domingo, 31 de marzo de 2019

Estar informado (semanal 30/3/2019)

CUED: La soledad del investigador

CUED: Humanización, aprendizaje-servicio y espacios virtuales de aprendizaje

CUED: La incorporación de los estudiantes universitarios al mercado laboral: fortalezas y dificultades | https://t.co/vNlIwWrQcL

RIED: Análisis de la triada: integración académica, permanencia y dispersión geográfica | https://t.co/92Ic5WKqez

RIED: Relaciones en Educación a Distancia: Un estudio sobre los antecedentes de lealtad | https://t.co/AHl37bQ9Bp

RIED: MOOC: valoración de un futuro | https://t.co/06qEFRGoQL

Kiddle, el buscador diseñado para niños | https://t.co/t1QXeHdB7F

El reto de formar para el empleo del futuro | Ifema | https://t.co/9laoRjkrmy

Europa aprueba el Artículo 13: más cerca del final de Internet tal y como lo conocemos | Tecnología - http://ComputerHoy.com  | https://t.co/UDQ4JBaQDj

Mi profe es un robot: hologramas, algoritmos y realidad aumentada en la escuela del futuro | https://t.co/0zsXAcogAk

The Future Of Online Learning: Modular, Tailored, And Versatile | https://t.co/IhGcxl0DqN

Ideas para mejorar la educación, reporte de la Fundación Gates y Chan Zuckerberg | https://t.co/nEJUuPEgQu

Hacia la universidad digital: ¿dónde estamos y a dónde vamos? | https://t.co/rZVw8eDmSB

Schools love the idea of a growth mindset, but does it work? | Aeon Essays | https://t.co/1mONwgshuk

¿Te atreves con este test de la Universidad de Oxford? | https://t.co/FfQWh8j3g2

“Las carreras STEM tienen un paro bajo y menos en mujeres” | https://t.co/m59zV5S2Vi

“La Universidad te enseña tarde” | https://t.co/Ipfx1NBZOe

La cifra de estudiantes españoles en el Reino Unido crece por quinto año consecutivo | https://t.co/lIXSLvgdFQ

Las 5 tendencias que están transformando el mundo universitario | https://t.co/tHraDDA4Wv

La gran paradoja del empleo tecnológico en España | https://t.co/XFeT2Qxx1W

La ministra de Trabajo emplaza a "anticipar" las profesiones del futuro para tener trabajadores cualificados | https://t.co/5SYgKSM7k8

La RAE intenta ahora que las máquinas hablen buen español | https://t.co/MHQkGo2l6I

CHISPAS TIC Y EDUCACIÓN. Blog Pere Marquès: Decálogo de medidas anti-fracaso escolar | https://t.co/rCqgwIvynD

8 Top Trends Of Digital Transformation In Higher Education | https://t.co/bfHUlgKi5s

Preguntas abiertas sobre el dato en educación #TodosEducamos | https://t.co/pmNBhlAjnM

5 propuestas para renovar la educación superior | https://t.co/WVwKLpaEv6

The Pros And Cons Of Small ILT Classes | https://t.co/BRVpps6k32

Higher ed: We are missing the boat in online learning | https://t.co/dMVvpbjMCH

¿Cómo hacer una escuela digital segura? | https://t.co/1IyV1z5GEj

Diez mitos en torno a la publicación académica abierta | https://t.co/5BxVZ0F6ic

Universidades: la mitad solo aprueba 1 materia por año | https://t.co/TBnYzfaVO1

Research interest score: sobre su necesidad y sentido | https://t.co/ng0tU0IVyz

Nomofobia: La adicción al teléfono móvil | https://t.co/xKvpADMWAs

Looking for a way to evaluate your online learning program? | https://t.co/dr1Of758TV

Los gurús digitales crían a sus hijos sin pantallas | https://t.co/tb5iItHnqP

Stephen's Web ~ Mathematics for Machine Learning ~ Stephen Downes | https://t.co/sz29HPlGHL

La producción científica en la universidad de hoy - http://elEconomista.es | https://t.co/TPLH3o3eqM

El rector de la UNED destaca su apuesta por revitalizar los centros asociados | https://t.co/LY0Agj4uL0

