viernes, 30 de noviembre de 2018

Google Scholar o la visibilidad de las revistas invisibles

Escribe Sandra Sánchez García. Directora Técnica de la Biblioteca General del Campus de Cuenca, UCLM Coordinadora editorial de Ocnos: revista de estudios sobre lectura
El pasado de 2 de agosto se publicaba la actualización de Google Scholar Metrics, el “escaparate de Google Scholar”, como bien define Delgado López-Cózar (2018), donde se presentan las 100 revistas científicas españolas de mayor impacto, y que en cada edición deja otras muchas invisibles en la trastienda. Este producto Google, que aparecía por primera vez el 1 de abril de 2012, presenta periódicamente el ranking de revistas científicas ordenado según su índice h, convirtiéndose en un referente para muchos editores.
Semanas antes en Iwetel, el Foro para profesionales de bibliotecas y documentación, se abría un interesantísimo y productivo debate sobre buenas prácticas de indexación de revistas en Google Scholar y sus efectos en los productos derivados Google Scholar Citations y Google Scholar Metrics. Debate que dejaba en el aire múltiples preguntas para los editores de revistas, que meses antes habíamos comprobado con estupor cómo los perfiles creados de nuestras revistas en Google Scholar Citations habían desaparecido del buscador sin previo aviso.
A lo largo de este debate muchos especialistas del área de la documentación fueron dando su opinión y una serie de consejos sobre cómo mejorar la difusión y visibilidad de aquellas revistas que no figuran entre las elegidas por Google Scholar Metrics y el porqué de la invisibilidad de estos perfiles en Google Scholar Citations. Esta entrada es, por tanto, un resumen de algunas de las ideas que, a lo largo de este caluroso mes de julio, compartieron con nosotros en ese foro profesionales como Emilio Delgado López-Cózar, a partir de tres interesantísimas entregas que después recopiló en un único documento, Isidro F. Aguillo y Cristóbal Urbano, miembros y compañeros del Grupo ThinkEPI, a los que agradezco su activa participación en este debate.
El hilo de las conversaciones comenzaba a partir de las necesidades que tienen las instituciones científicas para recopilar su producción científica en Google Scholar, proponiéndose la necesidad de crear perfiles de autores, de revistas y los recientes perfiles de institución, generados por  la propia herramienta. De esta forma la conversación derivó en gran medida a profundizar en algunas de las características y limitaciones de Google Scholar Citations y Google Scholar Metrics, como herramientas para favorecer la visibilidad a las revistas científicas españolas especialmente en las áreas de humanidades y ciencias sociales.
A lo largo de la conversación Google Scholar Citations se consolidaba como una herramienta muy valiosa para la creación, gestión y mantenimiento de perfiles académicos en la web, donde recopilar la producción de un autor y monitorizar el impacto de sus publicaciones, a partir de una serie de indicadores bibliométricos: citas recibidas, h-index y el i10-index.
Las dudas e incertidumbres surgieron cuando en medio de las conversaciones se publicaba Google Scholar Metrics y dentro del listado de las 100 revistas españolas de mayor impacto aparecían varios títulos duplicados e indicadores h5 diferentes, haciéndose públicas algunas de las limitaciones de este recurso, ya analizadas y descritas en profundidad por Orduña-Malea, et al. (2016) en La Revolución Google Scholar, lectura más que recomendable para adentrarse en el funcionamiento de este metabuscador académico y sus productos derivados. 
Antes de avanzar en las características de este producto debemos recordar los tres requisitos imprescindibles para poder ser incluidos en este recurso:
  1. Estar en Google Scholar. Algo aparentemente sencillo, pero que depende única y exclusivamente de la revista. Google Scholar es una base de datos inclusiva, que a diferencia de bases de datos selectivas como Scopus o la Web of Science, no ponen trabas a las revistas para la inclusión de sus contenidos, pero es imprescindible que, como editores, seamos cuidadosos en su edición digital, en la definición y normalización de sus metadatos y que trabajemos con estándares de interoperabilidad que faciliten la indexación automática de los contenidos de nuestras revistas en repositorios como Dialnet o DOAJ. Algo que muchas revistas hemos conseguido gracias al uso del gestor de revistas OJS, un software libre que, aunque tosco en las posibilidades de publicación y diseño de nuestras revistas, facilita a los editores la edición digital y la correcta y sistemática asignación de los metadatos de cada artículo. Si bien, a la hora de facilitar la localización de los metadatos por buscadores como Google Scholar es conveniente, no solo cumplimentar los metadatos correctamente en la descripción de cada artículo en el gestor de revistas, sino añadirlos en las propiedades del propio pdf. Una sencilla práctica que facilita la labor de rastreo tanto a motores de búsqueda como a gestores bibliográficos como Mendeley.
  2. Publicar al menos 100 artículos en el quinquenio cubierto analizado, para esta última edición 2013-2017.
  3. Contar con al menos 1 cita recibida para los artículos del quinquenio analizado.
Estos tres requisitos a simple vista son asumibles para la mayoría de las revistas, pero la realidad es que a pesar de su cumplimiento muchas quedan ocultas en Google Scholar Metrics, ya que los resultados se presentan por idiomas (solo las 100 revistas con mayor índice h) o por áreas temáticas (solo las 20 con mayor índice h publicadas en inglés).
