Escriben Marcos Fernández-Gutiérrez* y Jorge Calero**
*Universidad de Cantabria
**Universidad de Barcelona
En el ámbito del análisis de la educación desde una perspectiva económica (la Economía de la Educación), se han desarrollado notables avances en la medición y la evaluación de los efectos de la educación, que han pasado a constituir una herramienta fundamental para el diseño de las políticas educativas. Los estudios en relación a este tema se han centrado principalmente en los efectos monetarios de la educación: esto es, el incremento en los ingresos asociado a un mayor nivel educativo. Otros estudios, aunque menos frecuentes, han analizado los denominados efectos no monetarios de la educación: las consecuencias de la adquisición de un determinado nivel educativo no directamente asociadas a un beneficio monetario (Wolfe y Zuvekas, 1997). Los efectos no monetarios de la educación se reflejan en un conjunto amplio de aspectos, tales como los hábitos relacionados con la salud, el comportamiento de los consumidores y la toma de decisiones en los ámbitos de la familia y el conjunto de la sociedad. Los estudios que han analizado y medido este tipo de efectos han destacado su importancia para realizar una evaluación completa de los rendimientos de la educación (Haveman y Wolfe, 1984; Calero, Gil-Izquierdo y Fernández-Gutiérrez, 2011).
La mayor parte de los estudios sobre los efectos no monetarios de la educación se han centrado en analizar cuestiones relacionadas con la salud (Fernández-Gutiérrez y Calero, 2014), o los patrones de consumo y gasto de los individuos (Fernández-Gutiérrez y Calero, 2011). Muy pocos trabajos, sin embargo, han analizado otra dimensión diferente, como es el uso del tiempo. La educación puede incidir notoriamente sobre la diversidad de actividades a las que los individuos dedican su tiempo libre y, de esta forma, puede tener un impacto positivo adicional, dando lugar a beneficios personales y a una mejor integración social (Stalker, 2011). Por ello, la comprensión y medición de la incidencia de la educación en el uso del tiempo tiene también gran relevancia para el análisis de los efectos individuales y sociales de la educación.
Nuestro análisis de los efectos no monetarios de la educación en el empleo del tiempo de ocio en España, a partir de la última Encuesta de Empleo del Tiempo del INE (publicada en 2011), muestra que el nivel educativo tiene una gran influencia sobre el tiempo que los individuos dedican, en nuestro país, a distintas actividades de ocio. En concreto, se observa una intensa relación entre el nivel educativo y la probabilidad de participar en actividades beneficiosas tanto para el individuo que las realiza como para el conjunto de la sociedad: actividades culturales, práctica de deporte, lectura de prensa y lectura de libros. Para la participación en muchas de estas actividades, el nivel educativo es un determinante aún de mayor importancia que cualquier otra variable, incluyendo los ingresos. Estos resultados confirman la evidencia obtenida previamente por trabajos en el ámbito de la Economía de la Cultura (Ateca Amestoy, 2010; Muñiz, Rodríguez y Suárez, 2011), así como en el ámbito de la Economía de la Educación (Escardíbul, 2002; Calero et al., 2011).
Además, los resultados obtenidos reflejan que un mayor nivel educativo está asociado a una mayor diversidad de alternativas de ocio. Este resultado se encuentra en consonancia con el concepto de “omnivoracidad cultural”, entendido desde el punto de vista del volumen de actividades (Warde y Gayo-Cal, 2009), que hace referencia a que un mayor nivel educativo incrementaría el número de opciones de ocio a las que un individuo decidiría dedicar su tiempo de ocio. Nuestros resultados señalan cómo el nivel educativo está inversamente relacionado con la cantidad de tiempo dedicada a ver la televisión, la actividad que absorbe la mayor porción del tiempo de ocio. De esta forma, a medida que aumenta el nivel educativo, los individuos tienden a repartir su tiempo de ocio entre un rango más amplio de alternativas.
Por otro lado, los resultados de nuestra investigación muestran que los efectos de la educación sobre el empleo del tiempo de ocio no solo varían con el tipo de actividad, sino también con el nivel educativo en cuestión. Por ejemplo, mientras en relación a los niveles más básicos de educación, todos los niveles educativos más altos están asociados a una mayor dedicación de tiempo a la lectura de prensa y de libros, esto no se observa para las actividades deportivas y culturales. En particular, en el caso de las actividades culturales, la educación universitaria tiene una incidencia sobre la dedicación de tiempo a las mismas muy superior al de otros niveles educativos. Por tanto, un mayor nivel educativo no está automáticamente asociado a los efectos descritos en párrafos anteriores. Esta evidencia sugiere que, de acuerdo con una visión institucionalista, más que la educación en sí misma, la clave para explicar estos efectos puede ser el papel fundamental de la educación en la determinación del entorno social de los individuos que, a su vez, incidiría en sus decisiones en relación al empleo del tiempo (Escardíbul, 2002; Escardíbul y Calero, 2006). De esta forma, un mayor nivel educativo no incidiría en todas las decisiones de ocio de los individuos, sino en aquellas particularmente valoradas en el entorno social asociado con cada nivel educativo.