Vivir la Universidad antes de ser universitario - http://elEconomista.es | https://t.co/Jg73h3NPJ8

viernes, 29 de marzo de 2019

La soledad del investigador

Escribe Rafael Martínez Rivas

Es bien sabido que la carrera académica disciplina la paciencia del investigador hasta el punto de que este puede llegar a sentir, a imitación de la clásica película de Tony Richardson basada en la novela de Alan Sillitoe, la soledad del corredor de fondo. Sin embargo, la independencia de espíritu que acompaña al protagonista de esta historia, un joven inglés que consigue cierto prestigio como atleta en el reformatorio al que lo han enviado, se ausenta tantas veces de la vida de un investigador. Para este, la carrera académica se convierte en una soledad sin independencia, en la que se vive condicionado por la precariedad económica o por la diferencia en los rangos académicos. No en vano, en un polémico trabajo asentado sobre la obra de Max Weber, Kari Palonen afirmaba que hay más objetividad en la política que en las ciencias sociales. Para este teórico finlandés, la objetividad no es una cualidad del objeto estudiado, sino un fruto que nace de la suma de perspectivas sobre un mismo asunto. De esta forma, mientras en la política parlamentaria cada parte añade una visión sobre el tema con cierta libertad, en la academia la diferencia de rangos impide una conversación igualitaria y, por tanto, dificulta la objetividad en el estudio.
Es posible que esta ausencia de una conversación igualitaria en el seno de la academia no nazca solo de la institucionalización de los rangos, sino también de las propias diferencias en el conocimiento. De forma habitual, la presencia de un profesor brillante dificulta la toma de palabra por parte de los investigadores jóvenes, que no encuentran ni la materia ni la forma para preguntar o responder. Pero, más allá del carisma del profesor, que sin embargo es digno de elogio, no es insólito que la academia utilice la jerarquía para impedir la conversación. Es el caso de algunos congresos académicos, en los que la categoría profesional del coordinador de una mesa es tomada como medida para los posibles comunicantes de la misma, de manera que nadie cuya situación laboral sea jerárquicamente superior a la del coordinador pueda participar de aquella mesa. Si, por su estructura, los congresos académicos impiden profundizar en los aspectos sustanciales de una investigación, al menos en las humanidades, la jerarquización de los mismos en términos que impidan aún más la conversación no parece una buena forma de progresar y de mejorar el trabajo de los investigadores.
Aunque la jerarquía sea un problema para la conversación entre investigadores, no es, sin embargo, la causa principal de la soledad del investigador. La precariedad en el reconocimiento juega aquí un papel fundamental. El investigador se encierra las 24 horas del día en un tema que no le importa a nadie y, para colmo de males, utiliza un lenguaje propio que impide su transmisión fuera de la academia. Así, lo que para el investigador es una profesión de fe en su tema de investigación (y como profesión tiende a publicitarse), suele en realidad quedar limitado al ámbito privado, careciendo, entonces, de cualquier reconocimiento público. Asignada al campo de la pasión, la investigación, y especialmente la investigación humanística, tiene dificultades para ser considerada de utilidad pública y casi hasta un trabajo, de manera que la ausencia de reconocimiento público puede tornarse en dificultades para la vida privada. En definitiva, aunque el investigador crea consagrarse como un monje moderno que se retirara a su convento para el estudio, unos pocos años de carrera pueden revelarse, en realidad, como un pequeño empujón hacia las catacumbas, en las que la falta de una voz pública dificulta incluso el culto privado.
En medio de este panorama, en el que jerarquía, ausencia de reconocimiento y precariedad económica asolan al investigador, cobra una importancia singular la figura del compañero, aquel que tiene una situación laboral similar a uno mismo. Si el problema de la jerarquización de la universidad es que establece diferencias en el acceso a la palabra, enmarañando el avance en la investigación, el compañero puede ser aquel con quien se conversa en situación de igualdad. Con un compañero, la verticalidad en la relación deja paso a una horizontalidad en la discusión que permite desentrañar y desgranar una investigación en curso, sacando todas las potencialidades de la misma, corrigiendo errores y aprendiendo de la propia discusión. Aunque esta afirmación carezca de base académica, en mi propia experiencia los grupos en los que más y mejor avanza la investigación son aquellos grupos en los que la jerarquía no impide la toma de la palabra en condiciones de igualdad.
Además de una ayuda técnica, el compañero puede ser un estímulo para la investigación. Ante la ausencia de reconocimiento externo, el interés de los compañeros puede ser una motivación para seguir trabajando y profundizando en la investigación. La cuestión de la comunidad no es baladí; incluso en la vida monacal, las comunidades actúan como sustento de la vida del monje, que necesita concretar su vocación en la relación con unos iguales. Del mismo modo, la vocación del investigador, por muy dirigida que esté hacia su objeto de estudio, necesita el acompañamiento de alguien en situación de igualdad; alguien con quien discutir su tema de investigación hasta la saciedad, pero también alguien que conozca y comparta los tiempos del investigador. Puede parecer poca cosa, pero, tras una jornada maratoniana de biblioteca, es posible que un doctorando no quiera hablar de su tesis. Conocer esos tiempos y darse el relevo a la hora de hablar de las investigaciones propias puede ser una ayuda impagable a la precaria salud mental de los investigadores.
Así pues, el compañero es una figura central para un investigador, alguien que discute y reconoce los propios méritos. Ante la ausencia del reconocimiento externo la universidad puede ser vista como un monasterio, pero también, y así lo señala Derrida, como una ciudadela carente de muros, perpetuamente sitiada por condicionamientos externos. De esta forma, ante la amenaza de la precariedad económica, es comprensible que la universidad gire su interés hacia temas de investigación que proporcionen un mayor rédito, que permitan la supervivencia económica. Para ser, sin embargo, sans conditionDerridadixit, la universidad debe estar abierta a un acontecimiento, a algo no previsto que irrumpa poniendo de vuelta los propios temas. Aquí, la figura del compañero resulta particularmente reveladora, porque, frente a la soledad del investigador, el compañero aparece abriendo horizontes nuevos, haciendo posible lo que parecía imposible.
No se trata, sin embargo, de elogiar al compañero hasta el límite, ni de convertirlo en un nuevo soberano universitario, ni de trocar las jerarquías actuales para poner a nuestros compañeros en el lugar de los catedráticos. De hecho, estos pueden, y tantas veces lo hacen, asumir ese papel (incluso la figura del maestro podría ocupar una función similar). Se trata, más bien, de hacer hincapié en la importancia de la discusión pública y en promover una relación entre los compañeros que sea más comunitaria que competitiva. De la misma forma que el investigador solitario que se dedicaba íntimamente a su tema de investigación descubre un horizonte nuevo con sus compañeros, así también la universidad, favoreciendo la creación y el trabajo de los grupos, puede encontrar la forma de aliviar las precariedades que la asolan. Allí donde se hace funciona, pero, sobre todo, se mitiga la soledad del investigador.

