viernes, 21 de abril de 2023

Distraer la atención

 Por Carlos Magro

No quiero un futuro, lo que quiero es un presente. Me parece más valioso. Sólo se tiene un futuro cuando no se tiene un presente, mientras que si se tiene un presente, uno hasta se olvida de pensar en el futuro.

Robert WalserLos hermanos Tanner

Estar atentos es estar presentes. Cuando alguien no está atento, cuando está distraído decimos que «está ido”, que «está ausente«, que no está. Dice Amador Fernández Savater que hoy en día nunca estamos en lo que estamos.

Michael Lusk cc by-nc-sa https://flic.kr/p/bNZqtT
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Nunca estamos en lo que estamos porque siempre estamos más alláNo estamos en nada porque queremos estar en todo. No prestamos atención a nada porque todo reclama nuestra atención. Nuestra atención no puede descansar. Apenas está con algo y ya debe pasar a lo siguiente. Está constantemente demandada, sobredemandada. Una interminable lista de pendientes nos atormenta a cada momento (Luciano Concheiro). No podemos parar. Todo es urgente. Es más, buscamos la urgencia, el límite. La urgencia se convierte en un comportamiento adictivo más, una especie de anfetamina de la acción que nos permite, aparentemente, vivir más rápido, más fuerte, más intensamente (Aubert, 2016).

La realidad es que no tenemos tiempo para vivir. Decir que no tenemos tiempo, es como decir que el tiempo siempre es igual. Es un continuo amorfo. No somos capaces de establecer diferencias. Por eso todo se cronifica. El cansancio y el malestar devienen crónicos. La distracción es crónica.

No estamos en nada porque queremos estar en todo. No prestamos atención a nada porque todo nos reclama atención.

Nunca estamos en lo que estamos. Vivimos una crisis de la presencia que nos habla de una dificultad de acceso a la experiencia del presente. En realidad, vivimos en un tiempo sin tiempo, un tiempo 24 sobre 7 dice Jonathan Crary, y en una huida constante hacia adelante. Vivimos en una época de inmovilidad frenética, sostiene Luciano Concheiro. Estamos tan obsesionados con prepararnos para el futuro que nos olvidamos literalmente de vivir el presente.

Sin la experiencia del tiempo nos cuesta dar sentido a nuestras vidas

En nombre del futuro olvidamos el pasado y postergamos el presente. Mañana es la palabra tótem. Pero el mañana es efímero y siempre se disuelve. “No nos damos cuenta de que el propio futuro ya es el propio presente ni siquiera cuando también ese presente se está disolviendo en el pasado” (David Markson). La proyección incesante hacia el futuro estrecha y aplana nuestras vidas. Las estira y al estirarlas, en cierta manera, las vacía.

Sin la experiencia del tiempo nos cuesta dar sentido a nuestras vidas. Corremos hacia delante, y nos desentendemos de lo que realmente nos pasa. Corremos hacia delante, y des-atendemos (dejamos de atender, no préstamos atención) también a quienes están a nuestro alrededor. La crisis de la presencia es también una crisis de los cuidados

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Paradójicamente a pesar de esta obsesión por el futuro, éste nos parece cada día más oscuro. Para muchos jóvenes la palabra futuro ha dejado de tener sentido. El futuro se ha convertido en un sinsentido. Nos cuesta imaginar futuros mejores. Para muchas personas pensar en el futuro sólo es fuente de angustia. Nos hemos quedado sin horizonte utópico (Layla Martínez). Pero si el futuro es oscuro es porque el presente es opaco, dice Marina Garcés. La oscuridad del futuro es la sombra que proyectan unos presentes que no sabemos leer.

