Hace como dos años mis dos nietos mayores
contaban respectivamente con 8 y 9 años. Nos disponíamos a viajar a
otra ciudad española (Badajoz) a 400 kms. de Madrid para participar en
la boda de un familiar muy querido. Me encargué de realizar las reservas
para mis hijos y sus familias en un hotel de Badajoz. Tras esta
reserva, como buena parte de los fines de semana, tuve ocasión de
coincidir con hijos y nietos.
Pues bien, cuando durante la comida les
comuniqué que las reservas en el hotel de Badajoz estaban hechas, que se
trataba de un buen hotel con excelentes servicios, etc., casi a la vez,
esos dos nietos, no me preguntaron si en ese buen hotel había sala de
juegos, o jardín, o buenas habitaciones, o TV con canales de pago, o
buen restaurante, o..., la pregunta casi simultánea de los dos, fue
"Abuelo, ¿y ese hotel, tiene wifi?".
Abraham Maslow |
No les preocupaba la distancia desde
Madrid a Badajoz, ni la comida, ni la ropa, ni qué otros niños
asistirían a la boda, pareciera que la necesidad primaria de estos niños
era la existencia o no de red wifi en el hotel. Ellos muy felices al
confirmar el abuelo que, en efecto, el hotel contaba con ese servicio
para sus respectivas tabletas digitales. Ya está, todo resuelto.
¿Somos conscientes de hasta qué punto
están cambiando los hábitos en las sociedades desarrolladas, está
volteándose la jerarquía de algunas de nuestras necesidades?, ¿se
removerí la jerarquía de Maslow, al menos en los países de nuestro
entorno? Si estos niños comen mal o poco, les importa menos.
Si no ubicamos esa necesidad de
conectividad en la base de la hipotética pirámide, que sería demasiado,
¿en qué lugar la insertaríamos?, porque esos son los niños, pero
¿cuántos adolescentes, jóvenes y adultos tienen o tenemos un alto grado
de dependencia de Internet?
¿Recuerdan
aquel estudio de hace dos o tres años, realizado en Reino Unido y
replicado posteriormente por otro paralelo de Telefónica en España y
referido a los adolescentes? Allí surgían resultados tales como que el
55% de los encuestados no podía vivir sin Internet o que uno de cada
tres valoraba Internet por encima de la comida, el agua o el aire.
¿Es Internet, son los artefactos y
artilugios digitales, la conectividad permanente para nosotros una
necesidad?, ¿dónde ubicarla? Quizás sería demasiado proponerla en la
base, porque sin cubrir las fisiológicas, no somos nadie. Pero por
encima de ellas, ¿dónde situar para un sector amplio de población de
países desarrollados la necesidad de mantenerse conectado, sea por ADSL,
fibra, satélite, wifi, 3G, 4G, LTE, o lo que venga?
Quizás habríamos de reflexionar sobre las
implicaciones de esa conectividad en las otras necesidades de Malow.
Por ejemplo, la seguridad. ¿Cómo puede cambiar la idea de seguridad, la
percepción de lo que es o no es seguro si somos o nos presentamos como
residentes en la red?, ¿seguridad de qué o ante qué?, ¿seguridad o
inseguridad con la red o en la red?, ¿protección o desprotección ante la
red?, quizás la preocupación se está trasladando a los conceptos
actuales de seguridad y privacidad en la red.
Sin duda la sociedad digital en que
vivimos nos viene generando un cúmulo de necesidades antes inexistentes.
¿Cuánto tiempo convivíamos con el mismo primitivo teléfono fijo?, y con
los primeros aparatos de radio. Los de mi generación podríamos recordar
cuántos años disfrutamos de nuestro televisor de blanco y negro, o del
primero que tuvimos en color, ¿y el primer equipo compacto de música que
reproducía vinilos, casetes y CDs? Vayamos a nuestro primer teléfono
móvil, celular, ¿cuántos años con él?
Se nos han generado necesidades de
carácter digital que nos impulsan a consumir la última tecnología, a
cambiar de artefactos, a contar con la última app, sea de productividad o sea de divertimento. Necesidades antes muy alejadas del orden de prioridades.
Aquello de ¿hay wifi? de mis nietos
podemos trasladarlo a una necesidad actual que nos hemos fabricado,
relativa a la conectividad, a la necesidad de ir colgados de nuestro smartphone, de nuestra tableta, enseguida de nuestro reloj de pulsera o de nuestras gafas inteligentes, en fin, de todo tipo de wearables (dispositivos o tecnologías electrónicos para llevar consigo).
Las necesidades del ámbito relacional,
las sociales, de las que nos habla Maslow tienen ahora una dimensión
especial dentro de lo que supone el mundo de las redes sociales, la
amistad, la colaboración, el compartir en red, el afecto, la necesidad
de contar a los demás y saber de los demás, aunque se encuentren a miles
de kilómetros.
¿Y el reconocimiento?, ¿qué sucede con la
identidad digital? Nuestro prestigio, nuestra imagen, nuestro
reconocimiento, la confianza, el éxito, a través de nuestros perfiles en
las redes sociales, nuestros blogs, etc., se viene convirtiendo en una
necesidad para muchas personas, residentes digitales.
En fin, la autorrealización. Hoy para
muchos se hace imprescindible contar con las tecnologías. Las búsquedas
de conocimiento, la productividad, creatividad, espontaneidad, etc.,
resultarían difícil de imaginar sin tecnologías por parte de una gran
cantidad de adolescentes, de jóvenes y, cada vez, más de adultos.
Aquello de interrogar antes de nada ¿...y
tiene wifi?, parece que no es sólo una inocente pregunta infantil de
mis queridos nietos.
Publicado en: Contextos universitarios mediados: http://aretio.hypotheses.org/
con la autorización de su autor.
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