lunes, 22 de octubre de 2018

La Universidad, la mujer de César y este

Escribe Senén Barro

Aunque sean situaciones aisladas, no dejan de ser sonrojantes los casos de centros universitarios gobernados arbitrariamente por caciques académicos, la concesión de títulos aparentemente sin el menor rigor ni exigencia de esfuerzo al “estudiante”, los expedientes X, tanto o más paranormales que los de la serie de televisión homónima, los tribunales “Guadiana”, que aparecen y desparecen como por arte de magia o algunos trabajos académicos que, como las meigas, se dice que haberlos haylos, pero a los que solo les hemos visto la carátula, como si de la Santa Compaña se tratasen. Se me enciende la cara de vergüenza ante este panorama que, como poco, afea a las universidades como instituciones y pone en cuestión a las personas que conformamos sus comunidades universitarias.
La Universidad, como la mujer de César y este, tiene que ser una institución inmaculada y también tiene que parecerlo. El problema es que hay algunos césares en la Universidad que actúan sin sujeción a las leyes y hacen de su capa un sayo, mientras que la institución académica no siempre actúa con la diligencia necesaria para evitarlo o, cuando el mal ya está hecho, para extirpar sus cánceres. Por cierto, que nadie busque en mi referencia a César y a su mujer ningún tipo de sesgo de género. De hecho, pensé en hablar también de Cesárea y de su marido, pero me parece que ya tenemos bastante lío con la que está cayendo.
La institución académica no siempre actúa con la diligencia necesaria.
No podemos escudarnos, aún siendo cierto y demostrable, en que los profesores que no cumplen son pocos, que los casos de corrupción son habas contadas en el conjunto de las instituciones académicas o que los plagios se detectan y se ponen en evidencia cada vez más rápido. No es suficiente. La Universidad tiene la mayor responsabilidad entre todas las instituciones de actuar sin tacha. La educación va más allá del saber de las disciplinas y supone también educar en valores y educar a ciudadanos y profesionales como personas responsables y con firmes principios éticos. La Universidad es el templo del conocimiento y del avance científico, y la ciencia solo avanza desde la búsqueda de la verdad y la purga sin paliativos del engaño, el plagio, la ignorancia y la mala praxis.
En la Universidad, como en cualquier organización compleja, es inevitable que algunos de sus miembros abusen de su poder, se escaqueen, carezcan de escrúpulos, engañen y no se rijan por las leyes. Al fin y al cabo, se trata de una institución de personas y, como tal, no puede ser ajena a los vicios y mezquindades de algunas de ellas. No obstante, por su esencia, por lo que ha sido a lo largo del tiempo y, sobre todo, por lo que ha de ser, la Universidad ha de liderar a la sociedad también en la ejemplaridad, reconociendo sus culpas y actuando sin contemplaciones ante lo que de un modo u otro atente contra su misión: la mejora permanente de la sociedad a través del conocimiento.
La Universidad ha de liderar a la sociedad también en la ejemplaridad.
Por todo esto, y como académico orgulloso de la universidad pública española, no puedo dejar de sentirme avergonzado por ciertas actuaciones que se están poniendo en evidencia, que me abochornan y ante las que ni podemos ser tibios ni escudarnos en que son casos excepcionales y no representativos de la Universidad que tenemos. Siendo esto cierto, estos casos aún representan menos a la Universidad que queremos llegar a tener, así que desde la universidad española, desde la CRUE, desde los equipos de gobierno universitarios, todos y cada uno de los miembros de las comunidades universitarias, cada uno según el alcance de su responsabilidad, debemos decir bien alto: ¡Basta ya! Levantemos más incluso nuestra voz que cuando legítimamente reclamamos un dinero que no llega y una autonomía a menudo castrada. Y para que las palabras suenen y resuenen creíbles, se debe actuar inmediatamente y con luz y taquígrafos. De otro modo, y con razón, la sociedad retirará a la Universidad, “SU” Universidad,  el respeto y la confianza que hasta ahora siempre le ha otorgado.
Tomado del blog de Studia XXI con permiso de sus editores

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