No entendemos nada porque nuestra mirada acelerada y distraída no nos permite detenernos a ver. La crisis de atención sería también una crisis de la mirada

Atender también es entender lo que (nos) pasa. Y no entendemos nada. No entendemos nada porque nos cuesta mucho leer lo que (nos) pasa. Leer nos reclama prestar atención, y para prestar atención es necesaria una cierta pausa. No entendemos nada porque nuestra mirada acelerada y distraída no nos permite detenernos a ver. La crisis de atención sería también una crisis de la mirada.

Educar es enseñar a mirar, y aprender es aprender a mirar. Educar es enseñar a prestar atención (Esquirol, 2006, p.73). La escuela, cuando funciona como escuela, es un dispositivo atencional. Las maestras y los maestros son maestras y maestros de la atención (Larrosa, 2019, p.190). Y el tiempo escolar, un tiempo para prestar atención al mundo (Masschelein y Simons, 2014). Por eso también tenemos una crisis educativa. Porque no tenemos tiempo. El tiempo está desbocado. Necesitamos tiempo para leer el mundo. La escuela necesita tiempo para enseñar a leer el mundo. Y la escuela de hoy está acelerada. No tiene tiempo. 

La escuela, cuando funciona como escuela, es un dispositivo atencional. Las maestras y los maestros son maestras y maestros de la atención

Jorge Larrosa

El tiempo de la escuela, como el tiempo de cada uno de nosotros, está demasiado lleno. Está saturado. Lo que necesita la escuela no es llenar su tiempo con más contenidos, más actividades, más demandas, más proyectos, más pruebas, sino liberar tiempo. La escuela necesita hacer suyo el viejo lema de menos es más. Una escuela más lenta, menos acelerada, más ligera. La educacion necesita un modelo de paciencia, tranquilidad y lentitud (Domènech, 2009). La escuela necesita aire. Un tanto a contratiempo, en un mundo crecientemente acelerado y obsesionado con la velocidad y los resultados, la escuela nos debería permitir demorarnos, darnos tiempo.

Necesitamos un ejercicio de vaciado. Recuperar la atención requiere soltar lastre. “La atención es un trabajo negativo: vaciar, quitar cosas, de-saturar, suspender, abrir un intervalo, interrumpir, parar y detener”, dice Amador Fernández Savater en El eclipse de la atención (NED, 2023) leyendo a Simone Weil. Recuperar la escuela, recuperar la atención requiere de un proceso de vaciado consciente.

La escuela necesita tomarse en serio la afirmación de Simons y Masschelein (2014) de que el hacer principal de una escuela implica, precisamente, la suspensión. Y que el tiempo escolar debe ser un tiempo liberado y un tiempo no productivo. El tiempo escolar “no es tiempo para el yo (para satisfacer necesidades y desarrollar talentos), sino un tiempo para comprometerse o implicarse en algo que es más importante que las necesidades.” Es un tiempo colectivo. Y el tipo de atención que busca la escuela es una atención colectiva.

Tenemos que pensar la atención como un bien común antes de pensarla como una instancia individual.

Mi atención, dice Yves Citton a quien llego gracias a Amador Fernández Savater, es un bien colectivo. Tenemos que pensar la atención como un bien común antes de pensarla como una instancia individual. (Fernández-Savater. 2023. p.30).

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Dice Yves Citton que la crisis de la atención no tiene que ver tanto con la dispersión como con la excesiva concentración. Lo que tendríamos es un exceso de homogeneización. El problema hoy es que hay demasiada concentración. No es que nos falte atención es que esta está totalemente capturada y dirigida. Vivimos un mundo poblado de clichés, imágenes repetidas hasta la saciedad, mensajes cacofónicos. No controlamos a qué prestamos atención. Lo que necesitaríamos entonces no es más atención sino una atención distinta. O muchas atenciones. Lo que necesitamos quizá es más capacidad de distracción.

Igual a la escuela lo que tenemos que pedirle no es que luche por capturar nuestra atención sino que “nos enseñe a distraernos” y nos aleje de la creciente homogeneización y estandarización. Que haga suyo el lema de ‘la distracción como una rebelión‘. Lo que necesitamos es una escuela que nos singularice y nos ayude a singularizar. Una escuela que desplace nuestra atención y nos enseñe a prestar atención a los márgenes.