Tomado del blog de Studia XXI con permiso de sus editores

jueves, 28 de marzo de 2019

La incorporación de los estudiantes universitarios al mercado laboral: fortalezas y dificultades

Escriben David Muelas y Cristina Herranz

En anteriores entradas, analizamos los incentivos que ofrecía estudiar un posgrado universitario en España (ver aquí). En esta línea y tras la publicación del Cuaderno de Trabajo 10 de Studia XXI, “Universidades y empresas: apuntes para crear sinergias con sentido” (ver aquí), en este post reflexionamos acerca de la situación laboral de los egresados universitarios analizando las fortalezas y dificultades que manifiestan en relación a su incorporación al mercado laboral.
Para ello, acudimos a la Encuesta de Inserción Laboral de los Titulados Universitarios 2014 (EILU), publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE). En la Tabla 1 mostramos las características de la muestra en relación a las variables asociadas a la situación laboral en el momento de la encuesta y si se ha tenido algún trabajo remunerado desde la finalización de la carrera. En esta tabla, además, desagregamos los datos por rama de los estudios. En línea con trabajos previos podemos observar que los egresados de Ciencias de la Salud (82%) y los de la rama de Artes y Humanidades (65%) son los que manifestaron un mayor y menor porcentaje de empleo, respectivamente. Igualmente, se observa que las ramas con mayores tasas de empleo no son las que tienen un mayor número de egresados.
Tabla 1. Resumen de la muestra disponible. Número absoluto y porcentaje de encuestados

Elaboración propia a partir de los datos del INE.
Para analizar cómo valoran los encuestados las potenciales fortalezas derivadas de su formación universitaria, se considera un subconjunto (90% aproximadamente) del grupo sombreado en verde –población activa que está trabajando, restringido a ocupaciones por cuenta ajena independientes de trabajo en negocios familiares– mientras que para las dificultades, se acude al grupo sombreado en rojo  –población activa que no ha tenido ningún trabajo remunerado tras finalizar los estudios.
En este sentido, la EILU incluye preguntas sobre la valoración tanto de factores considerados importantes como de los que pueden suponer una dificultad para conseguir un empleo. Con respecto a las valoraciones relacionadas con fortalezas para la inserción laboral, la Figura 1 muestra la distribución de respuestas por rama y factor. Por su parte, la Figura 2 muestra la distribución de valoraciones de las dificultades por las que se pregunta en la encuesta –en este segundo caso, se cuenta con un conjunto de respuestas mucho menor que en el primero, dado el tamaño del grupo analizado.
Figura 1. Valoración por parte de los entrevistados de factores relacionados con fortalezas, distinguiendo por rama

