En esta serie de entradas al blog que vengo escribiendo desde el pasado 16 de marzo con motivo del confinamiento en casa y cierre físico de los centros educativos, estaba tardando en referirme a la evaluación. Me centro, fundamentalmente, en la evaluación en las universidades. En las de España, el curso académico finaliza el mes de junio o primeros de julio próximos. Desde mediados de marzo las universidades presenciales cerraron sus puertas pero se anunciaba que la docencia seguiría por medios telemáticos. Así se ha venido haciendo y se continúa, con mayor o menor acierto. Y no parece que en mes y medio próximo podamos dar por superada la pandemia y profesores y estudiantes puedan reunirse en un aula para realizar exámenes presenciales.
Incluso la más destacada universidad a distancia unimodal de Iberoamérica (América Latina + España + Portugal) por número de estudiantes, la UNED de España, que imparte todas sus enseñanzas a distancia desde su creación en 1972, ha sostenido el criterio y la acción de celebrar desde entonces los exámenes de sus estudiantes en formato presencial, a través de las denominadas Pruebas Presenciales de febrero (1º cuatrimestre), junio (2º cuatrimestre) y recuperación (para suspendidos o no presentados) en septiembre. Este depurado sistema de Pruebas Presenciales simultáneo en todos sus Centros Asociados, ha venido avalando el rigor y exigencias de esta Universidad, con cerca ya de medio siglo de existencia.
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