Escriben:Eva M. de la Torre, Carmen Pérez Esparrells y Susana Morales
¿Un cambio de tendencia?
No obstante, estas tendencias están cambiando. La realidad nos está mostrando que algunos graduados universitarios, más que nunca, están cursando ciclos formativos de grado superior, sobre todo en la FP dual, aunque las cifras concretas son muy difíciles de adivinar. Esta modalidad de FP es visualizada por los estudiantes sin experiencia como un acceso al mundo laboral que es difícil de conseguir en titulaciones universitarias con tasas de paro elevadas.
Mientras tanto, en España parece que aún las universidades no nos hemos parado a pensar en las implicaciones y oportunidades de esta complementariedad entre FP y universidad. Quizás porque no tengamos tan claro este fenómeno de flujos de estudiantes entre los dos niveles de educación superior. De hecho, cuando hablamos de educación superior en los medios de comunicación y en las publicaciones científicas, en la gran mayoría de los casos todavía nos estamos refiriendo exclusivamente a la educación universitaria, cuando en el ámbito europeo se incluye, en muchas ocasiones, a la FP.
Mientras tanto, algunos de nuestros vecinos europeos estructuran sus Sistemas de Educación Superior prácticamente equiparando las instituciones de formación vocacional y profesional (la llamada vocational training) y las universidades (véase por ejemplo el caso de éxito del “ausbildung” en Alemania). Esta estructuración de los sistemas de educación superior refleja la fuerte complementariedad entre FP y educación universitaria. Ésta es la gran oportunidad, al tiempo que el gran reto, que tiene el sistema de educación superior en España.
¿Se está difuminando la frontera entre la FP y la universidad en España?
Parece que en España la frontera entre FP de grado superior y universidad se está empezando a difuminar en el ámbito docente. Éste es un asunto que nos preocupa a los docentes, pero que los académicos y, en concreto, los economistas de la educación, no ponemos encima de la mesa, y nos limitamos a discutirlo puntualmente en pasillos y despachos.
La universidad, centrada en la formación de estudiantes en ámbitos avanzados, con un fuerte bagaje cultural y una filosofía universal y de exploración y extensión del conocimiento, cada vez está dando más importancia al concepto de empleabilidad y a la inserción laboral de sus egresados. Así, entre sus planes docentes, cada vez más se persigue una adecuación entre la formación ofrecida a los estudiantes y las demandas del mercado laboral, existiendo presiones para incluir contenidos técnicos cada vez más específicos (y menos “universales”) en las titulaciones.
Esto no es negativo, ni mucho menos. Que no se nos malinterprete, pues la utilidad personal de un Grado para un estudiante pasa en buena parte por la posibilidad de obtener un empleo tras egresarse. No obstante, debemos tomar conciencia de que este fenómeno acerca los ámbitos docentes de Universidad y FP.
El reto de los ciclos formativos de grado superior
Muchas universidades privadas ya están impartiendo ciclos formativos de grado superior como parte de su oferta formativa (CEU, Universidad Europea, Alfonso X el Sabio, entre otras). Asimismo, algunas universidades públicas también se han lanzado a este reto (véase por ejemplo los casos de la Universidad Autónoma de Barcelona), aunque todavía en menor medida.
La acogida por parte de estudiantes y empresas es buena y, aunque el principal inconveniente puede ser el precio de cada curso académico, la existencia de becas convocadas por el Ministerio de Educación o por cada Comunidad Autónoma pueden atenuar esta dificultad. En este sentido, la mayor oferta de estudios de FP de grado superior por parte de universidades está en Madrid, donde estudiar FP en institutos públicos tiene un coste anual de 400 euros y existen becas para los alumnos que cursan estos estudios en centros privados.
Pero ¿realmente esta situación es el futuro de todas las titulaciones y de todas las universidades? La empleabilidad comienza a ser verdaderamente una gran preocupación tanto en los centros que imparten ciclos formativos de grado superior como en las universidades, ya que la formación para el empleo empieza en las aulas, tal y como demuestran los numerosos Observatorios de Empleabilidad y análisis prospectivos.
Sin embargo, habría que valorar si el objetivo es que la FP pase a ser impartida en las Universidades. O si, por el contrario, esto llevará a que se convierta en “otro tipo” de titulación universitaria y pierda las ventajas que ofrece en la actualidad.
Complementariedad entre FP y universidad
Por una parte, como se ha mencionado, no era extraño que los estudiantes de FP superior accediesen a la universidad para complementar su formación técnica y específica con el bagaje cultural universitario y el “barniz” más generalista que reciben allí, en la universidad, los estudiantes.
Para ello, se establecieron pasarelas reguladas por el Ministerio de Educación desde la LOGSE, así como procedimientos de reconocimiento de estudios que permiten la convalidación de créditos universitarios a los alumnos procedentes de FP (si bien, son las universidades las que tienen competencia para concretar estas convalidaciones en cada una de sus titulaciones).
