Por Lorenzo García Aretio
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La creciente relevancia de la educación a distancia (EaD), impulsada significativamente por la transformación digital y por desastres globales como la pandemia de COVID-19, ha aumentado la necesidad de que el personal docente desarrolle y actualice un conjunto específico de competencias que no eran precisas antes. La eficacia de cualquier programa de EaD no reside únicamente en el diseño o la tecnología implementada, sino, además, y de forma necesaria en las habilidades que los docentes muestran en su interacción cotidiana con los estudiantes.
En estos entornos virtuales, el profesorado se enfrenta a nuevos desafíos, debe enseñar, orientar, motivar y evaluar a través de medios digitales, esforzándose por mantener tanto la calidad pedagógica como la conexión humana, a pesar de la separación física. Esto requiere una amalgama de competencias pedagógicas y digitales, entendidas como la capacidad del docente para actuar eficazmente en contextos virtuales con el fin de propiciar aprendizajes valiosos y profundos.
En esencia, el docente en línea debe ser, de manera simultánea, un pedagogo competente y un usuario aventajado de la tecnología educativa. Diversos marcos, como el conocimiento tecnológico-pedagógico del contenido (TPACK) propuesto por Mishra y Koehler (2006) u otro más completo propuesto por nosotros, más dirigido al docente universitario, el CDPIT que agrega la investigación, ayudan a conceptualizar esta integración.
Durante mucho tiempo, la formación del profesorado, tanto inicial como continua, se enfocó predominantemente en la enseñanza presencial, relegando la EaD a un ámbito secundario que, en todo caso, afectaba sólo a unos pocos. Sin embargo, en la actualidad, ejercer la docencia en la educación superior implica, en gran medida, desenvolverse en entornos digitales, híbridos o a distancia. Este panorama plantea el desafío de articular itinerarios de formación inicial y permanente o de desarrollo profesional que preparen al profesorado para diseñar, enseñar y evaluar en contextos virtuales con la debida solvencia y rigor académico. Pues eso, esta entrada se propone dos objetivos destacados:
- explorar esas competencias pedagógicas y digitales esenciales que conforman el perfil del docente virtual, así como
- analizar las estrategias para su formación y desarrollo profesional continuo.
Se destacará cómo estas dimensiones se interconectan para lograr una práctica docente efectiva y cómo la formación continua es indispensable ante la rápida evolución tecnológica (incluida la inteligencia artificial) y todo derivado de la masiva expansión de la educación en línea. El propósito es ofrecer al profesorado universitario una visión clara y actualizada de las habilidades esenciales que deben cultivar para destacar en la docencia virtual y cómo las instituciones pueden apoyar este proceso.
COMPETENCIAS FUNDAMENTALES DEL DOCENTE EN ENTORNOS DIGITALES
Las competencias del docente de EaD, aunque pueden variar en su denominación según diferentes marcos de referencia (como los de la UNESCO o el marco europeo DigCompEdu), coinciden en señalar áreas clave tales como:
- el manejo del contenido disciplinar en formatos digitales,
- el diseño adaptado,
- la comunicación educativa mediada,
- la tutoría y el acompañamiento en línea,
- la evaluación formativa en entornos virtuales , y
- el dominio de las tecnologías digitales con sus correspondientes implicaciones éticas.
Estas competencias se pueden agrupar en dos grandes dimensiones interrelacionadas: las pedagógicas y las digitales.
Competencias pedagógicas en la educación a distancia digital
Las competencias pedagógicas son la base de la enseñanza eficaz y se refieren a la capacidad del docente para planificar, implementar y evaluar procesos de enseñanza-aprendizaje que promuevan un aprendizaje comprensivo, activo y autónomo por parte del estudiante. En la EaD, estas competencias adquieren matices específicos, destaquemos:
- Diseño pedagógico (curricular y didáctico): El docente debe ser capaz de diseñar experiencias de aprendizaje valiosas y bien estructuradas para el medio digital. Esto implica: definir objetivos claros, organizar los contenidos de manera lógica y secuenciar actividades que saquen partido de las herramientas virtuales, asegurando la alineación entre objetivos, metodologías y evaluación. Una planificación detallada y un diseño ajustado, que incluya la previsión de tiempos, orientaciones claras (guía didáctica) y el diseño de materiales interactivos, es crucial para la satisfacción y el rendimiento del alumnado en línea.
- Comunicación educativa y moderación: En ausencia del contacto cara a cara, se requieren habilidades de comunicación escrita y audiovisual muy desarrolladas que no es, precisamente, lo propio de la enseñanza presencial. El “diálogo didáctico mediado” implica expresarse con claridad y cercanía, mantener un tono motivador, y moderar eficazmente las discusiones en línea para que resulten enriquecedoras. Esto incluye: el uso adecuado de la comunicación sincrónica y asincrónica, la diligencia en las respuestas, la empatía en la interacción escrita y el fomento de un ambiente de respeto y confianza, logrando así una “presencia docente” virtual.
