viernes, 29 de noviembre de 2019

Como contribuye el uso de la biblioteca al éxito académico y el aprendizaje de los estudiantes universitarios

Escribe Julio Arévalo

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Scoulas, J. M. and S. L. D. Groote “The Library’s Impact on University Students’ Academic Success and Learning.” Evidence Based Library and Information Practice vol. 14, n. 3 (2019). pp. 2-27.

El propósito de este estudio fue examinar las relaciones entre las visitas a la biblioteca de los estudiantes, el uso de los recursos de la biblioteca, la satisfacción del espacio de la biblioteca (por ejemplo, el espacio de estudio tranquilo) y el desempeño académico de los estudiantes (por ejemplo, el promedio de calificaciones o GPA) usando datos cuantitativos y para entender mejor cómo la biblioteca universitaria tiene un impacto en el aprendizaje de los estudiantes desde las perspectivas de los estudiantes usando datos cualitativos.
Métodos. Durante el semestre de primavera de 2018 se distribuyó una encuesta a estudiantes de posgrado y de pregrado de una gran institución pública de investigación. Las respuestas a la encuesta consistieron en dos tipos de datos: (1) datos cuantitativos relacionados con preguntas de opción múltiple relacionadas con la experiencia de la biblioteca del estudiante, y (2) datos cualitativos, incluyendo preguntas abiertas, con respecto a las percepciones de los estudiantes sobre el impacto de la biblioteca en su aprendizaje. Los datos cuantitativos se analizaron utilizando las correlaciones de rango de Spearman entre la experiencia bibliotecaria de los estudiantes y sus notas, mientras que los datos cualitativos se analizaron empleando análisis temáticos.
Las principales conclusiones de los datos cuantitativos muestran que las visitas de los estudiantes a las bibliotecas y la satisfacción con el espacio en las bibliotecas se asociaron negativamente con su GPA, mientras que el uso de los recursos bibliotecarios por parte de la mayoría de los estudiantes (por ejemplo, artículos de revistas y bases de datos) se asoció positivamente con sus notas. Los resultados primarios de los datos cualitativos revelan que los estudiantes perciben la biblioteca como un lugar donde pueden concentrarse y completar su trabajo. Además, los estudiantes reportaron que utilizan los espacios de estudio silenciosos y colaborativos de manera intercambiable dependiendo de sus necesidades académicas, y expresaron que la biblioteca les proporciona recursos invaluables que mejoran su trabajo de curso e investigación.
Aunque los hallazgos muestran que la experiencia de los estudiantes en la biblioteca estaba asociada con sus logros académicos, hubo hallazgos mixtos en el estudio. Los hallazgos sugieren que a medida que aumenta la nota de un estudiante, sus visitas en persona a la biblioteca y la satisfacción de espacio en la biblioteca disminuyen. Por otro lado, a medida que aumenta la nota de un estudiante, aumenta el uso de los recursos de la biblioteca. Se necesita más investigación para entender mejor la relación negativa entre las visitas a la biblioteca de los estudiantes, la satisfacción con el espacio de la biblioteca y su promedio de calificaciones.

