viernes, 27 de noviembre de 2020

Propuestas universitarias para la reconstrucción postpandemia

Escribe Santiago fernández Gubieda

Empezar por el final

Empezaré por el final: sugiero abrir una reflexión sobre la contribución de la Universidad a la reconstrucción de la sociedad en tiempos de pandemia. Propongo un debate abierto, sereno, interdisciplinar, sin presunciones ni críticas injustas, sobre qué papel podemos tener en el futuro de este nuevo mundo. Dicho lo importante, quisiera hacer algunas observaciones como pretexto de este post.

Por primera vez, asistimos al momento más dramático de una generación global. En pocos meses y en todo el planeta, 32 millones de personas han enfermado por coronavirus y un millón ha fallecido. La Covid-19 ha puesto en cuestión los sistemas sanitarios y económicos de medio mundo y ha dejado al descubierto las carencias educativas y cívicas de una sociedad con dificultades para la autodisciplina y la protección del bien común. Toca reconstruir la confianza de la ciudadanía en las instituciones (sistemas políticos, económicos, sanitarios, educativos y de comunicación…) y revisar quizá los paradigmas del orden actual.

Deberíamos reconstruir la confianza  y revisar los actuales paradigmas.

En este contexto, algunas voces, como la de Michael J. Sandel, han cuestionado el liderazgo de la Universidad, precisamente en un momento en el que han sido las personas sin título universitario las que han evitado el colapso económico en los momentos más oscuros del confinamiento. Pasada la urgencia inicial, cabe esperar ahora una actitud distinta entre los líderes universitarios ante la reconstrucción de una sociedad herida en lo más profundo de su conciencia: ¿cómo queremos ser recordados en este momento histórico?

La perspectiva de la reputación

Para recuperar la confianza, propongo un enfoque de reconstrucción basado en el marco conceptual de la reputación corporativa. Aplicado al ámbito universitario, podemos decir que la reputación de una universidad es el conjunto de percepciones suscitadas por el comportamiento universitario, en sus distintas audiencias, que motivan sus conductas de apoyo u oposición en un contexto determinado.

En síntesis: la reputación universitaria es la confianza que la sociedad le concede porque la reconoce a su servicio.

En esas percepciones influyen tres ámbitos:

  1. El comportamiento de la propia organización, con su identidad, su cultura y rendimiento universitario.
  2. Las relaciones que establece con sus grupos de interés (profesores, estudiantes, antiguos estudiantes, empresas e instituciones, etc.).
  3. El contexto, fluido y cambiante, que modifica esas relaciones y percepciones.

La reputación es un concepto interdisciplinar, complejo y rico en dimensiones; una realidad que se construye desde dentro de la organización y se manifiesta hacia fuera; en definitiva, un recurso intangible que se otorga a quien lo merece. Según el profesor Juan Manuel Mora, es difícil de cultivar y muy fácil de perder, su gestión es imprescindible, y más aún cuando amenazan crisis como esta.

Análisis de la situación actual desde este marco conceptual

Si analizamos la realidad universitaria bajo esta perspectiva, en el contexto de la Covid-19, podemos apuntar algunas observaciones que afectan a su organización, a su comunidad y al contexto en el que operan las instituciones:

  • Organización. La actividad docente e investigadora ha quedado afectada de una manera notable. El desafío se ha afrontado con esfuerzo pero con recursos y tecnologías insuficientes. Obligada por la urgencia, la Universidad ha adoptado una actitud introspectiva en un mirar hacia dentro en busca de soluciones para sortear el presente: docencias en remoto en un escenario de emergencia.
  • Stakeholders. La Universidad ha vivido un especial «momento de la verdad» con sus grupos de interés: profesores, personal de administración y servicios, estudiantes, antiguos estudiantes… Cabe preguntarse si se ha sabido atender a sus necesidades, si les ha valido lo que han recibido o si, por el contrario, han echado en falta algo o, simplemente, se han sentido abandonados a su suerte.
  • Contexto. El entorno interconectado se ha vuelto inseguro, impredecible y problemático. La pandemia pone en riesgo la internacionalización de la educación superior, la empleabilidad de sus egresados; y amenaza la actividad, por el impacto de la recesión económica, en la igualdad de oportunidades, el libre acceso a las aulas y la investigación.

