jueves, 16 de noviembre de 2017

El conocimiento en las aulas: dogma de fe

Escribe Ángel Fiallo
Algunas veces la docencia es similar a la religión. El conocimiento que se transmite es la verdad y se exige al alumnado que usen la fe para creer en ella. El profesorado es al mismo tiempo evangelizador y juez. Predica la verdad y también decide quién la ha asimilado de forma correcta.
Pensándolo bien este método es efectivo, sencillo y cómodo para el alumnado. Nada mejor que suponer que es dogma de fe lo que trasmite el profesorado para tener un juicio positivo (por tanto, es efectivo). Seguir las indicaciones y principios que indica el profesorado es sencillo, basta hacer lo que se le indica y, sobre todo para el cerebro, el método es cómodo, muy cómodo, ya que únicamente hay que desarrollar una capacidad cognitiva, “la memorización”.
En este contexto el mejor evangelizador es el que mejor explica la verdad y el mejor juez… hay disparidad de opiniones (para el alumnado es el que más aprueba y para otros es el que más suspende).
Por el contrario, dudar de la verdad absoluta que trasmite el profesorado es causa de herejía. Es arriesgado (a los herejes se les expulsa), es complicado seguir otros procesos distintos a los que se indican (no hay tiempo para hacerlos) y, sobre todo para el cerebro, es costoso, muy costoso, ya que hay que utilizar capacidades cognitivas como conceptualización, pensamiento crítico, análisis, creación, aplicación, ..
Las verdades suelen ser estáticas y, sin embargo, el conocimiento es dinámico, evolutivo, interpretable, adaptable, reorganizable y sobre todo sinérgico (cuanto más se usa y cuantas más capacidades cognitivas utilizamos, mayor se hace).
Debemos enseñar a nuestro alumnado a dudar, a reflexionar, a replantearse las cosas, a no creerse las verdades que transmite el profesorado e incluso a realizar actividades distintas de las establecidas.
El mejor profesorado es aquél que consigue que el alumnado vuelva a su más tierna infancia, esa edad en la que un niño te pregunta cómo se llama ese gran balón blanco que brilla en la noche y cuando le contestas que es la luna, el te pregunta ¿por qué?.
Tomado de Innovación educativa con permiso de su autor

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