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Queremos que imagines esta situación. Carlos es un niño que ingresa a la escuela entusiasmado y dispuesto a aprender, comparte con sus compañeros, juega, hace trazos en su cuaderno, escucha con atención las lecturas en voz alta que hace su maestra, recorta, pega. Carlos habla poco, pero cuando lo hace es muy divertido y jovial. Es muy bueno para jugar al fútbol y fue nombrado el capitán de su equipo. Al iniciar el primer grado, Carlos se enfrenta a una de las tareas más desafiantes: aprender a leer y a escribir. Sin embargo, no avanza al ritmo de sus pares, pues no logra dominar las correspondencias entre fonemas y grafemas, confunde los sonidos y los trazos y tampoco logra escribir con la ortografía y fluidez adecuada.
La sonrisa de Carlos empezó a cambiar por ungesto huraño, de apatía por la lectura y la escritura y en muchos casos su indisciplina no permite que la maestra pueda dictar su clase. La familia de Carlos está muy preocupada al ver el poco avance del niño. Entonces decide acercarse a la escuela para comprender lo que está pasando, pero la respuesta de la maestra es que Carlos va a su ritmo, que deben esperar y “regalarle tiempo”, pues aún tiene dos años más para aprender a leer y escribir.
Carlos empieza a tener tropiezos en todas las áreas. Ha sido promovido y hoy cursa el tercer grado. Sus dificultades iniciales no han sido superadas y cada vez se siente más frustrado, su familia lo presiona y lo etiquetan de “vago”, “perezoso” o “menos inteligente” y sus profesoras afirman “que necesita esforzarse más”, “que sus padres son responsables del rezago”.
Por supuesto, este es un caso aislado, pero nos ayuda a imaginar el trauma de una niña o niño que va “a la escuela día tras día, semana tras semana, durante años sin poder leer y escribir bien” , como diría Steve Dykstra, un destacado psicólogo que hace divulgación científica sobre la ciencia de la lectura.
Leer y escribir son dos habilidades determinantes para el éxito o fracaso escolar, pues la mayor parte de los contenidos escolares se aprenden a través de los textos escritos. Por lo tanto, es clave que los sistemas educativos tomen decisiones basadas en la evidencia para garantizar el progreso de todos sus estudiantes.
¿Cómo proceder cuando los niños no están aprendiendo a leer y escribir?
Ante la incertidumbre y la frustración, los docentes, cuidadores y familias empiezan a barajar dos opciones:repetir año escolar, o promover sin aprendizaje. En cuanto a la primera opción, dar por perdido el grado no es la solución, pues seríaintentar lo mismo una y otra vez esperando un resultado diferente. La repitencia es un callejón sin salida si no hay una intervención pedagógica adecuada, estructurada y sistemática que les garantice a los niños aprender. En cuanto a la segunda opción, la promoción automática sería remitirlos a un grado para el cual no están preparados. De esta manera existe la probabilidad de que los rezagos se acentúen y aumenten con el paso de los años, lo que conocemos como efecto Mateo. Este es un término es usado en el contexto educativo y social para describir la tendencia en la que las brechas educativas entre estudiantes tienden a ampliarse con el tiempo. Está basado en la parábola de los talentos del evangelio de Mateo. En la cita bíblica 25:29 indica que “al que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo poco que tiene se le quitará”.
¿Qué transformaciones se requieren para atender a los estudiantes en riesgo o rezagados?
Necesitamos brindar educación de calidad y una intervención basada en evidencia tan pronto como veamos señales y muestras de dificultad y brindar apoyos para que niños como Carlos tengan las mismas oportunidades para aprender. Esto significa pasar a un modelo educativo con una respuesta sistemática, explícita y estructurada donde el docente asume el rol de enseñar distinto, creando los andamiajes para ayudar a los niños a avanzar en habilidades esenciales como: la conciencia fonológica, el principio alfabético, la fluidez, el vocabulario, la comprensión, la precisión y legibilidad de la escritura, la ortografía y los procesos de composición escrita.
Otro aspecto por resaltar es la evaluación temprana y formativa como herramienta esencial para identificar a los estudiantes en riesgo y las habilidades en las que tienen mayores dificultades. Dicha identificación permite ajustar la intervención y desplegar acciones efectivas.
Una opción es la implementación de programas estructurados como Aprendamos Todos a Leer que contiene una propuesta que va de lo simple a lo complejo, y articula y desarrolla de forma paralela habilidades como la decodificación y la comprensión del lenguaje para formar estudiantes que comprenden y disfrutan lo que leen.
¿Todos los niños y niñas rezagados o con dificultades a la hora de aprender a leer y escribir son disléxicos?
No. Cuetos, Soriano y Rello (2019) plantean que el 20% de los niños tienen dificultades para aprender a leer y escribir, pero solo un 4%, aproximadamente, son disléxicos.
Entonces, ¿qué es la dislexia y cuáles son algunos indicadores?
En el webinar “¿Esperar o intervenir? Riesgos, dificultades, dislexia” el experto Julián Palazón retoma la definición planteada en el año 2022 por la Asociación Internacional de Dislexia. Esta se plantea como una dificultad específica de aprendizaje que tiene un origen neurobiológico y se caracteriza por una mala decodificación que se deriva, típicamente, de un déficit fonológico.
Palazón durante el webinar destaca algunos indicadores o signos en el rendimiento lector en castellano que pueden dar cuenta de la dislexia:
- Dificultades con la automatización de las reglas de conversión grafema-fonema (escasa fluidez, especialmente en castellano).
- Nulo reconocimiento automático de palabras.
- Fallos de omisión (pasota/pasta) y de adición (pasa/pasta) por la sobrecarga del procesamiento fonológico.
- Dificultades para la lectura precisa de fonemas con punto/modo de articulación cercanos (d/b, f/z, ñ/ll…).
- Dificultades en la programación/ secuenciación fonológica de las unidades fonémicas (prado/ pardo…).
¿Qué podemos hacer antes de que los niños aprendan a leer para prevenir las dificultades en la alfabetización?
La respuesta a esta pregunta y ejemplos prácticos para dar una respuesta educativa temprana de calidad para el alumnado con dislexia las encuentras en el webinar que realizamos con el doctor en ciencias de la educación, Julián Palazón.
Anímate a profundizar en el tema y a explorar algunas herramientas, retomar las memorias del webinar e investigaciones sugeridas.
¡Continúa caminando con nosotros por esta ruta de la alfabetización!
Tomado de Enfoque educación, Blog del BID
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