Realizo una búsqueda en Google, COVID y educación a distancia, y se me ofrecen 48 millones de resultados. Si busco COVID and distance education, aparecen un total de 644 millones de respuestas. ¡Sorprendente!
Es verdad que buena parte de esos resultados vienen a narrar las experiencias que están llevando a cabo instituciones o docentes con la finalidad de continuar atendiendo a sus estudiantes en tiempos de confinamiento domiciliario. Y eso está bien, diríamos que está muy bien. Todos podemos aprender de las buenas prácticas de otros, y también de sus errores. Y tampoco podemos criticar en exceso ciertos atrevimientos de algunos programas o instituciones que se han tirado a la piscina y ésta no tenía agua. Han intentado lo que pensaban que era bueno, sin demasiado tiempo para una lectura sosegada o un asesoramiento de experto. Ya digo, no voy a criticar estas apuestas porque la situación está siendo crítica y exige respuestas con bastante inmediatez.
Lo que me sorprende en realidad, y por eso este post, es la cantidad de "expertos" que han surgido de la nada. Me llama poderosamente la atención la "enseñanza" que nos llega a través de la red de aquellos docentes, estudiosos, instituciones, organizaciones y administraciones públicas que ayer mismo estaban renegando y criticando con escarnio a la educación a distancia en sus diferentes propuestas y realizaciones. Y sin ni siquiera sonrojarse, pedir disculpas o, al menos, afirmar que donde dijeron "digo", ahora están diciendo "diego", hoy parecen eternos defensores de la causa. Y todo ello, en no más de un mes. Llama la atención, ¿no?...
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