Fuente: elaboración propia a partir de los datos del INE.
Con respecto a las fortalezas, se observa que los egresados de la rama de Ciencias de la Salud valoran más positivamente que el resto los conocimientos teóricos y prácticos como factor para conseguir empleo, y que conceden menos importancia a los idiomas, el manejo de medios informáticos, la personalidad y habilidades sociales, y la capacidad de gestión y planificación. En cambio, los egresados de la rama de Artes y Humanidades valoran más que el resto saber idiomas, y los de Ingeniería y Arquitectura la formación o dominio de la informática y las nuevas tecnologías.
Figura 2. Valoración por parte de los entrevistados de factores relacionados con dificultades, distinguiendo por rama

Fuente: elaboración propia a partir de los datos del INE.
En relación a las dificultades, la falta de experiencia laboral previa emerge como el factor más significativo para los entrevistados de todas las ramas.
Finalmente, la EILU 2014 también incluye una pregunta para evaluar hasta qué punto los egresados consideran que su título universitario les ha servido para encontrar trabajo. La Tabla 2 recoge este indicador, mostrando que menos de un 50% de los encuestados de la rama de Artes y Humanidades ha respondido afirmativamente a esta pregunta, que destaca al compararse con el casi 84% de respuestas positivas de los egresados de Ciencias de la Salud.
Tabla 2. Respuestas a la pregunta “Cree que el título universitario le ha servido para encontrar trabajo”, por rama de conocimiento de la titulación.

Fuente: elaboración propia a partir de los datos del INE.
Resumiendo, de estos análisis podemos extraer las siguientes observaciones:
  • En general, los egresados que han tenido un trabajo remunerado desde la finalización de sus estudios valoran positivamente los conocimientos teóricos y prácticos de su titulación, las capacidades sociales y de gestión del tiempo, considerándolos fortalezas a la hora de conseguir dicho empleo.
  • La barrera más importante que encuentran los egresados es la falta de experiencia profesional.
  • Pese a que en todas las ramas salvo en Humanidades y Artes más del 50% de los encuestados manifiestan que la titulación les ha ayudado a conseguir un trabajo, más del 20% de todas las ramas salvo Ciencias de la Salud manifestó que no les había resultado útil.
Estas cuestiones sugieren que existe una cierta desconexión entre el mercado laboral y la realidad de los estudios universitarios.  A la vista de estos datos resulta prioritario reflexionar acerca de qué puntos de acción se podrían adoptar para mejorar esta situación. Un aspecto que merece especial atención es que se pueden encontrar algunas diferencias entre los estudios de distintas ramas. Esto sugiere que, posiblemente, no haya una solución única que mejore las condiciones de todos los egresados, por lo que la atención a estos factores y el análisis detallado de su impacto y efecto puede ser una vía prometedora para avanzar hacia una mejor articulación de políticas tanto educativas como de empleo.
Apostar por la definición de más puntos comunes entre empresas y universidades –p.ej., esquemas de formación dual– podría ayudar a mejorar estas perspectivas y a complementar la formación teórica y práctica con otras capacidades que faciliten la contratación de los jóvenes egresados españoles. Universidades, empresas e instituciones públicas tienen que trabajar conjuntamente para resolver los retos que plantean las cifras de empleo entre los jóvenes que terminan sus estudios universitarios.

