Por Lorenzo García Aretio
Todas las entradas de la serie “80 años. Compendio EaD”, VER AQUÍ
En el itinerario que venimos trazando a lo largo de este compendio sobre modalidades emergentes de la Educación a Distancia (EaD), hemos explorado en las dos últimas entradas, el impacto de la masividad de los MOOC, la fragmentación didáctica del microaprendizaje y, con anterioridad, las múltiples transformaciones que exigen los nuevos entornos digitales. En esta secuencia, el aprendizaje móvil, o mobile learning (m-learning), no es un paso más, sino un nodo integrador que articula y potencia muchas de las tendencias emergentes. Este modelo se apoya en un dispositivo que se ha convertido en una auténtica prolongación de la vida cotidiana, el teléfono inteligente. Como señalan Sharples y Pea (2014), el aprendizaje móvil no consiste en miniaturizar el e-learning, sino en habilitar experiencias de aprendizaje ubicuas, situadas y continuas a través de contextos y tiempos.
El smartphone, hoy epicentro de la vida digital, ha transformado la forma en que nos comunicamos, trabajamos, accedemos al conocimiento y nos relacionamos con nuestro entorno. Su penetración en la cultura contemporánea ha desencadenado una irrupción inevitable en el ámbito educativo. En este contexto, el m-learning emerge como un paradigma que exige repensar los procesos pedagógicos, cognitivos y sociales, integrando de manera natural la tecnología móvil en los escenarios formativos. Su impronta está en la posibilidad de fomentar aprendizajes situados, personalizados y distribuidos, adecuados a la flexibilidad que demanda la EaD contemporánea. En clave del Diálogo Didáctico Mediado (DDM), el móvil funciona hoy como mediador privilegiado que intensifica el diálogo con intencionalidad pedagógica (síncrono y asíncrono).
Este texto se propone analizar el aprendizaje móvil desde una perspectiva integral. Se parte de una crítica a su concepción reduccionista (como simple acceso a contenidos desde pantallas pequeñas) para profundizar en su identidad como vía hacia el aprendizaje ubicuo (ubiquitous learning o u-learning). Se examinan sus fundamentos teóricos, su potencial didáctico, las claves para un diseño pedagógico efectivo, sus aplicaciones más innovadoras, así como los desafíos y consideraciones críticas que plantea. Solo una mirada completa permitirá a los profesionales de la EaD comprender, aplicar y transformar su práctica mediante estrategias basadas en dispositivos móviles.
DELIMITACIÓN CONCEPTUAL DEL APRENDIZAJE MÓVIL
El aprendizaje móvil se ha definido de forma simplista como el acceso a contenidos formativos a través de dispositivos como teléfonos inteligentes o tabletas. Esta visión instrumentista, sin embargo, no capta la complejidad del fenómeno. En la literatura se insiste en que el m-learning no es una miniaturización del e-learning.
Este modelo de aprendizaje recoge y amplía los aportes de los MOOC, con su promesa de escalabilidad, y del microaprendizaje, con su orientación a contenidos breves y autónomos, proponiendo un marco en el que el conocimiento acompaña al aprendiz en cualquier momento y lugar. La diferencia entre e-learning y m-learning no es solo de dispositivo o tamaño de pantalla, sino de filosofía pedagógica. El aprendizaje móvil se integra en los ritmos cotidianos del estudiante, promoviendo una experiencia conectada, flexible e inmediata.
Esta diferencia no es solo técnica; es didáctica. Desde el Diálogo Didáctico Mediado (DDM), el aprendizaje móvil modula el binomio estructura–diálogo dado que ofrece estructura en forma de secuencias breves, andamiajes y evaluaciones formativas integradas, al tiempo que potencia un diálogo con intencionalidad pedagógica, más frecuente, multimodal y situado (texto, voz, imagen, contexto). Así, la autonomía se ejerce con acompañamiento y sentido pedagógico, evitando tanto el aislamiento como el tecnocentrismo. Y la mediación, obviamente, se lleva a cabo a través de esos dispositivos móviles.