Este hecho ha llevado a muchas revistas a crear perfiles en Google Scholar Citations, a pesar de ser un recurso diseñado por Google, para dar visibilidad a los perfiles de los investigadores y su producción científica. La plataforma no presenta ningún problema técnico para su creación y permite a las revistas recopilar su producción, aumentando así su visibilidad y la de sus artículos. Esto permite monitorizar en tiempo real su rendimiento, comprobando el impacto de los artículos publicados y calculando, además, el índice h de la revista. Índice no del todo fiable, como ya analizaba Marta Ruiz Corbella (2016) en este mismo blog. En cualquier caso, el trabajo de los editores es laborioso ya que Google rastrea de forma automática perfiles de autores, pero no tanto de las revistas, por lo que es necesario ir rastreando estos artículos y sus diferentes versiones a partir de búsquedas en el recurso, para después irlas uniendo; es decir, una labor de curación de datos de cada uno de los artículos que permite: recoger todas las menciones de un mismo artículo y unificarlas en una única entrada, que debe ser siempre la del propio editor; recopilar las citas en esa primera versión original del editor para no perder citas; y corregir y añadir cualquier dato, algo que solo puedes hacer a partir de la creación de estos perfiles.
Desde el inicio hubo voces que denunciaron que Google Scholar Citations no estaba diseñado para esto, y que las revistas que crearan estos perfiles debían al menos dejarlos ocultos, para respetar la filosofía y el objetivo del recurso. Lo cierto es que la visibilidad pública de estos perfiles ha permitido a muchos editores, dar visibilidad a los artículos, conocer su rendimiento e impacto, calcular el índice h de la publicación e, incluso, detectar citas perdidas en bases de datos como Scopus o WoS, donde esta información es tan sensible para el posicionamiento de las revistas.  
De repente, sin previo aviso, en el mes de junio los perfiles de las revistas desaparecieron de Google Scholar Citations, ante el asombro y desconcierto de los editores que pensamos que habían sido eliminados. Después conocimos que realmente lo que había hecho Google había sido filtrar los perfiles de las revistas para que no pudiesen buscarse en la ventana de búsqueda de este recurso. Así que, estar estaban, pero no visibles, ni localizables, y tampoco recuperables con hiperenlaces en Google Scholar. De esta forma, Google evita el uso incorrecto de esta plataforma pero las revistas, aunque continúan manteniendo sus perfiles y recogiendo información bibliométrica de su rendimiento, pierden esa visibilidad y vuelven a quedar ocultas a los ojos de muchos investigadores y potenciales autores, que buscaban en este recurso posibles revistas a las que enviar sus trabajos.
Este hecho ha vuelto a hacer aflorar las voces sobre las limitaciones de los productos derivados del buscador y su índice h. Un índice que, sorprendentemente, varía entre el que una revista puede tener en su perfil de Google Scholar Citation y el que después aparece en la lista o el buscador de la sección Metrics. Por poner un ejemplo: la revistaOcnos, a día de hoy, tiene un modesto índice h 17 desde 2013 en GSC, mientras que este desciende a un índice h 10 en la última edición de GSM, para el periodo 2013-2017.
Ante las limitaciones e incertidumbres que los productos Google Scholar presentan, algunos especialistas en documentación y editores de revistas están utilizando otros buscadores científicos para monitorizar el rendimiento de sus revistas, como es el caso de la plataforma Dimensions. Esta base de datos bibliográfica de acceso libre, presentada el 15 de enero de 2018, recoge 140 millones de documentos, más de 50.000 revistas científicas, y presenta información asociada de su impacto, tanto en número de citas recibidas como de altmétricas. Un recurso innovador y transparente, como describen Orduña-Malea y Delgado López-Cózar (2018), que supone un paso más en “la forma en la que la información científica es obtenida, tratada, consultada y analizada”.
Es evidente que “nunca llueve a gusto de todos” y que la mayoría de recursos que elaboran valoraciones sistemáticas de revistas (JCR, SJR, Google Scholar Metrics, Latindex, DOAJ, Redalyc, MIAR, REDIB, etc.), presentan algún tipo de limitación. Estas limitaciones nos parecerán más o menos relevantes según nos veamos representados en ellos; pero entre todos nos permiten completar de alguna forma el escaparate donde las revistas podemos presentarnos a nuestros lectores y a las agencias evaluadoras.
Referencias bibliográficas:
Delgado López-Cózar, E. (2018).  Viejas novedades en Google Scholar. [Mensaje en una lista de correos electrónicos]. Recuperado dehttps://www.researchgate.net/publication/326901868_Viejas_novedades_en_Google_Scholar
Orduña-Malea, E. y Delgado López-Cózar, E. (2018). Viva la competencia! Nuevas dimensiones para la búsqueda y evaluación de la información científica. Anuario ThinkEPI, 12, 304-310. doi: https://doi.org/10.3145/thinkepi.2018.45
Orduña-Malea, E., Martín-Martín, A., Ayllón, J. M., Delgado López-Cózar, E. (2016). La revolución Google Scholar: destapando la caja de pandora académica. Granada: Universidad de Granada.
Ruiz-Corbella, M. (2016). ¿Es de fiar el h5 de revistas de Google Scholar Metrics?. Aula Magna 2.0. [Blog, 28 de octubre de 2016]. Recuperado de: http://cuedespyd.hypotheses.org/2154
Cómo citar esta entrada:
Sánchez García, S. (2018). Google Scholar o la visibilidad de las revistas invisibles. Aula Magna 2.0. [Blog]. Recuperado de: https://cuedespyd.hypotheses.org/4985
Tomado de Aula Magna 2.0 con permiso de sus editores

