miércoles, 21 de diciembre de 2016

Era youtuber: Fin de las generaciones, inicio de la libertad

Escribe Dolors Reig 


¿Termina el Individuo conectado con el concepto de generación?
Resulta una coincidencia curiosa que estemos llegando al fin del abecedario cuando denominamos generación Z a la de los nacidos desde mediados de los noventa a nuestros tiempos. Porque es cierto que son distintos, muy distintos de sus hermanos mayores de la Generación Y (nacidos en los ochenta), pero también lo es que de algún modo, tanto estos últimos como los de generaciones precedentes (los setenteros X,  principalmente), estamos adquiriendo, al ritmo que el mundo de la aceleración tecnológica obliga, muchas de las características de la generación más conectada. Ocurre de algún modo, en buena medida gracias a las TIC, que ya no tiene sentido describir a las generaciones por año de nacimiento. Estar vivo en el año 2015 significa, gracias a Internet y las redes sociales, algo mucho más independiente a la franja generacional, a la edad que se tenga, que nunca antes.
¿Será casualmente la generación Z, de verdad, la última? ¿Estamos inaugurando el concepto de “El fin de las Generaciones?” ¿Es el “hiperindividuo”, el individuo más social que nunca, el individuo siempre conectado que definíamos en Socionomía, incluso independiente de algo tan limitante en todos los tiempos como las atribuciones sociales y prejuicios sobre la edad?
Podríamos aludir al concepto de la multitud de intereses que es posible satisfacer en las redes, desde los más personales a los que podemos descubrir, imitar en los demás. Son menos los límites cuando hay otro ser humano, otro contacto, amigo, conocido o referente que puede hacerlo, fotografiarlo, dejarlo como ejemplo a seguir en Facebook, Youtube o cualquier otra red social. Son más los referentes, más las opciones que caben en una norma infinitamente más diversa. Infinitos canales de Televisión, infinitos emisores desde lo más profesional e institucionalizado a lo más amateur nos hacen, a todos/as, más libres a la hora de decidir qué productos culturales, de ocio, consumir. Podemos, independientemente de nuestra edad (y de muchos otros condicionantes), estar consumiendo las mismas webseries, el mismo cine, las mismas noticias que nuestros hijos, que nuestros padres, que nuestros abuelos.
La larga cola de la libertad
El concepto de la larga cola (long tail) deriva de la economía y explica cómo internet abre la posibilidad de llegar a infinitos mercados, de la posibilidad de que cada necesidad de consumo sea satisfecha de una forma muy fácil desde los nuevos portales comerciales de la red. Dejaremos a los economistas que profundicen sobre ello, pero sí lo relacionaremos con este fin de las generaciones qué implica que no sólo las necesidades de consumo sino cada posible motivación humana, las que conocemos y las por descubrir, pueden ser descubiertas y satisfechas, de una forma más fácil que nunca e independientemente de condicionantes ancestrales, en este nuevo mundo digital.
Me servía de ejemplo el relato de una buena amiga, cronológicamente nativa digital, sobre cómo Facebook fue el principal responsable de su conversión tardía, rondando la treintena, al veganismo. Yo la había conocido omnívora y sin pensar que el tema tuviese relación con las redes sociales le pregunté…  Su relato, curiosamente, me recordó mi propio proceso, que empezó hace unos treinta años ya, cuando conocí a un familiar lejano y observé sus para mí entonces extrañas costumbres alimentarias. Yo tendría quince años y un primo que vive en Países Bajos cenaba con nosotros, en la casa de mis padres. En algún momento de la cena comentó que no comía carne ni pescado, por motivos ideológicos relacionados con los derechos de los animales. Me pareció una idea interesante que encajaba a la perfección conmigo, con la joven que en aquel momento, estaba recabando elementos sobre los que construir su personalidad. Al día siguiente le dije a mi madre que yo también quería ser vegetariana. Y no era algo casual…. la oportunidad de socialización en la diversidad que me ofreció aquella visita inusual posibilitó que eligiera algo que aún forma parte de mi. Había tenido, en otras palabras, la oportunidad de descubrir (cómo quizá no tuvieron muchísimos otros niños de mi generación en aquel momento), que era posible sobrevivir teniendo unos hábitos alimenticios distintos.
Volviendo a la época actual, eso es lo que mi amiga, que no tuvo mi suerte a los catorce años, descubría en Facebook en la treintena, lo que nuestros jóvenes hoy, aprenden de los amigos y referentes que eligen en Yputube.  La red social le hizo visibles las distintas posibilidades alimentarias del ser humano, le permitió descubrir que personas a las que ella considera similares (los grupos de referencia a los que todos miramos), cuya norma ella considera seguir, comían distinto. Así eligió. De esta forma podemos elegir, más que nunca, de entre el enorme abanico de la diversidad, no sólo generacional sino también geográfica, ideológica, cultural y mil variantes más.
Vivimos, en definitiva, todos, más en un mismo mundo elegido y no impuesto por limitaciones (edad, género, procedencia geográfica, desarrollo socio-económico) ancestrales y responsables de muchas de las insatisfacciones del ser humano contemporáneo. Lo expresábamos así en la prehistoria de 2003 (Cyborgs en La Rambla):
Cada cíborg será, una vez que se integre en la nueva sociedad (postdigital), mejor. ¿Control social? ¿Reproducción de jerarquías y normas? No niego sus manifestaciones, como reproducción de los que se producen en la sociedad real y con tendencia a aumentar, conforme a la propia madurez de la red, pero lo que no puede negarse es que para entonces habremos tenido ocasión, gracias a ella, de ampliar nuestro sentido democrático, nuestro ejercicio del derecho a la libertad de expresión, de una forma a la que será difícil que podamos renunciar.
Alimentación alternativa, deporte (correr a cualquier edad), nuevas ideologías políticas, siempre habrá personas que se nos parecen, comunidades con las que compartir ahí afuera, en esa ventana al mundo que es la red.
Pensad en todo ello si queréis entender el fenómeno Youtuber que tanto nos asombra. El testimonio de uno de los chicos en el video, uno de los primeros y más reconocidos Youtubers en EEUU, que partía de diagnósticos psiquiátricos de autismo, asperger, depresión y demás hasta que decidió ser él mismo en la red (posibilitando que millones de jóvenes se sintiesen identificados con él), me ha decidido a publicar este concepto. Bienvenidos a la era Youtube, de la diferencia, del fin de las generaciones, de la libertad.
Disfrutad del video, homenaje de Youtube a sus primeros “hard users”. Es mostrado a menudo a individuos conectados de cualquier edad o generación como documental oficial:



Tomado de El Caparazón con permiso de su autora

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