viernes, 26 de abril de 2024

¿Qué es real o verdad en tiempos de la IA? Una experiencia de aula

 Por Ramón Besonias

 

Imagen generada por una IA


En mis clases de Filosofía de 1º de Bachillerato estamos abordando el tema de la realidad y la verdad, y he decidido enfocarlo a través del prisma del impacto que la tecnología, incluida la IA, tiene sobre su percepción y hábitos. No he empezado a hacerlo a partir de la llegada de la IA a nuestras vidas. Llevo muchos años abordando este asunto en el aula, especialmente poniendo la lupa en el efecto que tienen las redes sociales sobre sus vidas. 

Les he pedido que busquen un reel en alguna red social (Instagram, TikTok o YouTube) que sea aborde el impacto de la tecnología sobre la percepción de lo que es real o verdadero. Después de elegir el reel, me lo han enviado y han preparado una breve disertación oral en clase que reflexione sobre ese asunto.


Pincha sobre la imagen para acceder a la carpeta de reels


Los resultados son sorprendentes y reveladores. Han elegido reels muy diversos: la alteración de la imagen física, el postureo, los influencers, la inseguridad, la incomunicación, las relaciones afectivas, el porno... Aunque les cuesta profundizar en sus argumentos, los han definido bien y todos revelan su consciencia de que están ante una herramienta tecnológica que les influye y condiciona, y que casi siempre les supera, sin saber cómo afrontarla cuando la tienen delante. Reconocen dejarse influenciar por los influencers más que por expertos, fascinados por la velocidad y atractivo de los cientos de mensajes que consumen cada día. 



El siguiente reto que les he propuesto es ver cada uno un capítulo de la serie Black Mirror. En torno a ese episodio deben realizar algunas tareas. A veces recurrirán a Chat GPT para inspirarse o contrastar. Elaborarán un storyboard, un esquema conceptual, un texto argumentativo. Resumirán, analizarán, expondrán y debatirán. 

La idea es someter a reflexión y debate los diferentes temas que se abordan en la serie, que sugieren universos más o menos distópicos en los que la tecnología influye sobre los seres humanos.

Aún están en la fase inicial. Han elegido su capítulo y van a verlo este fin de semana. Seguiré contando.

Tomado de IA Educativa con permiso de su autor

jueves, 25 de abril de 2024

Qué es el pensamiento computacional (Lo más de RIED-48)

 Por Lorenzo García Aretio

Hoy exponemos una síntesis de aspectos esenciales del décimo artículo de RIED más citado de 2021, de entre todos los publicados (34) en ese año, Vols. 24(1) y 24(2). Es decir, uno de los artículos de RIED que más impacto han generado. Al final aparece la referencia del trabajo y el enlace para poder consultarlo, junto a las fuentes bibliográficas del artículo. Las citas en este caso hasta el día de la fecha en Google Scholar, son un total de 70. Y, por otra parte, aquí se muestran todos los artículos resumidos en esta serie.

El artículo aborda la tendencia educativa global hacia la integración de competencias digitales en el currículo educativo, enfocándose en el desarrollo del pensamiento computacional. Este término, inicialmente ligado al ámbito de la informática, ha ganado relevancia en diversas áreas profesionales y entre grupos interesados en adoptar un enfoque innovador para abordar problemas cotidianos.

El objetivo principal que se plantean los autores del trabajo es definir el pensamiento computacional y explorar su aplicación en la educación para mejorar la capacidad de los estudiantes para resolver problemas complejos. Se realiza una revisión de la literatura y documentos relevantes para proporcionar una comprensión completa del tema, desde las primeras aproximaciones de Seymour Papert en las décadas de 1960 y 1970, hasta las perspectivas contemporáneas.

El pensamiento computacional se fundamenta en el desarrollo de habilidades cognitivas a través del aprendizaje de la programación y el diseño de algoritmos. Estas habilidades se consideran esenciales para la adquisición de competencias mentales superiores que permiten abordar problemas de manera eficaz. Papert, pionero en este campo, destacó la importancia de enseñar programación desde una edad temprana, promoviendo un enfoque educativo basado en la resolución de problemas.

El concepto de pensamiento computacional evolucionó a lo largo del tiempo, pasando de ser un término técnico a una competencia esencial para todos los individuos. Wing (2006) lo define como un conjunto de habilidades mentales aplicables en diversas situaciones, incluyendo el diseño de sistemas y la comprensión del comportamiento humano. Esta definición amplia ha tenido un impacto significativo en la educación, influenciando la forma en que se enseña y se aprende en todas las disciplinas.

En todo caso, a pesar de los esfuerzos por definir el pensamiento computacional de manera consensuada, no existe una definición formal aceptada por la comunidad científica. Esto ha llevado a una diversidad de interpretaciones y enfoques en su implementación en el currículo educativo. Sin embargo, se reconoce su importancia en un mundo cada vez más digitalizado, donde las habilidades tecnológicas son fundamentales para el éxito personal y profesional.

Así, el pensamiento computacional representa un enfoque de resolución de problemas que trasciende el ámbito de la informática, siendo relevante para todas las áreas del conocimiento. Su integración en la educación busca preparar a los estudiantes para enfrentar los desafíos de un mundo digital en constante evolución, potenciando su capacidad para pensar de manera crítica y creativa ante situaciones complejas. Sin embargo, su definición y aplicación siguen siendo temas de debate y exploración en la comunidad educativa y científica.

Se revisaron más de 100 documentos de los cuales se extrajeron las definiciones que se sistematizan en el artículo. Pues bien, tras esa revisión sistemática de diferentes definiciones, la mayoría de ellas hacen énfasis en el pensamiento computacional como un proceso mental mediante el cual los individuos formulan preguntas, operacionalizan problemas y los resuelven utilizando estrategias basadas en la construcción y análisis de algoritmos, aplicando sus habilidades y herramientas mentales.