miércoles, 28 de noviembre de 2018

El rigor de la investigación cualitativa para garantizar su publicación

Ángeles Rebollo-Catalán y Rocío Jiménez-Cortés Editoras de sección de la Revista de Investigación Educativa Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Sevilla
Con frecuencia oímos que es mucho más difícil publicar una investigación cualitativa que una cuantitativa. Esta dificultad reside, sin duda, en el desconocimiento y la falta de formación que tenemos en general sobre esta metodología y sus procedimientos, lo que se traduce a menudo en una deficiente o inadecuada forma de presentar los resultados de investigación y explicar cómo estos se han alcanzado. Pero también, en la exigencia de que la investigación cualitativa muestre su impacto al nivel de la cuantitativa. Y no nos referimos a un impacto académico (número de citas) sino social, económico, educativo… Esto hace que la investigación cualitativa esté retada continuamente a equipararse con los procedimientos metodológicos de la investigación cuantitativa. Adoptar esta forma de pensar constituye en sí misma un error de partida que fuerza el carácter y sentido de la investigación cualitativa.
Con esta entrada pretendemos plantear no solo la casuística concreta de la investigación cualitativa sino también subrayar los aspectos metodológicos que hay que cuidar para garantizar su publicación. Uno de los principales problemas a los que se enfrenta la investigación cualitativa es la falta de descripción minuciosa de las decisiones metodológicas adoptadas en cada fase de la investigación, originando trabajos muy vagos e inespecíficos, que dejan mucha cabida a la imaginación y poca a la demostración empírica. La investigación cualitativa de calidad es altamente específica y pormenorizada en el planteamiento y encuadre teórico y metodológico, aportando un conocimiento robusto y sólido sobre los fenómenos que aborda. Otro problema es la falta de conocimiento y aplicación práctica de diferentes procedimientos específicos que aseguren el rigor de la investigación cualitativa. En este artículo nos centraremos en algunos aspectos que resultan decisivos en la investigación cualitativa en torno a estos dos problemas.
1.- El primer gran déficit en la investigación cualitativa se refiere a la elección y descripción del método y diseño de la investigación. Es desgraciadamente muy frecuente esta carencia, encontrándonos así investigaciones cualitativas que dicen asumir el método biográfico narrativo, pero no especifican si se trata de un diseño de relatos cruzados o relatos paralelos. Lo mismo pasa si se adopta el método etnográfico, pero no se especifica el tipo de etnografía adoptada entre toda la variedad existente. O también sucede con el estudio de casos del que pocas veces se dice la modalidad adoptada y se describe la forma en que se ha realizado. Esta información resulta clave para entender la lógica con la que se ha realizado toda la investigación, siendo, en suma, lo que da coherencia y sentido a todo el trabajo y permitiendo valorar si con ello se responde adecuadamente a los objetivos planteados. Al proporcionar esta información, la persona que investiga fija su posición respecto al fenómeno que estudia dando sentido a todas sus decisiones posteriores.
2.- Otra de las grandes preguntas a las que se enfrenta la investigación cualitativa es cuál es la muestra mínima necesaria para extraer resultados concluyentes. Esta pregunta siempre surge. La respuesta no es simple, ya que depende del objetivo planteado y del tipo de aportación que queramos hacer respecto al fenómeno estudiado. Si lo que buscamos es aportar un conocimiento robusto y sólido sobre experiencias y vivencias compartidas por un colectivo o comunidad, buscando lo común y no lo diferencial, necesitamos menos muestra ya que se buscan casos típicos que muestren experiencias y discursos representativos del colectivo, mientras que si buscamos mostrar formas cualitativamente distintas de percibir, interpretar y experimentar la realidad es habitual que las muestras sean más amplias y variadas porque responden a un muestreo de casos discrepantes a partir de criterios que tienen sentido teórico (género, edad, etc.). En uno y otro caso, se procede por saturación teórica, lo que implica que la muestra está condicionada a que la información adicional que se obtiene con nuevos informantes resulte reiterativa y redundante, no aportando datos novedosos que aumenten la comprensión del fenómeno. No obstante, y salvo que se trate de un estudio de casos en profundidad del que se genera abundante información de naturaleza muy variada por diversos medios de uno o varios casos, no es habitual que un estudio cualitativo se apoye en menos de 12 informantes clave (Guest, Bunce y Johnson, 2006). En cualquier caso, es preceptivo indicar también si se alcanza la saturación, cómo se alcanza y a qué problemas se hace frente durante la selección de participantes (O’Reilly y Parker, 2013).
3.- Pero si hay un aspecto que resulta decisivo en la evaluación de la calidad de una investigación cualitativa es el análisis de datos. Y por desgracia nos encontramos con demasiada frecuencia un modelo de caja negra en la que sabemos lo que entra y lo que sale, pero no cómo se procede, siendo esta fase trascendental para obtener evidencia empírica. A menudo falta información en los estudios cualitativos sobre la categorización y la codificación, pero también sobre cómo se extraen los resultados, es decir cómo se opera con los datos una vez se ha concluido la codificación. Aquí resulta clave presentar el enfoque de análisis que ilumina el estudio puesto que no es lo mismo adoptar el análisis de contenido, la teoría fundamentada, el análisis conversacional o el análisis del discurso en sus diversas variantes. En el análisis de datos cualitativos desde la base de la teoría fundamentada uno de los mayores riesgos es no especificar los indicadores para aplicar categorías y códigos, lo que lleva a una falta de patrones de regularidad en la categorización y codificación de los extractos de información textual o visual. En investigación cualitativa se invisibiliza con frecuencia la emergencia de hipótesis y el proceso de contrastación de éstas. Una formación adecuada y el apoyo en programas informáticos permite gestionar indicadores y generar por ejemplo tablas de co-ocurrencia de códigos que permiten contrastar hipótesis cuando disponemos de información abundante y compleja.
