miércoles, 11 de noviembre de 2015

La difícil tarea de la colaboración

RaidellAvello, Josep M. Duart y Victoria I. Marín
Especial para BlogCued




“…hay muchas personas que creen que pueden hacerlo todo a solas, pero hay muchas que creen que pueden hacer poco sin la compañía de alguien…”

El tema de la colaboración sigue ganando espacio en la investigación científica educativa y psicopedagógica. Y es que hay estudiantes que disfrutan hacer las actividades a solas pero hay muchos que creen que pueden hacer poco sin la compañía de otros. En nuestra opinión, esta es una de las causas por la cual se hace difícil y complejo alcanzar el éxito en las actividades de aprendizaje colaborativas que se desarrollan en el contexto escolar, tanto de manera presencial como a través de entornos virtuales, y es que no basta con hacer una planificación instruccional rigurosa, utilizar contenidos actualizados y de muy buena factura, implementar sistemas y tecnologías actuales y avanzadas de interacción, usar estrategias pedagógicas bien fundadas, hace falta, además, tener en cuenta una serie de factores psicosociales que son tan importantes como estos para lograr los objetivos de aprendizaje y educativos, en una tarea colaborativa. 

Un estudiante coaccionado por el entorno educativo a colaborar con sus compañeros, frecuentemente es un estudiante angustiado, desanimado y que presenta dificultades ante la tarea de aprendizaje. Lo cierto es que somos personas y este hecho nos condiciona a vivir en sociedad, pero eso no es sinónimo de que todo lo tenemos que hacer en colectividad. La planificación del aprendizaje tiene que tener en cuenta los estilos de aprendizaje de los estudiantes, y sus preferencias ante el estudio, balancear las actividades individuales y colaborativas, y sobre todo actividades que realmente requieran y sea útil hacerlas en conjunto. 

La colaboración académica es una habilidad social muy importante en la actualidad (y desde siempre), por tanto hay que enseñar a los estudiantes a colaborar en actividades de aprendizaje, que no es lo mismo que jugar juntos como naturalmente ocurre, por ejemplo, en edades tempranas, donde incluso también se presentan problemas (Castellanos, 2009). Lo esencial aquí, es  que como cualquier otra habilidad, la colaboración, necesita práctica, no solo para quien la ejecuta, o sea, los estudiantes, sino que los docentes, adicionalmente, necesitan práctica y experiencias en su implementación y monitoreo y, desafortunadamente, al igual que ocurre en la medicina, en el deporte, en la política, etc., gran parte se consigue, necesariamente, por ensayo y error (Avello y Marín, 2016, en prensa).

Y es que no podemos utilizar robots en laboratorios y observar como realizan una actividad en colaboración, pues la harán a la perfección, el “problema”, o más bien, la complejidad está en que somos personas, con nuestras diferencias y criterios, que muchas veces dificultan la comunicación y el entendimiento mutuo. A pesar de todo eso, es indiscutible que muchas tareas se realizan mejor en grupos y se logra alcanzar un mejor aprendizaje de nuestros estudiantes cuando se realiza de esa manera, y prueba de ello lo brindan las innumerables investigaciones que se publican al respecto, tanto en entornos presenciales como virtuales (Avello y Duart, 2016, en prensa). 

En las investigaciones que hemos consultado, aplicadas en entornos presenciales y virtuales, se puede sintetizar que para el éxito de una tarea de aprendizaje colaborativa se tengan en cuenta aspectos como el grado de familiaridad de los miembros, el grado de complejidad de la tarea y su relación con la carga cognitiva individual y grupal, monitoreo, autorregulación y regulación social, número ideal de integrantes del grupo, composición, herramienta usada, sincronicidad, división de la tarea, entre otros. 

Dentro de estas investigaciones, que alertan sobre la complejidad de la tarea colaborativa e investigan algunos de los factores claves, resaltan:

-- Hernández, González y Muñoz (2014), quienes plantean que la colaboración puede conducir al aprendizaje, pero para ello es necesario planificar adecuadamente el trabajo colaborativo, esta planificación debe atender a los aspectos pedagógicos, organizativos y tecnológicos;

-- Janssen, Erkens, Kirschner, y Kanselaar (2009), indican que la familiaridad (amistad, conocidos con anterioridad) influye en varios aspectos de la colaboración en línea, destacando que los estudiantes con una relación familiar mayor (conocidos con anterioridad) se sienten más confortables expresando sus criterios y desacuerdos con los demás miembros del equipo, por lo que se relaciona con un grupo más crítico y activo y la interacción se realiza más fluida, eficiente y positiva en el proceso de comunicación y colaboración;

-- Järvelä (2015) y su equipo de investigación de la Universidad de Oulu, plantean cómo la colaboración puede estar afectada en el desempeño del grupo si no existe una adecuada autorregulación y regulación social, y evidencian con sus hallazgos que el tiempo dedicado a regulación de la colaboración está relacionado con un mejor desempeño de la tarea;

-- Kirschner, Paas, y Kirschner (2009) insisten en la complejidad de la tarea y su relación con la carga cognitiva individual y grupal, estos advierten que la selección de la tarea es esencial, porque no todas las tareas son adecuadas para llevarlas a cabo en grupos, como ya se había comentado con anterioridad;

-- por último, y sin ánimo de exhaustividad, encontramos a Brindley, Walti, y Blaschke (2009), quienes comentan la importancia del monitoreo y control de la tarea colaborativa y proponen que el docente debe estar disponible para ofrecer retroalimentación frecuente, así como información general y personalizada durante la mayor parte del proceso colaborativo.