Tomado del Blog de Studia XXI con permiso de sus editores

martes, 26 de marzo de 2019

Humanización, aprendizaje-servicio y espacios virtuales de aprendizaje

Escribe Lorenzo García Aretio
Sin lugar a dudas, las tecnologías de la información y la comunicación han transformado nuestra forma de ver y actuar en el mundo, lo que ha derivado a que también en el sector educativo se haya experimentado una sacudida sin precedentes. Nadie cuestiona que los procesos de enseñanza aprendizaje se ven enriquecidos por las posibilidades que plantean las tecnologías, pero, a la vez, debe ser consciente de que la educación debe iniciar a las nuevas generaciones a saber vivir e interactuar en un mundo tecnologizado e hiperconectado. Ni las relaciones sociales, ni los puestos de trabajo es posible concebirlos ya al margen de la tecnología. Entornos que no pueden ser ajenos a los comportamientos éticos y responsables. 
Por otra parte, la educación superior atraviesa, pedagógicamente hablando, una etapa orientada a la innovación en la que el influjo tecnológico desempeña un rol indiscutible. Universidades de todas las regiones del globo actualizan revisan sus metodologías docentes y el papel que juega la innovación y la investigación en sus relaciones con la sociedad. Entre otras cosas, esto ha supuesto un redescubrimiento de la centralidad de los estudiantes en el proceso educativo, la necesidad de promover aprendizajes más prácticos en las titulaciones y que, además, desarrollen el compromiso cívico de los estudiantes. De esta forma, muchas universidades han implantado políticas de innovación centradas en el aprendizaje y el desarrollo de competencias donde la responsabilidad social de la propia Universidad con la comunidad juega un papel importante. Un ejemplo paradigmático de todo esto son los programas de aprendizaje-servicio (ApS) que se desarrollan, de forma más o menos institucionalizada, en las instituciones universitarias presenciales y a distancia. 
En efecto, al potencial innovador del aprendizaje-servicio cabe sumar las posibilidades transformadoras de las tecnologías digitales en la educación superior, máxime si trabajamos en entornos virtuales de aprendizaje. Nuestro objetivo con este monográfico no es otro que analizar las dinámicas e interacciones que se producen entre ambos mundos: entornos virtuales, tecnologías digitales y aprendizaje-servicio. Mostrando, además, la dimensión solidaria y prosocial que emerge cuando las tecnologías se alinean con una intencionalidad educativa humanista. 
Por tanto, es preciso abrir y ahondar la reflexión sobre estas temáticas que afectan decisivamente al futuro de las universidades virtuales y a distancia. Temáticas que tienen que ver con las posibilidades pedagógicas de las tecnologías digitales en la construcción de ciudadanos responsables y con la expansión de los proyectos de aprendizaje-servicio en el ciberespacio: en qué consiste la modalidad virtual del aprendizaje-servicio; qué particularidades tienen los proyectos de ApS apoyados en entornos virtuales; el papel de las tecnologías y las redes sociales en los proyectos de ApS; cómo no perder de vista el carácter prosocial y solidario de los proyectos de ApS en contextos virtuales, qué aportan las universidades a distancia y virtuales en la transmisión de valores y en la construcción de (ciber)espacios de participación y compromiso cívico. 
Todas estas reflexiones nos llevaron a programar un Monográfico de la RIED. Revista Iberoamericana de Educación a Distancia, la Revista Iberoamericana de la Educación Digital sobre esta temática y encargamos la coordinación del mismo a dos expertos de la UNED de España: Dra. Marta Ruíz Corbella y Dr. Juan García Gutiérrez.
Para abordar este monográfico, además de proponer este call for papers, contamos con expertos de universidades iberoamericanas, europeas y anglosajonas que ofrecerán una perspectiva suficientemente plural, amplia y enriquecedora de esta temática.
Palabras clave a las que deben atender los artículos remitidos: TIC, educación a distancia, educación virtual, aprendizaje servicio, compromiso ético, educación superior. 
Fecha límite para la entrega de originales, a través de la plataforma de la revista (sección Monográficos): 15 mayo 2019:   http://revistas.uned.es/index.php/ried

Tomado de Contextos universitarios mediados con permiso de su autor

domingo, 24 de marzo de 2019

Estar informado (semanal 23/3/2019)

CUED: Apostar por la Universidad

CUED: Una entrevista a Joseph Renzuli | https://t.co/EZMwd9tyGp

CUED: La universidad en funciones | https://t.co/NoYoR410iP

CUED: El papel de los medios en la visibilización de los más capaces | https://t.co/DLEBT6sGAl

CUED: Sobre el sentido de los procesos de garantía y de mejora de la calidad de la educación universitaria | https://t.co/XVb9pliV0o

Los estudios de grado en las universidades españolas (I): evolución y análisis de la oferta actual | https://t.co/BFyirubqAp

Formação de professores a distância para o uso de jogos digitais na escola: mudanças na prática pedagógica? | Ramos | RIED. Revista Iberoamericana de Educación a Distancia | https://t.co/oc4nh2ovIn

El reto de la tecnología blockchain en la Formación y en la Educación | https://t.co/jngTvfbuHZ

España tendrá un déficit de más de 100.000 jóvenes cualificados en diez años | https://t.co/dGaaWnEKfa

Proyecto Jedi , Decálogo para cambiar la universidad | https://t.co/bntz5nXonG

Las habilidades digitales, claves en el mercado laboral | https://t.co/Ad0N1LjvSm

De los nativos digitales a los smartphones zombies | No Toquen Nada  | https://t.co/EwQz2CixxJ

Zapatero y Rajoy no se “atizan” en la universidad | https://t.co/rsItZGkkYF

"If you use social media then you are not working" – How do social scientists perceive altmetrics and online forms of scholarly communication? | https://t.co/OmRIduG624

Tres hábitos de nuestro alumnado causados por el modelo educativo que lastran el aprendizaje ¿Cómo luchar contra ellos? – | https://t.co/1xt3zO44Eb

Las universidades multiplican los grados, una trampa para ganar alumnos que la privada sí rentabiliza | https://t.co/uXBriXtGjq

Roberto Fernández: 'Es falso que sólo con más dinero ya se hace todo bien' | https://t.co/G2AITYkOPA