- Metodologías activas y facilitación del aprendizaje: Se trata de implementar estrategias que promuevan la participación activa del estudiante, como foros de debate, estudios de caso colaborativos o proyectos en equipo. El rol del docente se transforma hacia el de un facilitador que guía, plantea preguntas estimulantes, ofrece andamiaje y fomenta el pensamiento crítico y la reflexión individual.
- Evaluación formativa y retroalimentación: La evaluación en EaD debe ser prioritariamente continua y formativa, proporcionando feedback útil y oportuno. Esto incluye el diseño de rúbricas claras, el uso prudente de herramientas de evaluación automatizada y, por supuesto, evaluaciones sumativas. Y resulta imprescindible ese arte de ofrecer retroalimentación detallada y constructiva a través de diversos medios. La calidad de la retroalimentación es un factor determinante en la percepción del aprendizaje del estudiante.
- Tutorización y apoyo al estudiante: Aunque pueda existir la figura del tutor, el docente en línea también ejerce una función tutorial esencial. Debe estar atento a las necesidades individuales, propiciar consultas, orientar sobre técnicas de estudio autónomo y personalizar la interacción, mostrando un interés genuino por el progreso de cada alumno y adecuando su apoyo.
Competencias digitales del docente en entornos no presenciales
Paralelamente a las competencias pedagógicas, el docente de EaD debe poseer un conjunto de competencias digitales, que implican el uso eficaz, ético y creativo de las tecnologías en la enseñanza. Marcos como el de la UNESCO (2018) (ICT Competency Framework for Teachers) establecen diferentes niveles y dimensiones para estas competencias. Algunas de las más relevantes son:
- Manejo de la plataforma virtual de aprendizaje (LMS): Implica la fluidez en el uso de las funcionalidades de la plataforma institucional (Moodle, Blackboard, Canvas, etc.) para crear y organizar cursos, subir contenidos, configurar actividades y realizar el seguimiento del alumnado. A pesar de que no se requieren conocimientos de programación, sí es necesaria una autonomía digital para gestionar el aula virtual. La necesidad de formación en este ámbito sigue siendo perentoria para muchos docentes.
- Creación y curación de recursos digitales: Más allá de usar software, el docente debe ser capaz de crear contenidos educativos digitales (presentaciones, infografías, vídeos cortos, materiales interactivos con herramientas como H5P) y de buscar, evaluar, seleccionar y adaptar recursos educativos abiertos disponibles en la web, respetando las licencias de uso. Esta implicación del docente en esta área, siempre dependerá de los servicios técnicos que ofrezca la institución para estas tareas.
- Uso de herramientas de comunicación y colaboración en línea: Se requiere habilidad para emplear eficazmente herramientas síncronas (Zoom, Teams, Meet) y asíncronas (foros, wikis) con fines educativos, seleccionando la más adecuada según los objetivos pedagógicos, si lo permite la institución, y gestionando aspectos como la netiqueta (normas de conducta y cortesía en el ámbito digital) y la privacidad.
- Seguridad digital y comportamiento ético: Esta competencia incluye conocer y aplicar buenas prácticas de seguridad informática (protección de datos, contraseñas) y fomentar un uso ético de la tecnología, lo que abarca el respeto a la propiedad intelectual, la promoción de la ciudadanía digital y la atención a la accesibilidad de los contenidos. El docente debe modelar un comportamiento digital responsable. La UNESCO (2018) destaca la importancia de incluir estos aspectos en la formación.
- Adaptación e innovación con nuevas tecnologías: Dada la rápida evolución tecnológica, es fundamental la capacidad de aprender autónomamente nuevas herramientas y evaluar críticamente su valor pedagógico, manteniéndose actualizado sobre tendencias como la realidad virtual, la analítica de aprendizaje o la inteligencia artificial, pero sin caer en su uso acrítico. Se trata de una “innovación reflexiva y prudente“.
Es importante reiterar que las competencias pedagógicas y digitales están intrínsecamente entrelazadas en la práctica docente online. En el marco DigCompEdu (Redecker, 2017) ya se habla de competencias didáctico-digitales integradas. La expansión de la educación en línea a raíz de la pandemia evidenció que, si bien muchos docentes desarrollaron algunas de estas competencias de forma emergente, este desarrollo fue desigual y persiste la necesidad de una preparación más sistemática y profunda. Encuestas internacionales como TALIS (OECD, 2019) ya evidenciaban estas carencias previas.
FORMACIÓN Y DESARROLLO PROFESIONAL DEL DOCENTE DE EaD
Parece claro, entonces, que la consolidación de la EaD exige que la formación docente, tanto inicial como continua, aborde de manera específica una serie de competencias necesarias para esta modalidad. Según los casos, con mayor o menor profundidad.