Para Sharples y Pea (2014), el aprendizaje móvil conecta múltiples contextos y extiende el aprendizaje más allá del aula; aprendemos a través de contextos en una era caracterizada por la movilidad de personas y conocimiento, de modo que el conocimiento “viaja” con el aprendiz y adquiere significado según el entorno.
El conectivismo, propuesto por Siemens (2005) y desarrollado también por Downes (2007), sostiene que el aprendizaje se produce mediante la construcción y mantenimiento de redes de información. En este sentido, el smartphone funciona como nodo activo en esa red. Por su parte, el aprendizaje situado defiende que el conocimiento cobra mayor significado cuando se genera en contextos reales (Lave y Wenger, 1991). El m-learning potencia esta circunstancia.
En este horizonte se inscribe el aprendizaje ubicuo (u-learning), entendido como aquel que está tan integrado en la vida cotidiana que resulta prácticamente invisible, accesible desde cualquier dispositivo, lugar y situación. El m-learning es hoy su principal catalizador.
Destaquemos que entre los marcos analíticos más influyentes destaca el FRAME Model (Koole, 2009), que sitúa el aprendizaje móvil en la intersección de tres dimensiones: el dispositivo (hardware y software), los estudiantes (características y habilidades) y el contexto social (interacciones y entorno social). La interacción dinámica entre estas dimensiones genera experiencias significativas y eficaces de m-learning. Así, los elementos que definirían el m-learning más allá de su soporte serían:
- Portabilidad absoluta: acceso continuo y flexible a recursos educativos, comunidades virtuales y herramientas de evaluación.
- Contextualización y ubicuidad: integración de sensores, realidad aumentada o geolocalización para adaptar el aprendizaje al entorno físico del estudiante.
- Personalización y adaptatividad: apoyadas por analítica de datos y sistemas inteligentes que configuran rutas personalizadas en tiempo real.
- Convergencia entre aprendizaje formal e informal: el m-learning permite que actividades cotidianas adquieran valor pedagógico y que el aprendizaje se produzca más allá de los entornos institucionales.
Estos componentes consolidan al m-learning como un modelo educativo que no solo responde a la evolución tecnológica, sino que contribuye activamente a la expansión teórica y práctica del aprendizaje ubicuo, cada vez más central en la EaD contemporánea.
DISEÑO Y POTENCIAL PEDAGÓGICO DEL APRENDIZAJE MÓVIL
El verdadero valor del m-learning en la EaD no radica únicamente en la disponibilidad de dispositivos móviles, sino en su capacidad para impulsar la transformación del diseño pedagógico y los procesos de enseñanza-aprendizaje. Esta transformación se materializa, como decíamos, en modelos más flexibles, personalizados, accesibles y conectados con la realidad cotidiana del estudiante, ampliando las posibilidades de la formación permanente y a lo largo de la vida.
Las investigaciones empíricas muestran que, cuando la integración de lo móvil se apoya en un diseño pedagógico sólido, los resultados son relevantes. Un metaanálisis de Sung et al. (2016) evidencia mejoras significativas en el rendimiento académico al incorporar dispositivos móviles en la docencia; en el plano afectivo-motivacional y de autonomía, la revisión sistemática de Palalas y Wark (2020) concluye que el m-learning potencia la autorregulación del aprendizaje en la mayoría de los estudios analizados. En la misma dirección, otros análisis subrayan que la eficacia del aprendizaje móvil depende de articularlo sobre principios pedagógicos bien definidos y tareas auténticas (Lai, 2020; Elaish et al., 2023).
En suma, entre las implicaciones pedagógicas del aprendizaje móvil podrían destacarse las siguientes:
Flexibilidad temporal y espacial
No se trata solo de ‘poder acceder’, ya asentado en la definición, sino de orquestar tiempos y espacios: diseñar micro-rituales de estudio (sesiones breves, recordatorios, checkpoints) y coordinar interacciones que mantengan el diálogo didáctico sin saturar. La flexibilidad se traduce en estructura ligera y diálogo frecuente que sostienen la autonomía.