jueves, 28 de noviembre de 2019

La APA estrena nuevo Manual de edición científica

Escribe Carolina Corral[i]
Responsable de Biblioteca en la Universidad Nacional de Educación a Distancia
La 7ª edición del Manual de la APA, que recoge normas y recomendaciones para el diseño y redacción de documentos científicos y es muy conocido por su estilo en la elaboración de citas y referencias, es una de las normas más extendidas y preferidas por los investigadores de Ciencias Sociales, del comportamiento y también de la Educación.
Publicado en este mes de octubre, algunas revistas ya han incluido entre sus normas de publicación que se han de editar sus trabajos en APA 7ª edición. Entendemos que las revistas editadas en estilo APA que ya hayan aceptado un trabajo para publicación no pedirán actualizarlo para esta nueva edición. En cualquier caso, y sobre todo para nuevos artículos, recomendamos consultar a los editores de la revista qué estilo han de utilizar.
Desde el lanzamiento de la 6ª edición en 2009 ha habido muchos cambios en cuanto a las fuentes de información usadas en la comunicación científica: a las fuentes tradicionales, libros y revistas fundamentalmente, se han unido nuevas formas de publicación en abierto y otros canales de comunicación surgidos al albor de las redes sociales e internet.
Toda esta nueva tipología de materiales ha sido tenida en cuenta para incorporarla al nuevo manual: así, se incluye cómo citar y referenciar vídeos en YouTube, tweets, publicaciones en Facebook o Instagram, medios a los que cada vez más acude el investigador en busca de información relevante y actualizada. Este tipo de datos también hay que citarlos.
Las novedades más importantes incluidas en este Manual de comunicación académica, en lo que respecta al formato de las referencias bibliográficas, son:
  • En libros ya no se incluye el lugar de edición, solamente el editor.
  • Si el documento tiene DOI se incorpora al final de la referencia.
  • Se incluye URL en el caso de que enlace a un documento online de libre acceso, pero no la incluimos si remite a una base de datos académica.
  • En vídeos se intenta siempre localizar la fuente autorizada o verdadero autor.
  • En tuits se presenta al autor al igual que en cualquier otra referencia, pero se añade el identificador de Twitter comenzando con la arroba.
  • En Facebook, Twitter e Instagram se proporcionan las primeras 20 palabras del tuit o publicación como título. Entre ellas se cuentan cada URL, hastag o emoji como una palabra. Se indica entre corchetes si se incluye una imagen, un vídeo, una encuesta o una imagen en miniatura.
En el siguiente cuadro se reflejan los casos de referencias más frecuentes en estilo APA (7ª edición):
Artículo de revista científica
Grady, J. S., Her, M., Moreno, G., Perez, C., & Yelinek, J. (2019). Emotions in storybooks: A comparison of storybooks that represent ethnic and racial groups in the United States. Psychology of Popular Media Culture8(3), 207–217. https://doi.org/10.1037/ppm0000185
Celdrán, J. y Ferrándiz, C. (2012). Reconocimiento de emociones en niños de Educación Primaria: Eficacia de un programa educativo para reconocer emociones. Electronic Journal of Research in Educational Psychology, 10(3), 1321-1342. http://www.investigacion-psicopedagogica.org/revista/new/
Artículo de periódico
Carey, B. (2019, March 22). Can we get better at forgetting? The New York Timeshttps://www.nytimes.com/2019/03/22/health/memory-forgetting-psychology.html
Rodríguez Marcos, J. (24 octubre 2011). Las vanguardias históricas toman la red. El Paíshttps://elpais.com/cultura/2011/10/24/actualidad/1319407208_850215.html
Libro
Rabinowitz, F. E. (2019). Deepening group psychotherapy with men: Stories and insights for the journey. American Psychological Association. https://doi.org/10.1037/0000132-000
Ortega Ruiz, P. y Martínez Sánchez, F. (1994). Educación y nuevas tecnologías. Caja Murcia.
Capítulo de libro
Aron, L., Botella, M., & Lubart, T. (2019). Culinary arts: Talent and their development. In R. F. Subotnik, P. Olszewski-Kubilius, & F. C. Worrell (Eds.), The psychology of high performance: Developing human potential into domain-specific talent (pp. 345–359). American Psychological Association. https://doi.org/10.1037/0000120-016
Rodríguez Diéguez, J. L. (1994). Lenguajes, tecnología educativa y nuevas tecnologías aplicadas a la educación. En P. Ortega Ruiz, y F. Martínez Sánchez (eds.), Educación y nuevas tecnologías (pp. 19-47). Caja Murcia.
Video en YouTube
Harvard University. (2019, August 28). Soft robotic gripper for jellyfish [Video]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=guRoWTYfxMs
Biblioteca de la UNED. (23 de septiembre 2016). Búsquedas en SCImago Journal & Country Rank (SJR) [Vídeo]. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=_7wTdJiYnV4
Tweet o Instagram
Gates, B. [@BillGates]. (2019, September 7). Today, it’s difficult for researchers to diagnose #Alzheimers patients early enough to intervene. A reliable, easy and accurate diagnostic would [Thumbnail with link attached] [Tweet]. Twitter. https://twitter.com/BillGates/status/1170305718425137152
Punset, E. [@epunset]. (27 de junio 2014). A veces es el movimiento, más que el pensamiento, el que está en el origen del bienestar [Miniatura con imagen adjunta] [Tuit]. Twitter. https://twitter.com/epunset/status/481890950692999169
Facebook Post
News From Science. (2019, June 21). Are you a fan of astronomy? Enjoy reading about what scientists have discovered in our solar system—and beyond? This [Image attached] [Status update]. Facebook. https://www.facebook.com/ScienceNOW/photos/a.117532185107/10156268057260108/?type=3&theater
Biblioteca de la UNED. (2017, junio 26). La memoria se entrena. Puedes engañar a tu cerebro poniéndole a trabajar. Algunas investigaciones de la neurociencia demuestran que el [Imagen adjunta] [Actualización de estado].  Facebook. https://www.facebook.com/bibliotecasUNED/posts/1431485810228077
Página web en un sitio web.
Fagan, J. (2019, March 25). Nursing clinical brain. OER Commons. Retrieved September 17, 2019, from https://www.oercommons.org/authoring/53029-nursing-clinical-brain/view
World Health Organization. (2018, May 24). The top 10 causes of deathhttps://www.who.int/news-room/fact-sheets/detail/the-top-10-causes-of-death











