A pesar de las similitudes entre las definiciones, existen discrepancias que han generado un prolongado debate sobre la definición precisa del término. Se ha discutido si el pensamiento computacional es exclusivo de profesionales de la computación o si debe ser considerado desde cualquier contexto, extendiéndose más allá de la programación y el diseño de algoritmos para involucrar la forma en que se piensa y se abordan los problemas cotidianos.

Algún autor ha criticado las definiciones del pensamiento computacional por su supuesto énfasis excesivo en la informática y por las promesas exageradas sobre su utilidad. Se destaca la importancia de comprender que el pensamiento computacional es una configuración mental aplicable en diversos contextos, más allá de la programación, que puede beneficiar a cualquier usuario al desarrollar habilidades de lógica y abstracción.

Se sugiere que la integración del pensamiento computacional en el currículo escolar desde etapas tempranas podría ser beneficiosa, pero se advierte que la enseñanza de la programación no garantiza el pleno desarrollo del pensamiento computacional. Se señala la necesidad de establecer directrices claras para su implementación en el aula y de integrarlo de manera transversal en diversas asignaturas.

Desde una perspectiva económica, se argumenta que el conocimiento en tecnología y pensamiento computacional es fundamental en un mercado laboral cada vez más digitalizado. La demanda de programadores y desarrolladores de sistemas es creciente, lo que resalta la importancia de que los individuos adquieran habilidades en estas áreas desde la educación primaria.

Desde una perspectiva educativa, se destaca que el pensamiento computacional forma parte de la nueva alfabetización digital necesaria en el siglo XXI. Se propone integrarlo en el currículo escolar para fortalecer el desarrollo integral de los estudiantes y prepararlos para enfrentar los desafíos del mundo actual.

En conclusión, se enfatiza la importancia del pensamiento computacional como una habilidad fundamental para el desarrollo personal y profesional en la era digital. Su integración en el currículo escolar y su aplicación en diversos contextos pueden contribuir al fortalecimiento de las habilidades cognitivas y al desarrollo de soluciones innovadoras para los problemas del mundo contemporáneo.

miércoles, 24 de abril de 2024

Opinión | Ciencia, inteligencia artificial y Batman

 Por Andrés García Barrios de EDUNEWS

Hoy en día, los avances en la IA generativa y la creación de aplicaciones basadas en inteligencia artificial para crear contenidos han trascendido los medios audiovisuales y ha alcanzado incluso a la ciencia, con la falsificación de datos científicos.

Interrumpimos este programa…

Me permito hacer una pausa en mi serie de artículos sobre autoaprendizaje (el que vengo publicando en este mismo espacio con el subtítulo Testimonio de un autodidacta) para entregar a ustedes esta nota que ha tomado para mí un carácter urgente (al menos ahora es el momento más oportuno para publicarla).

Hace unos días, la puesta en circulación de una foto retocada por parte de la familia real inglesa, puso de cabeza a la mitad del mundo (la verdad es que la otra mitad sigue tan tranquila, despreocupada de este escándalo, pero bueno…). Desde una avalancha de memes hasta importantes análisis sociológicos, han visto el asunto como algo más que una excelente portada para la revista Hola o una nueva oportunidad de desacreditar al sistema monárquico, y prefieren señalar el inmenso riesgo en que nos pone la generación de imágenes por medios electrónicos (Photoshop, Inteligencia Artificial) y la absoluta falta de confianza que de hoy en adelante tendremos que guardar hacia todo tipo de evidencia visual. Ya nada nos garantiza que la foto o el video de “los hechos ocurridos” sean una evidencia confiable.

La crisis provocada por esta posibilidad de transfigurar la realidad, trasciende hacia algo que a muchas personas nos hace estremecernos aún más: la capacidad de estas tecnologías para imitar las voces humanas con total fidelidad, lo cual nos coloca en una terrible vulnerabilidad ante los falsos secuestros de nuestros seres queridos.

Sin embargo, quisiera ahora llamar la atención sobre un hecho al que por su falta de espectacularidad se le ha dado menos atención, pero que es posible que atente y cambie por completo nuestras sociedades actuales, aún más que las ya de por si terribles  tecnologías que he mencionado (si se me permite entrar en el tono catastrofista imperante).

Corre en los medios la noticia de que se ha vuelto común falsificar información científica, a través de publicaciones que francamente inventan realidades. Científicos de prestigio han sido desenmascarados por ello, sumergiéndose en graves escándalos. Si alguien me pidiera evidencia de esto que estoy diciendo podría darle aquí algunas referencias periodísticas pero también podría confesar que es algo que me estoy inventando, porque la verdad es que eso no importaría pues todos sabemos que en cualquier momento pueden empezar a ocurrir este tipo de fraudes. Y no solo eso: además de publicaciones falsas sería  posible prever todo un alud de evidencias científicas imposibles  de ser cotejadas no sólo por su impecable simulación sino simplemente por su inmensa cantidad (gracias a la Inteligencia Artificial el número podría no tener límites); así, la verdad confirmada y la no confirmada empezarían a confundirse una con otra, sin posibilidad de distinguirlas.

Esta puerta hacia el caos se basa en la que es una de las grandes fortalezas del método científico, pero que es también -ahora lo estamos viendo- su principal Talón de Aquiles: estoy hablando de la exigencia de exponer las propias conclusiones a la revisión de la comunidad científica entera para que ésta las valide, exigencia que es cada vez más difícil de cumplir. Ciertamente, los resultados científicos siempre han sido falsificables, pero hoy esto alcanza unos niveles que pueden llegar a vulnerar a la estructura del sistema entero (y no creo estar exagerando).

