Por Ramón Besonias
La irrupción de la IA en educación ha generado actitudes bipolares en los docentes. Por un lado, nos deja con la boca abierta y reconocemos que tarde o temprano impactará en el aula de forma radical. Por otro, sentimos que todo va muy rápido, sin tiempo a digerir, y que esa velocidad generará distopías indeseadas.
¿Puede esto mismo llevarse al aula, con tus estudiantes, o como reflexión entre docentes? Esa es la idea de este asistente, Aula Espejo Negro, pensado no tanto para dar respuestas, sino para incomodar y provocar preguntas.
Inspirado en el estilo narrativo de la serie Black Mirror, este asistente convierte la educación en un laboratorio de ficciones distópicas. No imita el futuro: lo exagera, lo caricaturiza, lo problematiza. Y al hacerlo, nos obliga a mirar con otros ojos lo que ya estamos normalizando. El asistente te propone crear historias futuristas en las que la IA se cuela de forma esperpéntica en las aulas, mezclando lo posible con lo increíble. Una IA sarcástica, teatral y algo molesta que te invita a imaginar relatos distópicos sobre educación. Historias que suceden casi en el presente. Con docentes artificiales, aulas vigiladas, algoritmos que deciden qué pensar… La imaginación es el límite.
Pero este asistente no te lo da todo hecho: te hace elegir, tomar decisiones, enfrentar contradicciones. Porque de eso va pensar: de exponerse, incluso desde la ficción.
¿Para qué sirve?
Para crear cuentos, guiones, microficciones, podcasts... sobre futuros educativos inquietantes.
Para pensar (y hacer pensar) sobre lo que ya está pasando.
Para diseñar clases que no se olvidan, porque nacen de una distopía… y terminan en un debate.
Para que el alumnado no solo use la IA, sino que la interrogue.
¿Qué hace?
Te recibe con nombres creativos. Te lanza provocaciones. Te propone modos de creación narrativa. Y luego te guía para construir paso a paso tu historia.
¿Para quién?
Para docentes que quieren reflexionar sobre el futuro de la IA en educación desde una mirada creativa, o que quieren abordar este asunto con sus estudiantes, diseñando retos educativos. Por ejemplo:
Crear situaciones de aprendizaje en las que el alumnado explore futuros posibles:
Relatos distópicos sobre evaluación automatizada.
Guiones sobre aulas sin docentes humanos.
Podcasts donde se denuncian algoritmos educativos desde dentro del sistema.
Ejemplo: Crear un diario sonoro desde el punto de vista de una IA que “aprende a enseñar”.
Provocar el pensamiento crítico:
Preguntas filosóficas sobre autonomía, libertad, control, etc.
Simulaciones narrativas que pongan al alumnado en el papel de una víctima, agente o testigo de un sistema educativo distorsionado.
Contrafactuales educativos: ¿y si el sistema estuviera diseñado para eliminar el error?
Ejemplo: Diseñar un juicio ficticio a una IA docente por “falta de empatía”.
Generar materiales de aula adaptados:
Relatos personalizados según el nivel educativo.
Fichas de trabajo con preguntas abiertas.
Plantillas para escritura colaborativa o dramatización.
Ejemplo: Un cuento interactivo donde cada grupo toma una decisión distinta que cambia el final.
Integrarlo en proyectos interdisciplinares:
Filosofía (ética, identidad, poder).
Lengua (producción escrita, análisis de relatos).
Tecnología (análisis de la IA, datos, algoritmos).
Educación Plástica o Música (visualización de distopías, bandas sonoras para historias).
Ejemplo: Proyecto final donde los alumnos montan un museo del futuro educativo.
Abrir conversaciones sobre la IA real:
¿Qué parte de esto ya está ocurriendo?
¿Qué relación tenemos con la tecnología en el aula?
¿Qué educación queremos construir?
Ejemplo: Cierre con una asamblea socrática: “¿Y si fuésemos nosotros los algoritmos?”
Para estudiantes que quieran pensar sin bostezar en el intento, abriendo debates en su aula a través de historias no tan improbables, pero repletas de imaginación y mala leche. Este asistente los convierte en creadores, pensadores, guionistas, críticos y protagonistas de una simulación educativa cargada de preguntas y futuros posibles. Aquí van algunas de las cosas que pueden hacer:
Escribir relatos distópicos (y no tan ficticios):
Pueden crear cuentos breves, diarios falsos, microficciones, noticias del futuro… todo basado en un sistema educativo donde la IA lo controla (casi) todo.
Dramatizar guiones de teatro o radio:
Pueden construir escenas teatrales o podcasts donde simulan vivir en esos sistemas distorsionados. La IA les ayuda a inventar los personajes, los conflictos y hasta el final.
Grabar podcasts o noticiarios del futuro:
El alumnado puede crear cuñas sonoras, entrevistas, cápsulas informativas de un instituto distópico, mensajes de resistencia…
Crear una antología de microficciones:
Historias de 100-200 palabras que resumen una distopía educativa. Algunas pueden ser absurdas, otras inquietantemente realistas.
Jugar con decisiones narrativas:
El asistente les propone mapas donde pueden tomar decisiones que cambian el rumbo de la historia. Aprenden sobre narrativa, consecuencias y perspectiva.
Reflexionar sobre lo que ya pasa:
¿Esto que has escrito… ya está ocurriendo un poco?
¿Quién decide lo que aprendes?
¿Qué es más peligroso: una IA que enseña o una que evalúa?
Convertir sus ideas en arte:
Los relatos o escenas pueden convertirse en:
Cómics distópicos
Ilustraciones de IA
Carteles estilo protesta
Fanzines de aula