El Manual de la APA ofrece además orientación sobre cómo elegir los títulos, tablas, figuras, lenguaje y tono adecuado para una pertinente comunicación académica. Efectúa un recorrido completo por todo el proceso de escritura académica, desde mecánicas de estilo como la puntuación y la capitalización hasta las formas de evitar el plagio en la redacción de trabajos de investigación. 
Cómo citar esta entrada:
Corral, C. (2019). La APA estrena nuevo Manual de edición científica. Aula Magna 2.0. [Blog]. Recuperado de: https://cuedespyd.hypotheses.org/6725
[i]Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid, es formadora e-learning en competencias informacionales en estudios adaptados al EEES de la UNED e imparte cursos y asignaturas en diversos posgrados de la UNED.
Tomado de Aula Magna 2.0 con permiso de sus editores

miércoles, 27 de noviembre de 2019

La educación digital, válida en la formación de conductores

Escribe Lorenzo García Aretio 

La Fundación Alternativas me encargó un informe relacionado con un borrador de proyecto del Real Decreto. Dicho informe fue presentado el pasado 7 de noviembre en la sede de la Fundación
En el texto del citado proyecto de Real Decreto se modificaría el Reglamento General de Conductores, enfatizando la necesidad de que los aspirantes a la obtención del permiso de conducción para la preparación del examen teórico estén obligados a recibir al menos 8 horas de formación presencial. La principal justificación expresada en el borrador de Real Decreto es que la formación presencial es la más adecuada para concienciar sobre accidentes de tráfico, colectivos de riesgo en la circulación (peatones, ciclistas y motoristas), factores de riesgo como la velocidad, los efectos del alcohol o las drogas, las distracciones al volante, etc.
Todo ello, según parece, para incidir de forma preventiva en la accidentalidad futura. En concreto, la exposición de motivos del proyecto del citado Real Decreto define la medida como “una formación teórica presencial obligatoria previa al acceso a la prueba de control de conocimientos para la obtención de los distintos permisos de conducción cuyo contenido en valores, aptitudes, comportamientos y respeto a los demás usuarios redunden en la consecución de conductores más seguros y responsables y la posibilidad de incluir en la citada prueba vídeos sobre situaciones del tráfico”.
Este proyecto resulta contradictorio con las propias campañas de la Dirección General de Tráfico (DGT) o las propias intervenciones en radio y televisión de sus responsables, en los que se aprecia el valor, en este caso, de los recursos audiovisuales para concienciar y reconducir actitudes y conductas. Carece de sentido imponer una medida restrictiva como la obligación de formación teórica presencial cuando la propia DGT lleva décadas utilizando —y, por tanto, validando su eficacia— campañas de comunicación digitales para concienciar socialmente sobre la seguridad vial, algo que también pueden hacer las autoescuelas que ofrecen formación vial mediante herramientas digitales de aprendizaje.
Es sabido que en ciertos sectores existen resistencias y aún se sigue discutiendo sobre la utilidad de las tecnologías digitales, y su plena integración en las estrategias formativas y en los procesos de aprendizaje. Mal nos irá si estos procesos se aíslan, aún más, de lo que sucede en el entorno exterior a los centros de formación y a las aulas. El medio exterior está inundado de lo digital y el presente (y aún más lo será el futuro) es digital. Por otra parte, el porcentaje de aprendizaje realizado fuera de los muros de los centros de formación se irá incrementando cada vez más. Las personas ahora aprenden cuándo y dónde quieren hacerlo y sobre aquello que puede interesarles, y así los centros de formación tradicionales, si no rectifican, tenderán a desaparecer o, al menos, se nos presentarán de forma radicalmente diferente a la actual.
Entiendo que, si esta norma llegase a plasmarse en un definitivo Real Decreto, supondría un evidente paso atrás en lo referente a los nuevos estándares de formación y educación en todos los ámbitos, sectores y niveles. Negar el potencial de los sistemas digitales de educación y formación para sensibilizar o conformar actitudes y valores supondría ir en contra de los últimos avances en los ámbitos de la pedagogía, la psicología y la tecnología, que hoy se orientan en sentido muy diferente.
La calidad de los modelos formativos más innovadores está fuera de toda duda, siempre que respondan a parámetros pedagógicos adecuados. En este contexto, no tendría sentido seguir proponiendo una formación con propuestas pedagógicas añejas y alejadas de los tiempos digitales que corren. Numerosos estudios aseguran que el logro de competencias de los estudiantes depende más de los diseños pedagógicos de cada acción formativa que de los recursos seleccionados para el aprendizaje. La solución no es sustituir un modelo por otro, sino propiciar la convivencia, la complementariedad, la oferta diversificada y la posibilidad de que el ciudadano elija en función de sus circunstancias, necesidades, posibilidades e intereses, una formación presencial, virtual o mixta.
En el informe que elaboré a petición de la Fundación Alternativas pretendo exponer una serie de argumentos que traten de avalar las posibilidades y realidades de una formación teórica no presencial que muestra resultados de calidad, siempre que se someta a los postulados y requerimientos pedagógicos necesarios y a los controles de calidad preceptivos. Sería esta una forma de ofrecer a la ciudadanía, como en otros aprendizajes y saberes, la posibilidad de optar entre diferentes ofertas, de acuerdo con sus necesidades, disposiciones e intereses.
Pueden acceder al informe completo (28 páginas), AQUÍ
Citar el documento: García Aretio, L. (2019). Formación vial de calidad en una sociedad digital. La educación digital, válida en la formación de conductores. Zoom Social – Educación, 2019(4).
Tomado de Contextos universitarios mediados con permiso de su autor