Nunca he sido partidario entusiasta del conocimiento científico cuando intenta posicionarse como la verdad última, pero me parecería demasiado injusto que su esfuerzo de siglos se viniera abajo no por una reconsideración razonada y paulatina de sus alcances, sino por un fraude. La pretensión de la ciencia de explicar la realidad entera a través de su método, debe poder ser cuestionada  con argumentos y no con un tropel de mentiras cuya única fortaleza sea la de que no se les pueda seguir el rastro. Que la comunidad científica se declare derrotada solo por cansancio, sería una tragedia.

No podemos descartar que, ante tal panorama, los científicos se inclinen por la opción (es más, seguramente ya  lo están haciendo) de mantener su actividad en secreto, recreando esa especie de cofradías “herméticas” que  han existido siempre (y que, por cierto, le han dado a los estudiosos  de todos los tiempos un gran poder). De hecho, decirlo así resulta ingenuo porque no cabe duda de que la investigación científica realizada a escondidas y sin socialización de sus resultados, ya se lleva a cabo en todas partes y nutre tecnologías de uso secreto.

Para terminar mi texto con este mismo tono conspiranoico,  permítaseme una idea que no tenía contemplada al inicio: que no sería raro que fueran los propios científicos allegados al poder, los que  -en determinado momento, por  un afán de controlar al mundo- inventaran  ellos mismos millones de resultados  falsos, de tal forma que la ciencia pública quedara vulnerada y solo prevaleciera la opción de la ciencia oculta, con investigaciones a las que nadie, salvo dichos grupos de poder, tuvieran acceso.

¡Entonces sí, solo nos quedaría la opción de pedir ayuda a Batman!

Tomado de EDUNEWS del Tec de Monterrey 

martes, 23 de abril de 2024

El feedback digital y el fomento de la autorregulación en la universidad (Lo + de RIED-47)

 Por Lorenzo García Aretio

Hoy exponemos una síntesis de aspectos esenciales del noveno artículo de RIED más citado de 2021, de entre todos los publicados (34) en ese año, Vols. 24(1) y 24(2). Es decir, uno de los artículos de RIED que más impacto han generado. Al final aparece la referencia del trabajo y el enlace para poder consultarlo, junto a las fuentes bibliográficas del artículo. Las citas en este caso hasta el día de la fecha en Google Scholar, son un total de 67. Y, por otra parte, aquí se muestran todos los artículos resumidos en esta serie.

El avance y la penetración de las tecnologías digitales en los entornos educativos, especialmente en los procesos de enseñanza, han sido notables en los últimos años, experimentando un crecimiento masivo como consecuencia de la pandemia de COVID-19. Este fenómeno ha sido objeto de extensos estudios que documentan los beneficios de su aplicación en la enseñanza, así como en la evaluación y el feedback. No obstante, a pesar de la proliferación de tecnologías en estos ámbitos, los modelos pedagógicos de evaluación y la concepción del feedback suelen seguir patrones tradicionales, con una participación limitada del estudiante. Sin embargo, se observa un cambio gradual hacia un nuevo paradigma donde el estudiante asume un papel más activo y responsable en la autorregulación de su aprendizaje, incluyendo la evaluación y el feedback como componentes esenciales.

Desde esta perspectiva, se reconoce que la tecnología no solo facilita tareas como la gestión de información o la automatización de procesos de calificación, sino que también desempeña un papel crucial en apoyar al estudiante en su proceso de aprendizaje autorregulado. Esto implica que la tecnología debe proporcionar herramientas que permitan al estudiante comprender las tareas, los criterios de evaluación, monitorear su progreso, ser consciente de sus procesos de aprendizaje y reflexionar sobre la calidad de sus producciones.

El presente trabajo se propone analizar la contribución específica de las tecnologías digitales en los procesos de feedback autorregulador en la educación superior. La evaluación se reconoce como un elemento fundamental para el aprendizaje efectivo, ya que guía el proceso de enseñanza y aprendizaje. Se ha evolucionado desde una perspectiva centrada en la evaluación del aprendizaje hacia una que enfatiza la evaluación para el aprendizaje, destacando su función formativa en el proceso educativo.

En este contexto, la evaluación formativa se concibe como parte integral de un proceso continuo, donde el feedback juega un papel crucial. Se reconoce que el feedback estructurado por el profesor, inicialmente fue considerado como una estrategia para evitar el aprendizaje por ensayo y error, pero con el tiempo se ha evolucionado hacia visiones donde el estudiante asume un rol más activo. La evaluación entre iguales se presenta como un medio para promover el desarrollo del juicio evaluativo y la autorregulación del estudiante, al permitirles apropiarse de los criterios de evaluación y reflexionar sobre su propio trabajo y el de sus pares.

El concepto de juicio evaluativo, entendido como la capacidad del estudiante para tomar decisiones sobre la calidad de su propio trabajo y el de los demás, se destaca como un elemento clave para el aprendizaje autorregulado y el desarrollo de la competencia de aprender a aprender. Este concepto se vincula con los procesos de autorregulación, que incluyen dimensiones cognitivas, metacognitivas y emocionales, y se asemejan a las fases del feedback.

Se reconoce que la tecnología puede proporcionar un importante soporte a estos procesos, permitiendo una retroalimentación más informativa, eficiente y rentable. Sin embargo, se señala la necesidad de superar un enfoque tradicional del feedback y utilizar la tecnología para promover el aprendizaje autorregulado, apoyando las diversas fases de planificación, realización y autorreflexión del mismo.

En suma, el estudio propuesto busca identificar si las propuestas tecnológicas existentes se alinean con un enfoque tradicional del feedback o si realmente contribuyen al desarrollo de procesos de aprendizaje autorregulado. Se destaca la importancia de avanzar hacia un modelo donde el estudiante asuma un rol más activo en su proceso de evaluación y feedback, aprovechando el potencial de la tecnología para apoyar este cambio de paradigma en la educación superior.

