Escribe: José Blas García Pérez
Tomado de INED 21 con permiso de su autor
La separación sociedad-escuela es uno de los principales retos a superar en la educación del siglo XXI.
Fotograma de la película: Los cuatrocientos golpes
Ya no se sostiene en equilibrio esta
doble distancia: por un lado la escuela no quiere saber nada de los
cambios de la sociedad y, recíprocamente, la sociedad no quiere saber
nada de cambios en la escuela. Dos mundos que se dan la espalda, aún
sabedores que la mejora sólo vendrán de la mano de ambos. Y quizás,
precisamente por eso, no se miran: sin cambio social será mucho más difícil el cambio educativo.
Un equilibrio pactado tácitamente
Fotograma de la película: Los cuatrocientos golpes
La escuela, casi siempre ligada a
instituciones (iglesia, estado…) es de natural conservadora, protectora
de la estructura de la sociedad que la cobija. En las sociedades
avanzadas, el derecho a la escolarización universal debería haber
superado este estigma que las instituciones educativas tienen desde su
nacimiento. Pero no ha sido así. Paradójicamente los estados modernos
han descubierto en sus políticas educativas una forma más de control de
los ciudadanos. Sólo así podemos entender que se continúe potenciando
una escuela cerrada, controlada, medida y estandarizada como seguro de
generaciones de ciudadanos disciplinados.
Miro a mi alrededor y cada día tengo más
certeza que hay un movimiento constante en la base de la estructura de
la escuela hacia el cambio. Un oleaje que comenzó siendo humilde, como
el aleteo de una mariposa, pero que ha roto la timidez y ahora está
presente en todos los eventos educativos (locales, nacionales e
internacionales), es portada y ocupa columnas de diarios y magazines y
ha invadido las redes sociales. Tengo la suerte de vivir la enseñanza
desde diferentes ámbitos y constato evidencias, anhelos y deseos de
mejora permanentes en todos los componentes de las comunidades
educativas y de aprendizaje.
Pero al unísono también observo el
funcionamiento de una oposición sin argumentos a ese cambio, un
“conforTmismo” con el modelo de escuela existente que se ampara en el
silencio. Un silencio de los que tendrían la obligación de “hablar”, de
recoger propuestas y ponerlas en diálogo. Un debate que, seguramente,
silencian con la esperanza de contrarrestar este movimiento a modo de
antídoto a la máxima quijotesca del ladran luego cabalgamos.
En estos días estamos asistiendo a mítines, programas e informes
electorales que ningunean el ámbito educativo (acaso hacen referencias
breves y genéricas) y quiero pensar que no se dan cuenta que la
ausencia de este discurso, tristemente, retrasará aún más
una transformación educativa que es urgente.
¿Por qué es urgente?
Fotograma de la película: Los cuatrocientos golpes
¿Acaso en el mundo occidental podríamos
seguir viviendo con una organización social y política sin
participación ciudadana o alejada de los derechos humanos? ¿Podríamos
hacer un mundo sostenible utilizado los medios de producción del siglo
pasado? ¿Acaso la medicina, el derecho, la ingeniería, la política, las
relaciones económicas y mercantiles tiene que ver con los modelos
existentes en la épocas anteriores?
Por el contrario las escuelas continúan
siendo una reproducción de siglos atrás, donde se instruye en vez de
educar; donde los saberes son cerrados y clasistas; donde los modelos de
enseñanza y aprendizaje son únicos y directivos; donde los aprendizajes
están jerarquizados por una sociedad obsesionada en medir y comparar;
donde la promoción de la rutina y la competitividad anula cualquier
proceso creativo y donde se excluye a personas, en razón de mal
entendidas razones de igualdad que ignoran básicos principios de
equidad.
Las investigaciones en neuro-ciencia lo aseguran: La adquisición del conocimiento y la configuración de la mente humana ha cambiado:
El conocimiento es dinámico, diverso y mestizo.
La construcción de conocimiento es horizontal y compartida.
El conocimiento no se consume sino que se crea.
El conocimiento es autónomo y el valor de lo construido lo pone el creador, nunca viene determinado desde fuera.
El aprendizaje formal e informal se unen en un continuum que rompe espacios y tiempos estandarizados.
Los recursos para aprender son abiertos y plurales.
La
potencialidad de las tecnologías nos abre multitud de maneras de
personalizar el aprendizaje, así como de la posibilidad de modificarlo
rápidamente y compartirlo.
La brecha entre escuela y sociedad
Fotograma de la película: Los cuatrocientos golpes
Entre los jóvenes hay un desapego al
sistema educativo constatable. Y no sólo de la enseñanza obligatoria,
también de la universitaria. ¿Por qué esta falta de aprecio? La
separación escuela-sociedad ha sido más que evidente en los últimos 40
años de los que tengo memoria: en la escuela te enseñaban
contenidos que no podías adquirir en la calle y en la calle aprendías
todo aquello que la escuela ocultaba o ignoraba a propósito.
Es hora de cerrar brechas,
de tender puentes que den sentido a una escuela para la sociedad del
siglo XXI. La escuela de espaldas al contexto es una cuestión que
tenemos que resolver los que nos dedicamos a la educación de forma
urgente, si no queremos que la “institución educativa” quede reducida a un acontecimiento histórico del pasado para las próximas generaciones.
Tomado de INED 21 con permiso de su autor
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