La brecha educativa y tecnológica, retos para Europa | Tendencias | EL PAÍS Retina | https://t.co/va2CO3joZW

Cotec: La universidad quiere aprender de la Educación Primaria y Secundaria | Fortuna | https://t.co/mC8ypm6Ndy

Flexibilidad, docentes menos académicos y conexión con la sociedad: recetas de Cotec para "hackear" la universidad | https://t.co/ZYLjLdiAra

¿Qué pasa en Internet durante un minuto en 2019? | https://t.co/AQzo0XaZ4B

eLearning Trends Set To Transform Online Learning In 2019 | https://t.co/x0a3DugQr7

La Universidad de Stanford unirá las ciencias y las humanidades en nuevo hub de investigación de la inteligencia artificial — | https://t.co/zXjwk6zPox

Existe déficit en habilidades críticas en dos tercios del mundo, según estudio de Coursera — | https://t.co/yzvPbIarDw

¿Qué es lifelong learning y en qué consiste? — | https://t.co/qagcn8VuqW

Las contradicciones de la educación » Enrique Dans | https://t.co/Bd28P1uRTM

Marina Gorbis: “Las personas están redescubriendo el valor de las pequeñas interacciones y comunidades” — | https://t.co/4lkIc7I7lP

¿La clave de la curiosidad? Hacer las preguntas correctas — | https://t.co/EC704q0nao

No, el método Montessori no es “aprender jugando” | Mamás y Papás | https://t.co/Uu6uhzlAn0

The Hottest Chat App for Teens Is Google Docs | https://t.co/2W3n83a00g

Diez poderosas ideas para reiniciar la Universidad | https://t.co/BQIdrPHWS1

Should university and college instructors ban cell phones in their classes? | Tony Bates | https://t.co/MjufdGCemW

La incidencia del contexto socioeconómico en el empleo de los egresados universitarios | https://t.co/XxsCQLrISU

La gamificación motiva a alumnos y profesores | https://t.co/950uDedfEv

El escándalo de los sobornos resquebraja el sistema universitario de EE.UU. | https://t.co/aZs1KPqlrK

Las nuevas open research platforms: ¿cambiando las reglas del juego? | https://t.co/kOr0VFolvL

Altmetrics, indicadores alternativos para las revistas de Comunicación de Web of Science  | https://t.co/1gVmtfJAR8

¿Hacia una nueva Ilustración? Una década trascendente. Los grandes avances científicos y tecnológicos de la última década y su impacto | https://t.co/idF6N5i8d6

Donald Clark Plan B: Ai starts to crack the critical thinking... astonishing experiment... | https://t.co/lp97yDTGea