Así, en el artículo, los autores presentan los resultados de un proceso de revisión sistemática sobre las aportaciones recientes que la bibliografía de referencia realiza en torno al rol de la tecnología para soportar el feedback.

El análisis de las publicaciones revela una amplia gama de desarrollos tecnológicos relacionados con diferentes tipos de feedback, que van desde la provisión de información sobre el rendimiento hasta enfoques que enfatizan la interacción entre el estudiante y el sistema. Sin embargo, hay una escasez de trabajos que aborden el feedback como una acción activa por parte del estudiante.

La omnipresencia de las tecnologías digitales en los entornos de aprendizaje actuales ha reforzado la importancia de la evaluación formativa, que ahora se considera aún más crucial para satisfacer las demandas educativas del siglo XXI. En este contexto, se reconoce que las tecnologías pueden facilitar prácticas pedagógicas centradas en el pensamiento crítico y la resolución de problemas complejos. Sin embargo, se señala que las evaluaciones tradicionales, como las calificaciones y las pruebas estandarizadas, no son suficientes para proporcionar retroalimentación individualizada y constructiva necesaria para la formación.

Aunque se reconoce el potencial de la autoevaluación y la evaluación por pares para promover habilidades metacognitivas y de autorregulación en los estudiantes, se observa que las tecnologías rara vez contribuyen significativamente a estos procesos. Además, se destaca que la participación de los estudiantes, aunque documentada, a menudo se limita a actividades que siguen un paradigma tradicional de enseñanza-aprendizaje.

En cuanto a la integración de tecnologías en el diseño de actividades educativas, se observa que, en la mayoría de los casos, la tecnología se utiliza como un sustituto de métodos preexistentes sin modificar ni redefinir significativamente las actividades de aprendizaje. Aunque se logran mejoras funcionales, como una mayor velocidad en la retroalimentación, no se desarrollan cambios significativos en los procesos de aprendizaje.

Además, se destaca que hay una falta de investigaciones que aborden el cambio de roles y procesos cognitivos y metacognitivos que la tecnología puede promover en los estudiantes. El potencial de la tecnología para empoderar a los estudiantes en sus propios procesos de aprendizaje, particularmente en el desarrollo del juicio evaluativo y la autorregulación, sigue siendo poco explorado.

En resumen, aunque se reconocen los avances en la integración de tecnologías en la educación, persisten desafíos importantes en términos de aprovechar plenamente el potencial de la tecnología para transformar los procesos de aprendizaje y promover la autorregulación de los estudiantes. Se destaca la necesidad de continuar investigando en este ámbito para avanzar en la comprensión y la implementación efectiva de la tecnología en la educación.

lunes, 22 de abril de 2024

Creando mi Chat Bot conversacional en Poe

 Escribe Carlos Bravo Reyes

Desde el debut público de ChatGPT, seguido por la aparición de Gemini y Copilot, muchos hemos sentido la necesidad de explorar y simular algunas de sus capacidades, como la habilidad de responder a una amplia variedad de preguntas. Esta necesidad es especialmente notable entre los que trabajamos en el campo de la educación y que no somos expertos técnicos o informáticos. Buscamos evitar la complejidad en el uso de medios y recursos, y nos inclinamos hacia herramientas que pueden ofrecer funcionalidades similares, pero sin la complejidad en su implementación. A esto se suma el hecho de que una gran mayoría preferimos utilizar herramientas gratuitas, especialmente aquellas que son transparentes en sus funciones y no engañan al usuario mostrando una cosa y luego resultando ser algo totalmente diferente.

Andando en la red para mantener el flujo de las Recomendaciones diarias encontré un Bot peculiar, sencillo de emplear y con amplias prestaciones para trabajar con nuestros estudiantes. Me refiero a POE (https://poe.com/) un asistente conversacional desarrollado por Anthropic.

Preguntando a Poe indicó que puede responder preguntas y brindar información sobre una amplia gama de temas, utilizando su extensa base de conocimientos actualizada hasta agosto de 2023. Además de responder preguntas y brindar información, Poe también puede ser utilizado como una herramienta de apoyo en diversas tareas, como el análisis de datos, la revisión de textos y la generación de contenido.

Otra de sus posibilidades es la de llevar a cabo el análisis de datos en proyectos, informes y otros documentos similares, así como estudiar y proponer variantes de redacción a un trabajo. Puede también, según el chat con Poe, resolver problemas matemáticos y realizar cálculos, ayudar en la programación, recomendar ejemplos de código, entre otras utilidades.

Los desarrolladores pueden insertarlo en plataformas como Moodle y obtener resultados para el seguimiento y la personalización del aprendizaje de los estudiantes. Para ello es necesario consultar la documentación de la API y sus formas de integración.

En el sitio de Poe encontramos numerosos bots, el oficial y los desarrollados por otros usuarios. En el bot oficial que se muestra en la imagen, pregunté por qué su nombre. Respondió que obedece a la metodología POE, que consiste en Presentación (P), Observación (O) y Evaluación (E). En este último punto, Poe permite la autoevaluación de los contenidos que desarrolla el usuario que accede al bot. Basta solo con pedirle que evalúe mi aprendizaje en las respuestas que dio a mi pregunta y obtendremos diversas preguntas. En este momento es preciso que las instrucciones incluyan elementos como que no coloque un inciso que diga todas las demás, algo muy frecuente en sus preguntas. También advertir la cantidad de preguntas y que la correcta esté en cualquier orden, entre otras sugerencias. En el caso de respuestas incorrectas, es capaz de detectarlo y explicar cuál es la respuesta correcta.

Algunas posibilidades didácticas.