Integración del microaprendizaje
El m-learning se articula bien con estrategias de microlearning, fragmentando los contenidos en unidades breves, modulares y autoconclusivas. Esta estructura favorece la retención y el repaso en momentos breves y distribuidos a lo largo del día, adecuándose a ritmos de vida fragmentados y conectados.
Interactividad y retroalimentación inmediata
La interacción táctil con el dispositivo, toques, deslizamientos, respuestas rápidas, combinada con el feedback en tiempo real, crea experiencias motivadoras que reducen la carga cognitiva y mejoran el compromiso. La retroalimentación inmediata es clave para el aprendizaje autorregulado.
Aprendizaje situado y sensibilidad al contexto
Más que enumerar tecnologías, interesa su impacto didáctico a través de tareas y evaluaciones auténticas, vinculadas a problemas y datos del entorno del estudiante, que permiten regular la estructura y enriquecer el diálogo formativo con evidencias situadas.
Socialización y colaboración en red
Los dispositivos móviles concentran canales síncronos y asíncronos (mensajería, videollamadas, redes sociales, foros, repositorios) que, bien coordinados, permiten construir comunidades de práctica, co-crear contenidos y reducir el aislamiento típico de la EaD. La clave no es la herramienta, sino cómo se diseña la experiencia, tareas con propósito social claro (resolver un caso, comentar evidencias, producir un micro-recurso), reglas de interacción explícitas (roles, turnos, netiqueta), y andamiajes breves (guías, plantillas, ejemplos) que faciliten la contribución desde el propio teléfono. En este sentido, el m-learning resulta especialmente fértil cuando articula colaboración, autenticidad (problemas y datos del entorno real, capturados con cámara, audio o geolocalización) y personalización de trayectorias y soportes, favoreciendo la participación significativa y el sentido de pertenencia (Kearney et al., 2012).
La evidencia muestra que la planificación didáctica, y no el dispositivo por sí solo, explica el éxito. Cuando el profesorado establece objetivos claros, criterios de evaluación alineados y estructuras de interacción que promueven la colaboración auténtica, las experiencias de m-learning en educación superior resultan más eficaces y sostenibles (Romero-Rodríguez et al., 2020).
CLAVES PARA UN DISEÑO PEDAGÓGICO EFECTIVO
El diseño del aprendizaje móvil debe apoyarse en principios sólidos que aseguren una experiencia de calidad. Entre los más relevantes destacan:
Enfoque desde el inicio (mobile-first)
Este principio implica concebir la experiencia educativa desde el inicio para el entorno móvil. No se trata de adaptar un curso existente a pantallas pequeñas, sino de diseñar desde cero para el dispositivo. Ello exige priorizar la simplicidad visual, la navegabilidad fluida, la velocidad de carga y la compatibilidad con diferentes condiciones de conectividad y batería. También se requiere considerar las circunstancias reales de uso, como entornos ruidosos, movilidad constante y uso discontinuo.
Microinteracciones efectivas
Las microinteracciones, acciones breves como seleccionar, deslizar o responder, deben estar presentes a lo largo del proceso de aprendizaje. Estas interacciones fomentan la sensación de progreso, facilitan la autorregulación y mantienen la atención del estudiante. Además, permiten ajustar el ritmo y la dificultad de la actividad al contexto inmediato.
Experiencia de usuario (UX) inclusiva
Por UX (User Experience) podemos entender cómo de fácil y agradable le resulta al estudiante utilizar un recurso en su móvil, antes, durante y después de usarlo. En m-learning, la UX debe atender a accesibilidad universal, siguiendo WCAG 2.2 del W3C, que son interfaces claras e intuitivas, opciones multimodales (texto, audio, imagen), compatibilidad con tecnologías asistivas (como lectores de pantalla, subtítulos automáticos o teclados adaptados), y materiales ligeros para conectividad variable. El lenguaje visual ha de ser simple y coherente; el textual, directo y conciso. El objetivo es minimizar la fatiga digital y maximizar la inmersión y el control del estudiante.
