jueves, 29 de febrero de 2024

En la educación, la tecnología nunca fue la solución. Pero tampoco el problema.

 Por Ángel Fidalgo

Metáfora de la cebolla en el contexto educativo
Imagen: Metáfora de la cebolla en la Educación

Para entender el impacto de las tecnologías, me gustaría que se imaginara la educación como una cebolla de tres capas: la capa más interior (el corazón) es donde se encuentran el profesorado y el alumnado junto con las metodologías docentes. La siguiente capa es la gestión administrativa/académica, y la capa más externa es la política (puede obtener más detalles sobre la metáfora de la cebolla en la educación, en este post).

Que la cebolla no está muy bien de salud es una evidencia; tiene muchos «achaques» crónicos: la tasa de abandono, la desmotivación del alumnado y del profesorado, la pasividad del alumnado, el abuso de modelos expositivos, entre otros. Ante esta situación, desde la capa exterior se ha reaccionado mediante cambios en las leyes (prácticamente cada nuevo gobierno introduce una). Estos cambios generalmente afectan a la capa intermedia, la gestión académica y administrativa. Cuando se intenta que los cambios afecten al corazón, a la capa interna, suele ser para cambiar algún contenido (añadir o quitar alguna asignatura), decidir con cuántos suspensos se puede avanzar de curso e incluso cambiar el nombre de los periodos de evaluación, llamando a uno de ellos evaluación continua (ojo, solo cambia el nombre, no el tipo de evaluación).

Una acción política que pueda transmitir que se está mejorando la educación de forma inmediata suele estar relacionada con el dinero. Por ejemplo, si se aprueba la compra de ordenadores o tabletas para las escuelas, se está transmitiendo que se mejora el proceso educativo, simplemente porque la sociedad tiene la visión de que la tecnología ayuda a mejorar los procesos.

Y realmente, esto es lo que ocurrió hace una década. Se anunciaron inversiones millonarias para dotar de tecnología a los centros educativos. Algunas de esas tecnologías funcionaron muy bien, dando soporte a toda la comunicación entre el profesorado y el alumnado durante la pandemia. Otras, las que pretendían lograr nuevos métodos de formación, no funcionaron (no por culpa de la tecnología, sino por no comprender qué papel juega dentro de la transformación metodológica). En definitiva, la inclusión de la tecnología en el corazón de la cebolla no ha logrado mejorar su salud; de hecho, parece que empeora, ya que nos llega el mensaje (principalmente a través de los medios de comunicación) de que se está planteando prohibir el uso de la tecnología en las aulas, principalmente los móviles.

Entonces, ¿es la tecnología buena o mala? La pandemia nos generó un escenario para responder a este tipo de preguntas y debería haber servido para aprender, pero realmente no aprendimos de ella.

Durante la pandemia, la tecnología se utilizó para simular la presencialidad. Por tanto, se trató de hacer las cosas como antes de la pandemia, pero con ordenadores. Evidentemente, cuando finalizó la pandemia, volvimos a lo original, que era mejor que la simulación. Hubo profesorado que utilizó la tecnología y la situación para enseñar de otra forma, aprovechando las capacidades del ordenador para trabajar con el conocimiento, las actividades de aprendizaje asíncronas (que requieren que el profesorado y el alumnado estén juntos, aunque sea de forma virtual) y el asincronismo (actividades formativas en las que no es necesario que exista una coincidencia temporal entre el profesorado y el alumnado).

Lo habitual es que, una vez finalizada la pandemia, se hubiese continuado con actividades presenciales propias de antes de la pandemia, pero también aprovechando la tecnología para realizar ese otro tipo de actividades.

Realmente, no se está aportando nada nuevo. En cualquier sector, la tecnología ha irrumpido creando nuevas actividades, sustituyendo otras que se hacen mejor con tecnologías y manteniendo otras como siempre. Esto es lo que ha hecho evolucionar los sectores.

Hasta que no abordemos esto en nuestro sector, no lograremos que la educación evolucione. Para ello, es crucial cuidar del núcleo, el corazón de la cebolla; si este está sano, el resto de la cebolla lo estará. Si el corazón está enfermo, no importa lo que se haga en las capas intermedia y externa, al final, toda la cebolla se estropeará.

Tomado de Investigación e innovación educativa

miércoles, 28 de febrero de 2024

Los documentos científicos fraudulentos están comprometiendo la confiabilidad en la ciencia

 Tomado de Universo Abierto

McKie, Robin. «‘The Situation Has Become Appalling’: Fake Scientific Papers Push Research Credibility to Crisis Point». The Observer, 3 de febrero de 2024, sec. Science. https://www.theguardian.com/science/2024/feb/03/the-situation-has-become-appalling-fake-scientific-papers-push-research-credibility-to-crisis-point.