Los profesores podemos emplear Poe de una manera muy sencilla. Solo se requiere acceder a su sitio (https://poe.com/) crear una cuenta gratuita, rellenar los datos que se piden, al igual que en otros sitios similares. Con la cuenta establecida empezamos a crear nuestro Bot, rellenando los campos que pide que son el identificador o nombre que le daremos al Bot, las instrucciones que leerán los usuarios al acceder, el mensaje de saludo y su biografía o descripción. Al igual que en otros bots es importante seleccionar la “temperatura” en la respuesta. Una baja garantiza respuestas más precisas y en especial si el bot tiene nuestra propia base de conocimiento. Con estos datos empezamos a cargar la base de conocimientos con la bibliografía que seleccionamos previamente.

Este es uno de los puntos fuertes de Poe, emplear los documentos que necesitamos para que los estudiantes trabajen en el Bot. También si lo desea puede permitir a Poe que sugiera preguntas y acceda a ChatGPT.

El empleo de Poe facilita la flexibilidad en el aprendizaje al permitir elegir la información, trabajar con la que puede ser más fácil y profundizar en aquella que presenta más dificultades. Esto a su vez pone al estudiante en el centro de su propio aprendizaje. A esto se une la creación de cuestionarios de autoevaluación, como señalamos anteriormente.

Otra de las posibilidades didácticas es el carácter novedoso de esta tecnología, lo que favorece el factor sorpresa siempre presente en la enseñanza. De este modo se eleva el interés y la motivación del estudiante, favoreciendo la seguridad en el aprendizaje. Con Poe tanto el profesor como el estudiante pueden crear sus propios bots sin conocimiento técnico.

El empleo de Poe permite mejorar la retroalimentación de los contenidos al poder acceder a otras fuentes de información seleccionadas por el profesor. Se destaca por la rapidez en las respuestas y no es necesario para acceder como usuario a un bot disponer de una cuenta en este servicio. También su interfaz es sencilla, sin elementos distractores y amigable con el usuario.

Añado a estas posibilidades, la ayuda valiosa de Poe en la redacción de un informe, un artículo o cualquier otro documento, corrigiendo la redacción y el estilo, sugiriendo mejoras al formato del documento y revisando la estructura de las fuentes empleadas. Para esta tarea solo se debe subir el documento a Poe, siempre evitando que sobrepase lo 10 MB de tamaño. En el caso de que sea mayor se puede dividir en partes.

Unas de las posibilidades didácticas más importantes, es la facilidad de generar contenido educativo, responder a preguntas en todas las ciencias sin la ampulosidad de las respuestas de otros bots como ChatGPT.

Un ejemplo de uso de Poe

Recientemente, creamos un bot en Poe sobre la concepción de micro aprendizaje, para ser empleado en un posgrado con este tema. Como el curso fue a distancia, diseñamos un sistema de medios para el desarrollo de los contenidos. 

El sistema tiene como elemento central la interacción en el aula digital bajo Moodle y se le unen itinerarios de aprendizaje con bibliografía insertada, actividades sincrónicas con el profesor a partir de una plataforma de videoconferencia más Poe a partir del bot denominado Micro aprendizaje que pueden consultar en https://poe.com/microaprendizaje

Para la creación de este Bot dispusimos de una base de conocimientos de más de 30 trabajos sobre el tema, que se cargaron directamente al Bot. Se habilitó la opción de interactuar con ChatGPT y habilitar que Poe realice sugerencias de contenidos sobre el tema.

Los animo a que diseñen su propio bot empleando este servicio, que es fácil de usar y ofrece una amplia gama de aplicaciones educativas. Sin duda, estas características lo convertirán en uno de los bots más populares.

Tomado de 366-días

miércoles, 17 de abril de 2024

Google Books está indexando libros basura generados por inteligencia artificial

 Tomado de Universo Abierto

Maiberg ·, Emanuel. «Google Books Is Indexing AI-Generated Garbage». 404 Media, 4 de abril de 2024. https://www.404media.co/google-books-is-indexing-ai-generated-garbage/.

Google Books está indexando libros generados por inteligencia artificial (IA) de baja calidad que aparecerán en los resultados de búsqueda, lo que podría afectar al visor de Ngram de Google, una herramienta importante utilizada por investigadores para rastrear el uso del lenguaje a lo largo de la historia.

Se encontraron libros generados por IA mediante la búsqueda de la frase «As of my last knowledge update» en Google Books. Algunos de estos libros son sobre ChatGPT, aprendizaje automático, inteligencia artificial y temas relacionados, pero la mayoría parecen ser generados por IA y no tratan sobre IA.

Estos libros generados por IA son similares a los encontrados en Amazon, y muchos de ellos están presentes en ambas plataformas. Una preocupación es la posible inclusión de estos textos generados por IA en el visor de Ngram de Google, lo que podría alterar significativamente los resultados.

Google afirmó que ninguno de los libros generados por IA identificados actualmente afecta los resultados del visor de Ngram. Sin embargo, no confirmaron si filtrarán estos libros en el futuro o si tienen una política para hacerlo.

El director de investigación del Instituto de Investigación en IA Distribuida (DAIR) señaló que esto podría crear un ciclo de retroalimentación, donde el contenido generado por IA se utiliza para entrenar nuevos modelos de IA.

La inclusión de libros generados por IA en Google Books plantea preocupaciones sobre la calidad de los resultados de búsqueda y la integridad de herramientas de investigación importantes como el visor de Ngram de Google.

