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Las credenciales alternativas son experiencias de aprendizaje que responden a las necesidades de la industria, del mercado laboral o los negocios, incluso de la sociedad y necesidades personales o culturales. Estas credenciales son reconocimientos que pueden ser independientes a un grado académico formal, ya sea de pregrado o posgrado. Pero también pueden, bajo ciertas condiciones, articularse para otorgar crédito académico hacia un grado universitario. Su implementación se ha incrementado debido a que permite a las personas encontrar formas más accesibles, asequibles y eficaces de evidenciar su conocimiento y habilidades a empleadores potenciales.
Esta tendencia de credenciales alternativas comenzó cuando algunas startups comenzaron a desagregar el grado universitario en componentes más pequeños, con un enfoque muy claro en empleabilidad. De esta manera se brindó una alternativa de menor costo y de menor duración que un grado académico. Para un aprendedor, las credenciales alternativas ofrecen oportunidades para desarrollarse profesional y personalmente en distintas áreas, desde competencias digitales avanzadas hasta el desarrollo de soft skills (habilidades blandas) que ayudan en el ámbito social.
Por otro lado, la educación superior prepara a profesionales que entran al mundo laboral con las herramientas para desempeñarse en roles específicos. Cada institución desarrolla en sus estudiantes las competencias que, en teoría, corresponden a las necesidades de la sociedad y la industria. Sin embargo, los programas universitarios tienen ciclos largos de diseño y de desarrollo ya que la velocidad del cambio del mundo es mucho mayor que la velocidad de respuesta de las universidades.
Ante este escenario, se vuelve fundamental adaptarse a la realidad actual y renovarse a la par de estas nuevas exigencias. Las universidades pueden jugar un rol preponderante en el mundo de las credenciales alternativas.
Dos desafíos de las credenciales alternativas
Hay dos grandes desafíos para el crecimiento de las credenciales alternativas en este momento.
- Por un lado, estandarizar qué es una credencial alternativa y algunos términos que se usan para designarlas como micro o macro credenciales o nano grados. Existe el riesgo que estos términos se empiecen a usar de manera muy disipada y que pierdan el sentido original: programas cortos con enfoque en la inserción laboral.
- Por otro lado, el desafío de que los aprendedores, pero, sobre todo, los empleadores, entiendan el valor que tienen estas credenciales alternativas para certificar la capacidad de una persona para desempeñar cierto trabajo.
¿Cómo abordar los desafíos vinculados a estos programas de formación?
Desde los gobiernos se podrían generar acciones que respondan a estos desafíos.
Una de ellas sería hacer una convocatoria para otorgar estímulos económicos a programas de credenciales alternativas que puedan demostrar su valor para empleabilidad y movilidad laboral.
Otra opción podría implicar la creación de un observatorio de credenciales alternativas, donde aprendedores y empleadores puedan acceder a la información de estos programas, incluyendo su costo, duración, resultados de empleabilidad, incremento de salario, entre otros. Este observatorio de credenciales alternativas permitiría entender cuáles son los mejores programas e invitaría a la competencia para mejorar estos indicadores.
Por último, existe la posibilidad de regular desde el gobierno estos programas. Esta opción puede ser muy tentadora, pero no es recomendable porque esto podría entorpecer la innovación, particularmente en estas etapas tempranas de experimentación donde todavía no sabemos cuáles son los modelos que serán más exitosos.
¿Currículum de 60 años? La respuesta de las universidades a las credenciales alternativas
Las universidades pueden ser actores clave en esta tendencia. ¿Cómo? Comenzando por reconocer la importancia de la formación a lo largo de la vida y adoptando el concepto del currículum de 60 años. Tradicionalmente nuestros estudiantes entran a un pregrado que dura 4 o 5 años, después de esto se convierten en egresados. Se requiere un cambio de mentalidad para que la universidad se conciba como el socio formador del estudiante para el resto de su vida.
El currículum de 60 años implica acompañar al estudiante desde su formación universitaria, pasando por su reinvención de trabajo en trabajo, de un eventual cambio de una carrera a otra carrera, hasta llegar a su jubilación.
La adopción del currículum de 60 años tiene varias implicaciones para las universidades. Por un lado, deben reconocer que es necesario que las actividades de educación continua evolucionen a un concepto de aprendizaje a lo largo de la vida y que estas actividades dejen de ser consideradas de “segunda clase” en comparación al grado académico. También deben entender que para tener éxito en esta tendencia, es necesario conectar de una manera más profunda y ágil con las necesidades de la industria, negocios y sociedad, usando herramientas como los sistemas de aprendizaje basados en competencias para lograr entender mejor estas necesidades y desarrollar programas más precisos y eficientes, casi con precisión quirúrgica.
Las universidades pueden también aprovechar su posición como otorgadores de crédito académico y ofrecer crédito por formaciones de credenciales alternativas. También pueden otorgar credenciales alternativas por estudios parciales de grado, que permitan a los estudiantes obtener un reconocimiento por el mercado laboral sin haber concluido el grado.
Una mirada a la aplicación de programas cortos
Dentro del Tecnológico de Monterrey, la apuesta por las credenciales alternativas crece. De hecho, en los últimos años se han realizado varios pilotos e investigación a nivel del posgrado para validar la factibilidad de estos programas cortos. Fruto de esta experimentación, se publicó una normatividad que permite reconocer estas credenciales alternativas de manera independiente como programas de educación continua, pero también cuáles son las condiciones para que se puedan articular estas credenciales alternativas hacia el pregrado o posgrado otorgando crédito académico.
En esta normatividad se detallaron también las características y definiciones institucionales que identifican a las credenciales alternativas, macrocredenciales, microcredenciales e insignias digitales.
Actualmente, se está trabajando en convertir 21 programas de educación continua tradicionales en programas de credenciales alternativas que eventualmente podrían otorgar crédito académico hacia el posgrado. También, se está trabajando para reconocer credenciales alternativas por estudios parciales del pregrado realizados por estudiantes en nuestro nuevo modelo educativo TEC21 que está diseñado por competencias y con aprendizaje basado en retos.
Las universidades deben trabajar para vincular y reconocer el aprendizaje obtenido en distintos lugares como acreditable, formando parte de una visión de educación a lo largo de la vida para conectar mejor con las necesidades de la industria, negocios y la sociedad. Las competencias que se adquieran y desarrollen bajo esta perspectiva de ser socio formador de sus alumnos para el resto de su vida ayudarán a las instituciones educativas a migrar hacia el futuro.
Tomado de Enfoque educación, blog del BID
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