Los científicos están haciendo sonar la alarma sobre la publicación masiva de miles de documentos de investigación falsos en revistas, lo que constituye un creciente escándalo internacional. Esta situación está comprometiendo la investigación médica, obstaculizando el desarrollo de medicamentos y poniendo en peligro la prometedora investigación académica. Una ola global de ciencia fraudulenta está afectando gravemente a laboratorios y universidades.

El año pasado, el número anual de documentos retractados por revistas de investigación superó los 10.000 por primera vez. La mayoría de los analistas creen que la cifra es solo la punta de un iceberg de fraude científico.

«La situación se ha vuelto alarmante», dijo la profesora Dorothy Bishop de la Universidad de Oxford. «El nivel de publicación de documentos fraudulentos está creando problemas serios para la ciencia. En muchos campos, está volviéndose difícil construir un enfoque acumulativo hacia un tema, porque nos falta una base sólida de hallazgos confiables. Y va empeorando más y más».

El sorprendente aumento en la publicación de documentos de ciencia falsa tiene sus raíces en China, donde a jóvenes médicos y científicos que buscaban ascensos se les exigía haber publicado documentos científicos. Organizaciones clandestinas, conocidas como «fábricas de documentos» (Paper mills), comenzaron a suministrar trabajos fabricados para su publicación en revistas allí.

La práctica se ha extendido desde entonces a India, Irán, Rusia, estados de la antigua Unión Soviética y Europa del Este, con «fábricas de documentos» suministrando estudios fabricados a más y más revistas a medida que aumenta el número de jóvenes científicos que intentan impulsar sus carreras al reclamar una falsa experiencia de investigación. En algunos casos, los editores de revistas han sido sobornados para aceptar artículos, mientras que las «fábricas de documentos» han logrado establecer a sus propios agentes como editores invitados que luego permiten que se publiquen montones de trabajos falsificados.

«Los editores no están cumpliendo adecuadamente con sus roles y los revisores por pares no están haciendo su trabajo. Y algunos están siendo pagados grandes sumas de dinero», dijo la profesora Alison Avenell de la Universidad de Aberdeen. «Es profundamente preocupante».

Los productos de las «fábricas de documentos» a menudo parecen artículos regulares pero se basan en plantillas en las que se insertan nombres de genes o enfermedades al azar entre tablas y figuras ficticias. Preocupantemente, estos artículos pueden ser incorporados a grandes bases de datos utilizadas por aquellos que trabajan en el descubrimiento de medicamentos.

Otros son más extraños e incluyen investigaciones no relacionadas con el campo de una revista, lo que deja en claro que no se ha llevado a cabo una revisión por pares en relación con ese artículo. Un ejemplo es un documento sobre la ideología marxista que apareció en la revista Computational and Mathematical Methods in Medicine. Otros son distintivos debido al lenguaje extraño que utilizan, incluyendo referencias a «peligro del seno» en lugar de cáncer de seno y «afección de Parkinson» en lugar de enfermedad de Parkinson.

Grupos de vigilancia, como Retraction Watch, han rastreado el problema y han notado retractaciones por parte de revistas que se vieron obligadas a actuar en ocasiones cuando se descubrieron fabricaciones. Un estudio, realizado por Nature, reveló que en 2013 hubo poco más de 1.000 retractaciones. En 2022, la cifra superó los 4.000 antes de saltar a más de 10.000 el año pasado.

De los más de 10.000 documentos retractados el año pasado, más de 8,000 habían sido publicados en revistas propiedad de Hindawi, una subsidiaria de Wiley. Estas cifras han obligado a la empresa a tomar medidas drásticas. Un portavoz de Wiley anunció: «Vamos a eliminar la marca Hindawi y hemos comenzado a integrar completamente los más de 200 diarios de Hindawi en el portafolio de Wiley». Además, la compañía ha identificado a cientos de estafadores en su cartera de revistas y ha removido a aquellos que desempeñaron roles editoriales. Aunque Wiley reconoce que no puede abordar la crisis por sí sola, otras editoriales también se ven afectadas por los «paper mills». Los académicos se muestran cautelosos, ya que en muchos países son remunerados según la cantidad de artículos publicados. El daño causado por la publicación de investigaciones deficientes o falsas se evidencia con el caso del fármaco antiparasitario ivermectina, que inicialmente se creyó que podría tratar el Covid-19 pero posteriormente se descubrió evidencia clara de fraude en los estudios. Este incidente ilustra cómo la ciencia se ve afectada por el material fabricado. Los expertos advierten sobre la creciente amenaza de los «paper mills» y la investigación fraudulenta, señalando que la integridad del conocimiento científico está en peligro y que la corrupción está infiltrándose en el sistema.