No obstante, en la actualidad, nos encontramos cada vez más con el proceso contrario. Éste sería el ejemplo de los Graduados en Arquitectura que, al no encontrar un empleo, optan por cursar una FP dual en Edificación Civil. O los Graduados en Química, que buscan una mayor especialización cursando FP en Análisis y Control de Calidad o Química Industrial. En otras palabras, se rompe esa linealidad de las etapas educativas que tenemos en mente tanto profesores como estudiantes y sus familias: tras finalizar sus estudios de Grado, algunos egresados universitarios optan por una FP y no por un Máster. Y es que la complementariedad entre FP y universidad no sólo es fuerte, sino que es creciente y bidireccional.
Una complementariedad bidireccional: cuestión de competencias
Esta complementariedad podría explicarse en términos de competencias. Los diversos estudios sobre el futuro del trabajo existentes (ej. World Economic Forum, 2020; Gonzalez-Vazquez et al., 2019), coinciden en que los futuros empleos requerirán crecientemente de trabajadores con (de la Torre y Perez-Ortiz, 2020 -en prensa-, p.17):
- Una formación técnica fuerte y muy específica (incluyendo competencias digitales avanzadas).
- Amplio despliegue de otras competencias cognitivas avanzadas: ej. capacidad de aprendizaje, razonamiento y pensamiento crítico, etc.
- Competencias no cognitivas: con especial énfasis en las socio-emocionales y de adaptación.
- Competencias digitales básicas: su uso será generalizado en la mayoría de trabajos.
Las (otras) competencias cognitivas avanzadas necesitan mucho tiempo para desarrollarse, y son buena parte del valor añadido que supone la universidad (formación muy amplia y completa durante al menos cuatro años en una fase avanzada del ciclo educativo). Por otro lado, la formación técnica fuerte, en muchos casos es ofrecida por la FP o incluso por las propias empresas (la FP dual ofrece una combinación de ambas).
Mayor complementariedad implica mayor necesidad de colaboración
Actualmente, ya nos estamos encontrando con experiencias de estrecha colaboración Universidad-FP en los Másteres profesionalizantes de las Facultades de Educación y Profesorado. A modo de ejemplo, dos de las autoras de esta entrada estamos participando en el Máster Universitario en Formación de Profesorado de Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato en la UAM.
Esta colaboración Universidad-FP está generando un importante valor añadido en el Máster, con fuerte implicación de todos los profesores involucrados en la universidad y en los IES, y con buenos resultados de los estudiantes que realizan sus prácticas en los IES.
Pero ojalá esta buena práctica de colaboración universidad-IES se trasladara al nivel institucional, autonómico e incluso estatal. De esta manera Ministerios, Consejerías y Departamentos de Educación de las CCAA, y líderes universitarios y directores de los centros de FP se implicarían en alcanzar una aproximación bottom-up que impulse la colaboración entre FP y universidad con una planificación y responsabilidad estratégica.
El sistema educativo lineal «ha muerto»
Cabe por último mencionar que estamos en un momento de cambio en el que las instituciones (y los sistemas) educativos deben reinventarse. El sistema educativo tradicional lineal “ha muerto” con la globalización, y con la pandemia el proceso de digitalización y de cambio de las metodologías educativas se ha acelerado. Quizá ésta sea una oportunidad para que la formación profesional y la universitaria aprendan a compaginarse y busquen la complementariedad.
En definitiva, la rotura de barreras físicas de la enseñanza presencial con la revolución tecnológica y virtual acontecida en el ámbito educativo en este año 2020, y la necesidad de una personalización de los aprendizajes y las trayectorias académicas, van a abocar al entendimiento de estos dos niveles educativos. Estos terminarán superpuestos en pro de una mayor empleabilidad e inserción laboral de los estudiantes de la educación superior. Estas acciones y acontecimientos son motivos para la esperanza, aunque quede mucho camino por delante.
Mirando al futuro
Así, la universidad no puede vivir de espaldas a la FP. Y la FP que se imparte en los IES (y máxime la FP dual que se realiza en los centros educativos y en los centros de trabajo) no puede vivir de espaldas a la universidad. Éstas son crecientemente complementarias en la formación de la masa laboral y su capacitación para los trabajos que surjan en el futuro.
En este contexto, y siguiendo la corriente científica y de opinión pública que exige que las Instituciones de Educación Superior (universitarias y no universitarias) se comporten de manera crecientemente estratégica, parece claro que las universidades deben incluir estos fenómenos en sus agendas y reflexionar sobre la mejor manera de posicionarse y colaborar con la FP, así como comunicar claramente cuál es ese valor añadido que aporta la universidad a la educación superior española. De lo contrario, estos fenómenos podrían añadir más leña al proceso de desvalorización de la universidad española que está teniendo lugar entre la opinión pública. También es hora de dejar de mirar a la FP como un hermano pequeño y darle la relevancia y el rango que merece.
Tomado del Blog de Studia XXI con permiso de sus editores
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