4.- En cualquiera de sus modalidades, es importante despejar la posición y acercamiento de la persona analista e indicar los procesos de rigor (triangulación, comprobación con los participantes, reflexividad, etc.) que ha introducido diferenciando las perspectivas de investigadores y participantes en el proceso de codificación. La investigación cualitativa requiere que los investigadores reflexionemos y articulemos claramente nuestra posición y subjetividades (visión del mundo, perspectivas), para que los lectores puedan comprender mejor las perspectivas a través de las cuáles realizamos las preguntas, recopilamos y analizamos los datos y difundimos los hallazgos. Uno de los mayores riesgos a los que se enfrenta la investigación cualitativa reside en la posible adulteración de lo que presentamos como evidencias empíricas al estar éstas apoyadas en la interpretación y comprensión del analista de ahí que aportar información sobre las técnicas y procedimientos aplicados para asegurar el máximo rigor sea clave. La lectura del artículo de Antaki, Billig, Edwards y Potter (2003) resulta muy clarificadora y sugerente.
5.- En los resultados de investigación cualitativa es muy usual el uso de extractos de información textual, pero existe una variada gama de posibilidades de presentación de los hallazgos empleando estrategias visuales como redes semánticas y mapas. No basta con presentar extractos de la información codificada como evidencia empírica por muy buenos que sean estos extractos para ilustrar el tipo de resultados obtenidos. Es una condición necesaria pero no suficiente. Los resultados de investigación cualitativa a menudo son fruto de un proceso de “cruce” turbio de información que no atiende a un proceso sistemático de contraste de hipótesis emergentes y en numerosas ocasiones se realiza una síntesis del contenido no apoyada suficientemente en evidencias. La redacción de resultados ha de adoptar un enfoque respetuoso para los participantes y significativo para quien los lee. Independientemente de las formas de presentación de resultados elegidas cualquier conclusión debe estar respaldada por citas directas de los participantes. El proceso de llegar del dato a la interpretación tiene que ser nítido, fundamentado y minuciosamente explicado. Aconsejamos la lectura de Suárez-Relinque, Del Moral-Arroyo y González-Fernández (2013) para encontrar la forma de argumentación que mejor se ajusta al tipo de estudio que hemos hecho para exponer los resultados alcanzados.
A partir de este análisis derivado de nuestra experiencia, queremos ofrecer algunos consejos prácticos que faciliten la publicación de investigación cualitativa:
  • Contribuya a la construcción de teoría. Los resultados deben contribuir a la articulación significativa de teoría (nueva o reelaboración de la existente). Mostrar descripciones de los datos de forma excesiva y no su interpretación hace que sea costosa la publicación en una revista de primer nivel. Recomendamos la lectura de Osses, Sánchez-Tapias e Ibáñez-Mansilla (2006).
  • No imite un artículo cuantitativo. A menudo los artículos cualitativos imitan la estructura de los cuantitativos (y sus dispositivos metodológicos) lo que lleva a cuantificar datos o a un uso de lenguajes inadecuados (eliminación, varianza…). Esto pone a los revisores en la necesidad de encontrar marcos de referencia que no son propios de la investigación cualitativa.
  • Explique la naturaleza del contexto y el posicionamiento que adopta como investigador/a respecto al mismo y que otorga sentido a su investigación.
  • Indique los criterios de selección muestral, las limitaciones para la incorporación de informantes clave a la muestra y los procesos por los que ha conseguido la saturación teórica.
  • Especifique y muestre los instrumentos de recogida de datos y sus dimensiones. Hay que tener en cuenta que si se realiza una entrevista y no se incluyen sus preguntas difícilmente se puede valorar si los resultados se deben a las preguntas que se hicieron y cómo se hicieron.
  • Use figuras visuales que capturen tanto la cadena de evidencias como incluso que representen cómo se desarrolló el proceso metodológico. Explique muy bien el proceso que se sigue desde los datos a los hallazgos que ofrece.
  • Visibilice hipótesis y sus formas de contraste. Es decir, especifique qué patrones de regularidad observa en los datos y qué procedimientos emplea para comprobar estas apreciaciones.
  • Muestre claramente las aportaciones y contribuciones de su investigación cualitativa.
  • Lea otras investigaciones realizadas con metodología cualitativa que se hayan publicado previamente en las revistas científicas especializadas. Ver cómo otros investigadores han presentado su trabajo nos ahorra tiempo y esfuerzo, ayudándonos a orientar el informe de nuestro estudio para su divulgación de forma más certera.
Queremos terminar como hemos comenzado este artículo, apelando a la importancia de una adecuada y suficiente formación metodológica en investigación cualitativa. La mayor parte de los planes de estudio de grado y máster no incluyen estos contenidos y cuando lo hacen se le otorga un valor secundario y opcional, lo que lleva al personal investigador a formarse por otras vías alternativas que dificultan y encarecen su capacitación. Además, muchas veces cuando se ofertan estos contenidos, no siempre son impartidos por personal cualificado porque de cualitativa como de educación todo el mundo sabe. Por último, apelamos también a la responsabilidad de revisores y editores para que dispongan de esta formación con el fin de que realicen informes de calidad en la revisión de informes de investigación cualitativa que propicien su mejora.
 Referencias bibliográficas:
Antaki, C., Billig, M., Edwards, D., y Potter, J. (2003). El análisis del discurso implica analizar: crítica de seis atajos analíticos. Athenea Digital, 3, 14-35. Recuperado de https://atheneadigital.net/article/view/n3-antaki-billig-potter/64-pdf-es
Guest, G., Bunce, A., y Johnson, L. (2006). How many interviews are enough?: An experiment with saturation and variability of data. Field Methods, 18(1), 59-82. doi: 10.1177/1525822X05279903
Morse, J.M., Barrett, M., Mayan, M., Olson, K. y Spiers, J. (2002) Verification strategies for establishing reliability and validity in qualitative research. International Journal of Qualitative Methods, 1(2), 13-22. doi: 10.1177/160940690200100202
O’Reilly, M., y Parker, N. (2012, May). Unsatisfactory saturation: A critical exploration of the notion of saturated sample sizes in qualitative research. Qualitative Research Journal, 13(2), 190-197. doi:10.1177/1468794112446106
Osses, S., Sánchez-Tapias, I. y Ibáñez-Mansilla, F. (2006). Investigación cualitativa en educación: hacia la generación de teoría a través del proceso analítico. Estudios pedagógicos, 32(1), 119-133. doi: 10.4067/S0718-07052006000100007
Suárez-Relinque, C., Del Moral-Arroyo, G. & González-Fernández, M.T. (2013). Consejos prácticos para escribir un artículo cualitativo publicable en Psicología.Psychosocial Intervention, 22(1), 71-79. doi: 10.5093/in2013a9
Cómo citar esta entrada:
Rebollo-Catalán, A. & Jiménez-Cortés, R. (2018). El rigor de la investigación cualitativa para garantizar su publicación. Aula Magna 2.0. [Blog]. Recuperado de: https://cuedespyd.hypotheses.org/5148
Tomado de Aula Magna 2.0 con permiso de sus editores