Igual lo que necesitamos es una escuela que nos ayude a luchar contra los estereotipos y los clichés. Una escuela que sea obstinada y ofrezca resistencia. En tiempos de IA, en tiempos, como dice en un reciente artículo Éric Sadin, alguien o algo se esfuerza cada vez con más éxito en «guiarnos por el buen camino«, lo que necesitamos es una escuela que nos ayude a tomar conciencia, a comprender este fenómenos y, en caso necesario, a ofrecer resistencia. Una escuela que nos ayude a desviar la atención. Necesitamos distraer la atención.


Algunos lecturas sobre el tema del tiempo, la atención y la educación:

  • Nicole Aubert (2016). Le Culte de l’urgence. La societé malade du temps. Flammarion. Citada por David Le Breton. Desaparecer de sí. Una tendencia contemporánea. Siruela.
  • Yves Citton (2014). Pour une écologie de l’attention. Seuil
  • Luciano Concheiro (2016). Contra el tiempo. Filosofía práctica del instante. Anagrama
  • Jonathan Crary (2015). 24/7. El capitalismo al asalto del sueño. Ariel
  • Joan Domènech Francesch (2009). Elogi de l’educació lenta. Grao
  • Josep M. Esquirol (2006). El respeto o la mirada atenta. Una ética para la era de la ciencia y la tecnología. Gedisa
  • Amador Fernández-Savater y Oier Etxeberria (coords., 2023). El eclipse de la atención. NED ediciones.
  • Johann Hari (2023). El valor de la atención. Por qué nos la robaron y cómo recuperarla. Península
  • Tísca Lara (25/3/2023). Atrapados en la atención. Disponible en https://www.tiscar.com/2023/02/atrapados-en-la-atencion.html
  • Jorge Larrosa (2019). Esperando no se sabe qué. Sobre el oficio de profesor. Candaya
  • Carlos Magro Mazo (coord., 2022). Darnos aire. Repensando la educación desde los laboratorios ciudadanos. Medialab-Matadero. Disponible en https://www.medialab-matadero.es/documentos/darnos-aire-repensando-la-educacion-desde-los-laboratorios-ciudadanos
  • David Markson (2013). La soledad el lector. La bestia equilátera.
  • Layla Martínez (2020). Utopía no es una isla. Catálogo de mundos mejores. Episkaia
  • Charo Rueda (2022). Educar la atención con cerebro. Alianza
  • Maarten Simmons y Jan Maschelein (2014). Defensa de la escuela. Una cuestión pública. Miño y Dávila

Ciclo La educación en la encrucijada. Atención, educación y aprendizaje

Sobre la relación entre atención y educación girarón las dos mesas redondas que han organizado la Institución Libre de Enseñanza y el Capítulo Español del Club de Roma. En ellas nos hemos aproximado al tema desde miradas distintas.

En la primera sesión nos acompañaron Charo Rueda, profesora de Neurociencia Cognitiva de la Universidad de Granada y directora del Laboratorio de Neurociencia Cognitiva del Desarrollo, y autora del libro Educar la atención con cerebro y Jorge Larrosa, profersor de filosofía de la educación en la Universidad de Barcelona, autor de numerosos libros, entre los que sobresalen la trilogía: P de Profesor; Esperando no se sabe qué. Sobre el oficio de profesor; y El profesor artesano.

En la segunda sesión nos hemos acercado a la atención desde la mirada de la economía de la atención con Tíscar Lara, directora de transformación digital del Instituto Cervantes y Pepe Cerezo autor de Los medios líquidos y Los medios ante los modelos de suscripción. Dos referencias en España en la transformación digotal, el análisis de los medios, Internet y la economía de las plataformas.


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