Personalización y adaptatividad educativa
Operativizar la personalización implica reglas claras (qué se adapta, hasta dónde y por qué), transparencia algorítmica y criterios pedagógicos tales como adaptar ritmo, ayudas y rutas sin desdibujar los objetivos. En términos del DDM, personalizar sí, pero con andamiajes que conserven la intencionalidad pedagógica y la presencia docente.
Modularidad y reutilización
Los contenidos deben estar organizados en unidades breves, coherentes y reutilizables. Esta estructura permite recombinar los elementos según las necesidades individuales o contextuales. La modularidad mejora la actualización de los materiales y facilita la integración de nuevos recursos sin rehacer todo el curso.
Evaluación formativa integrada
El dispositivo móvil permite insertar actividades evaluativas contextualizadas, tales como test, encuestas, rúbricas, autoevaluaciones, de forma continua a lo largo del proceso formativo. Estas evaluaciones, con retroalimentación inmediata, refuerzan el aprendizaje autorregulado y permiten detectar dificultades en tiempo real, adaptando los contenidos de manera dinámica. En términos del DDM, esta evaluación refuerza el diálogo formativo y regula la estructura en tiempo real, manteniendo la autonomía con andamiajes o apoyos breves y claros.
EXPERIENCIAS INNOVADORAS
El m-learning posibilita la integración de enfoques didácticos innovadores que transforman la experiencia de aprendizaje. Entre ellos destacan:
- Gamificación y aprendizaje basado en el juego: el uso de recompensas, narrativas y retos estimula la motivación intrínseca y el compromiso sostenido. Los entornos móviles se prestan especialmente a estas dinámicas.
- Realidad aumentada (AR) y aprendizaje in situ: mediante la cámara del dispositivo, se pueden superponer capas de información sobre objetos o lugares reales. Esta tecnología permite simular laboratorios, recrear escenarios históricos o entrenar competencias técnicas.
- Geolocalización educativa: integrar rutas interactivas o desafíos vinculados a lugares específicos enriquece el aprendizaje activo y contextualizado.
- Redes sociales y trabajo colaborativo: el m-learning amplía el aprendizaje informal, permitiendo compartir experiencias, generar contenidos colectivos y desarrollar comunidades transversales de aprendizaje.
Estas estrategias no solo diversifican los formatos, sino que potencian la profundidad, la autonomía y la interacción social del aprendizaje móvil, alineándose con los principios pedagógicos de la EaD contemporánea.
DESAFÍOS Y CONSIDERACIONES CRÍTICAS
A pesar de su enorme potencial transformador, el aprendizaje móvil plantea una serie de retos que no pueden ser obviados. Adoptar el m-learning en contextos de EaD implica también asumir una mirada crítica que permita identificar riesgos, limitaciones y tensiones éticas.
Brecha digital en la era móvil
Aunque la penetración global de los smartphones ha aumentado exponencialmente, siguen existiendo desigualdades significativas en cuanto al acceso a dispositivos de calidad, conectividad estable, planes de datos asequibles y competencias digitales. Estas desigualdades afectan especialmente a estudiantes de contextos vulnerables o zonas rurales, ampliando la brecha digital que el propio aprendizaje móvil pretende cerrar (OCDE, 2019a, 2019b). El acceso no garantiza equidad si no se acompaña de condiciones adecuadas de uso pedagógico.