Tomado de Universo Abierto

martes, 16 de abril de 2024

La mujer de Tokio

 Por Ramón Besonias


Escribo en Chat GPT: "Imagen realista rectangular de personas huyendo asustadas al ver un tren llegar desde una pantalla de cine". Genera -no confundir con crear- la imagen que veis arriba. Soy yo quien escribo el prompt, lo escribo por una intención, si no me gusta lo desecho, y podría no haberlo hecho. Tomo Chat GPT como una herramienta, un vehículo; no sustituye mi creatividad más allá de lo que yo le permito. Antes de Chat GPT hubiera cogido quizá una imagen de internet, o la hubiera dibujado yo. Aún lo hago. No quiero dejar de dibujar a mano, con rotulador, en papel. No dejaremos de hacerlo, aunque tengamos la sensación de que la tecnología aumenta la tentación de recurrir a la IA antes que dedicar una hora a dibujar. Gano en eficacia y tiempo dejando que me la genere una IA; gano en un tiempo relajado y sereno, dedicado a mí, mientras tomo una cerveza o miro sin mirar por la ventana. Elijo hacer una cosa u otra, según la disposición, las ganas, el objetivo. Siempre hay elección. No hay un leviatán que nos obligue a decantarnos siempre por la misma opción. Asumir la libertad es esencial para no acabar percibiendo que la tecnología es un dios severo que consume la voluntad y nos condena a guardar pleitesía. Por eso, fomentar el conocimiento, la autonomía y la creatividad es el mejor antídoto contra ese determinismo tecnológico  que conduce tanto al asombro acrítico como al temor irracional.



Los primeros que contemplaron la llegada de un tren a la estación a través del novedoso y desconocido cinematógrafo de los hermanos Lumiere quizá se alarmaran en esa primera proyección, pero al salir de la sala de seguro rieron aliviados y comentarían entre risas la eficacia del engaño. Otros, recelosos y cautos rechazarían la profana inconsistencia del nuevo artilugio, más cerca de la naturaleza de un juguete que de una tecnología útil y prometedora. No pasarían muchos años hasta que ese nuevo artefacto fuera integrado en sus vidas como lo fue la iluminación eléctrica o el coche de gasolina. El cine se convertiría no solo en un divertimento y un arte, también sería una lucrativa industria, pero no sin un periodo de transición donde la fascinación y el recelo oscilarían en una vertiginosa dialéctica que alimentaría la prensa y el debate en bares y plazas. 

Hace nada que OpenAI anunció que había conseguido generar vídeos de un minuto a partir de prompts y hacerlo con una calidad y realismo prodigiosos. Llaman a esta tecnología Sora.




Las respuestas divididas entre el entusiasmo babeante y el rasgado de vestiduras no tardaron en inundar las redes y noticias en los medios de comunicación. Pocos analistas se sitúan en un término medio entre la la prudencia y la curiosidad, entre un sabio recelo y un tanteo objetivo. "El fin de la realidad", sentencia un reportaje de El Confidencial, muy en la línea de anteriores textos donde se recurre al lucrativo recurso al catastrofismo. El filósofo Diego Hidalgo, casi al mismo tiempo, en otro medio sentenciaba el fin del pensamiento crítico



Las teorías ultramodernas de la hiperrealidad, defensoras de teleologías escatológicas, o, en el otro extremo, de un futuro transhumanista salvífico, tienen más rédito popular que la serena y pausada reflexión, quizá porque ésta requiere tiempo, escucha y obviar los placebos del miedo que paralizan el entendimiento y la voluntad. Es más fácil temer que conocer. Conocer nos implica y nos sitúa no solo como testigos, sino parte responsable de los hechos. Temer y prohibir convierte a otros -corporaciones, gobiernos, entidades demiúrgicas- en responsables de mi incapacidad para tomar las riendas y decidir. Está pasando con el conflicto de los móviles en las escuelas y surgirá con la IA en años venideros. Esperaremos a que el fatalismo se adueñe de nuestra voluntad y solo quede como salida desesperada e irresponsable prohibir. Sin embargo, la prohibición taxativa, sin conocimiento ni criterios, desactiva el pensamiento crítico, delegando en otros mi libertad. Es más, provoca una falsa sensación de seguridad, como si al barrer el problema bajo la alfombra de la norma, éste desapareciera de nuestras vidas. 

Pero volvamos a la noticia de Sora. Como les sucedió en 1896 a los espectadores de la sala parisina, aquellos que vieron hace unos días a esa mujer pasear altiva y confiada por las calles de Tokio quizá tuvieron un reflejo temporal de fascinación complaciente y gozosa, pero en un breve tiempo volverían en sí, mascullando lo experimentado, sabiendo que se trata de un artificio técnico, efecto de una ingeniería de orfebrería, fruto de un prompt simple:

"Una mujer elegante camina por una calle de Tokio llena de luces de neón brillantes y carteles animados de la ciudad. Lleva una chaqueta de cuero negra, un vestido largo rojo, botas negras y un bolso negro. Lleva gafas de sol y lápiz labial rojo. Camina con confianza y despreocupación. La calle está húmeda y refleja, creando un efecto espejo de las luces de colores. Muchos peatones caminan por allí".

Computación, datos, mucho gasto de energía y dinero, innovación, competencia feroz, nichos nuevos que absorberán negocios tradicionales y obligarán a aprender nuevos oficios y consumir nuevos productos de entretenimiento y herramientas de trabajo. A diferencia de los espectadores del cinematógrafo, hoy los ciudadanos tenemos más experiencia y conocimientos como para saber que toda tecnología fundante que emerge trastoca, genera zozobra y requiere tiempo hasta que se integra en un nuevo ecosistema económico, laboral y cultural. Los artistas pictóricos vieron en la fotografía un grotesco imitador, sin futuro ni consistencia artística. Menos aún aquel invento del demonio llamado cinematógrafo pasaría de ser un juguete más para entretener a niños y animar las ferias. La literatura y la pintura son artes superiores, pensaron. Pero no muy tarde los ciudadanos empezaron a ir más al cine que dedicar tiempo a la lectura, ver vídeos de YouTube que ir al cine, mandar audios y vídeos a sus amigos que hacer llamadas o escribir guasaps



El adagio de Magritte -esto no es una pipa- sigue teniendo vigencia como desmitificador del simulacro tecnológico. Sabemos que esa mujer paseando por Tokio no es real, que la pera de esta ilustración simula ser una nariz, como sabemos que aquel tren de 1896 no lo era, no nos arrollaría más allá de nuestra imaginación. La ilusión se desactiva a través de la conciencia y el conocimiento. 