121 Conceptos clave en aprendizaje e innovación educativa | https://t.co/wSRihYoSk6

Mito 3- El e-learning es una formación menos exigente | https://t.co/gSXfiWI6hH

20 años de la Declaración de Bolonia | https://t.co/ySSLQ0aB0b

viernes, 22 de marzo de 2019

Apostar por la Universidad

Escribe Ángel J. Gómez Montoro

El 15 de junio de 2018 publiqué en la tercera de ABC un artículo en el que llamaba a reforzar la confianza en la Universidad en un contexto en el que la institución universitaria ocupaba las principales páginas de los periódicos, y no precisamente por logros académicos o investigadores sino con motivo de unos desafortunados y lamentables casos de mala praxis. En esta entrada se destacan las principales ideas que inspiraron mis reflexiones de entonces. Accedo a ello porque creo que siguen siendo válidas más allá de aquella concreta coyuntura.
Vivimos una época de incertidumbre y cambios acelerados, un contexto en el que como sociedad nos planteamos la eficacia y el sentido de muchos de nuestros tradicionales modos de hacer e, incluso, de no pocas de nuestras instituciones. Un debate tan necesario, pues no se puede vivir de espaldas a la realidad, como delicado, pues se corre el peligro de abandonar fundamentos sólidos por modas pasajeras. La Universidad no queda al margen de este debate y creo que eso no es malo pues lo peor sería el desinterés o la indiferencia.
Si hablamos de reputación universitaria, no hay duda de que Estados Unidos –con sus defectos- puede ser una buena referencia. Es verdad que hablar en general de la universidad norteamericana es ya poco preciso pues bajo ese nombre se encubren realidades muy distintas. Entre sus más de 4.500 instituciones universitarias están las mejores universidades del mundo y también muchas que están bastante por debajo de los estándares europeos. Con todo, poca duda cabe de que las universidades son una de sus principales fortalezas. No es solo que año tras año copen los rankings internacionales. Su investigación, gracias a los recursos públicos y privados que dedican, es objetivamente ejemplar y en sus aulas se forman buena parte de las élites mundiales. Solo hay que darse un paseo por sus campus para confirmar cómo son capaces de atraer y retener el mejor talento de todo el planeta.
Hay sin duda muchos factores que han contribuido a esta situación, pero quisiera detenerme en uno que creo explica en no poca medida su éxito: la cercanía y el compromiso de la sociedad con sus universidades. Los norteamericanos son conscientes de lo mucho que estas han contribuido, y siguen contribuyendo, a que su país sea una potencia mundial. Y las familias reconocen el valor que supone estudiar en la mejor universidad posible, un objetivo al que ‑quizás con excesos- orientan muchos padres toda la educación de sus hijos.
Por otra parte, el interés y el compromiso con la universidad no termina al graduarse. Los lazos afectivos con el alma mater se traducen en importantísimas ayudas económicas. Un alto porcentaje de antiguos alumnos aporta cuotas anuales más o menos generosas y no son excepcionales donaciones millonarias: hace solo unos días los medios informaban de la donación de 100 millones de dólares por parte de un antiguo alumno de Harvard para potenciar la presencia del teatro en la Universidad. Este compromiso les permite formar sus endowments y disponer de fantásticas instalaciones, además de poder ofrecer altos salarios a los mejores profesores o destinar importantes recursos a becas.
Estos datos siguen sorprendiéndonos a los europeos y es cierto que tienen una diversidad de causas, entre ellas, el favorable régimen fiscal de las donaciones. Pero uno de esos elementos es sin duda la idea de que quien triunfa profesionalmente no lo ha hecho solo por sus méritos sino también por la formación recibida, así como la percepción de que hay una obligación moral de devolver a la sociedad parte de lo que se ha recibido.
Más allá de la relación personal que cada universitario americano haya construido con la universidad en la que se gradúo, el interés por el futuro de la Universidad en general es compartido por todos. Frecuentemente, se publican artículos en los medios nacionales destacando avances y logros, pero también denunciando errores y carencias. Problemas como el excesivo endeudamiento de las familias por los créditos al estudio, la preocupación por las agresiones sexuales en los Campus o los más recientes boicots a ponentes polémicos, con lo que supone de limitar la libertad de expresión en un ámbito como el universitario, son, por citar algunos, titulares frecuentes. La sociedad americana percibe su universidad como una institución que, a pesar de sus carencias, contribuye como pocas al desarrollo del país.
Volvamos ahora a nuestra realidad para preguntarnos qué sucede en España. Ese compromiso –que no complacencia- de los norteamericanos contrasta con un cansino espíritu crítico que se refleja en los medios de comunicación y en muchas conversaciones. Se aprecia en la opinión pública una actitud pesimista que ha ido creciendo por las posiciones no ciertamente brillantes –aunque tampoco malas, hay que decir- de las universidades españolas en los rankings internacionales. Y cíclicamente vuelven a surgir debates sobre la endogamia, la inadecuada gobernanza, la lejanía, del mundo empresarial, etc. Unos debates que, por desgracia, no concluyen en propuestas concretas de mejora y, en todo caso, no consiguen los cambios de los que nuestras Universidades están tan necesitadas.
Ante estas críticas, la tentación de la Universidad es adoptar una actitud defensiva y de frustración por lo que considera ataques injustos al no reconocerse la contribución que -muchas veces con escasos y claramente insuficientes recursos- se ha hecho al desarrollo económico y social que ha vivido nuestro país en las últimas décadas.
Aunque entiendo que no es fácil articularlo en propuestas concretas –algo que, no obstante, no es imposible y muchas de ellas han aparecido en este mismo blog- sí tengo claro que si queremos que la situación cambie, es necesario superar esos reproches mutuos. Si de verdad nos creemos que el desarrollo de la sociedad depende en buena medida de la educación y la ciencia, es necesario alinear esfuerzos y trabajar de la mano, sin esperar a que se arreglen todos los problemas, algo que nunca sucederá.
La sociedad no puede ni debe tener una complacencia acrítica con las Universidades, pues ello no ayudaría nada; pero no debería verlas como instituciones ajenas o distantes, o limitarse a criticar su ineficiencia o sus defectos como si fuera un espectador ajeno. Por parte de las universidades, debe haber un compromiso para acometer las reformas necesarias, aunque muchas de ellas requerirán también decisiones políticas que van más allá de su capacidad de decisión. Y estoy convencido de que, si queremos que el sistema mejore, las reformas deberían potenciar la autonomía y la competitividad, una de las claves del éxito del modelo norteamericano a la que me referí ya en otra entrada de este blog (ver aquí y aquí)
A nuestro sistema le sobra rigidez (y las últimas reformas, con la ingente burocracia que han supuesto, no han venido precisamente a disminuirla). Los que gobiernan las universidades -especialmente las públicas- tienen un escaso margen de decisión para definir su modelo y no pueden seleccionar a su profesorado ni a la mayoría de su personal de administración y servicios. A ello se suma la escasa movilidad del alumnado (que prefiere estudiar en su Comunidad Autónoma o en su propia ciudad), y del profesorado, que acostumbra a concentrar su vida académica en la misma universidad (en la que, con frecuencia, también ha estudiado).
No puedo detenerme en cómo llevar a cabo esos cambios pero sí quiero dejar claro que no soy partidario de imponerlos; es más, creo que muchas universidades pueden seguir con el perfil actual, dando un servicio sobre todo a la Comunidad Autónoma que la financia (aunque desde luego habría que repasar los mapas de titulaciones de cada una de ellas para ver cómo hacer sistemas universitarios más eficientes y que garanticen un mejor uso de los recursos públicos). Lo que propongo es que aquellas otras universidades que, de acuerdo con su Comunidad Autónoma, quieran cambiar, puedan hacerlo. Si se me permite la comparación, deberíamos ir hacia un sistema en el que la mayoría de las universidades jueguen la liga nacional, con un nivel de calidad alto, pero donde algunas puedan jugar la Champions. Y estoy convencido de que esa diversificación sería muy beneficiosa para el conjunto y no solo para las Universidades capaces de posicionarse mejor.
Esto requiere algunos cambios importantes: en primer lugar, en el modelo de gobierno de las universidades públicas, algo que han hecho otros países con buenos resultados; requiere, asimismo, un sistema más flexible de retribución del profesorado, que permita a las universidades atraer a buenos académicos ‑nacionales e internacionales- mediante mejoras salariales y materiales. Y requiere, por último, favorecer la movilidad del alumnado, lo que pasa por mejorar el actual sistema de becas, pues solo si los mejores estudiantes pueden elegir los mejores centros, con independencia de su renta y del lugar en el que vivan, habrá verdadera competencia (véase al respecto la interesante entrada de Juan Hernández Armenteros publicado hace unos días en este blog).
Esos son, por otra parte, pasos imprescindibles para la internacionalización, es decir, para poder atraer talento -tanto en alumnos como en profesores- de cualquier parte del mundo. España está en una posición óptima para atraer estudiantes de Latinoamérica, pero también de otros países, pues el conocimiento del castellano es algo muy atractivo para quienes ya dominan el inglés. Podemos –y deberíamos- tener en nuestros grados –en el posgrado esa presencia es ya mayor- un porcentaje importante de estudiantes internacionales. Y no hablo desde la teoría: permítanme que me refiera a mi propia Universidad donde en este curso 2018/19 el 25 por ciento de los alumnos que han empezado sus grados proceden de fuera de España.
Hay desde luego mucho que hacer, pero no podemos avanzar desde la crítica estéril y mucho menos desde la desconfianza. Solo tendremos universidades excelentes si como sociedad apostamos por ellas, las sentimos como propias y nos comprometemos –con recursos económicos y las reformas políticas necesarias–a su éxito.