sábado, 24 de noviembre de 2018

Estar informado (semanal 24/11/2018)

CUED: La Transformación Digital empieza por ti

CUED: El futuro ya está aquí: ¿responden nuestras revistas al entorno digital 3.0?

La transformación digital está entrando en su recta de madurez, afirma Gartner | https://t.co/BvtO25lXkt

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Los MOOC están muy vivos. Respuestas a algunas preguntas | García Aretio | RIED. Revista Iberoamericana de Educación a Distancia | https://t.co/CGopyR1yNc

How to make undergraduate research worthwhile | https://t.co/De6VeAsvpf

Report from the 2018 EDUCAUSE Task Force on Digital Transformation | https://t.co/ximEBu5vnc

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Practical ideas to create positive learning environments | https://t.co/8n8csgFrIf

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jueves, 22 de noviembre de 2018

La Transformación Digital empieza por ti

Escribe Marta Torán

No voy a insistir. Todos hablamos de ello. El mundo del trabajo está viviendo una gran revolución... los que no se sumen se quedarán fuera... bla, bla, bla...

Pero no sé si te han dicho que eres tú la pieza clave de este puzzle. Sí, la transformación digital, esa que va cambiar el mundo o tu empresa, empieza por ti. Si no cuentan contigo, están perdidos... Y tú, también.

Personas, Procesos, Relaciones, Tecnología... Tú estás ahí, el primero de todos. Porque sin ti, lo demás no funciona.

Tienes que prepararte. Estés donde estés, hagas lo que hagas. Ya lo estás haciendo, sin duda. 