Los niños sí creen que el ratón habla. Creerlo aviva su imaginación, tan necesaria para su vida adulta, esa en la que ya no creerán que los gatos tienen botas y los lobos comen abuelas para merendar. No lo creerán porque les habremos educado en saber diferenciar la ficción de la realidad en la que las balas matan y las decisiones cuestan. Ese es el reto de la educación, la que se da en casa y la que viene de la escuela. Desmitificar sin por ello dejar de divertirnos con la ilusión de lo irreal. Para ello es necesario que los adolescentes conozcan las entretelas de la tecnología, los datos interesados que la alimentan, el artificio que se esconde tras su simulación de realidad. Desmitificar les prepara para protegerse contra las distopías de la tecnología, ésta y las que vendrán. El conocimiento empodera la voluntad, aviva la libertad, da gasolina a la disensión contra los excesos del poder. Los niños deben saber tarde o temprano que los reyes magos son los padres. 

Discrepo de aquellos que piensan que la posibilidad de generar vídeos realistas nuble la sabiduría natural de diferenciarlos de la vida experimentada. Ya antes de la irrupción de la IA existían los sesgos y la manipulación de la información. La posibilidad de una simulación absoluta de lo real quizá sea buena noticia, porque clausura la ilusión de que algo salvo la vivencia personal a pie y suelo puede ser real. La llamada hiperrealidad generará sin duda una necesidad de vivencias auténticas, de recelo ante la digitalización de lo real, un anhelo de realidad, de contacto físico, de emociones no mediadas por la tecnología, de sudoración y mirada, de encuentros in situ. Estos días de carnaval he sido testigo de esa necesidad. Alumnos acostumbrados a no apartar las narices de una pantalla esperaban como agua de mayo el vértigo gozoso de desfallecer bailando y cantando junto a miles de personas. Los clásicos griegos y romanos nos enseñaron algo primordial: pese a que el decorado cambie, la naturaleza humana no lo hace. Las mismas esperanzas y miedos laten en su interior.  

Tomado de IA educativa

lunes, 15 de abril de 2024

El cambio en el aula con la Inteligencia Artificial: La inclusión de nuevos actores

 Por Angel Fidalgo

El ordenador nace allá por los años 40 con el objetivo de sustituir el trabajo considerado como inteligente del ser humano. Los inicios son muy tímidos; es capaz de realizar un puñado de cálculos, eso sí, hace muchos y muy rápidamente.

Posteriormente, el ordenador evoluciona y es capaz de ejecutar todo lo que se pueda indicar en un algoritmo. Ya no se limita a calcular, sino que puede tomar decisiones basadas en caminos, preguntas y condiciones presentes en el algoritmo. Esta es la época dorada de la automatización, donde el ordenador actúa como un gestor de información, facilitando la realización de procesos que trabajan con información, tanto a grandes corporaciones como a individuos.

A pesar de sus capacidades, la gran limitación estaba en los algoritmos; cualquier tarea que no pudiera traducirse en un algoritmo no se podría implementar en un ordenador. Sin embargo, surge la inteligencia artificial, superando estas limitaciones al incorporar heurística, gestión de reglas, capacidad para generar nuevas reglas, aprendizaje a partir de la experiencia e incluso incorporar la propia experiencia humana.

Aunque la Inteligencia Artificial ya tiene décadas de existencia, es después de la pandemia, hace unos pocos años, cuando comienza a popularizarse en la educación. Nos sorprende cómo aplicaciones como ChatGPT pueden resolver exámenes, hacer resúmenes, análisis y conclusiones. También es capaz de generar ideas, descubrir relaciones e incluso desarrollar trabajos completos. Además, lo hace de manera más eficiente que muchos estudiantes.

Para los alumnos, la inteligencia artificial es como tener un amigo superinteligente que puede hacerles, o ayudarles a hacer, todas las tareas de aprendizaje, incluso de tal forma que el profesor no se daría cuenta. Sin embargo, desde la perspectiva del profesorado, la inteligencia artificial actúa como un profesor/a ayudante que puede ayudarnos a corregir tareas, proponer exámenes personalizados, realizar seguimientos individuales y avisarnos de cualquier situación que pudiese comprometer el aprendizaje del alumnado.

Todo esto no es ni bueno ni malo; únicamente es la evolución natural desde que se inventó el ordenador, y no nos quepa duda de que cada vez veremos que el ordenador es capaz de realizar tareas mucho más inteligentes. Actualmente, hay un gran debate sobre las oportunidades y desventajas de la Inteligencia Artificial en la educación, así como su posible regulación en el uso académico.

No obstante, lo que tenemos que hacer es adaptarnos a una nueva situación: nuestro alumnado puede disponer de la ayuda de un alumno “muy listo”, y el profesorado podemos disponer de la ayuda de decenas de profesores ayudantes. Todo esto nos tiene que hacer plantearnos cómo van a ser a partir de ahora nuestros procesos de fomento del aprendizaje. Se nos abren nuevas oportunidades; utilicemos la Inteligencia Artificial.

Tomado de Investigación e Innovación educativa

viernes, 12 de abril de 2024

¿Escribir bien o pensar bien? Un debate en tiempos de la IA

 Por Ramón Besonías


Hace un año, los estudiantes escribían en WhatsApp frases cortas con emoticonos en sus móviles. Hoy graban notas de voz o emiten directos de vídeo. La palabra escrita va desapareciendo en sus hábitos cotidianos. Se expresan oralmente y en formatos audiovisuales. Incluso cuando usan Chat GPT desde su móvil, optan por hablar con el asistente, no escribir el prompt. 