Privacidad de datos y vigilancia digital
El m-learning implica una recopilación intensiva de datos, tanto académicos como personales. Aplicaciones móviles, plataformas de gestión del aprendizaje y herramientas de IA pueden registrar ubicación, hábitos de navegación, interacciones, emociones y rendimiento. Estos datos, si bien útiles para personalizar la experiencia, requieren estrictos marcos de protección, transparencia y consentimiento informado. La privacidad del estudiante debe ser un principio rector y no una externalidad del diseño tecnológico.
Bienestar digital y salud mental
El uso intensivo de dispositivos móviles puede difuminar los límites entre estudio, ocio y descanso, generando sobrecarga cognitiva, fatiga digital y estrés. La hiperconectividad, el acceso continuo a notificaciones y la ausencia de desconexión voluntaria afectan la salud mental, especialmente en estudiantes que no disponen de estrategias de autorregulación. Diseñar experiencias equilibradas y promover el autocuidado digital son responsabilidades institucionales ineludibles.
Distracción y fragmentación de la atención
El móvil es simultáneamente una herramienta de aprendizaje y una fuente constante de distracciones, ahí tenemos las redes sociales, juegos, mensajería, publicidad, etc. Esta dualidad exige tanto al estudiante como al diseñador pedagógico el desarrollo de estrategias para mitigar la dispersión y mantener la atención centrada. Esto incluye la simplificación de la interfaz, la segmentación de tareas y la incorporación de microactividades con metas claras y acotadas.
El móvil multiplica las voces y los “micro-diálogos”, pero también el ruido. El DDM invita a definir un contrato pedagógico claro (propósitos de las interacciones, tiempos de respuesta, canales y netiqueta), para que la abundancia de mensajes no diluya la intencionalidad didáctica ni la calidad de la mediación.
Evaluación en entornos móviles
Evaluar el aprendizaje en contextos móviles plantea desafíos metodológicos. Las actividades deben adaptarse a formatos breves, interactivos y compatibles con entornos cambiantes. Se requiere un enfoque más cualitativo, centrado en procesos y evidencias de desempeño, que supere las limitaciones de los test cerrados o las tareas tradicionalmente asociadas al e-learning de escritorio. La evaluación formativa y situada cobra aquí mayor protagonismo.
Estos desafíos no deben interpretarse como limitaciones insalvables, sino como aspectos que reclaman atención específica desde una ética del diseño, una pedagogía crítica y una gobernanza responsable del ecosistema digital educativo.
HORIZONTES Y TENDENCIAS EMERGENTES
El m-learning se proyecta hacia el futuro como una de las modalidades con potencial de transformación educativa. Su desarrollo está íntimamente vinculado con el avance de tecnologías emergentes que amplían sus posibilidades, tanto en la personalización como en la inmersión y la integración con la vida cotidiana.
Inteligencia artificial y personalización empática
La confluencia entre m-learning e IA augura experiencias altamente personalizadas. Más allá de ajustar contenidos, los tutores inteligentes afectivos pueden detectar estados emocionales (p. ej., frustración o desconexión) y adaptar feedback y apoyos en tiempo real, aproximándose a un acompañamiento empático (Fernández-Herrero, 2024).
Internet de las Cosas (IoT) y dispositivos vestibles (wearables)
El ecosistema del m-learning se amplía con la incorporación de objetos conectados y sensores portátiles. Pulseras inteligentes, relojes, gafas de realidad aumentada o sensores ambientales permiten registrar variables como la concentración, el estrés o la actividad física, ofreciendo retroalimentación en tiempo real. El aprendizaje puede así integrarse en las actividades cotidianas de forma natural, convirtiéndose en un proceso ambiental, distribuido y continuo. El hogar, el transporte o el espacio urbano se convierten en escenarios formativos.
Realidades inmersivas móviles
La Realidad Aumentada (AR), la Realidad Virtual (VR) y la Realidad Mixta (MR) ya están desembarcando en los entornos móviles. Aunque todavía requieren dispositivos de alto rendimiento, los avances en capacidad gráfica y conectividad permitirán que los smartphones actuales soporten experiencias cada vez más inmersivas. Estas tecnologías posibilitan desde visitas a lugares inaccesibles hasta simulaciones de laboratorio, entrenamiento en habilidades técnicas o participación en entornos colaborativos holográficos. La inmersión ya no será exclusiva de entornos especializados, sino parte cotidiana del m-learning.