Autonomía











El aprendizaje personal es imprescindible para estar actualizado y listo para abordar de manera ágil el trabajo en el siglo XXI. No se trata de "ir a cursos", se trata de ser capaz, de manera autónoma, de aprender y encontrar la solución a tus problemas.

Establece tus rutinas de aprendizaje personal: identifica dónde está el conocimiento y acude a él cuando lo necesites.

Tienes a tu alcance muchos datos, mucha información, mucho conocimiento... ¿Sabes dónde? ¿Distingues la sabiduría del petardeo? ¿Puedes, de un vistazo, saber si una web que consultas es veraz? ¿Organizas tus fuentes? ¿Utilizas herramientas que te ayudan a gestionar la información que es valiosa para ti? ¿Sabes hacer que esa información llegue a ti?


Colaboración












El trabajo ha cambiado.

El conocimiento no se atesora, se comparte. En las "empresas digitales" los perfiles que más comparten son los que más brillan. Se necesitan personas que "narren su trabajo", que sepan trabajar en colaboración, que asuman diferentes roles en proyectos, que interactúen en distintos contextos...

¿Te sientes cómodo participando y compartiendo tu conocimiento? ¿Conoces y utilizas entornos para interactuar con otras personas con tus mismos intereses? ¿Sabes trabajar en grupo sacando partido a herramientas que permiten la comunicación y la colaboración? 


Innovación












En este siglo viviremos la automatización del trabajo y la creación de nuevas profesiones relacionadas con el "rol humano" (el trabajo que no harán las máquinas).

La innovación y la rapidez en la adaptación a los cambios será clave para las empresas que quieran sobrevivir.

La creatividad y la innovación no es únicamente algo encomendado a departamentos estancos de personas que piensan y diseñan. Tú también puedes crear. Se te va a pedir agilidad, participación en generación de ideas, en diseños de soluciones, en mejora de procesos... No mires a otro lado.

¿Conoces modelos para el trabajo creativo? ¿Sabes analizar un proceso para intentar mejorarlo? ¿Estás al día sobre "lo último" y "lo que vendrá" en tu ámbito de trabajo?


Autonomía. Colaboración. Innovación.


Si tienes este triplete en tu perfil, ya estás listo


Tomado de Reflexiones sobre aprendizaje con permiso de su autora

martes, 20 de noviembre de 2018

El futuro ya está aquí: ¿responden nuestras revistas al entorno digital 3.0?