Necesidades formativas del docente en entornos a distancia
La primera cuestión es identificar qué necesitan aprender los docentes para desempeñarse bien en EaD. Varios diagnósticos durante la pandemia evidenciaron lagunas importantes, muchos profesores, aunque expertos en sus disciplinas, carecían de formación en el diseño de actividades en línea, en el manejo de plataformas o en metodologías activas virtuales. Esto supuso en no pocos casos la improvisación y frustración tanto en docentes como en alumnos durante el repentino traslado a la virtualidad. Por tanto, se han considerado ineludibles ciertos contenidos formativos que quizás antes eran optativos:
- Fundamentos de la EaD y aprendizaje adulto: Los nuevos docentes necesitan, aunque no sea necesario profundizar, pero sí comprender (como ya se propuso en el Módulo I de esta serie):
- las bases teóricas y conceptuales de la educación a distancia y del aprendizaje,
- su evolución histórica,
- sus principios y modelos,
- sus ventajas y desafíos reconocidos,
- las características del alumnado típico de EaD, muchos son adultos con experiencia laboral, exigencias de conciliación, motivaciones diferentes a las de un joven universitario tradicional.
Este bloque proporciona al futuro profesor una mentalidad adecuada y respeto hacia la EaD como campo propio, evitando prejuicios como pensar que es “solo subir materiales a internet”.
- Didáctica específica de la formación en línea:
- diseño de cursos en línea,
- estrategias para fomentar la participación activa,
- técnicas de tutorización eficaz, y
- métodos de evaluación de competencias en entornos virtuales (dedicaremos su espacio en esta serie, más adelante)
En síntesis, capacitación en diseño para EaD y en las técnicas didácticas que se han mostrado efectivas en este contexto. La mayoría de docentes, incluso con experiencia presencial extensa, necesitan “reaprender” a enseñar cuando migran a entornos en línea, entendiendo que no basta con transponer sus diapositivas a PDF. Por ejemplo, se les entrena en el uso de guiones más estructurados para videos educativos, en moderación de discusiones, en proporcionar feedback escrito de calidad, etc.
- Competencia digital docente: Además del manejo del LMS y herramientas de comunicación, incluye la selección y producción de recursos multimedia básicos y la integración pedagógica de la tecnología, junto con aspectos de seguridad, privacidad y ética digital. Marcos como DigCompEdu (Redecker, 2017; Cabero y Palacios, 2020) ofrecen guías para trabajar estas subcompetencias.
- Gestión y factores socioemocionales: Cómo gestionar tiempo y comunicación en la EaD. Muchos docentes noveles se sienten abrumados al atender consultas a toda hora, o no saben cómo desconectar. Incluir en la capacitación estrategias de gestión del tiempo docente en entornos flexibles puede ayudar. También formar en habilidades socioemocionales, la comunicación escrita tiene sus matices, y es útil entrenar:
- cómo dar feedback constructivo por escrito,
- cómo mostrar empatía en ausencia de lenguaje no verbal,
- cómo construir relación de confianza con estudiantes a distancia.
- Por último, concientizar sobre la importancia de la inclusión, preparar a los docentes para atender a estudiantes diversos, y para aplicar principios de accesibilidad.
- Tendencias emergentes e innovación: La formación docente debe también abrir una ventana a lo nuevo, es decir, a introducir a los profesores en conceptos como analítica de aprendizaje, inteligencia artificial en educación, mobile learning, realidad virtual, aumentada, etc. No con afán de sobrecargarlos, sino para que estén al tanto de por dónde evolucionan las prácticas y que pierdan el miedo a la tecnología emergente. Conocer sobre las implicaciones y riesgos de la IA en la educación resulta ya hoy una necesidad perentoria.
Estrategias y programas de desarrollo profesional continuo
La formación no concluye con una capacitación inicial; debe ser un proceso permanente. Algunas estrategias exitosas incluyen:
- Cursos de actualización periódicos: Oferta regular de cursos cortos y talleres prácticos sobre nuevas herramientas, pedagogías o aspectos de investigación en EaD, idealmente certificados y valorados en la carrera docente.
- Certificaciones específicas en docencia digital: Programas de certificación interna o adopción de certificaciones externas acreditadas que garanticen un nivel base de competencia y formalicen la pericia del docente en EaD.
- Comunidades de práctica y mentorías: Fomentar el aprendizaje entre pares mediante espacios donde los docentes compartan experiencias, problemas y soluciones y establecer sistemas de mentoría donde docentes experimentados acompañen a los noveles. Centros de apoyo pedagógico pueden facilitar estos encuentros.