martes, 26 de noviembre de 2019

Twitter y opinión pública. Una perspectiva crítica para un horizonte educativo

Escribe [i] Vicent Gozálvez
Teoría de la Educación, Universitat de València
En este artículo reflexionamos, desde una perspectiva teórica y crítica, sobre el modo en que la opinión pública es configurada actualmente por las redes sociales, centrándonos en el caso de Twitter. Más allá de un concepto puramente sociológico o fáctico de «opinión pública», aportaremos argumentos para ampliar su significado en defensa de un modelo de democracia deliberativa. Para ello nos servimos de algunos constructos reputados en el ámbito de la comunicación social, como el de la «espiral del silencio» o el de los «nichos digitales», los cuales ayudan a interpretar el fenómeno de las redes sociales desde una hermenéutica crítica. Nuestro análisis de Twitter, en tanto que «plataforma de opinión pública», pretende ofrecer las claves para construir un horizonte educativo, entendiendo que uno de los fines de la educación en democracia es el de formar a la ciudadanía en relación con las corrientes de opinión digitalmente conformadas, especialmente las que sustentan movimientos políticos de corte populista y agravadas por la propagación de noticias falsas (fake news). Tras ahondar en la dimensión socio-política de redes sociales como Twitter, en el presente texto concluimos proponiendo un concepto normativo de «opinión pública interactiva», propuesta que se concretará en un conjunto de competencias educativas a nivel epistemológico y ético-cívico en relación con el uso democrático de las redes sociales.
En nuestro entorno comunicativo es un hecho cada vez más patente el impacto de las redes sociales en la creación de corrientes de opinión socio-política o, dicho de otro modo, en la configuración de un estado de opinión social con fuertes repercusiones en el ámbito de la política institucional. Sin embargo, afirmar esto exige analizar cuestiones fundamentales como las siguientes: ¿a qué cabe llamar opinión pública? ¿Se configura ésta de un modo adecuado en las redes sociales, o más bien imperan en ellas la manipulación, el discurso empobrecido y adulterado, la propagación de falsedades o medias verdades con gran fuerza comunicativa y con efectos contundentes en la realidad política? ¿Podemos realmente llamar «opinión pública» a ese estado de opinión-en-red, construido sobre prácticas tan cuestionables políticamente como pedagógicamente poco edificantes?
Quizás la primera constatación internacional de la relevancia de las redes sociales o social media en unas elecciones democráticamente constituidas se produjo en la campaña que por primera vez aupó a B. Obama a la Casa Blanca. Pero la percepción del papel de las redes sociales en estos procesos políticos está sufriendo un cambio radical como consecuencia de la llegada de D. Trump a la presidencia de EE. UU., especialmente por el uso intensivo de Twitter tanto en su campaña electoral como en los comunicados presidenciales con alcance nacional e internacional (por ejemplo, 52.033.110 seguidores y 37.575 tuits en mayo de 2018).
El caso de Trump no es un fenómeno aislado, pues Europa no se libra de tendencias políticas de similar naturaleza reflejadas digitalmente en la opinión pública, desde el avance de nacionalismos de corte xenófobo en Francia, hasta la campaña del Brexit en el Reino Unido o la irrupción del independentismo en España…, todo ello dentro de un estilo de comunicación política populista, es decir, una comunicación que exalta un «nosotros» homogéneo y cerrado, deslizándose hacia un discurso del odio al diferente (Jagers y Walgrave, 2007).