Integración con asistentes conversacionales y voz
Los asistentes virtuales por voz (como Siri, Alexa o Google Assistant) comienzan a desempeñar un rol educativo. A través del móvil, permiten consultas rápidas, recordatorios, tutorías personalizadas y acceso a contenidos mediante lenguaje natural. Esta interacción vocal facilita el acceso a personas con discapacidad, favorece la multitarea y amplía las posibilidades del aprendizaje ubicuo.
Estas tendencias no son utopías futuristas, sino líneas de desarrollo activas en universidades, laboratorios y programas piloto de todo el mundo. Su impacto dependerá, no obstante, del enfoque pedagógico con el que se implementen. La innovación técnica debe ir acompañada de una visión crítica, centrada en la inclusión, la sostenibilidad y la equidad educativa.
CONCLUSIONES
El aprendizaje móvil representa uno de los hitos más significativos en la evolución reciente de la Educación a Distancia. A lo largo de esta entrada, hemos constatado que el m-learning va mucho más allá de trasladar contenidos digitales a pantallas pequeñas. Se trata de un modelo educativo que potencia la ubicuidad, la personalización y la interacción contextualizada, abriendo horizontes formativos que se integran en la vida cotidiana de los estudiantes.
Desde una perspectiva teórica, el m-learning se sustenta en corrientes como el conectivismo y el aprendizaje situado, así como en marcos de análisis como el FRAME Model de Koole (2009), que subraya la interacción entre dispositivo, estudiante y contexto. Este enfoque teórico aporta una base sólida para entender el potencial de un aprendizaje flexible, adaptativo y distribuido.
En el plano pedagógico, el m-learning se alinea con tendencias como el microaprendizaje, el aprendizaje informal y la integración de comunidades en red. Permite experiencias formativas basadas en la inmediatez, el feedback en tiempo real, la interactividad y la portabilidad absoluta. Aplicaciones como la realidad aumentada, la gamificación o el aprendizaje geolocalizado demuestran que el smartphone puede ser mucho más que un canal de consumo: es un ecosistema dinámico de creación, colaboración y descubrimiento.
No obstante, este potencial exige una mirada crítica. La brecha digital persiste incluso en entornos móviles, con diferencias en acceso a dispositivos, conectividad y competencias digitales. Además, emergen dilemas éticos relacionados con la privacidad de los datos, la hiperconectividad y el bienestar mental del estudiante. Un diseño pedagógico responsable debe incorporar estrategias que mitiguen estas problemáticas, garantizando accesibilidad, equidad y seguridad.
El futuro del m-learning está estrechamente ligado a la convergencia con tecnologías emergentes como la inteligencia artificial, los dispositivos vestibles, el Internet de las Cosas y las realidades inmersivas. Estas innovaciones multiplicarán las posibilidades de personalización, contextualización y acompañamiento, pero también requerirán criterios éticos claros, marcos normativos sólidos y una pedagogía centrada en la persona.
En suma, el aprendizaje móvil encaja naturalmente en la Teoría del Diálogo Didáctico Mediado al convertir al smartphone en un mediador inteligente que conversa, estructura y habilita autonomía en contextos reales, y que, al integrarse con IA, sensores y analítica, amplifica el diálogo didáctico cuidando la intencionalidad pedagógica que lo orienta.
Para los profesionales de la EaD, la invitación es doble. Por un lado, se trata de explorar y adoptar el aprendizaje móvil como un recurso estratégico para diseñar experiencias valiosas, inclusivas y flexibles. Por otro, se requiere una actitud crítica que evite caer en el tecnocentrismo, equilibrando la innovación con el cuidado del bienestar digital, la protección de la privacidad y la reducción de brechas. Solo mediante una visión integradora y responsable podremos aprovechar todo el potencial del m-learning para construir una educación más humana, conectada y sostenible.