Por otra parte, se pueden plantear diferentes tipos de estrategias de aprendizaje colaborativo, teniendo en cuenta la planificación previa necesaria y la dificultad implicada en cada una de ellas (Hernández-Leo, Asensio-Pérez, Dimitriadis, & Villasclaras, 2010; Pozzi & Sugliano, 2006).

Por ejemplo, una técnica de aprendizaje colaborativo puede ser el rompecabezas o puzle, en el que cada alumno en un grupo se especializa en un problema y, tras una fase de discusión y consenso entre los especialistas del mismo problema, vuelve a su grupo inicial para enriquecer el producto final. La pirámide o bola de nieve, como otra estrategia de aprendizaje colaborativo, también consiste en diferentes fases a través de las cuales, de mayor a menor cantidad de grupos, se llegan a consensos sobre determinados problemas o situaciones. Una técnica sencilla y muy utilizada es la de la lluvia de ideas o brainstorming, para fomentar la creatividad y el surgimiento de ideas para trabajar con problemas o situaciones. 

Otras técnicas más complejas son el juego de roles o simulación, o el estudio de casos. Otros, como la revisión o evaluación entre pares, forman parte de estrategias de aprendizaje colaborativo y al mismo tiempo de evaluación formativa para el alumnado, gracias al feedback de sus compañeros. 

Evidentemente, todas estas técnicas son aplicables tanto a nivel presencial como a través de diferentes herramientas tecnológicas. De hecho, algunas de esas estrategias de aprendizaje colaborativo se han podido redefinir o sofisticar mediante el uso de tecnologías. Hablamos, por ejemplo, de la recomendación social a través de comentarios o votaciones, el uso de wikis para el desarrollo de un producto final, el uso de webquests como propuesta didáctica para la búsqueda de información en internet, la escritura colaborativa, y otras muchas (Avello & Marín, 2016, en prensa). 

A manera de conclusión, podemos decir que el aprendizaje colaborativo sigue siendo, por su complejidad ya comentada, un área de investigación permanente dentro de la educación. Además, el avance de la tecnología digital ha creado nuevos entornos que favorecen en gran medida la interacción social, para los cuales, al igual que en entornos presenciales, se requiere de preparación por parte de estudiantes y docentes, para que las tareas en colectividad sean efectivas y preparen a los estudiantes a enfrentarse a un mundo cada vez más necesitado de COLABORACIÓN.

Referencias
Avello, R., & Duart, J. M. (en prensa, 2016). Nuevas tendencias de aprendizaje colaborativo en e-learning. Claves para su implementación efectiva. Estudios Pedagógicos.
Avello, R., y Marín, V. I. (en prensa, 2016). La necesaria formación de los docentes en aprendizaje colaborativo. Profesorado: Revista de Currículum y Formación del Profesorado.
Brindley, J. E., Walti, C., & Blaschke, L. M. (2009). Creating effective collaborative learning groups in an online environment. International Review of Research in Open and Distance Learning, 10(3), 1–18.
Castellanos, A.V. (2009). El sujeto grupal en la actividad de aprendizaje: una propuesta teórica. Tesis de Doctorado. Universidad de La Habana, Cuba.
Hernández, N., González, M., & Muñoz, P. (2014). La planificación del aprendizaje colaborativo en entornos virtuales. Comunicar, XXI(42), 25-33. Doi: 10.3916/C42-2014-02
Janssen, J., Erkens, G., Kirschner, P. A., & Kanselaar, G. (2009). Influence of group member familiarity on online collaborative learning. Computers in Human Behavior, 25(1), 161-170. doi:10.1016/j.chb.2008.08.010
Järvelä, S. (2015). El papel de la investigación sobre aprendizaje autorregulado en el desarrollo del aprendizaje colaborativo asistido por ordenador. Infancia y Aprendizaje, 38(2), 279-294. Doi:10.1080/02103702.2015.1016747
Kirschner, F., Paas, F., & Kirschner, P. (2009). A cognitive load approach to collaborative learning: United brains for complex tasks. Educational Psychology Review, 21, 31–42.  doi:10.1007/s10648-008-9095-2
Pozzi, F., & Sugliano, A. M. (2006). Using collaborative strategies and techniques in CSCL environments. En A. Méndez-Vilas et al. (Eds.), Current Developments in Technology-Assisted Education, 1 (pp. 703-709). Badajoz: FORMATEX.








2 comentarios:

Dánae dijo...

Este tema me resulta muy interesante ya que, en lo particular a veces se me dificulta trabajar en equipo. Si bien es cierto que, como se referencia a Janssen, Erkens, etc. la familiaridad entre los estudiantes influye en la colaboración porque hay más confianza para expresar ideas, he tenido experiencias en las que por esa misma familiaridad los compañeros nunca se ponen de acuerdo en algo o se es menos eficiente, por el contrario me ha sucedido que, al hacer equipo con alguien que no conozco muy bien trabajamos mucho mejor y más efectivamente; la razón no la sé muy bien pero creo que afecta mucho lo que plantea Järvelä:"la colaboración puede estar afectada en el desempeño del grupo si no existe una adecuada autorregulación o regulación social", porque cuando colaboras con un conocido es más fácil postergar el trabajo para hacer otras actividades.
Con esto no pretendo afirmar que no es posible la colaboración con conocidos, sólo comparto la experiencia que he tenido en cuanto a este tema.
Saludos y gracias por la valiosa información.

Raidell Avello Martínez dijo...

Muchas gracias Dánae,
Efectivamente, tiene razón y es por ello que es tan complejo el aprendizaje colaborativo y está en constante investigación.
Como personas tenemos nuestras individualidades lo cual enriquece y a la vez complejiza la colaboración.
un saludo, Raidell