Docencias en remoto, incertidumbre en cuanto a la satisfacción de las necesidades de la comunidad universitaria, entornos inseguros e impredecibles, ¿estábamos preparados? 

Cinco propuestas para el liderazgo universitario

La reputación como concepto multidimensional y el enfoque multistakeholder tienen consecuencias para el liderazgo y la gobernanza de las instituciones de educación superior. Con ánimo de abrir un debate, expongo cinco propuestas que pueden ayudar a la Universidad a afrontar la reconstrucción postpandemia.

  1. Organizaciones adaptativas. La Universidad es un ecosistema ubicado en un entorno que debe cuidar y en relación dinámica con otros organismos sociales con los que establece una relación de reciprocidad, nunca de dominación o desinterés (Barnett, 2011). Un entorno complejo, vulnerable y en transformación reclama una universidad sensible a la apertura y al aprendizaje, con estructuras y órganos de decisión flexibles y eficaces, y con la suficiente inteligencia social para entender las demandas del ecosistema.
  2. Relaciones con significado. La Universidad es una comunidad de relaciones en aprendizaje y, por tanto, los grupos de interés no son un medio sino un fin. Cultivar y mejorar una relación abre múltiples oportunidades: genera satisfacción y lealtad con los estudiantes, compromiso con los profesores y PAS, vinculación con los antiguos alumnos y legitimidad en la comunidad. Para que una relación genere confianza, debe haber escucha, integración, cambios y, por ende, innovación.
  3. Innovación desde la misión. Conocer y vivir la misión permite a la organización usar su propósito como una lente que ayuda a interpretar los cambios del entorno y conectar las aspiraciones de la universidad con las inquietudes del mundo (Hendrickson et al., 2012). Dirigir por stakeholders lleva a buscar soluciones innovadoras en docencia e investigación, con un buen andamiaje tecnológico, orientada al emprendimiento y al mercado laboral. Pero, sin olvidar su misión formadora de personas que se saben vulnerables, dependientes y solidarias, como nos descubre Paul Ashwin en su último libro Transforming University Education: A Manifesto.
  4. Transformación social.  Durante mucho tiempo, hemos hecho hincapié, hasta convertirlo en cliché, en que la universidad es motor de progreso económico y social. Tantos años de pragmatismo en la formación han podido hacernos descuidar lo que ahora echamos en falta: cultivar en los alumnos la inquietud intelectual, despertar el sentido del propósito, proteger la conciencia de comunidad y la preservación de lo común (Deresiewicz, 2014). Como nos sugiere Irene Vallejo, en su celebrado “El infinito en un junco”, solo cuando compartimos una conciencia común dejamos de ser extraños. Esto también es transformación social.
  5. Liderazgo creativo. La Universidad está llamada a recuperar su vigor intelectual y moral para alentar a la sociedad en tiempos de incertidumbre. Hacen falta voces, firmes y serenas, referencias de una institución que se sabe al frente de una comunidad por tradición y conocimiento. Un liderazgo inteligente, de servicio y creativo porque la creatividad es, recordando a José Antonio Marina, la capacidad de producir intencionadamente sorpresas eficaces (Marina, 1993).

La universidad es una comunidad de relaciones en aprendizaje que comparte una conciencia común. 

Reputation rise, levantando la reputación

El concepto dibujado en este post tiene poco que ver con el reputation race al que nos empujan los rankings (van Vught, 2008). En un juego de palabras, sugiero abandonar la carrera de la competición para aspirar al nuevo concepto de reputation rise de la Universidad, menos pendiente del resultado y más integrado en su misión transformadora de una sociedad en diálogo con sus stakeholders.

La Universidad necesita respaldo institucional, una estrategia clara, más recursos y no poca ambición.

Como dije al principio, el propósito de esta entrada es despertar la curiosidad y plantear el desafío. De cómo nos reinventemos y ayudemos a la ciudadanía en la tarea de reconstrucción, dependerá nuestro porvenir. Ojalá hilemos entre todos una conversación que devuelva a la Universidad el lugar que le corresponde.

Tomado del Blog de Studia XXI con permiso de sus editores


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