- Investigación-acción y reflexión pedagógica: Animar a los docentes a investigar sobre su propia práctica en EaD, probando nuevas estrategias, recogiendo datos y compartiendo resultados, lo que eleva el discurso institucional sobre la EaD.
- Apoyo institucional y reconocimiento: Es fundamental que las instituciones incentiven, reconozcan y valoren la formación continua, considerándola en evaluaciones y ascensos, otorgando tiempo para el desarrollo profesional y proveyendo los recursos necesarios.
- Políticas nacionales e internacionales: Aprovechar marcos de referencia como el de la UNESCO ICT-CFT (UNESCO, 2018) e iniciativas de redes internacionales que ofrecen recursos y cursos para docentes en línea, ampliando el horizonte del desarrollo profesional.
NUEVOS DESAFÍOS: TRANSFORMACIÓN DIGITAL CONTINUA
Finalmente, y como ya adelantamos más arriba, un componente algo más que emergente hoy del desarrollo docente, es prepararlos para el uso y la gestión de la inteligencia artificial en educación. Herramientas como sistemas de evaluación automatizada, plataformas adaptativas con algoritmos, o incluso asistentes basados en ChatGPT, están irrumpiendo, han irrumpido ya, en la educación superior. Los docentes necesitan formación específica para entender estas tecnologías, saber interpretarlas y emplearlas críticamente. Algunos casos:
- cómo usar detectores de plagio con IA de forma ética,
- cómo revisar la validez de las sugerencias de un sistema tutor inteligente, o
- cómo guiar a los estudiantes en el uso responsable de asistentes de escritura con IA.
Esto añade una capa nueva al desarrollo profesional que pocas instituciones han abordado sistemáticamente hasta ahora. Incorporar este tema de manera planificada puede marcar la diferencia en los próximos años, para que los docentes no se sientan desplazados o desorientados ante la IA, sino empoderados para integrarla bajo su batuta pedagógica.
En resumen, la formación y desarrollo profesional de los docentes de EaD debe ser concebida como un proceso:
- continuo, nunca se termina de aprender en un campo en constante cambio,
- integral, abarca desde lo tecnopedagógico hasta lo ético, y
- estratégico, redunda en la calidad misma de la educación brindada.
No olvidemos, invertir en los docentes es invertir en los estudiantes.
CONCLUSIÓN
Las competencias que definen al docente de educación a distancia constituyen una compleja amalgama de saberes, habilidades y actitudes que se despliegan en un entorno digital dinámico. A diferencia de la enseñanza presencial, la EaD exige una planificación más exhaustiva, una comunicación más explícita y una sensibilidad más desarrollada hacia los ritmos y necesidades individuales de los estudiantes. El profesorado debe ser competente en múltiples dimensiones: pedagógica, tecnológica, comunicativa, emocional y ética.
Estas competencias no son estáticas; evolucionan con la tecnología y las demandas sociales. A las ya consolidadas competencias TIC se suman nuevas habilidades relacionadas con la gestión de la IA, la analítica del aprendizaje, la gamificación, la educación inclusiva y la sostenibilidad digital. Se perfila un docente flexible, en permanente actualización y con un sólido compromiso ético.
La formación y el desarrollo profesional del docente de EaD son, por tanto, requisitos ineludibles para asegurar la calidad y el potencial de esta modalidad educativa. Ya no basta con las habilidades pedagógicas tradicionales ni con el dominio disciplinar; se requiere una preparación específica, rigurosa y continua. Es imperativo incorporar contenidos sobre didáctica virtual, diseño, tutoría en línea y evaluación digital desde la formación inicial del profesorado. Paralelamente, los programas de desarrollo profesional deben ser diversos, flexibles y sostenidos, abarcando desde cursos de actualización hasta comunidades de práctica e investigación-acción, todo ello con un claro respaldo y reconocimiento institucional.
Los desafíos emergentes, como la IA, exigen integrar nuevas competencias en los programas formativos. Invertir en el profesorado es invertir en la calidad de las experiencias educativas y, en última instancia, en los estudiantes. El compromiso con una formación docente integral y permanente es, en esencia, un compromiso con la equidad, la calidad y la innovación en la educación.
CUESTIONES PARA LA REFLEXIÓN Y EL DEBATE
- Más allá de la capacitación formal, ¿cómo estamos cultivando una cultura de mejora continua, colaboración y apoyo entre pares (ej. comunidades de práctica, mentorías) para los docentes que se desempeñan en EaD dentro de nuestra institución?
- ¿Qué mecanismos de apoyo, reconocimiento e incentivos institucionales son más efectivos para motivar al profesorado a innovar, desarrollar sus competencias digitales (incluida la IA) y participar activamente en su desarrollo profesional continuo en el ámbito de la EaD? ¿Qué barreras existentes podríamos eliminar?
FUENTES
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