Circunstancias como éstas invitan a replantear el significado y alcance de la expresión «opinión pública», revisión que conduce a explorar en los diferentes modelos de democracia y de representatividad actuales. Es decir, ¿cuál es el rumbo de los actuales sistemas democráticos, en donde los actos de una opinión pública en red son tan intensos como inéditos en la historia política de las sociedades modernas?
Hablar de la opinión pública en las redes sociales no se reduce a hablar de los movimientos de opinión en Twitter. Sin embargo, Twitter se muestra como herramienta especialmente interesante para medir la opinión pública dado que el formato de microblogging representado por esta plataforma posibilita que los datos de relevancia socio-política sean fácilmente accesibles de forma masiva e inmediata.
De hecho, algunas investigaciones como las que citamos en el artículo llegan a la conclusión de que las redes sociales, especialmente Twitter, son más consumidas por las audiencias a la hora de obtener información de carácter político que cualquier medio convencional.
Las redes sociales son un modelo paradigmático y muy celebrado de comunicación horizontal, que está presente en buen número de movimientos sociales y políticos en los últimos años. Hay incluso numerosas pruebas de su potencial educativo como espacio para encontrar y compartir información, o para colaborar interactivamente en la construcción del conocimiento. Twitter se usa como plataforma interactiva para canalizar y organizar movilizaciones colectivas que sin duda contribuyen a empoderar a la ciudadanía y que permiten la participación directa en asuntos públicos de interés nacional e internacional.
Pero la irrupción de líderes políticos con fuerte presencia y patente sagacidad para influir a su favor, junto con la irrupción de un discurso sesgado, visceral y poco argumentado, claramente manipulador cuando no rotundamente falaz por parte de muchos usuarios, hace que redes sociales como Twitter dejen de ser una tecnología de la conectividad en paralelo, que ayuda a profundizar en la democracia, y se conviertan en un nuevo medio para la segmentación de opiniones con un fuerte componente emocional, que en poco contribuye a la regeneración democrática de una sociedad.
En el presente artículo analizaremos éstas cuestiones usando una metodología hermenéutica crítica, basada en la interpretación y relectura de textos de acuerdo con criterios prácticos (sociales, éticos y políticos), y con un doble objetivo: (1) indagar en la nueva relación entre redes sociales (especialmente Twitter) y opinión pública, y (2) ofrecer un marco teórico válido para la acción educativa en relación con los medios y redes sociales como Twitter, acción que es clave para la deliberación pública en sociedades hiper-comunicadas como las presentes.
Concluimos nuestro artículo con una propuesta pedagógica que habla de las competencias (tanto epistemológicas como éticas) que es menester desarrollar educativamente para crear una auténtica opinión pública interactiva, más ponderada, más argumentada y deliberativa, en suma más sensata y válida desde una perspectiva democrática y cívica.
Cómo citar esta entrada:
Gonzálvez, V. (2019). Twitter y opinión pública. Una perspectiva crítica para un horizonte educativo. Aula Magna 2.0. [Blog]. Recuperado de: https://cuedespyd.hypotheses.org/6805
Tomado de Aula Magna 2.0 con permiso de sus editores