Escribe Marta Ruíz Corbella Editora de Aula Magna 2.0. Editora Jefe de Educación XX1.
Facultad de Educación (UNED).
Antes de que regresáramos de nuestras vacaciones de verano, teníamos ya sobre la mesa el último número de la Revista Española de Pedagogía. Este volumen reunió a ocho editores de publicaciones científicas relevantes del campo educativo con el objetivo de abordar los retos que las revistas científicas deben plantearse para responder a las demandas, necesidades y cambios de la ciencia y, en consecuencia, la investigación, la universidad y su profesorado. Valorar de donde partimos, dónde estamos para poder incorporarnos al futuro. Futuro que no tiene nada que ver con lo que hemos vivido a lo largo de estos últimos 20 años. Futuro determinado no solo por los avances tecnológicos, sino también por las decisiones que se están tomando en las diferentes instancias políticas sobre la ciencia, la educación superior y el desarrollo profesional de su profesorado e investigadores.
Hablar de lo que llevamos a cabo como editores está bien, pero considero que debemos ir más allá (Ruíz-Corbella, 2018). No sé si es casualidad que en estos últimos meses haya leído un libro que mantiene que la reflexión sobre el futuro es el mejor instrumento para afrontar la innovación. Trata del universo de los datos, de la gestión de la información, del valor del saber, del exceso de información refiriéndose en este caso a la democracia (Innerarity, 2011), que traslado a la gestión de la comunicación científica.
También tuve la oportunidad de leer otra publicación en la que se presenta un interesante análisis de la situación actual de las revistas científicas, a la vez que apuesta al futuro exponiendo las nuevas opciones que están emergiendo (Anglada, 2017). En estos últimos meses cayó en mis manos un trabajo sobre los nuevos programas computacionales que están facilitando el acceso abierto, el análisis de grandes números de datos, que me llamó la atención (Somers, 2018). Autor que apuesta por la necesaria revolución en la comunicación de los resultados científicos que se derivan de estos avances y que pone en entredicho la pervivencia del artículo científico, tal como ahora lo conocemos. El autor recuerda que la imprenta se inventó para facilitar la impresión de los manuscritos, aunque los primeros libros fueran copia del modo cómo hasta entonces se elaboraban. Tecnología, la imprenta, que tardó cerca de 100 años en desarrollar una forma diferente de edición.
En la comunicación científica pasa algo parecido. Seguimos desarrollando un proceso que no ha cambiado en 400 años en un contexto en el que el acceso a la información, la organización y análisis de la misma, los métodos, los recursos, etc. disponen de potentes programas informáticos que están revolucionando la investigación y su difusión. Estamos en un momento que debemos avanzar hacia nuevos modelos y modos de comunicar ciencia. Vivimos y trabajamos en un ecosistema mediático que nos exige nuevas fórmulas. No tengo la respuesta, pero sí la posibilidad de acercar esta situación para iniciar, al menos, la reflexión y el debate.
Pero vayamos por partes. Como punto de partida destaco el valor indiscutible de la revista científica, ya que es un instrumento clave en el proceso de hacer ciencia: la comunicación de resultados. Sin duda, la revista científica continúa siendo considerada como la vía reconocida por la comunidad científica para la difusión de los resultados de cualquier investigación. Están apareciendo otros canales en los que los investigadores avanzan sus resultados o plantean a sus seguidores cuestiones sobre las que inician sus trabajos. Blog, Twitter, Facebook o Instagram son claros ejemplos. Pero ninguno de estos suple el reconocimiento de la publicación periódica como referente indiscutible capaz de otorgar visibilidad, confiabilidad, universalidad y reconocimiento a las investigaciones recogidas en ellas (Alonso-Gamboa, 2017). La revisión de los originales por parte de expertos, la presentación de los textos en un formato definido, su distribución periódica por parte de editores especializados (sociedades científicas, universidades, etc.) son los elementos que han identificado a toda revista, con una estructura y gestión que se han mantenido a lo largo del tiempo (Laakso, 2017). En suma, la revista, y aquí aflora la responsabilidad de los editores, aporta a la comunidad científica y a la sociedad esa visibilidad, confiabilidad y reconocimiento de los resultados de cada investigación que se publican en ella. Y no olvidemos que “lo que no se publica, no existe”, que no es lo mismo publicar en una u otra revista, en uno u otro formato.
Y en este diseño de las publicaciones científicas el editor es el eje principal de su funcionamiento. Hasta ahora, este, con un pequeño equipo editorial, aborda las diferentes funciones propias de una publicación de este tipo.  A la vez, no olvidemos, este valor –que también es poder- de las revistas científicas condiciona la comprensión y el comportamiento en la cultura científica de cada área de conocimiento. Por ejemplo, influye en temas sobre los que se escribe, metodologías que se valoran, formato de los artículos, etc.
Pero en un muy poco tiempo debemos afrontar un salto cualitativo en esta nueva forma de gestión y edición de las revistas iniciado a partir de la expansión de la web 2.0. Nos enfrentamos a aplicaciones que facilitan una nueva forma de hacer, acceder, evaluar, difundir y compartir ciencia. Y, más relevante todavía, ya no estamos ante una opción, sino ante una exigencia: estás en la red o, sencillamente, no existes (Fiala y Diamandis, 2017). Estamos viviendo la apertura a una nueva revolución de la comunicación científica enclavada en un ecosistema mediático en continua transformación, facilitado, entre otros, por tres elementos clave:
  • La irrupción de las tecnologías de la información y la comunicación a partir de la evolución de la red. En especial, la web semántica que revoluciona el modo de almacenar, recuperar y trabajar con los datos, las bases de datos, los repositorios, el movimiento ‘Open Access’, etc. que conlleva que, poco a poco, la unidad de análisis real sea el artículo y no tanto la revista.
  • La cultura de rendición de cuentas, que mantiene una permanente evaluación de la calidad de la revista y del artículo. Los indicadores de calidad de las publicaciones científicas es una constante, p.e., recientemente LATINDEX ha actualizado estos indicadores para la edición digital. O el conocido factor de impacto otorgando prioridad a las bases de datos selectivas de la Web of Science y de SCOPUS, lo que ha derivado que no se escriba de acuerdo a los resultados de la investigación, sino pensando en las revistas indexadas en determinada bases de datos y cuartiles.