Hace unos días, pedí a mis alumnos que estimaran en tanto por ciento el uso del móvil desde que se levantan hasta que se duermen. La media de su percepción subjetiva de uso es del 60-70%. El tiempo que dedican a escribir tanto en papel, en un ordenador o en sus móviles es escasa. Igualmente, no muestran preocupación por una ortografía y caligrafía correctas. Lo perciben como una obligación educativa inútil. Sin embargo, reconocen el efecto negativo de la falta de lectura y del escaso uso de la palabra escrita en su vida cotidiana como factores que influyen en su escritura y comprensión, aunque no muestran preocupación, más allá del pragmatismo de obtener mejores calificaciones. 

Su percepción de Chat GPT es igualmente pragmática. Creen que sirve para ahorrar tiempo y esfuerzo, no tanto una herramienta creativa o competencial. Si les ahorra leer y comprender, copian y pegan. Reconocen que un alto porcentaje de docentes les piden ese tipo de tareas rutinarias que una IA puede hacerles con facilidad. No saben hacer esquemas ni apuntes propios. Suelen estudiar a pelo, leyendo y releyendo el libro o los apuntes que proporciona el docente, subrayando y memorizando pocos días antes del examen. Prefieren entregar tareas por ordenador que manuscritas para ahorrar tiempo a través de transcripciones mecánicas. El uso de la palabra escrita se reduce a las tareas de aula. El resto del tiempo no escriben y, salvo excepciones, confiesan no ser lectores por placer. 

Bajo este escenario, ¿qué mejora real puede suponer una medida punitiva como rebajar la nota de la EBAU por faltas ortográficas? La medida parece una salida desesperada ante una situación que excede nuestra voluntad. 

Confieso que en mis clases de Filosofía concedo un valor escaso a las faltas de ortografía. Las hago saber, aconsejo y sugiero, pero no penalizo. Me preocupa más la comprensión lectora, el análisis crítico de contenidos, la argumentación lógica, la expresión oral, el debate razonado. Creo que es este el campo de batalla de las nuevas generaciones. Para ello uso cualquier herramienta que sirva, sea un vídeo, un texto, un meme, un reel, un podcast, una película, su serie preferida, la última noticia que les suscita interés… o la IA generativa. Intento convertir toda herramienta en una oportunidad para pensar y crear ideas nuevas compartidas. Si escriben sin h o con v, no me importa, con tal de que aquello que dicen pase por su intelecto y genere un razonamiento bien hilvanado. 

La corrección lingüística es consecuencia del ejercicio cognitivo, no al revés. Disiento de aquellos que consideran que escribir mal influye negativamente en la profundidad y capacidad de razonar, aunque comprendo sus razones. Quien escribe estas líneas da fe de ello. Aprendí a escribir por mi motivación hacia la lectura y otros centros de interés, ajenos a la escuela; la ortografía y la gramática llegaron después. Existen numerosos ejemplos de adultos -también docentes- que no tienen faltas de ortografía y sin embargo muestran dificultades para construir un texto argumentativo que ofrezca un mínimo de profundidad y coherencia lógica. El hábito no hace al monje.

Intento ser optimista y tomar lo que tengo a mano en clase para hacer de ello una oportunidad de aprendizaje. Estoy convencido de que los formatos audiovisuales y la IA son aliados esenciales de ese aprendizaje; por eso intento reducir la influencia que sobre mis alumnos posee el uso indiscriminado y acrítico de imágenes, vídeo, noticias. Marido en mis clases diferentes formatos de lenguaje, que basculan del texto al vídeo y viceversa, de la imagen y el audio al texto, del texto a la oralidad, y al revés. En ese trasvase de formatos se activan y refuerzan capacidades cognitivas que propician un aprendizaje persistente, que el alumno utilizará en futuros aprendizajes y entornos diversos. 

Poner el acento en la ortografía denota no solo un erróneo enfoque a los problemas de comprensión y análisis que presentan nuestros alumnos, sino también un enroque contra la inevitabilidad de repensar nuestra enseñanza. Tengo esperanza en las nuevas generaciones de docentes, que de seguro tendrán menos prejuicios a la hora de flexibilizar los métodos de evaluación y de usar recursos extraídos de la forma natural de aprendizaje de los alumnos. ¿Tendrán más faltas ortográficas? Quizá. Pero no será un impedimento para imaginar, pensar, crear, si ellos mismos y sus alumnos ponen en marcha las neuronas. 

La IA acelerará la facilidad para crear resúmenes, esquemas, análisis, guiones... sin faltas ortográficas, pero esto no tiene por qué suponer un déficit en competencias lingüísticas si abordamos nuestra intervención en el aula desde modelos creativos que refuercen capacidades cognitivas, trascendiendo el mero dominio de la ortografía. Sí considero importante reforzar la lectura y el análisis de mensajes multimodales. Leer no es exclusivamente leer texto; la lectura supone capacidad y hábito de observar y analizar cualquier formato de lenguaje, ya sea un poema o un reel en las redes sociales

Creo honestamente que las instituciones educativas están errando el enfoque con el que acometer un cambio de paradigma que asusta y nos hace sentir vulnerables, adoptando una actitud regresiva, de defensa contra lo desconocido. Prohibir móviles y reforzar la ortografía a través de medidas punitivas hablan más de la impotencia de los adultos que de la posibilidad de mejorar la educación real de nuestros alumnos. No podemos enfrentar la realidad desde la defensa de presupuestos pedagógicos con los que los docentes aprendimos cuando éramos niños o adolescentes. Estamos obligados a maridar tradición con creatividad, vino viejo en odres nuevos. Humanismo tecnológico que no tenga miedo a hibridar diversos lenguajes, que active el ingenio y proactividad del alumnado, que reimagine el mundo. 

Tomado de IA educativa