Tomado de Universo Abierto

martes, 27 de febrero de 2024

Habilidades digitales que empoderan el futuro profesional

 Por Noemí Vilches 

Independientemente si eres estudiante, docente o estás inmerso en este mundo interconectado, existen una serie de competencias con las que cualquier persona del futuro deberá contar. Hoy en día, el impacto de la Inteligencia Artificial (IA) en muchas industrias crece aceleradamente, en sus múltiples ramas, pero sobre todo con el reciente auge de la IA generativa. Por lo que se vuelve elemental que los profesionales y el alumnado que se prepare para integrar el mundo laboral cuenten con determinadas aptitudes.

Las habilidades digitales (digital skills) se definen como un grupo de conocimientos que equipan a las personas a fin de ejercer su profesión en los entornos empresariales que son o están siendo digitalizados. En los clientes de dichas organizaciones surgen nuevas necesidades orientadas al uso de tecnologías. Como explica la periodista Nelly Toche, estas competencias transversales traen consigo un reto educativo sobre formar profesionistas a lo largo de la vida, comprendiendo lo que se requiere según la actualidad. 

La consultora en administración estratégica global, McKinsey & Company, describe que uno de cada 16 empleados deberá cambiar de ocupación para 2030. Lo que representa a más de 100 millones de trabajadores de acuerdo con los países investigados en su estudio (China, Francia, Alemania, India, Japón, España, Reino Unido y Estados Unidos). 

La incorporación de estas habilidades en el ámbito laboral no es un concepto nuevo, ya que desde la presencia de computadoras, servidores y comunicaciones electrónicas se ha solicitado personal para asistir en este campo. A pesar de esto, la exigencia de determinadas competencias en el lugar de trabajo ocurre con mayor frecuencia en el presente. Los empleadores esperan que cada integrante de la organización posea la capacidad de encontrar, evaluar, usar, compartir y crear contenido utilizando dispositivos digitales. 

La práctica de trasladar las operaciones comerciales a plataformas en línea ha apresurado la petición de empleados que apoyan a empresas tradicionales a realizar una transición exitosa. Con el propósito de mantenerse competitivos, prevalece una prioridad en candidatos que demuestren sus conocimientos digitales. 

Ante este panorama, las instituciones educativas y diversas organizaciones han reformado y creado programas que favorecen a que distintos aprendices adquieran las aptitudes para desempeñarse adecuadamente en los puestos. Un informe de la UNESCO también afirma que desarrollar esquemas educativos en respuesta a la Inteligencia Artificial debe ser un proceso regular que visibilice la brecha de habilidades y donde se produzca un diálogo, así como mayor colaboración entre la industria y el sector educativo. 

Alfabetización digital

Sin embargo, a pesar de la necesidad de estar actualizados en las demandas del mundo digital, esto no sería posible de efectuarse satisfactoriamente de no ser por la preparación que requieren abordar estas temáticas. Es preciso contar con una alfabetización en estos dominios con el objetivo de verificar cuándo y cómo son necesarios los recursos digitales y el conocimiento de su gestión. 

El reporte de la UNESCO Artificial intelligence in education: challenges and opportunities for sustainable development asegura que la manera en que la IA y la educación irán de la mano exitosamente será que se capacite a docentes y desarrolladores de tecnología. Los educadores deberán aprender nuevas habilidades digitales pensando en utilizar estos recursos de manera pedagógicamente adecuada. Mientras que los profesionales que desarrollan la Inteligencia Artificial necesitan comprender cómo trabaja el profesorado para crear soluciones sostenibles en entornos de la vida real. 

Además, el informe agrega que los esfuerzos por preparar a la futura fuerza laboral para la IA incluye repensar el contenido y los métodos usados para impartir instrucción en todos los niveles de la educación.

En el reporte también se propone un marco global para medir la alfabetización digital por medio de siete áreas y sus respectivas competencias, las cuales logran brindar una base con la finalidad de formar a los estudiantes para la sociedad en la que vivirán. Según los autores del texto, las y los docentes deben preparar al alumnado en: 