lunes, 25 de noviembre de 2019

¿Es la inteligencia artificial una tecnología disruptiva para las universidades?

Escriben Faraón Llorens y Rafael Molina

La inteligencia artificial (IA) se ha incorporado a múltiples campos debido al enorme potencial que tiene para transformar y mejorar la forma en que se ofrecen productos y servicios. La Unión Europea publicó en diciembre de 2018 la primera edición de su Plan de IA para 2019 y 2020, bajo el título Coordinated Plan on the development and use of Artificial Intelligence Made in Europe – 2018, cuyo objetivo es garantizar la complementariedad y las sinergias entre las acciones a nivel nacional y de la UE para maximizar el impacto y difundir los beneficios de la IA en toda Europa. El gobierno español, a través del Ministerio de Ciencia Innovación y Universidades, publicó en marzo de 2019 la “Estrategia Española de I+D+i en Inteligencia Artificial”, en la que se recomienda lanzar una Estrategia Nacional para la IA que permita el desarrollo e implementación de medidas especificas dirigidas a los sectores estratégicos nacionales. Todos coinciden en que, en estos momentos, la IA es una de las disciplinas que más puede influir en la rápida transición hacia una nueva sociedad y economía, y en la necesidad de una estrategia de investigación, desarrollo tecnológico e innovación que contribuya a la generación de beneficios económicos y sociales.
En esta línea, las oportunidades que aporta la IA al mundo de la educación son indiscutibles y a su vez los retos que ello conlleva son ineludibles. Dejaremos de lado en esta reflexión el tema de la investigación en IA que se lleva realizando en los laboratorios de investigación de las universidades españolas desde sus inicios[1]. Con esta salvedad, en esencia podemos hablar de tres principales ámbitos de uso de la IA en educación: como herramienta para el aprendizaje, como objetivo del aprendizaje y como apoyo a la gestión y el gobierno. Por el propio ámbito de este blog, aunque abordemos el ámbito general de la educación, vamos a centrarnos en el mundo universitario. En una entrada anterior de este mismo blog hablábamos de las “Siete claves para preparar a tu universidad para su transformación digital” (ver aquí) y planteábamos nuestro «modelo de madurez digital para las universidades» (MD4U) estructurado en siete retos. Y algunos de estos retos los utilizaremos como hilo de esta entrada para analizar el papel que la IA en la universidad.
Un reto que plantea el modelo MD4U es satisfacer las demandas emergentes de los clientes (estudiantes principalmente). En esta línea, hace ya un año que la Universidad de Murcia presentó a Lola, su chatbot de ayuda a los futuros estudiantes con sus trámites de preinscripción y matrícula (ver aquí). Otras universidades españolas han seguido este ejemplo de utilización de programas de atención al público, que apoyados en técnicas de inteligencia artificial permiten mantener una conversación persona-máquina simulando las respuestas que daría un humano. Estos sistemas recogen grandes cantidades de datos para aprender de sus respuestas y pueden ser analizados para ayudar a las universidades a crear nuevos e innovadores servicios y programas para mejorar aún más la experiencia educativa de sus estudiantes. Diseñar teniendo en cuenta la experiencia de usuario (multisensorial y multimodal) y facilitar la interacción entre y con los estudiantes son dos aspectos clave en el nuevo mundo digital. Lo que nos lleva a otro reto planteado por el modelo MD4U: obtener ventaja competitiva gracias a unos servicios de calidad. Las universidades, a nivel institucional, pueden obtener beneficios si utilizan la IA como apoyo a la gestión y de soporte a los estudiantes: marketing, captación, matrícula, alertas y orientación a los estudiantes. Un ejemplo sería Genie App de la Deakin University (Australia), un asistente controlado por voz para el apoyo, la organización y el control de las tareas del estudiante.