Tomado del blog de Studia XXI con permiso de sus editores

jueves, 21 de marzo de 2019

"Yo no lo veo...", o el papel de los medios en la visibilización de los más capaces

Escribe Javier Tourón


En esta entrada quiero recuperar dos informaciones aparecidas en distinto soporte y momentos, pero que pueden tener su interés como resúmen de tantas ideas sobre los más capaces, su identificación y su educación.

La primera es una entrevista que apareció en el diario La Rioja en diciembre del año 2017. La he releído y sigo bastante de acuerdo con lo dicho.
El otro documento es una entrevista en vídeo que me hicieron y se publicó posteriormente en el canal de una asociación de padres.
Ambos documentos pueden tener interés a modo de resumen. La cuestión es: ¿cuándo cambiará la escuela para abordar las necesidades de todos los escolares?, ¿cuándo las Administraciones legislarán adecuadamente y harán cumplir lo legislado? Por decirlo no será.
Una palabra final para destacar la importancia que los medios de comunicación pueden tener en la tarea de difundir conocimiento y crear una cierta sensibilidad positiva hacia los temas educativos, en particular al que nos ocupa. El impacto es tan grande que también es preciso apelar a la responsabilidad y el rigor a la hora de elaborar reportajes que no siempre ponderan adecuadamente los conocimientos disponibles, o ponen en plano de igualdad las opiniones de unos con las evidencias de otros. Sobre las altas capacidades, su identificación y tratamiento educativo está todo, o casi todo escrito. Hay muchas evidencias científicas y sería bueno que los que escriben "desde fuera" lo tuviesen en cuenta.


Tomado de Javier Tourón con permiso de su autor