CUESTIONES PARA LA REFLEXIÓN Y EL DEBATE
- ¿Cómo pueden las instituciones educativas garantizar que la personalización basada en m-learning no invada la privacidad ni comprometa el bienestar digital de los estudiantes?
- ¿Qué estrategias pueden implementarse para que el m-learning no amplíe la brecha digital, sino que contribuya a una educación verdaderamente inclusiva?
FUENTES
- Downes, S. (2007). What connectivism is. Half an Hour [blog]
- Elaish, M. M., Hussein, M. H., y Hwang, G.-J. (2023). Critical research trends of mobile technology-supported English language learning: A review of the top 100 highly cited articles. Education and Information Technologies, 28.
- Fernández-Herrero, J. (2024). Evaluating recent advances in affective intelligent tutoring systems: A scoping review of educational impacts and future prospects. Education Sciences, 14(8).
- García Aretio, L. (2009). Aprendizaje móvil (m-learning). En ¿Por qué va ganando la educación a distancia?. UNED.
- García Aretio (2012). Proyecto NetActive. MOVILIDAD VIRTUAL vs MOVILIDAD FÍSICA. Contextos universitarios mediados.
- García Aretio, L. (2017). Educación a distancia y virtual: calidad, disrupción, aprendizajes adaptativo y móvil. RIED. Revista Iberoamericana de Educación a Distancia, 20(2).
- García Aretio (2017). Enseñar y aprender a través de dispositivos móviles. Contextos universitarios mediados.
- García Aretio (2025). Movilidad virtual en la educación superior. Contextos universitarios mediados
- Kearney, M., Schuck, S., Burden, K., y Aubusson, P. (2012). Viewing mobile learning from a pedagogical perspective. Research in Learning Technology, 20, 14406.
- Koole, M. L. (2009). A model for framing mobile learning. En M. Ally (Ed.), Mobile learning: Transforming the delivery of education and training (pp. 25–47). Athabasca University Press.
- Lai, C.-L. (2020). Trends of mobile learning: A review of the top 100 highly cited papers. British Journal of Educational Technology, 51(3).
- Lave, J., y Wenger, E. (1991). Situated learning: Legitimate peripheral participation. Cambridge University Press.
- OCDE. (2019a). How’s Life in the Digital Age? Opportunities and risks of the digital transformation for people’s well-being. OECD Publishing.
- OCDE. (2019b). OECD Skills Outlook 2019: Thriving in a Digital World. OECD Publishing
- Palalas, A., y Wark, N. (2020). The relationship between mobile learning and self-regulated learning: A systematic review. Australasian Journal of Educational Technology, 36(4)
- Romero-Rodríguez, J.-M., Aznar-Díaz, I., Hinojo-Lucena, F.-J., y Cáceres-Reche, M.-P. (2020). Models of good teaching practices for mobile learning in higher education. Palgrave Communications, 6, 80
- Sharples, M., y Pea, R. (2014). Mobile learning. En R. K. Sawyer (Ed.), The Cambridge handbook of the learning sciences (2.ª ed., pp. 501–521). Cambridge University Press.
- Siemens, G. (2005). Connectivism: A learning theory for the digital age. International Journal of Instructional Technology and Distance Learning, 2(1)
- Sung, Y. T., Chang, K. E., y Liu, T. C. (2016). The effects of integrating mobile devices with teaching and learning on students’ learning performance: A meta-analysis. Computers & Education, 94.
García Aretio (25 de septiembre de 2025). Aprendizaje móvil: de la portabilidad tecnológica a la ubicuidad educativa (C.EaD-73). Contextos universitarios mediados. Recuperado 28 de septiembre de 2025 de https://doi.org/10.58079/14qsk

No hay comentarios:
Publicar un comentario