Si nos centramos en el reto ofrecer formación de calidad y competitiva, la IA afectará tanto al “cómo” enseñamos como al “qué” enseñamos. Es necesaria una reflexión sobre la actualización de los contenidos de los planes de estudio y agilizar la oferta de las titulaciones, atendiendo a los nuevos perfiles profesionales aún no del todo definidos, pero que en su mayoría tendrán un carácter híbrido (ciberseguridad, detective de datos, biotecnología, marketing digital, humanidades digitales…), característicos de un mundo complejo e interconectado. Los ingenieros en informática deberán estudiar ética y los especialistas en inteligencia artificial deberán tener conocimientos de filosofía. Por otra parte, por ejemplo, los estudios de derecho deberán incorporar contenidos sobre el mundo tecnológico al que regularán y las implicaciones de las inteligencias artificiales en el mundo laboral. Copiando el término utilizado por el Presidente del MIT Rafael Reif, tenemos la responsabilidad de formar a los bilingües del futuro, es decir, personas formadas en áreas como el derecho, la economía, la biología, la historia o la lingüística que también sean capaces de aplicar a sus campos las técnicas más actuales de computación (ver aquí).
Pero lo que más nos interesa en esta entrada es el papel de la IA en el modelo de enseñanza-aprendizaje:  esa transformación de la docencia hacia modelos basados en tecnología que representen una mejora pedagógica (ver aquí). Llevan ya muchos años entre nosotros los tutores inteligentes, que acompañan al aprendiz en el proceso de aprendizaje. Pero, además, como ya se ha comentado en este blog “transformar la docencia apostando por una educación digital puede modificar la dinámica de la enseñanza-aprendizaje, ajustándola a las capacidades de aprendizaje y posibilidades de estudio de cada alumno” (ver aquí). En esencia, el aprendizaje personalizado y la adaptación al ritmo del estudiante es en estos momentos el gran aporte de la IA a la educación y puede convertirla en una tecnología disruptiva.
Es indudable el papel de la inteligencia artificial en el reto de disponer de conocimientos e información adecuada para la toma de decisiones. La minería de datos y los sistemas predictivos son básicos como apoyo a la toma de decisiones de los responsables del gobierno de la universidad, pero, además, la IA podrá aportar a los profesores información útil sobre sus estudiantes, las habilidades que ya tienen, sus estilos de aprendizaje y el progreso que van realizando, y hacer propuestas sobre cómo adaptar sus actividades de aprendizaje a las necesidades individuales de cada estudiante. Y para ello necesitamos recoger el máximo de información de nuestros estudiantes. Para que los algoritmos de machine learning puedan trabajar y sus resultados sean relevantes necesitan grandes cantidades de datos que analizar (big data). Lo que nos lleva a temas de gran calado, como es el caso de la propiedad, la protección y la privacidad de estos datos.