  • Y, por supuesto, las decisiones políticas que inciden, a raíz de los criterios de evaluación que utilizan (por ejemplo, artículos publicados en determinados cuartiles de JCR, con determinado número de páginas, nº de autores, etc.) en la promoción de los investigadores. O la decidida apuesta política por el acceso abierto a la ciencia, con todas las consecuencias (científica, económica, productiva, etc.) que se derivan de esta opción. Tema sumamente complejo aún sin resolver.
Si revisamos las revistas científicas del área de Educación, debo destacar el enorme esfuerzo que sus editores han llevado a cabo y la capacidad que han mostrado por situarlas en los rankings internacionales. Se ha mostrado la capacidad que tenemos de competitividad a nivel internacional, pero debemos ser conscientes de que aún tenemos por delante uno de los retos más importantes para nuestras publicaciones: responder a las exigencias y modos de hacer ciencia 2.0. Para ello destaco una serie de claves que como editores debemos abordar ya con urgencia:
En primer lugar, para garantizar la gestión y edición de las revistas científicas en el ecosistema de la web 3.0, es necesario un equipo multiprofesional en el que se contemplen expertos en documentación, en TIC, en marketing digital, en entornos digitales, etc., sin olvidar, lógicamente, expertos en contenidos científicos y académicos específicos de cada publicación. Debe garantizar un modelo de negocio claro y sostenible. El debate en este punto radica si las revistas deben apoyarse, fundamentalmente, en la financiación por parte de las instituciones, debe apostar por el pago de los autores por publicar, o es necesario abordar otro modelo de financiación.
La edición digital está abriendo multitud de posibilidades tanto para la edición de la revista como aportar valor añadido a cada artículo. El usuario está demandando una verdadera experiencia digital al acceder al mismo, ya que no se trata de leer en formato pdf, sino un artículo en el que se aportan hipervínculos a los datos completos de la investigación, a los temas que se tratan en él, a las referencias editadas en otros medios, al video y audio en el que los autores explican y/o complementan esa investigación, de participar enviando comentarios, evaluaciones, etc., etc. En definitiva, enriquecer cada original, y aportar valor a este proceso de comunicación.
Retomando el proceso de edición de la revista, la web 3.0 está facilitando nuevos formatos de publicación. Valgan como ejemplos el megajournal o el datajournal, ya existentes en el área de las Ciencias. O el debate sobre nuevas formas de revisión de los originales. Poco a poco se está reclamando que el editor únicamente se limite a verificar la pertinencia del tema en relación a los objetivos de su publicación y la calidad metodológica del artículo, ya que la calidad del contenido será valorada, como preprint, por la propia comunidad científica. O, una vez editado el artículo, su impacto y su valor dependerán de las citas, difusión y valoraciones recibidas. En este caso, ya no serán los revisores los que avalen la calidad de cada original, sino su capacidad de atraer citación, difusión en otros medios y la evaluación por parte de los colegas. Junto a estos, existen otros modos de evaluar los trabajos científicos, aunque todavía no hay consenso en un modelo único.
El trabajo de la difusión es tan importante como la selección de los trabajos que se publican, función que no puede desarrollarse sin la colaboración activa de los autores. Los nuevos canales de difusión (audio, video, imagen y texto), en los que las redes sociales resultan claves, presentan un posicionamiento social tan relevante que han convertido al marketing digital en un elemento clave en este proceso de difusión de la ciencia.
En la evaluación del impacto las altmétricas alcanzarán cada vez mayor relevancia. Pero recordemos que estas métricas recogen datos que se derivan de nuestra capacidad de difundir nuestros trabajos en los nuevos canales de difusión. Llegar a monitorizar a los usuarios para tener las claves de qué es lo que demandan en cada momento, lo que nos ayudará a tomar las decisiones pertinentes para la selección de nuevos originales, de temas emergentes o de nuevos formatos.
Y, por supuesto, construir la marca personal de nuestra revista, su identidad digital que irá forjando su reputación. Esta continuará otorgando valor a los artículos incluidos en ella, tendrá un valor de marca, pero cada uno de estos son los que deben hacerse valer al tener que conseguir su factor de impacto, el competitivo y el altmétrico. Lo que exige una  activa interacción entre editores, autores, lectores e investigadores.
Sin duda estamos ante una situación compleja, incierta ya que no disponemos de la necesaria información y formación como documentalistas, gestores de marketing, informáticos, expertos en entornos digitales, etc., que nos ayudaría a tomar mejores decisiones como editores. Lo que he mencionado en esta entrada es apenas una pequeña parte de lo que tenemos por delante. Ahora lo que sí está claro es que estamos ante una nueva forma de comunicar ciencia, ante un salto cualitativo en la comunicación científica, que va a requerir una profesionalización del equipo editorial, e insisto en la idea de equipo. Toda la comunicación científica será digital y en acceso abierto, lo que deberá garantizar, a su vez, la experiencia digital a través de la multilectura.
Por último, no quiero finalizar sin mencionar la responsabilidad social que tenemos como editores. Seleccionar los resultados y avances de la ciencia, editarla de acuerdo a los criterios éticos propios de nuestras publicaciones, difundirla… muestran la dimensión ética de esta tarea que tampoco debemos obviar.
 Referencias bibliográficas:
Abadal, E. (ed) (2017). Revistas científicas: situación actual y retos de futuro. Barcelona: Ediciones Universitat de Barcelona.
Alonso-Gambo, J.O. (20117). Transformación de las revistas académicas en la cultura digital actual. Revista Digital Universitaria, 18(3), art 22.
Fiala, C. & Diamandis, E.P. (2017). The emerging lanscape of scientific publishing.Clinical Biochemestry, 50(12) 651 – 655.
Innerarity, D. (2011). La democracia del conocimiento. Por una sociedad inteligente. Barcelona: Paidós
Laakso, M. (2017). Prólogo. En E. Abadal (ed) Revistas científicas: situación actual y retos de futuro (pp. 9-12). Barcelona: Ediciones Universitat de Barcelona
Ruiz-Corbella, M. (2018). De la edición impresa a la digital: la radical transformación de las revistas científicas en ciencias sociales. Revista Española de Pedagogía, 271, 499 – 518.
Somers, J. (2018). The scientific paper is obsolete. Here’s what’s next. The Atlantic Magazine, april, 5.
Cómo citar esta entrada:
Ruíz Corbella, M. (2018). El futuro ya está aquí: ¿responden nuestras revistas al entorno digital 3.0? [Blog]. Recuperado de: http://cuedespyd.hypotheses.org/4652

Tomado de Aula Magna 2.0 con permiso de sus editores