miércoles, 21 de abril de 2021

Aprendizaje en un entorno digital ¿Hacia una sociedad del aprendizaje?

 Escribe Paola Dellepiane

Si tenemos que elegir el aspecto sustancial que venían transitando las instituciones educativas antes de marzo 2020, sin dudas es la digitalización, esto es, "la digitalización de lo que ya teníamos: el libro de texto digitalizado, las búsquedas en Internet en vez de buscar en la biblioteca, la web informativa en lugar del tablón de anuncios, la sustitución de los volantes para las familias por el correo electrónico...

Podemos incorporar también "un mundo" de recursos multimedia y transmedia, como son: servicios de redes sociales, nuevos medios digitales, comunidades en línea, dispositivos móviles, juegos interactivos, herramientas de simulación, robótica, datos masivos... Estos nuevos recursos suelen entrar en contradicción con las metodologías tradicionales de la escuela, no obstante, durante el 2020 pudimos experimentar una inclusión en modo "exprés" en las prácticas docentes de estos recursos (herramientas y estrategias) que incorporan las tecnologías digitales, de manera bastante exitosa.

En la publicación  La larga y compleja marcha del CLIP al CLIC. Escuela y profesorado ante el nuevo reto digital, de Fundación Telefónica, es posible extraer un decálogo respecto al estado de la educación ante un entorno digital, y que sin dudas durante este último año se ha potenciado producto de la Pandemia y el uso exponencial que tomó la tecnología como recurso para la continuidad pedagógica:

1. El despliegue de los recursos digitales configura un nuevo ecosistema del aprendizaje que integra lo oral, lo impreso y lo digital; la enseñanza, la colaboración y la experimentación; el aula, el hogar y la comunidad. Hemos podido evidenciar que no son "complementarios", sino que se ha configurado en un "nuevo entorno" que seguramente permanecerá, más allá de las variantes y mutaciones que se vayan conformando.

2. Más que en el acceso, los verdaderos desafíos deberían posicionarse en la brecha digital en el tipo de uso, en el que se reproducen y amplían las desigualdades de capital cultural entre individuos, hogares y grupos sociales a lo largo de las viejas divisorias: clase, etnia, género, funcionalidad, ciudadanía, hábitat y territorio. Aquí, más que en el acceso, se encuentran los desafíos de la inclusión y la equidad.

3. La formación docente en el uso de los recursos digitales es inadecuada. Insignificante en la universidad, errática en el trabajo, sesgada hacia la informática de usuario en detrimento de la competencia pedagógica digital y sin vinculación a proyectos colaborativos. El énfasis de los productores de recursos se mueve hoy, por ello, hacia la formación y el coaching.

4. La mayoría de los docentes celebra la disponibilidad de recursos, pero se ve abrumada por su abundancia; reconoce que estos crean oportunidades, pero se declara sin tiempo para explorarlos; utiliza recursos libres o no, pero entiende poco de recursos abiertos; quiere tener la posibilidad de personalizar lo que use, pero produce y devuelve poco al procomún.

5. En el aprendizaje, como en todo lo relativo a la información, ya "no manda" el contenido sino el método, en especial la autodidaxia y la colaboración entre pares que crecen junto a la enseñanza, pero este horizonte suele ser ignorado y resistido por la institución y la profesión, con una fricción cada vez más intensa y clara entre cómo se aprende en la vida y en la escuela.

6. El acceso a la tecnología, por esencia cambiante, siempre será en grado desigual y con riesgo de exclusión, pero la tecnología digital cierra su brecha mucho más rápido que sus antecesores escolares, la imprenta y la lectoescritura, reduce más y en menor tiempo su coste y permite un uso prácticamente ilimitado y gratuito de la información.

7. Más allá de una metáfora ingeniosa sobre las actitudes generacionales, las distinciones  alumnos-nativos/docentes-inmigrantes, son un error y entraña el riesgo de la inacción. Los alumnos necesitan que la escuela fomente y oriente su alfabetización digital; los profesores tienen la obligación profesional de formarse para hacerlo.

8. La brecha invisible y más amenazante es la que se abre entre escuela y sociedad, profesor y alumno, intramuros y extramuros. La escuela es sobrepasada por la sociedad y, la enseñanza, por la tecnología, lo que amenaza con una creciente irrelevancia de la institución. 

9. La tecnología entra bien en la trastienda escolar (administración, preparación, comunicación), pero lo hace mal en el aula; cuando se acepta en esta, se suele someter a las viejas rutinas (la lección magistral, el estudio individual, el ritmo y el método únicos, la evaluación de resultados); los usos habituales fuera del aula son rechazados o temidos dentro de ella.

10. La innovación asociada a la tecnología tiene su mejor escenario en los niveles meso de equipos, centros y redes, con ventaja sobre los niveles macro de las políticas y micro del aula. Esto redobla la importancia de la dirección, los proyectos de centro y las iniciativas de colaboración entre estos, con carencias que se sienten más en la escuela pública.


Fuente: https://pedagogiaparaelexito.com/2017/05/07/principios-para-facilitar-el-aprendizaje-significativo/


¿Qué hacer en este momento crucial para la institución escolar?

Aunque estemos transitando un momento complejo, creo que es una oportunidad para:

  • Apostar sin ambigüedad por la renovación del ecosistema escolar, con la incorporación de los recursos digitales para atender a las nuevas alfabetizaciones.
  • Abrir las prácticas y actividades escolares a las nuevas prácticas y oportunidades de aprendizaje que se desarrollan en su entorno.
  • Crear una arquitectura sistémica de organización, posibilidades e incentivos que permitan y empujen a innovar a centros, equipos y profesores.
  • Buscar y apostar por formas de equipamiento y acceso universal viables y sostenibles a medio plazo, el único manejable.
  • Fomentar el uso de recursos abiertos, con el soporte necesario, y la competencia entre los productores de recursos comerciales.
  • Requerir y fomentar proyectos educativos que articulen y amparen la innovación tecnológica y organizativa en centros y aulas.
  • Facilitar y promover la colaboración en redes de profesionales, de centros y de cada centro particular con la comunidad a la que sirve.
  • Reestructurar a fondo la formación inicial del docente, que ha de garantizar la competencia en el nuevo entorno y su permanente capacidad de aprendizaje.
  • Reforzar la formación continua, orientándola al asesoramiento de los centros (proyectos) y la mentorización y el coaching de docentes (prácticas).

Porque, "... lo que no se sueña, no se construye...." (Juan Zafra)

Tomado de Aplicaciones educativas en entornos virtuales con permiso de su autora

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