No todo son ventajas en el uso de la tecnología. En una entrada anterior ya hablamos de cómo las características deseables de la tecnología pueden acarrear efectos perversos en la educación (ver aquí). La introducción de la IA en nuestras políticas educativas no está exenta de riesgos, por lo que es crucial utilizarla de manera sostenible, garantizar la inclusión y la equidad de la IA en la educación, preparar a profesores e investigadores para una educación potenciada por la IA, desarrollar sistemas de datos inclusivos y de calidad y garantizar la ética y la transparencia en la recogida, el uso y la difusión de los datos. En diciembre de 2018 la Unión Europea hizo público el informe “Ethics Guidelines For Trustworthy AI”, con unas directrices que pretenden ofrecer orientación sobre la aplicación concreta y puesta en práctica de los sistemas de IA, más allá de proporcionar una lista más de valores y principios básicos. Si los sistemas inteligentes aprenden de los humanos, sus algoritmos reproducirán y magnificarán los sesgos existentes en la sociedad y sus prejuicios. Además, no son las universidades las que tienen mayor cantidad de datos de nuestros estudiantes, sino plataformas como Facebook, Twitter o Amazon, por ejemplo. Por eso, es muy probable que las aplicaciones revolucionarias de la IA para la enseñanza y el aprendizaje provengan de las empresas emergentes de EdTech y no necesariamente de las instituciones educativas. Finalmente, será necesario que trabajen conjuntamente los expertos en IA y los expertos en educación, para evitar automatizar y perpetuar ideas erróneas sobre la enseñanza y el aprendizaje.
Cerrando nuestra reflexión: la inteligencia artificial nos puede ayudar a poner fin a la docencia de talla única, lo que metafóricamente llamamos una docencia procusteana (ver aquí). Procusto es un personaje mitológico que ofrecía posada a los viajeros, pero no pasó a la posteridad como un buen anfitrión, sino como un torturador; a sus huéspedes les cortaba los pies o los estiraba para que se adaptaran a la cama. Salvando las diferencias, algo parecido ocurre en el sistema educativo (en términos metafóricos), y es que parece que queremos uniformizar a todos los estudiantes, cortándolos a todos por el mismo patrón. Es decir, adaptamos las personas a los contenidos y las actividades de nuestras asignaturas. Por el contrario, el profesor debería adaptar los conocimientos y las actividades a realizar para adquirirlos a las personas que los van a recibir (ver aquí). Y tan convencidos estamos de ello que en la Universidad de Alicante acabamos de crear el grupo de investigación Smart Learning, para investigar sobre las tecnologías inteligentes para el aprendizaje. Aunque podríamos decir que cualquier uso de la inteligencia artificial para apoyar la educación puede ser considerado como smart learning, en concreto nos referimos a las tecnologías inteligentes que ayudan en el aprendizaje, especialmente a través de la adaptación y la personalización. El objetivo es poner las tecnologías al servicio de los alumnos, para conocerlos mejor, para ayudarles en su aprendizaje o para apoyar a los profesores en su labor docente. Y el principal peligro son las burbujas, con todos sus sesgos y prejuicios, que se puedan crear. Resumiendo, la tecnología debe ser utilizada para empoderar no sólo a los maestros sino también a los estudiantes. Y la pregunta clave es: ¿quién controlará la IA en la educación: educadores, estudiantes, informáticos, universidades o grandes empresas?

[1] Un indicador anecdótico, pero simbólico, de la madurez alcanzada por las investigaciones en IA en las Universidades Españolas es que la lección inaugural de la Apertura Oficial del curso académico 2019-2020 que tuvo lugar en La Universidade da Coruña fue impartida por la catedrática Amparo Alonso con el título “Inteligencia Artificial: ser o no ser en el siglo XXI” (ver aquí). La Universidad de Granada inauguró también su curso con la lección “¿En qué piensan los algoritmos?” del catedrático José Luis Verdegay (ver aquí).
Tomado del Blog de Studia XXI con permiso de sus editores