  1. Fundamentos de hardware y software: es importante contar con los conocimientos básicos sobre cómo encender/apagar, cargar o bloquear dispositivos. Igualmente, de administración de cuentas y contraseñas de usuario, inicio de sesión y cómo realizar configuraciones de privacidad.
  2. Alfabetización en información y datos: el alumnado debe conocer sobre navegación, búsqueda y filtrado de datos, información y contenidos digitales, así como analizarlos y gestionarlos. 
  3. Comunicación y colaboración: las personas tienen que saber cómo interactuar, compartir, colaborar y participar como ciudadanos a través de tecnologías digitales, dominar las reglas de conducta socialmente aceptables en Internet y administrar su identidad digital. 
  4. Creación de contenidos digitales: el alumnado debe ser capaz de desarrollar y reelaborar contenidos digitales, tomar en cuenta las leyes de derechos de autor y licencias, y hasta es deseable conocer sobre programación.
  5. Seguridad: es relevante cuidar distintos rubros al saber cómo proteger sus dispositivos, datos personales y privacidad, bienestar, salud y el medio ambiente. 
  6. Resolución de problemas: es fundamental estar al tanto de cómo resolver problemas técnicos o identificar necesidades y crear respuestas tecnológicas. El pensamiento computacional ayudará a ser creativos para utilizar las tecnologías.
  7. Competencias relacionadas con la carrera: aquí se incluyen los conocimientos y las habilidades necesarias para operar hardware/software especializado para un campo particular.

Habilidades de un futuro no tan lejano

Hace unos años se definían las habilidades del siglo 21 como necesarias, llámese: creatividad e innovación, pensamiento crítico, solución de problemas, toma de decisiones,  comunicación, colaboración, alfabetización en información, medios y tecnología, ciudadanía, entre otras. A pesar de que estas se mantienen como indispensables, la búsqueda de las aptitudes aclamadas va más allá de lo que se conocía como competencias básicas de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC). 

De acuerdo con un documento publicado por la United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization y la UNESCO-UNEVOC International Centre for Technical and Vocational Education and Training, el 82 % de los empleos que solicitan habilidades medias ya requieren competencias digitales.

Según el mismo informe, estas habilidades digitales cumplen con la función clave de proporcionar acceso a salarios más altos y mayores oportunidades de crecimiento profesional. Por ejemplo, el 78 % de los puestos de trabajo tienen como requisito mínimo las aptitudes de hojas de cálculo y procesamiento de textos.

Por otro lado, la University of Nevada, Las Vegas (UNLV) Continuing Education describe que, para puestos de nivel inicial, las aptitudes digitales mínimas requeridas implican la facultad de realizar tareas como:

  • Comunicación por correo electrónico
  • Búsqueda de información en línea
  • Manejo de información sensible en ecosistemas virtuales
  • Uso seguro de herramientas de colaboración basadas en la nube como Google Drive, DropBox y Microsoft Teams
  • Creación y gestión de hojas de cálculo y documentos digitales
  • Gestión básica de dispositivos, como conectarse a Internet o instalar actualizaciones de software
  • Compartir la pantalla durante una videollamada
  • Utilizar calendarios en línea y administrar eficientemente diversas agendas

Asimismo, un estudio elaborado por la compañía McKinsey identificó 56 competencias fundamentales que ayudarán a la ciudadanía a prosperar en el futuro del trabajo. Estos 56 elementos de talento fueron denominados como DELTAs, ya que contienen una mezcla de habilidades y actitudes, mismos que fueron aglomerados en 13 grupos y cuatro categorías.

Según las investigaciones de la consultora, en un mercado laboral más dinámico y automatizado, cualquier persona que se beneficie de este conjunto de competencias podrán cumplir con los siguientes criterios, independientemente de su ocupación o del sector en que trabajen: 

  • Agregar valor más allá de lo que pueden realizar los sistemas automatizados y las máquinas inteligentes.
  • Operar en un entorno digital.
  • Adaptarse constantemente a nuevas formas de trabajar y nuevas ocupaciones.

De igual modo, la periodista Laura Ascione señala que la alfabetización digital y la educación de programación estarán en la delantera por lo menos este año, con el propósito de guiar al estudiantado al futuro impulsado por tecnología. También añade que las analíticas de aprendizaje contarán con un papel crucial con información valiosa para que los profesores puedan tomar decisiones con base en datos.

Igualmente, afirma que la educación en ciberseguridad alcanzará mayor importancia hacia una ciudadanía digital responsable. Pero sobre todo, indica que lo principal será garantizar el acceso equitativo a la tecnología con la meta de acortar la brecha digital, mismo desafío que implica un compromiso por parte de los diversos actores en educación. 

Así que, sin importar tu edad, nivel académico o puesto de trabajo, estas son habilidades que se requerirán para desempeñarse en cualquier rol a futuro. Es muy buen tiempo para aprender o reaprender lo necesario a fin de tener una mayor ventaja y sacar provecho al potencial de tu talento. ¿Qué habilidades te gustaría desarrollar? ¿Crees que hace falta alguna que también sea relevante?

Tomado de EDUNEWS del Tec de Monterrey.