La evidencia obtenida en nuestra investigación, con una metodología que permite separar los efectos en el uso del tiempo derivados directamente de la educación (los efectos no monetarios) de aquellos derivados del mayor nivel de ingresos también asociado a un mayor nivel educativo (los efectos monetarios), permite detectar la importante incidencia de la educación en las decisiones de ocio. Un mayor nivel educativo está asociado a una mayor propensión a dedicar tiempo de ocio a actividades positivas para la salud futura (el deporte), el capital cultural y la adquisición de conocimientos (actividades culturales y la lectura de libros) y el conocimiento e integración con la sociedad (lectura de prensa). En términos generales, un mayor nivel educativo se muestra asociado a un mayor repertorio de actividades de ocio. Por estos motivos, estos resultados revisten gran relevancia para el diseño de las políticas educativas pero, también, para el diseño de políticas relativas al ocio, orientadas a fomentar la participación de los individuos en actividades consideradas como beneficiosas desde el punto de vista social.
La detección, medición y comprensión de los efectos no monetarios de la educación en el empleo del tiempo de ocio constituye, de esta forma, una dimensión que ofrece una visión más completa de los beneficios individuales y sociales de la educación y que, en consecuencia, ha de tenerse en cuenta en el diseño de las políticas orientadas a favorecer la adquisición de mayores niveles educativos. La educación se demuestra, con estos resultados, como una herramienta clave para impulsar el acceso a una diversidad de opciones de ocio y los beneficios que ello implicaría. En el futuro, no obstante, es clave profundizar en el análisis de cómo el impacto en el entorno de los individuos y en sus valores derivado de la educación incide en las decisiones de ocio y, también, cómo el rápido e intenso incremento del uso de nuevas tecnologías puede estar incidiendo sobre el impacto de la educación en el empleo del tiempo.
Referencias bibliográficas:
Ateca Amestoy, V. (2009). El capital humano como determinante del consumo cultural. Estudios de Economía Aplicada, 27(1), 87-110.
Calero, J., Gil-Izquierdo, M. y Fernández-Gutiérrez, M. (2011). Los costes del abandono escolar prematuro. Una aproximación a las pérdidas monetarias y no monetarias causadas por el abandono prematuro en España. Madrid: Ministerio de Educación.
Escardíbul, J. O. (2002). Beneficios no monetarios de la educación sobre el consumo. Un estudio aplicado al caso español. Madrid: Instituto de Estudios Fiscales.
Escardíbul, J. O. y Calero, J. (2006). Educación, estilo de vida y salud: un estudio aplicado al caso español. Revista de Educación, 339, 541-562.
Fernández-Gutiérrez, M. y Calero, J. (2011). Los efectos no monetarios de la educación. Análisis a partir del consumo de los hogares. Revista de educación, 355, 419-442.
Fernández-Gutiérrez, M. y Calero, J. (2014). Los costes no monetarios del abandono educativo prematuro: una estimación en términos de años de buena salud”, Educación XX1, vol. 17, pp. 241-263.
Haveman, R. H. y Wolfe, B. L. (1984). Schooling and economic well–being: The role of nonmarket effects. The Journal of Human Resources, 19, 377-407.
Muñiz, C., Rodríguez, P. y Suárez, M. J. (2011). The Allocation of Time to Sports and Cultural Activities: An Analysis of Individual Decisions. International Journal of Sport Finance, 6, 245-264.
Stalker, G. J. (2011). Leisure Diversity as an Indicator of Cultural Capital. Leisure Sciences, 33(2), 81-102.
Warde, A. y Gayo-Cal, M. (2009). The anatomy of cultural omnivorousness: The case of the United Kingdom. Poetics, 37, 119-145.
Wolfe, B. L. y Zuvekas, S. (1997). Nonmarket outcomes of schooling. International Journal of Educational Research, 27, 491-501.
Fuente original de la revista:
Fernández-Gutiérrez, M. y Calero, J. (2019). The Non-Monetary Effects of Education on Leisure: Analysis of the Use of Time in Spain. Estudios sobre Educación, 36, 207-229.
Cómo citar esta entrada:
Fernández-Gutiérrez, M. y Calero, J. (2019). Los efectos no monetarios de la educación en el tiempo de ocio. Aula Magna 2.0. [Blog]. Recuperado de:https://cuedespyd.hypotheses.org/6034
Tomado de Aula Magna 2.0 con permiso de sus editores
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