pertinentes ahora; siempre lo son de hecho. Y es que un sistema educativo que no se adapta a las necesidades sociales no puede ser funcional y si no lo es, tampoco tendría mucho sentido hablar de eficacia o eficiencia para lograr objetivos o resultados que no son de utilidad para los destinatarios.

En alguna ocasión he señalado que el cambio es necesario porque la naturaleza del aprendizaje ha cambiado. En efecto, ya no es posible seguir considerando el aprender como un mero saber cosas que, por otra parte, pronto estarán desfasadas y carecerán de utilidad o significación para los que las hayan aprendido. Pero esto ha de entenderse bien, so pena de caer en un reduccionismo. No es que no haya que saber, o ejercitar la memoria para archivar en ella conceptos, metaconceptos y, quizá, algunos datos, pero esto no es suficiente. Ahora es preciso, entre otras muchas cosas, saber buscar la información, seleccionar lo que es relevante, evaluar la calidad de la misma, elaborar proyectos, plantear problemas, establecer vías para resolverlos, comunicar lo sabido o descubierto, trabajar en equipo, manejar los medios técnicos pertinentes, y, por decirlo con una expresión sintética: “aprender a pensar con hondura y creatividad, fomentar la capacidad crítica, desa-rrollar, en suma, hábitos intelectuales duraderos”. Todas estas competencias o habilidades no se pueden derivar del mero aprender cosas o lecciones, de almacenar información simplemente, aunque esto haya de hacerse en algún grado.

Es necesario asumir el rol que a cada uno le toca en el complejo entramado del aprendizaje y el desarrollo de las competencias, llamadas del siglo XXI. Así, el alumno ha de asumir su responsabilidad única en su propio aprendizaje; el profesor habrá de saber ser guía y apoyo que estimule el desarrollo del estudiante; las direcciones escolares habrán de disponer sus organizaciones de modo que ello sea posible y, claro, las familias deben colaborar de manera eficaz con los centros educativos, complementándose mutuamente. Todo ello ha de llevarse a cabo en un entorno en el que, tanto el acceso a la información como la elaboración y la comunicación de esta exigen, de necesidad, una más que notable competencia en el uso educativo de las tecnologías digitales. De esto va el marco que tienes en las manos y que, amablemente sus autores, me han invitado a prologar: un marco que favorezca el desarrollo de instrumentos de evaluación de la transformación digital de las organizaciones educativas.

Así, se describen, para cada agente implicado: centro educativo, profesores, alumnos y familias, las áreas de las competencias digitales en educación.

Cada uno de estos ámbitos tiene 7 áreas competenciales en las que se categorizan sus distintas competencias que se acompañan de sus indicadores clave. Como bien señalan los autores: “se debe tener en cuenta que unas competencias de este calado son transversales y están estrechamente interrelacionadas, por lo que bien podrían pertenecer a áreas competenciales de varios ámbitos, aunque se encuadren en uno concreto”. Además, esta guía de referencia incluye 6 niveles de dominio progresivo, A1 - C2, a adquirir, desarrollar y certificar. Niveles de competencia que siempre son cuestión de grado y que reflejan el esquema seguido en el marco de la competencia digital docente.

Hay que felicitar a los autores por este esfuerzo que enseguida dará sus frutos y propiciará el desarrollo de instrumentos de evaluación, lo ha hecho ya en realidad [como señalé más arriba], que favorezcan el análisis de la situación y el establecimiento de planes de mejora de las instituciones educativas, pues en educación la disposición a la evaluación y la mejora deben ser constantes".

Para leer todo el trabajo haga clic en este enlace (nota del editor del Blog CUED)

Tomado de Javier Tourón con permiso de su autor

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